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Podemos, política «for Dummies»: dimensiones del proyecto y clases populares

Fuentes: Rebelión

Este articulo es una respuesta a «Les arrels de Podemos, desmobilització, derrotes i electoralisme» [1] Por si no lo sabíais, el domingo 27 de julio a las tres de la tarde se cerraba la segunda reunión de la coordinadora catalana de círculos sin poder llegar al único objetivo de la reunión: encontrar una forma de […]

Este articulo es una respuesta a «Les arrels de Podemos, desmobilització, derrotes i electoralisme» [1]

Por si no lo sabíais, el domingo 27 de julio a las tres de la tarde se cerraba la segunda reunión de la coordinadora catalana de círculos sin poder llegar al único objetivo de la reunión: encontrar una forma de organizarse a nivel de Catalunya.

El contexto político

Para entender el éxito de Podemos y enfocar correctamente los debates en su proceso «constituyente» hace falta perfilar bien el marco en el que se desarrolla este proceso. Y es que el crecimiento de la formación no se limita a la campaña de hiperliderazgo mediático pre europeas. Precisamente este éxito electoral ha relanzado el proyecto, pasando de 300 círculos antes del 25-M a cerca de 900 en el momento de escribir este artículo. Ya no estamos hablando del experimento de «un politólogo chalado» de la Universidad Complutense.

Podemos ha superado la prueba de fuego en las europeas y se ha situado como uno de los actores más serios en el panorama político «de masas». Aquí ya no estamos hablando de La Tuerka Party (LTP) ni de Izquierda Anticapitalista (IA) y demás grupúsculos reducidos, estamos hablando de una formación política de miles con más vocación de gobierno que los propios partidos del régimen. La potencialidad de Podemos no solo reside en el desorbitado ritmo de crecimiento en miembros y votos. Sino en que es un cuerpo en formación difícil de controlar.

Los sectores organizados en Podemos no lo tendrán fácil si quieren dirigir cerca de 900 círculos que implican a miles de personas afiliadas imprevisibles. Se podrán hacer maniobras burocráticas desde el centro o la izquierda de la formación. Pero sencillamente tenemos que entender que estamos asistiendo al proceso de formación de un instrumento masivo de lucha de clases tan grande como imprevisible y tan potencialmente rupturista como capaz de vender la lucha a un reformismo posibilista impulsado desde arriba.

Nuevo tablero de juego

Asumiendo esta máxima desde el principio (que el estado actual de Podemos es fetal y plástico) quedan de entrada descartadas todas aquellas posturas inmovilistas que sitúan a Podemos únicamente en el reformismo radical, en la acción parlamentaria y en un programa reformista que aplicar desde las instituciones, pues una formación no es su programa y lo que está pasando en los círculos de todo el estado va más allá de diez demandas en abstracto. Cierto es que es un riesgo a evitar el hecho de que Podemos acabe siendo un nuevo partido socialdemócrata al estilo Syriza en Grecia, pero no es así todavía, al menos no hasta el congreso fundacional de otoño.

Para poder valorar la más importante de las dimensiones de este proceso hace falta hacer una lectura de la crisis del bipartidismo y valorar hacia qué situación queremos reconducir esta crisis las personas revolucionarias. Con respecto a la crisis de las instituciones, observamos como Podemos le roba votantes sobre todo al PSOE, pero también a las fuerzas de la derecha más «regeneracionista». Y no solo a estos, sino que está activando a un flujo importante de abstencionistas. [2] Personas que se autodenominaban «apolíticas» ahora están implicándose en la construcción de un contrapoder. Cosa que como nos ha enseñado la izquierda independentista catalana, no es tan fácil.

¿Y qué queremos las y los revolucionarios?

Muchos de nosotros cuando pensamos en una revolución automáticamente dibujamos en nuestra mente la idea de una revuelta urbana, tal vez por fetiche.

Pero si intentamos profundizar en el significado, una revolución es una transformación profunda de la sociedad y de todas las relaciones (económicas, sociales, políticas y de todo tipo) que se dan en esta. Es necesario destruir el viejo orden a la vez que ganan peso las nuevas instituciones, como podrían ser los consejos de gestión colectiva de empresas o la gestión de la vida pública mediante mecanismos horizontales de toma de decisiones (asambleas de barrio o municipio, por ejemplo) que se oponen a las antiguas en la ejecución del poder real. Si estas nuevas instituciones ya existentes se imponen y perduran en el proceso de destrucción ya no de las antiguas instituciones, sino de las antiguas relaciones sociales, entonces el proceso revolucionario está de pleno en marcha.

En la situación política actual existe el agotamiento y la deslegitimación de las instituciones del régimen del 78. No estoy queriendo decir que estas (estado, mercado, y superestructura) sean inoperativas, ni tan solo que encuentren una oposición generalizada (de hecho el limitado número de huelgas generales y la pequeñez del sindicalismo combativo son muestra de que esta oposición tan siquiera está, mayoritariamente, organizada). Por mucha crisis de régimen de la que hablemos, día a día la sociedad opera tal y como le conviene a la patronal.

Es verdad que existe un rechazo generalizado al estado de las cosas. Pero si por un momento imaginamos en el Estado español un panorama en el que se detiene el curso de la producción, desgraciadamente no hay hoy en día la organización suficiente de la gente de abajo como para organizar el cambio del sistema. Es por eso precisamente por lo que en el Estado español no explota la situación. No existe un contrapoder real al régimen.

¿Qué hacer?

He aquí la condición necesaria pero inexistente para una salida revolucionaria de la crisis -y he aquí la dirección en la que tenemos que trabajar las y los anticapitalistas. Aquí es donde cobra vital importancia Podemos. Puede sonar extremadamente petulante, de hecho es extremadamente petulante decir que Podemos podría erguirse como esta «institucionalidad anti sistema», pero es innegable que la formación cumple las siguientes características:

1. Aglutina a miles de personas con una perspectiva rupturista

2. Desde su creación ha demostrado tener más imbricación en la ciudadanía que cualquier otra fuerza política.

3. Por primera vez existe un partido de formato rupturista con extensión estatal. Y con más arraigo en las clases populares que muchas fuerzas del municipalismo independentista…

4. Su sobredimensión en relación a su inexistente aparato de partido y la pequeñez proporcional que ocupan en su seno (en Madrid) las diferentes facciones organizadas, da al global un carácter incontrolable por nadie excepto por la gente de los círculos.

5. En Catalunya el proceso constituyente de Podem coincide con el punto álgido de la lucha independentista. El caso catalán es un marco excepcional en el que la Izquierda Independentista no ha conseguido llegar a todos los sectores de la clase trabajadora pero ha absorbido a un elevadísimo porcentaje de los cuadros revolucionarios de Barcelona. Podem por su parte está llegando a estos sectores trabajadores pero sin tener en su seno apenas organizaciones con un proyecto claro y una praxis revolucionaria. Estos sujetos existen dentro de Podemos sobre todo en Madrid. Pero el caso catalán plantea este panorama vacío y he aquí el resultado de la asamblea de Catalunya de Podem explicado al principio del artículo.

Estos cinco puntos en Catalunya cobran especial fuerza si consideramos que estamos en la cuenta atrás para construir un sujeto capaz de liderar la desobediencia y desbordar desde abajo el proceso soberanista. En la naturaleza de Podemos existe el riesgo de caer en el reformismo y que se llene de arribistas y demás, pero es aquí donde las CUP (todo indica que desde una posición bastante distante) tienen que tensar todo el movimiento hacia la izquierda. Porque ya no solo tienen una cabeza los y las rupturistas en Catalunya. [3]

Plantearse que Podemos pueda desbordar por la desobediencia el proceso soberanista implica suponer que en su seno habrá fuerzas independentistas y revolucionarias, cosa que desgraciadamente no sucederá. Entonces, se entiende que la influencia de Podemos será menor a la de las CUP a medida que se acerque el 9N, pero la potencialidad de esta nueva estructura está ahí.

Uno de los problemas que puede tener Podemos si no se convierte en una herramienta de lucha y movilización es que entonces se convierta en un aparato burocrático copado por técnicos progresistas de la política «institucional», con los problemas que esto conlleva. La cuestión consiste en que, cuestionando la visión sobre el poder de Iñigo Errejón en su artículo «Estados en transición: nuevas correlaciones de fuerzas y la construcción de la irreversibilidad» (extremadamente recomendable para entender el enfoque de Podemos desde La Tuerka Party):

«Al hacer eso [llegar las mayorías populares al control de ciertas instituciones] se produce lo que podríamos denominar -usando un concepto viejo pero tremendamente útil- una «guerra de posiciones» al interior del Estado. Se trata de un poder político de signo progresista apoyado en la movilización (o en invocación de la posible movilización de los sectores desfavorecidos) que hace uso continuo de ella como una baza de negociación y disputa con los núcleos conservadores en el Estado.» [4]

La disputa real por el poder no parte de cero cuando un grupo de técnicos comienzan a aplicar políticas públicas de redistribución, ni a dotar a «los muchos» de herramientas de participación, utilizando la movilización como puño de acero para enfrentarse a la clase dirigente. Esta errónea concepción de la dialéctica del desarrollo social está profundamente sesgada por el hecho de que la simple y formal rendición de cuentas no implica ninguna forma de verdadero control popular.

Además Errejón asume al estado burgués como si fuera una herramienta inamovible de manipulación de la correlación de fuerzas. Sacrificando por «lo posible» la posibilidad de una ruptura con el viejo régimen.

Por el contrario, el enfoque revolucionario sitúa el eje del poder en la construcción de contrapoderes populares capaces de gestionar la cotidianidad del pueblo (desde el pueblo). Estos contrapoderes (independientemente de si tienen o no personas infiltradas en las antiguas instituciones, cosa históricamente necesaria) han de ser el relevo del poder estatal en el proceso en el que son destruidas las viejas instituciones. La movilización (también en el sentido de creación de estructuras de poder desde la base) es el corazón del proceso social, no una herramienta de nuestros representantes en la estructura estatal. [5]

Podemos es todos estos enfoques y ninguno de ellos a la vez. Pero el cambio, al igual que los círculos, tiene que estar necesariamente en la calle. Por lo tanto hay que dotar a los círculos de todo el poder, ya que estos aglutinan un sector importante de la clase trabajadora, organizándola y construyendo un potencial sujeto revolucionario.

Podemos puede tomar dos rumbos bien distintos:

  1. Podría acabar siendo un fake: una herramienta para que un grupo de politólogos jueguen a ser Hugo Chávez.
  2. Podría acabar siendo una estructura asamblearia del poder desde abajo, que lleve la ruptura a todos los rincones del estado español, conectando las luchas.

Notas:

  1. Portillo, Albert: «Les arrels de Podemos: Desmobilització, Derrotes i Electoralisme». Disponible en http://estudiants.enlluita.org/les-arrels-de-podemos-derrotes-desmobilitzacio-i-electoralisme/
  2. Fernández-Albertos, José: «El voto a Podemos en cuatro gráficos». Disponible en http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/voto-Podemos-graficos_6_264983501.html
  3. Ya que según el Barómetro Político del Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) Podemos llegaría a obtener 10 diputados y alrededor del 8’5% del voto en Catalunya, superando incluso las CUP. Ver el artículo de «El periódico»: Julve, Rafa: «ERC treuria més avantatge que mai a CiU i Podem aconseguiria 10 escons al Parlament». Disponible en http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/politica/erc-treu-mes-avantatge-ciu-podem-irromp-parlament-3327194
  4. Errejón Galván, Iñigo:»Estados en transición: nuevas correlaciones de fuerzas y la construcción de la irreversibilidad». Disponible en: http://www.academia.edu/6844236/Estados_en_transicion_nuevas_correlaciones_de_fuerza_y_la_construccion_de_la_irreversibilidad
  5. Para leer más sobre el tema del Estado lee el artículo de la Hiedra «La izquierda ante el Estado y su democracia» de Luke Stobart. Disponible enhttp://lahiedra.info/la-izquierda-ante-el-estado-y-su-democracia/

Nahuel Quimasó es miembro de Estudiants En lluita / Estudiantes En lucha

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.