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Sobre el poeta anticastrista residente en España

Poderoso caballero es Raúl Rivero

Fuentes: Gara

Sorprendente Raúl: Te escribo desde la cercanía que me permite el haber compartido contigo el inefable gremio de los fabricadores cubanos de poesía. He de confesarte que este que hoy redacta, creció leyendo tus versos y tal vez hasta regaló alguno de tus libros a gente por la que sentía estimación. Corrían entonces los años […]

Sorprendente Raúl: Te escribo desde la cercanía que me permite el haber compartido contigo el inefable gremio de los fabricadores cubanos de poesía. He de confesarte que este que hoy redacta, creció leyendo tus versos y tal vez hasta regaló alguno de tus libros a gente por la que sentía estimación.

Corrían entonces los años de la Guerra Fría, y tu poesía era sin dudas el canto de victoria de un rapsoda orgulloso del camino político emprendido por su pueblo. Daba placer leerte. Tus versos eran entonces la Revolución hecha canción.

Cuba es un país rodeado de poetas por todas partes. Tupido y enrevesado resulta el follaje de su bosque lírico. Su «flora» y su «fauna» es rica y variada, y no sólo lo es en estilos literarios, sino también en la manera en la que todas estas almas impares e inquietas entienden la vida religiosa, ética, estética, moral, y también política del país. El aderezo a toda esta diversidad es pre- cisamente la pugna por llegar más lejos que el resto, en esta batalla fraternal de la creación.

La revolución cubana, triunfante en 1959, sacudió cual terremoto todas las esferas de la vida social de la sociedad, y el mundo del arte en general y de la poesía en particular. El deseo del gobierno revolucionario de llevar la cultura a las grandes masas, obligó a la intelectualidad tradicional cubana a replantearse su postura política y la proyección de su obra. Unos eligieron la opción de abandonar la isla, otros de alejarse del proyecto de la revolución, aún sin marcharse, y otros decidieron echar una mano en lo que fuera necesario. En este último grupo encontramos poetas de la talla de José Lezama Lima, Nicolás Guillén, Eliseo Diego, Virgilio Piñera, Cintio Vitier, Fina García Marruz, y otros muchos.

La voluntad estatal de hacer asequible el discurso poético a las grandes masas, hizo surgir una corriente literaria llamada «Coloquialismo», o «Poesía Conversacional». Aquella era la nueva poesía, la poesía de la revolución, la cual se fue abriendo paso con el apoyo gubernamental, a pesar de la crítica de aquellos que la despreciaban por parecerle forzada, y distante del simbolismo que siempre reinó en lo mejor de la tradición poética cubana, estoy pensando en José Martí, Emilio Ballagas, Julián del Casal, José María de Heredia, y otros.

Este vilipendiado Coloquialismo tuvo como figuras cimeras, a poetas como Rafael Alcides, Waldo Leyva, Cos Causse, Domingo Alfonso, César López, y también tú, Raúl Rivero, quien sin tapujos defendiste esta manera de hacer poesía, tan estrechamente ligada a la revolución.

Veinte años después, mucho cambiaron las cosas en el panorama poético cubano. El coloquialismo, tal como lo cultivaste tú, compañero Rivero, a finales de los 80 ya había pasado de moda. No hay más que leer los textos de poetas como Frank Abel Dopico, Norge Espinosa, Heriberto Hernández, Manuel Sosa, Reina María Rodríguez, etc, para darse cuenta de que nos encontrábamos ante una manera novedosa y diferente de decir en verso.

Hace poco tuve en mis manos un anuario poético cubano del año 1992. Entre 140 poetas convocados por dicho colectivo de autores, no aparecía tu nombre, y que nadie piense que tu ausencia se debió a motivos políticos, pues estamos hablando del año 1992 en el que tu nombre no contaba en la lista de los poetas disidentes cubanos, por el contrario, trabajabas como funcionario del mundo de la cultura.

Varios años después nos levantamos con la noticia de que la prensa española te había convertido, así, sin más ni más, sin explicación alguna, y sin contar con el criterio experto de nadie, en el «gran poeta cubano actual». No me lo podía creer. Pero ya que estamos, me gustaría preguntarte: ¿Acaso te lo has creído tú?

Ya se sabe, «poderoso caballero es Don Dinero», y ese que no falte, ¿verdad amigo? Seguramente estarás dispuesto a ocultar todo aquello que te quite valor mediático ante los ojos de aquellos que se afanan en destruir esa misma revolución que tus manos y tu pluma también un día ayudaron a construir.

Ironías del destino. Tú que estuviste hasta hace poco en las listas negras de la intelectualidad disidente, tú que fuiste uno de esos poetas objeto de las burlas de personajes como Guillermo Cabrera Infante y otros que te consideraban un bufón de la «cohorte fidelista», hoy te has convertido en el paradigma de ellos mismos. Ahora seguramente hablarán de ti con respeto pronunciando aquello de: «Poderoso caballero es Raúl Rivero». –

José Tadeo Tápanes Zerquera – Historiador y poeta cubano residente en Euskal Herria