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Pistas prácticas para cuidar de la Tierra

Fuentes: Koinonia

Dos principios son fundamentales en la superación de la crisis actual por la que pasa el planeta Tierra: la sostenibilidad y el cuidado. La sostenibilidad, asentada en la razón analítica, tiene que ver con todo lo que es necesario para garantizar la vida y su reproducción para las generaciones actuales y futuras. El cuidado, fundado […]

Dos principios son fundamentales en la superación de la crisis actual por la que pasa el planeta Tierra: la sostenibilidad y el cuidado.

La sostenibilidad, asentada en la razón analítica, tiene que ver con todo lo que es necesario para garantizar la vida y su reproducción para las generaciones actuales y futuras.

El cuidado, fundado en la razón sensible y cordial, se refiere a los comportamientos y a las relaciones con las personas y la naturaleza, marcadas por el respeto a la alteridad, por la amorosidad, por la cooperación, por la responsabilidad y por la renuncia a toda agresividad.

Articulando estos dos principios podremos devolver equilibrio y vitalidad a la Tierra. Ofrecemos algunas sugerencias prácticas para que cada uno haga su revolución molecular (Guatarri): la que comienza por la propia persona, y es la base para el gran cambio de todo el sistema. He aquí algunas:

Alimente siempre la convicción y la esperanza de que es posible otra relación con la Tierra, más en armonía con sus ciclos y respetando sus límites.

Crea que la crisis ecológica no debe transformarse en una tragedia, sino en una oportunidad de cambio hacia otro tipo de sociedad más respetuosa e incluyente.

Dé centralidad al corazón, a la sensibilidad, al afecto, a la compasión y al amor, pues son estas dimensiones las que nos movilizan para salvar ala Madre Tierra y sus ecosistemas.

Reconozca que la Tierra está viva pero es finita, semejante a una nave espacial, con recursos escasos y limitados.

Rescate el principio de la religación: todos los seres, especialmente los vivos, son interdependientes, y por eso tienen un destino común. Deben convivir fraternalmente entre sí.

Valore la biodiversidad y a cada ser, vivo o inerte, pues todos tienen valor en sí mismos, independientemente del uso humano.

Reconozca las virtualidades contenidas en lo pequeño y en lo que viene de abajo, pues ahí pueden estar contenidas grandes soluciones.

Cuando no encuentre una solución, confíe en la imaginación creativa, que esconde en sí respuestas sorprendentes.

Tome en serio el hecho de que para los problemas de la Tierra no hay una sola solución, sino muchas, que deben surgir del diálogo, de los intercambios y de la complementación entre todos.

Ejercite el pensamiento lateral, es decir, póngase en el lugar del otro y trate de ver con sus ojos. Así verá dimensiones diferentes y complementarias de la realidad.

Respete las diferencias culturales (cultura campesina, urbana, negra, indígena, masculina, femenina etc.), pues todas ellas muestran formas distintas de ser humanos.

Supere el pensamiento único del saber dominante y valore los saberes cotidianos, del pueblo, de los indígenas y de los campesinos, porque cooperan en la búsqueda de soluciones globales.

Exija que las prácticas científicas sean sometidas a criterios éticos a fin de que las conquistas beneficien más a la vida y a la humanidad que al mercado y al lucro.

No deje de valorar la contribución de las mujeres porque son portadoras naturales de la lógica de la complejidad y son más sensibles a todo lo que tiene que ver con la vida.

Haga una opción consciente por una vida de sencillez que se contraponga al consumismo. Se puede vivir mejor con menos, dando más importancia al ser que al tener y al parecer.

Cultive los valores intangibles, es decir, los bienes relacionados con la espiritualidad, la gratuidad, la solidaridad, la cooperación y la belleza, como los encuentros personales, los intercambios de experiencias, el cultivo de las artes, especialmente de la música.

Más que parte del problema, considérese parte de su solución.

 

 http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=292