Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Con el consentimiento, ostensiblemente tácito, del ejército ocupante israelí, bandas de terroristas judíos, conocidos también como colonos, han venido asaltando a indefensos civiles palestinos y arrasando sus propiedades en muchos lugares de Cisjordania.
El incidente más grave tuvo lugar esta semana en el pueblo de Asira Al-Qibliya, situado al sur de Nablus, cuando docenas de colonos-terroristas fuertemente armados empezaron a atacar a la pacífica comunidad árabe, disparando indiscriminadamente contra los aterrados palestinos y destrozando sus hogares y vehículos.
Temiendo por sus vidas, los habitantes del pueblo huyeron de él o levantaron barricadas en sus propias casas mientras los soldados israelíes se negaban a hacer esfuerzos verdaderos para detener los estragos de los colonos. El grupo israelí de derechos humanos, B’tselem, filmó los sucesos y en ellos se mostraba cómo los soldados estaban presentes en el escenario del desastre sin hacer virtualmente nada para detener la violencia.
Cuando finalizó el intento de pogromo, había ocho habitantes del pueblo heridos, presentando dos de ellos heridas graves por arma de fuego.
Hassan Sharif es el presidente del consejo local de Asira Al-Qibliya. Acusó al ejército israelí de «connivencia, cooperación y coordinación con los colonos. Estaba palmariamente claro que los soldados no actuaban con seriedad frente a los terroristas. Los colonos se comportaron y actuaron como si hubieran recibido luz verde del ejército».
Los colonos dijeron que se estaban vengando por un incidente anterior en el que un chico de los colonos fue atacado por un agresor palestino no identificado. El chico había resultado sólo levemente herido, lo que arrojaba dudas sobre la credibilidad del relato israelí sobre el incidente. Algunos expertos palestinos e israelíes rechazaron las justificaciones de los colonos por ser una mentira descarada. «Sencillamente querían matar palestinos y crear una atmósfera de terror para hacernos huir y abandonar la tierra para esos matones», dijo Ahmed Asayra, un profesor de la localidad.
El punto de vista del profesor se vio confirmado por las palabras del rabino local Yitzhar: «Debemos adoptar una política de castigo colectivo contra los árabes, incluso al nivel de represalias. Van a presentarse muchas oportunidades para que animemos a los árabes a que se vayan o para deportarles a la fuerza. Pero ahora debemos empezar alentándoles a que se marchen», dijo el rabino David Dudkevitch.
Rabinos sionistas como Dudkevitch enseñan que los no judíos que viven bajo la ley judía han de ser esclavizados para labrar la tierra «tirando de arados de madera o para transportar agua», o ser expulsados o exterminados. También sostiene que en tiempo de guerra, los judíos pueden matar a civiles no judíos a voluntad sin entrar a considerar si esas personas son o no inocentes.
Otros rabinos extremistas, como David Batsri, enseñan abiertamente que los no judíos son realmente animales en la esencia de su naturaleza y que Dios les creó con forma humana sólo en deferencia a los judíos, ya que no es propio de los judíos dejarse servir por animales. La moral de esta teología de la intolerancia es que las vidas de los no judíos no son sagradas.
En realidad, esas bárbaras y aterradores interpretaciones talmúdicas no se limitan ya a unos pocos rabinos fanáticos. Representan el pensamiento dominante dentro del sionismo religioso, que muestra hasta dónde están realmente dispuestos a llegar los colonos judíos en sus planes genocidas contra los palestinos.
Un grupo israelí por la paz, Paz Ahora, denunció la indiferencia del ejército ante las acciones de los colonos e instó al ejército a revocar las licencias de armas de los colonos. «Es obvio que los colonos no pierden ni una oportunidad para hacer daño a los palestinos y poner en peligro vidas humanas», dijo Yariv Openheimer, secretario general de Paz Ahora.
Es probable que el llamamiento de Openhaimer caiga en saco roto dentro del gobierno, el ejército, la Knesset y especialmente el sistema judicial, fuertemente infiltrado de jueces racistas que rutinariamente emiten sentencias en extremo insignificantes para los colonos culpables de atacar palestinos inocentes, a los que incluso causan daños corporales de gravedad.
El primer ministro saliente israelí Ehud Olmert denunció los destrozos de Asira Al-Qibliya, diciendo que Israel no permitiría que los colonos desencadenasen un pogromo contra los no judíos. «El fenómeno de los colonos tomándose la justicia por su mano y arremetiendo con violencia y brutalidad es imperdonable y las autoridades lo atajarán reforzando la ley», dijo Olmert dirigiéndose al gabinete en su sesión semanal. Añadió que «esperaba que las autoridades tomaran medidas para poner fin a ese grave fenómeno».
El ministro de Defensa Ehud Barak hizo parecidos comentarios, pero replicó que el ejército ocupante israelí no podía mantener el «estado de derecho» sin la cooperación de la policía y el sistema judicial.
La referencia de Barack a la falta de cooperación del «sistema legal» israelí en los territorios ocupados representa un reconocimiento tardío, aunque importante, de que son los tribunales y jueces quienes dan el visto bueno a las acciones de los colonos, que tienen poderosos partidarios en el gobierno y el ejército.
Este punto de vista se ha visto confirmado por el hecho de que el ejército israelí se ha abstenido de arrestar a los autores del intento de pogromo en Aisa Al-Qibliya, a pesar de las piadosas denuncias de Olmert y Barak. En el análisis final, lo que realmente cuenta, sostienen los activistas de los derechos humanos, es lo que el ejército ocupante israelí hace sobre el terreno, no lo que los políticos dicen a los medios de comunicación.
Hay dos buenas razones para no tomar en serio las denuncias de Olmert y Barak. Primera, el mismo ejército israelí está fuertemente infiltrado de elementos sionistas, especialmente de seguidores de su mentor Abraham Kook. Algunas fuentes israelíes han estimado que más del cincuenta por ciento de los oficiales en activo en el ejército son ellos mismos colonos o seguidores del sionismo religioso. Muchos soldados israelíes que sirven en Cisjordania son asimismo colonos, lo que explica la resistencia del ejército a actuar con mayor contundencia frente a la violencia de los colonos contra los palestinos.
Segunda, Israel está actualmente inmerso en una temporada pre-electoral y los políticos se lo piensan dos veces antes de disgustar y alienarse el poderoso campo religioso sionista. Como los judíos israelíes van velozmente hacia la patriotería de extrema derecha, esta campaña de limpieza étnica continuará a menos que tengan que soportar fuertes presiones del exterior.
Enlace con texto original:
http://weekly.ahram.org.eg/2008/915/re52.htm