La emergencia climática perdura. O EMPEORA. Hace un año tenían lugar las mayores movilizaciones a nivel mundial por el clima, la huelga mundial del 27 de septiembre 2019 y movilizaciones previas. En todas las ciudades salimos por miles para pedir responsabilidad a las instituciones y que se actuara en consecuencia.
La situación continúa igual, así que este año debíamos salir de nuevo. Pero existen nuevos elementos en la ecuación ahora: desde el año pasado, un virus ha irrumpido con fuerza entre los humanos condicionándoles su vida. Covid-19 ha condicionado también un poco su efecto en el clima, y mucho su capacidad de movilizarse. Sobre todo cambia la opinión pública, ahora centrada en la pandemia y sin tiempo ni espacio para otras cosas. Y cambia la capacidad humana, que bastante tiene para recibir información de una crisis, como para lidiar con dos, y que sobre todo, a nivel de tiempos y esfuerzos se ve sumida en cómo enfrentar esta nueva situación: con más trabajo, con confinamientos (ahora también temporales), con restricciones de movimiento o incluso reunión, o protesta, con más cuidados, etc, etc.
La pandemia contuvo las emisiones pero solo durante el confinamiento
Pero como decimos, la situación, pese a haberse modificado en los primeros meses de confinamiento (marzo a abril), según los expertos, volvió a los niveles anteriores después. Con lo que nos encontramos de nuevo, de camino a alcanzar esos 1,5º que se planteaba de no sobrepasar para que las consecuencias no sean nefastas (o más de lo que ya son). Organizaciones como Extinction Rebellion plantean que de seguir así alcanzaríamos los 4º para el 2100.
El informe United in Science que reúne a expertos internacionales de la ONU, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y otras, muestra que el confinamiento provocó un descenso en las emisiones de gases de efecto invernadero de hasta un 17% (abril de 2020) en comparación con 2019. Pero ésto no se mantuvo. Al reiniciarse las actividades a nivel mundial, las emisiones aumentaron y en junio superaban un 5% las del año anterior.
No sólo la realidad es esa a nivel de emisiones sino que otras consecuencias también mantienen el escenario previo a Covid 19. Nuevamente los meses de verano resultaron más cálidos que los anteriores, siendo, según este informe, el lustro de 2016 a 2020 el más cálido registrado. En Siberia se sufrió una larga ola de calor durante la primera mitad de 2020, que habría sido muy poco probable sin el cambio climático antropogénico. En el Estado francés, en el periodo de Covid 19, se ha sufrido una sequía histórica, de nefastas consecuencias también, porque ha arruinado la producción de cereales y pastos para el ganado, y provocado restricciones de agua en 75% de los departamentos. La sequía se inició en abril a causa de una disminución de lluvias, y empeoró en julio por un déficit de pluviometría que en algunos lugares alcanzó el 70 y hasta el 90 %. Esta situación aún empeoró más con la ola de calor de agosto. Para el gobierno y los sindicatos las razones de esta situación son claras y proponen reformas estructurales y una adaptación agrícola a la emergencia climática. Esta bien asumirlo, pero sobre todo, el objetivo debe se como frenar esa emergencia.
¿Cómo es posible que sigamos entonces en esa senda ascendente hacia los 1,5º?
Esta claro que la ciudadanía nos hemos limitado mucho en este periodo, pero muchos de nuestros consumos continúan inalterados. Se continúa consumiendo de la misma forma, basada en producción lejana, intensiva, que requiere mucho transporte y combustibles fósiles. A este tipo de consumo añadir los incendios (incluyéndose también en Siberia) que han tenido lugar durante estos meses, que superaron los de 2019, y de gran efecto en las emisiones, por un lado porque las provocan y por otro porque reducen sumideros de carbono. Entre ellos, en este 2020 destaca nuevamente la región centroafricana (sobre todo RD de Congo y Angola). Estos incendios son provocados para conseguir más tierra en la que desarrollar más cultivos forrajeros, más ganadería o incluso monocultivos forestales, por lo que está muy ligada a nuestra forma de consumo.
También se han mantenido los niveles de movilidad, descendiendo sobre todo la aérea, pero continuando casi de forma idéntica todas las demás y sobre todo como decimos, la movilidad asociada a nuestro consumo de bienes.
Tenemos también que continúan muchas prácticas que provocan muchas emisiones como la extracción de hidrocarburos que emanan muchos gases de efecto invernadero, entre ellas el más nocivo, el metano (86 veces más que el CO2), presente en el gas. De todas las prácticas, el fracking, y sobre todo el de gas, es el considerado el más dañino. Pero no sólo eso, sino que si dentro de las medidas incluidas para no superar los1,5º estaba el no extraer más petróleo, en este periodo se han encontrado nuevos yacimientos y propuesto nuevas extracciones como las de EEUU en Alaska, o Turquía en el mar negro y el Mediterráneo, o en Tabasco, en México por el gobierno progresista de López Obrador (AMLO), o mar adentro en Sudáfrica por Total…
También tenemos a los gobiernos como perpetuadores de esa realidad que nos llevo a esta situación por mucho que cambien los nombres a los ministerios y gobiernos. En este tiempo, con el agravante de que también se ha usado la pandemia para inyectar más dinero en las empresas y más dinero para financiar el calentamiento global. El gobierno español destinó 150.000 millones de euros a las grandes empresas y también dinero a la compra de nuevos coches de entre 400 y 4.000 euros (Plan Renove 2020 y Plan MOVES). En EEUU las compañías de petróleo y gas han recibiendo hasta 7.000 millones de dólares de dinero público, del Programa de Protección de Cheques. Por otro lado, lo que podía ser un hecho positivo para el clima como el cierre del Oleoducto DAPL (OleoDucto de Acceso a Dakota) fue desestimada un mes después por otro juez (5 de agosto).
Mientras también se ha conocido de la existencia de millones de pozos de gas abandonados durante los últimos años que emanan continuamente gas, y metano. Nuevamente, la transparencia de este elemento lo hace imperceptible, mientras hace su efecto letal en el clima. Según la agencia Reuters estaríamos hablando de 3,2 millones de pozos en esta situación sólo en EEUU con unas emisiones estimadas de 10.000 toneladas de metano en 2018 (cifras del gobierno). A nivel mundial serían 29 millones de pozos abandonados con sus emisiones sumando 2,5 millones de toneladas por año.
La Covid 19 ha supuesto más riesgo para la desaparición de selvas y bosques como también informó la ONU, por un lado porque ha supuesto una crisis económica y el desplazamiento de personas a esas selvas y bosques en busca de alternativas, y por otro lado porque las medidas de protección se han flexibilizado por otras prioridades o por el riesgo que supone el contacto humano.
Mientras tanto, según el informe también continúan los efectos del cambio climático como la subida de los niveles del mar, la disminución de los hielos marinos en el Ártico, sequías y olas de calor que favorecen los incendios forestales.
Tiempo de actuar
En esta situación, sólo nos queda salir del impás de la Covid 19 y reanudar la lucha como hicieron en Italia, en cuanto terminó el confinamiento en mayo y este septiembre en el Campo climático que tuvo lugar en Venecia, con acciones en Porto Marghera, la zona industrial que también alberga el polo energético con refinerías, centrales térmicas y demás.
Pero sin duda, uno de los epicentros de la lucha climática es el Reino Unido. En este caso tenemos que recordar que además, estas movilizaciones han coincidido o continuado con otras a nivel mundial contra el racismo y los abusos policiales tras la muerte de George Floyd en EEUU (luego de otros). El 1 de septiembre activistas de Extinction Rebellion (XR) iniciaron unas jornadas de acción que se extendieron a 6 días. En ellas 600 activistas fueron detenidos. El 3 de septiembre pegaron sus manos con pegamento en el acceso del Parlamento británico para impedir que los parlamentarios entraran. El 10 de septiembre 30 mujeres con el pecho desnudo se candaron a las barandillas del Parlamento.
Extinction Rebellion, Rebelión contra la Extinción, propone la desobediencia civil como forma de llamar la atención y presionar. La desobediencia civil es una fórmula histórica cuando los gobiernos y sectores de la sociedad no ceden a reclamos justos. También, porque el estar dispuestas incluso a ir a la cárcel demuestra convicción en planteamientos, les confiere más valor. El activista de XR Roger Hallam fue arrestado de nuevo en agosto. De nuevo porque ya lo ha sido 20 veces en 4 años. Hallam dice que falta valentía transgresora frente a la crisis climática. Aquí, en el estado, XR ha convocado de nuevo acciones del 5 al 13 de octubre. Hora de actuar.
Referencias:
www.sostenibilidad.com/cambio-climatico/que-pasa-aumenta-temperatura-del-planeta-medio-grado/
El informe United in Science: https://public.wmo.int/en/resources/united_in_science
Una sequía histórica hunde la producción de cereales y pastos en Francia, https://www.rtve.es/noticias/20200816/sequia-historica-hunde-produccion-cereales-pastos-francia/2040307.shtml
Martintxo Mantxo, A Planeta