Me da vergüenza ser europea. Pertenecer a la vieja Europa resabiada y cascarrabias que se corrompe y pudre moralmente a cada paso que da, y que ahora, con resoluciones como ésta aprobada en la ONU sancionando a Cuba -con la excusa de la conculcación de los derechos humanos en la isla- llega al paroxismo de […]
Me da vergüenza ser europea. Pertenecer a la vieja Europa resabiada y cascarrabias que se corrompe y pudre moralmente a cada paso que da, y que ahora, con resoluciones como ésta aprobada en la ONU sancionando a Cuba -con la excusa de la conculcación de los derechos humanos en la isla- llega al paroxismo de la injusticia. Bravo Europa, now your are a good friend. Estúpida Europa. Mierda de Europa. Vosotros que sin razones ni argumentos podéis hacer lo que os venga en gana, ya sea ilegalizar a un partido político cuando molesta, o condenar a un país entero a un perpetuo bloqueo, hacéis lo que os viene en gana y plantáis la firma condenatoria a un país sin ni siquiera perder la sonrisa. Podéis hacerlo. Ejercéis de buenos esclavos, ahora pasaréis de remeros de las galeras a capataces del barco como premio a vuestro sometimiento a las leyes del poderoso Imperio. Y mientras nos entretenéis en este mundo feliz de la abundancia aparente lleno de migajas de leyes aparentemente pro-ciudadanas, cercáis y aplastáis a uno de los pocos intentos ciertos y reales que hay en el mundo de lo que debe ser una sociedad justa, como es Cuba.
Reniego de Europa. No quiero formar parte de ella. Me siento humillada, acosada, mis entrañas revientan y miro al verdugo e íntimamente le escupo en la cara. Esta Europa moribunda en donde las corporaciones crecen desmedidamente mientras las personas honestas se retuercen, vomitan, gritan e incluso lloran. Cómo es posible tanta hipocresía. Europa dice que en Cuba no hay derechos humanos y que por tanto hay que sancionarla, tensar la cuerda, apretar las garras sobre su cuello, ahogarla y negarle su derecho a existir. Que en Cuba no se puede vivir libremente, que es una sociedad opresora que niega libertades fundamentales. Qué cosas, por qué me suenan tan familiares estos argumentos, será porque todo eso es tan cierto aquí mismo, a mi lado… Y es que miro el mundo que me rodea y siento mis derechos y los de mi entorno pisoteados, vulnerados, machacados. Por eso no quiero ya vivir en Europa, la Europa triste y abotargada que juzga y condena con prevaricación y alevosía. La gente que creemos en ese otro mundo posible estamos de pronto y de nuevo acorralados contra una pared; pero ¡ojo!, que también sabremos saltar este muro, aun a sabiendas de que no es fácil el camino que se nos ofrece después. Volverán las guerrillas. Pero unas nuevas, con nuevos métodos. Frescas, potentes, contundentes. Sabias. Inteligentes.
Dicen que Cuba no respeta los derechos humanos. Pero yo me pregunto qué son para los poderosos «los derechos» y «los humanos». Dicen que por esa falta de derechos la gente se va de Cuba. Está claro, no hablamos el mismo lenguaje. De todos los países del mundo hay gente que quiere irse. También de Cuba.
Pero también hay otros que quieren ir. También los habemos que queremos ir, volver, y quedarnos.
Quiero pedir asilo en Cuba. Asilo moral, ético, humano. Quiero pedir asilo en Cuba para preservar mis más íntimos derechos humanos, unos derechos que Europa, hasta ahora, no ha sabido respetar como debía.