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«Podemos» y la crisis de la monarquía española

Fuentes: Punto Final

La abdicación del rey Juan Carlos I no se explica por problemas de salud o porque el monarca piense ceder la primera línea a una generación más joven. Se va porque no tuvo otra opción. Durante meses, el rey y su corte negaron en público y en privado que fuese a abdicar. Al menos mientras […]


La abdicación del rey Juan Carlos I no se explica por problemas de salud o porque el monarca piense ceder la primera línea a una generación más joven. Se va porque no tuvo otra opción. Durante meses, el rey y su corte negaron en público y en privado que fuese a abdicar. Al menos mientras no recuperara algo de popularidad y prestigio, hundidos por sus cacerías, el descaro de sus amigas entrañables y los procesos por corrupción que afectan a la infanta Cristina y a su esposo, Iñaki Urdangarin. Salir del trono en este momento se percibía como una derrota inasumible. Un rey o muere en su puesto, o se retira en el pináculo de la gloria.

Si se va con la popularidad en caída libre sólo se entiende porque el futuro se avizora mucho peor. Para salvar a la Corona, se hizo necesario sacrificar al rey. En este momento, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español todavía pueden conducir en el Parlamento la entronización de Felipe VI antes de julio, porque cuentan con una mayoría aplastante. Pero en las próximas elecciones todo indica que esa mayoría cambiará, tal como lo han indicado las recientes elecciones al Parlamento Europeo, y se podrá introducir un nuevo debate sobre la jefatura del Estado, especialmente por la debacle casi irreversible del PSOE.

EL FIN DEL BIPARTIDISMO

En las elecciones de este 25 de mayo el duopolio PP-PSOE obtuvo en conjunto un 49% de los votos, perdiendo cinco millones de electores. En las anteriores elecciones europeas, de 2009, habían sumado más del 85% de los votos. Esta enorme masa pasó a englosar un heterogéneo campo de partidos, especialmente de Izquierda. El PP bajó de 24 eurodiputados a 16. El PSOE de 23 a 14. Mientras Izquierda Unida subió de dos a seis. Pero la novedad fue la irrupción de una fuerza de Izquierda, totalmente diferente, llamada Podemos. Con sólo cuatro meses de existencia, este partido ha logrado un millón doscientos mil votos y cinco eurodiputados, cuando las encuestas no registraban su existencia. También se debe reseñar el éxito de los nacionalistas de Izquierda: ERC de Cataluña con dos eurodiputados, Compromís per València y EH Bildu en Euskal Herria, con uno. En conjunto, esta heterogénea Izquierda sumó quince eurodiputados, uno más que el PSOE, quedando sólo a uno del PP.

DE REY DE MUCHOS A REY DE POCOS

En 1994 el 65% manifestaba confianza en la monarquía y menos del 10% desconfiaba. Hoy sólo el 18,8% expresa alta confianza y más del 50% desconfía(1). Esto se explica porque entre los años 70 y 2000 la prensa cumplió a rajatabla un pacto de silencio que aseguró mantener la vida pública y privada de la Corona fuera de todo escrutinio. Esta tendencia sólo cambió en 2007, con el «cese temporal de la convivencia matrimonial» de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, y con la patética intervención del rey en la XVII Cumbre Iberoamericana, donde lanzó a Hugo Chávez el «por qué no te callas», tan celebrado por la derecha pero que reveló el talante autoritario y prepotente del monarca.

Nunca se investigó la vinculación del rey con sonados casos de corrupción, como los de sus íntimos amigos Mario Conde, Javier de la Rosa y Manuel Prado Colón de Carvajal. Nunca se aclaró el rol del rey en el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que ha sido frontalmente cuestionado por las investigaciones de Pilar Urbano en sus libros El precio del trono (2011) y La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar (2014). El New York Times ha recordado que Juan Carlos ascendió al trono «casi sin dinero» y que hoy posee una «fortuna opaca» de 2.300 millones de dólares. El periódico lo explica porque, además de los casi 8 millones de euros anuales que la Casa Real recibe del Estado, la ley le permite recibir «regalos y donativos»: «En sus viajes, el monarca puede aceptar regalos en nombre del gobierno español, pero no hay una lista pública de los presentes. Con los años, ha recibido yates, una casa en una isla y automóviles de lujo para añadir a su gran colección de autos provocando mensajes cáusticos de Twitter como: ‘Los españoles en zapatillas y el rey con setenta coches'».(2)

En 2008 se inició una crisis financiera internacional que atrapó a España en un momento de máxima vulnerabilidad. Hoy es el país más desigual de Europa. Los inmigrantes latinoamericanos, ligados a la construcción y los servicios domésticos, regresaron masivamente a sus países. Una nueva forma de pobreza atrapó a familias que habían disfrutado de décadas de alto bienestar, y obligó a cientos de miles de jóvenes españoles a emigrar en busca de trabajo. Es un proceso de empobrecimiento sistemático de sus capas medias, donde uno de cada cinco españoles (el 20,4%) vive por debajo de la línea de pobreza. A la vez, los veinte españoles más ricos acumulan una fortuna de 77.000 millones de euros. Más de lo que tiene en conjunto el 20% de la población más pobre.

Luego de negar la gravedad de la crisis durante dos años, en mayo de 2010 Zapatero terminó por ceder a la presión de Alemania e impuso el mayor recorte en el gasto social de la historia española. A la vez, rompió con los sindicatos al reducir bruscamente los derechos laborales. En agosto de 2011, a pocos días de dejar su cargo, y con los votos de los dos partidos mayoritarios, reformó el art. 135 de la Constitución, introduciendo el concepto de «estabilidad presupuestaria», al dictado de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. En ese contexto, el triunfo del PP reflejó mucho más el profundo desencanto de los votantes socialistas que una adhesión a Mariano Rajoy.

LA IRRUPCION DEL 15-M

El 15 de mayo de 2011 el agudo malestar de la sociedad se pudo convertir en indignación política. Cientos de miles de personas se juntaron en la Puerta del Sol, de Madrid, acampando durante un mes para expresar su rabia contra el bipartidismo y sus instituciones. Desde esa plaza, «kilómetro cero» de las carreteras españolas, la mecha se expandió por todo el país. No sólo todas las capitales provinciales tuvieron «acampadas» 15-M. Muchísimas ciudades menores y pueblos pequeños replicaron su «Plaza del Sol» durante la primavera de 2011. Los «indignados» hicieron de un problema personal, la pérdida del empleo y de protección social, un conflicto con una elite política y financiera, que prefirió rescatarse a sí misma que rescatar a las personas. Se trató de un proceso reactivo, que irrumpió en una sociedad que parecía condenada a la resignación. Puso en evidencia las trampas institucionales de un régimen que se fundamentó en la leyenda rosa de una transición modélica, que garantizó la total impunidad de quienes sostuvieron la dictadura franquista y que construyó un sistema bipartidista excluyente de toda alternativa.

El movimiento denunció al PP y al PSOE como brazos del entramado corporativo español (Endesa, Telefónica, Unión Fenosa, Repsol, Inditex, OHL, Ferrovial, Bancos Santander y BBVA) que les financiaba y protegía de forma tan ilegal como descarada. Más que «puertas giratorias», el 15-M sostuvo que entre el poder político y el económico se entabló una cohabitación, en la que se perdió todo pudor de cara a la ciudadanía, lo que impide la democracia. En ese contubernio la monarquía no era sólo un decorado. En la práctica, el rey se convirtió en un engranaje de los negocios de las transnacionales españolas. A punta de títulos nobiliarios, regalos y giras internacionales, Juan Carlos devino en el gran relacionador público de las empresas españolas.

Tanto la fuerza como los límites del 15-M radican en su espontaneísmo asambleario. De allí que las últimas manifestaciones de este movimiento terminaran en «gritos silenciosos», largos minutos de silencio multitudinario que sólo se acallaban en un aplauso que acompañaba a las personas en el regreso a sus casas. Pero ese momento de catarsis colectiva generó las bases de una multitud de resistencias focalizadas, que han acompañado la vida española los últimos tres años. Vale resaltar a la plataforma de los afectados por las hipotecas (PAH), que han resistido los desalojos habitacionales instigados por los bancos, y las distintas «mareas de colores»: la marea blanca, en contra de la privatización de la salud, la marea violeta, en defensa de los derechos reproductivos de la mujeres, la marea verde orientada a la educación pública, la marea amarilla, por el sistema de bibliotecas públicas, la marea azul, contra la privatización del agua, la marea naranja, por los servicios de atención social, la marea negra, contra los recortes de funcionarios de la administración y la marea roja, de los desempleados. El 15-M también derivó en distintas asambleas barriales, colectivos artísticos y finalmente, en diversos partidos políticos. Entre ellos está el partido X, ligado a Hervé Falciani, quien reveló una lista de evasores fiscales en Suiza, y el movimiento RED, impulsado por el ex juez Elpidio Silva, expulsado del Poder Judicial por investigar al ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa. Pero el partido que ha logrado mayor afinidad con la experiencia del 15-M ha sido Podemos.

¡ESTA CLARO QUE PODEMOS!

Para Pablo Iglesias, cabeza de lista de Podemos, su partido es un instrumento al servicio del 15-M, pero no su expresión directa, ni menos su representación. Iñigo Errejón, el «cerebro electoral» de la formación, lo expresa así: «Estuvimos en el 15-M y aprendimos mucho en las asambleas. El 15-M abrió la puerta para romper el secuestro de la política por parte de la casta. Sin este movimiento, Podemos no hubiese sido posible. Fue una ventana de oportunidad para los ciudadanos, pero nosotros no somos herederos del 15-M».

Podemos aprendió del 15-M cómo trabajar en asambleas multitudinarias, evitar la burocratización, construir con mínimos recursos y cómo fortalecer los lazos de confianza entre los participantes. Pero también aprendió muchísimo de los procesos de cambio en América Latina. Errejón sintetiza estos aprendizajes latinoamericanos en tres puntos: «Al menos tres rasgos de la iniciativa Podemos remiten a las enseñanzas de los procesos de ruptura popular y cambio político en Latinoamérica. En primer lugar, el uso estratégico de los liderazgos, en particular mediáticos, y de formas plebiscitarias como palancas para abrir dinámicas de protagonismo popular, algo que fricciona con la matriz liberal de buena parte de las izquierdas europeas. En segundo lugar, la impugnación del modelo según el cual (pese a las numerosas experiencias en contra) la fuerza se acumula en ‘lo social’ y después se expresa en ‘lo político’, apostando por el contrario porque sea la dinámica político-electoral un momento de articulación de unidad popular (y fundamentalmente ciudadana, por las características del terreno social, institucional y cultural) por el cambio, donde antes sólo había fragmentos. En tercer lugar, la convicción de que para alterar sustancialmente las correlaciones de fuerza, los que desafían el orden constituido deben proponer nuevos alineamientos, nuevas fronteras que construyan nuevas identificaciones y en concreto, una amplia frontera popular ‘destituyente constituyente’, que en términos nuevos abra el espacio al We the People».(3)

LA INCERTIDUMBRE ESPAÑOLA

Junto al debate sobre la monarquía, España vive un momento de particular tensión territorial. El 9 de noviembre está programada una crucial consulta sobre la independencia en Cataluña. Al ser «ilegal», no será vinculante, pero expresará una clara voluntad de ese pueblo respecto a su futuro. Y el Parlamento del País Vasco acaba de aprobar una declaración en que afirma textualmente: «Euskal Herria tiene derecho a la autodeterminación». Se supone que el monarca es la «clave de bóveda» institucional que permite arbitrar y cohesionar al Estado. ¿Podrá hacerlo si la calle no le reconoce legitimidad democrática? ¿Podrá sobrevivir el Reino de España o necesitará convertirse, de una vez por todas, en una República de iguales?

Notas:

(1) Fuente: CIS.

(2) New York Times, «Chastened King Seeks Redemption, for Spain and His Monarchy», 28/09/2012.

(3) Errejón, Iñigo, «Podemos para lectores latinoamericanos», en Rebelión, 01-02-2014.

Publicado en «Punto Final», edición Nº 806, 13 de junio, 2014

www.puntofinal.cl

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