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Euskalherria

Por la superación de la división sindical

Fuentes: Rebelión

En Euskalherria la huelga del día 14 de noviembre no tuvo el eco esperado por sus impulsores, CC.OO y UGT1. ¿Fue un fracaso? Depende de las expectativas tuvieran sus precursores y depende de la mirada político-privada de cada uno. Mención aparte merece la huelga en Navarra donde tuvo un seguimiento más amplio y donde las […]

En Euskalherria la huelga del día 14 de noviembre no tuvo el eco esperado por sus impulsores, CC.OO y UGT1. ¿Fue un fracaso? Depende de las expectativas tuvieran sus precursores y depende de la mirada político-privada de cada uno. Mención aparte merece la huelga en Navarra donde tuvo un seguimiento más amplio y donde las movilizaciones fueron muy significativas. Pero la situación de división y confrontación sindical actual en Vascongadas y Navarra, entre sindicatos nacionalistas y «españolistas» o constitucionalistas, es algo que desde hace años arrastra a las clases trabajadoras y a la población a un plebiscito interior por encima de decisiones colectivas.

Y es que parece que aquí, en Euskalherria, dependiendo de quien convoque, la movilización o el paro, éste tiene unas tendencias y dinámicas u otras. Y ello confirma la enorme fragmentación a que se somete a la clase trabajadora y a la sociedad en su conjunto. En este sentido el editorial de Gara del día 15 de noviembre, recoge con bastante objetividad la situación: (…) «quienes y donde secundaron la huelga del 26-S convocada por ELA y LAB2, por regla general, no se han sumado a esta convocatoria, y viceversa, allá donde no la secundaron han hecho suya la convocatoria de ayer. Salvo excepciones, pocos son los que han hecho huelga dos veces. Esta división, reflejo de un sindicalismo fragmentado, ha generado desafección y no pocas controversias, y plantea una necesaria reflexión que incumbe a la huelga como instrumento. Pero de la que no se libran los sindicatos como sujetos para la confrontación contra el saqueo organizado de los bienes públicos y el empobrecimiento generalizado de la población».3

Así las cosas, cabe pensar hasta qué punto una huelga planteada en medio de la división sindical, que no social, ni vital, puesto que la ciudadanía social comparte inquietudes más allá de las divisiones identitarias, puede mantenerse con dignidad, puede plantearse con garantías de éxito, puede programarse para lograr lo que se pretende. Este mismo planteamiento es extensible a anteriores convocatorias planteadas por los sindicatos nacionalistas sin que hayan sido apoyados por CC.OO y UGT. Y es que hay razones sociales, laborales, económicas y vitales suficientemente graves que sobrepasan con creces, por no decir que anulan, todo planteamiento particularista sostenido únicamente por particulares posicionamientos sindicales. Y tener en cuenta esto, las dificultades reales de la ciudadanía, es volver a recuperar los perdidos criterios de clase y la visión marxista de la historia, tan del gusto teórico de los sindicatos.

No obstante, mi reflexión parte de lo siguiente. Comparto con mucha gente que, tanto CC.OO como UGT, tienen arte y parte de responsabilidad en el procesos de descomposición de ciertos productos del Estado de Bienestar, en la colaboración, directa e indirecta en las reformas sucesivas que han ido minando las protecciones laborales y sociales, en la asistencia interesada que han prestado a los sucesivos gobiernos, especialmente los socialistas, donde han hecho caja, contante y sonante y también simbólica, y blindado sus posiciones, cuando no la de sus funcionarios más notorios. Y lo digo sin participar, ni apoyar, esa corriente de opinión mediática populista y encanallada que pide bayoneta calada para la función sindical. Yo no estoy por eliminar los sindicatos, pero sí porque éstos reformulen sus estrategias de reflexión, dinamización y actuación. Y porque se paren en seco para retomar el sentido de sus propuestas y posición en la actual sociedad fragmentada.

Pero entiendo que una cosa es haber participado de una dinámica histórica colaboracionista en los tiempos de bonaza, y es que sin colaboracionistas no hay fuerzas de ocupación capaces de resistir, y otra, emitir un discurso de confrontación y lucha contra un modelo de relaciones sociales, económicas y laborales que en esta huelga, tanto CC.OO como UGT, al menos en teoría blandían en sus proclamas. Y en eso pretendían aunar esfuerzos ciudadanos, políticos, sindicales y sociales.

Así las cosas, si bien en Euskalherria, como en el resto del reino de España, la huelga se presentaba nuevamente como una llamada a la lucha colectiva común, la misma fragmentación sindical la convertía en un ejercicio de conciencia personal, de elección interna, de posicionamiento privado, de segregación interior.4 Y dependiendo de esa elección, nuestra conciencia quedaba limpia de polvo y paja. Quedaba, cual exigencia religiosa, absuelta de complicidades con enemigos sindicales ajenos a nuestra «lucha». Y en esto, la división sindical -interesada- nos hace participar, nos obliga e incita a seguir eligiendo de manera individual, al margen del nosotros colectivo, como ocurre con el resto de estrategias biopolíticas diseñadas por las factorías de dominación del capital postfordista. La división sindical participa así de una estrategia de autocontrol biopolítico que satisface plenamente la dominación del capital. Porque insiste en la prioridad individualizada de las decisiones, en este caso, propulsada por la clientelización y fidelización sindical.

De la fragmentación sindical actual en Euskalherria podría decirse que permanecen en su sostenimiento elementos ajenos a la voluntad social y a la decisión colectiva. La gente, las clases trabajadoras, los colectivos sociales sin sindicar, 5 mayoría entre la población activa y no activa, no siempre siguen la consigna de hacer huelga cuando lo ordenan o aconsejan los sindicatos convocantes, cuando cuenta con el aval sindical, porque sus necesidades y realidades superan esas dicotomías. Sienten necesidad de movilización y acción al margen de las proclamas sindicales y de las luchas por ganar la calle o los centros de trabajo a favor de unas siglas u otras. Porque la situación lo demanda día sí y día también. Y el momento requiere no ya de unidad, sino de la revisión misma de la «huelga fragmentada con denominación de origen» como elemento de presión. Máxime si ésta se muestra tan debilitada y determinada por criterios ajenos a la propia gestión de la crisis del conflicto social y laboral.

La división actual demuestra que los sindicatos en Euskalkerria se muestran incapaces, no ya de unir, sino de arbitrar espacios de crítica, de lucha y resistencia común al margen de sus intereses sindicales, los cuales se alejan de los intereses de clase y sociales.

Como insiste el mencionado editorial del diario abertzale Gara: «Se echa en falta una innovación del repertorio de respuestas que genere incertidumbre y renueve movilizaciones y discursos, que se asiente sobre un ejercicio de desobediencia expresa, sobre un desafío popular masivo y sostenido que fuerce los límites sistémicos y afiance el contrapoder en torno a un nuevo modelo social, productivo y fiscal. Es necesario reconocer que la protesta sindical, aunque imprescindible, da muestras de su insuficiencia. Los sindicatos de Euskal Herria tienen motivos para una reflexión táctica y un nuevo pensamiento estratégico. Al margen de todo tipo de querellas internas (…) «

Cabe finalmente pensar que es de máxima urgencia en este contexto de corrupción y desmantelamiento del Estado Social, que los sindicatos revisen, no ya su rol en las actuales circunstancias sociales, donde una gran mayoría de población absolutamente vulnerable y desprotegida no está sindicada, sino las metodologías de lucha, de confrontación con el capital y sus estructuras de poder, de sus mensajes, sus coordinaciones con colectivos y su capacidad de reorientar dinámicas de lucha más allá de las tradicionalmente emitidas por la historia y la memoria. Partir de uno mismo, de sus necesidades y sus criterios, al margen del nosotros colectivo y revolucionario, es simplemente colaborar con la individualización que desmoviliza, divide y fragmente capacidades de lucha y resistencia.

Paco Roda. Universidad Pública de Navarra

Notas:

1 También fue apoyada por Solidari, CGT y otros colectivos sociales

2 Huelga general convocada en Vascongadas y Navarra por ELA y LAB

3 Editorial Gara, 15/11/12

4 Muchos sindicados y sindicadas a LAB y ELA, a nivel personal decidieron participar en la huelga y movilizaciones, al margen de la orden y decisión sindical

5 Las tasas de sindicación en País Vasco ascienden al 30% mientras en Navarra son del 19%. Fuente: El sindicalismo en España, Andrew J. Richards, Fundación Alternativas, 2008

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.