La ya tradicional peregrinación anual por el Día del Perro a la tumba de Jeannette Ryder,[i] en el cementerio de Colón, en La Habana, se convirtió esta vez en una manifestación de reclamo -con pancartas incluidas- por una Ley de Protección Animal y el cese del maltrato a los animales, una vieja demanda que no […]
La ya tradicional peregrinación anual por el Día del Perro a la tumba de Jeannette Ryder,[i] en el cementerio de Colón, en La Habana, se convirtió esta vez en una manifestación de reclamo -con pancartas incluidas- por una Ley de Protección Animal y el cese del maltrato a los animales, una vieja demanda que no avanza en la isla.
Desde hace una buena cantidad de años, diversidad de instituciones no gubernamentales cubanas han trabajado en proyectos legislativos animalistas que no han logrado su objetivo. Pero las esperanzas renacieron el pasado año al calor de los debates por la nueva Constitución de la República. Sin embargo, la omisión del tema en el texto final del documento llenó de desencanto y malestar a los numerosos amantes de los animales en el país.
En el sitio web de la Asociación Cubana de Aficionados a los Gatos (ACAG), su Presidente de Honor, el doctor Ángel de Uriarte, dejó el testimonio de su decepción al respecto:
«[p]or más de treinta años hemos añorado y luchado en vano por una ley protectora de animales, ¡y por fin parecía que había llegado la oportunidad! Cubanos a lo largo y ancho de nuestra isla nos aprestamos para expresar nuestros criterios sobre la necesidad imperiosa de poner fin a la impunidad con que se cometen a diario los más crueles y cobardes maltratos a criaturas indefensas, que como nosotros, también sienten dolor, y lo que es peor, no saben por qué se lo infringen.
«Sabíamos que miles de cubanos en muchísimas asambleas habían hecho proposiciones muy bien argumentadas para que fuese incluido algún artículo que reflejase el sentir de la mayoría de nuestra población. […] ¿Cuál es el motivo por el que nuestra Asamblea Nacional ha sido tan reacia, a través del tiempo, en oír la voluntad del pueblo? […] ¿Con qué criterio la comisión encargada del análisis de las propuestas excluyó su inclusión y con ello las aspiraciones de miles de cubanos?»
Por su parte, Caridad Linares García, miembro de la junta directiva de la Federación Cinológica de Cuba y presidenta del Club Dálmata, cuando la interrogamos sobre estos asuntos, nos aseveró:
«En Cuba es muy necesaria la ley de protección animal. Muchas personas maltratan indolentemente a un animal, porque saben que no existen leyes al respecto. Yo hasta he escuchado: total si en Cuba no existe ninguna ley contra el maltrato animal.
«En mi barrio veo perros enfermos, mal nutridos, y me pregunto para qué una persona quiere tener un ser al cual no le dedica ninguna atención. Estos animales están desprotegidos porque no se obliga a tener, como mínimo, un carnet de salud por estos perros, que no pocos dueños no vacunan ni desparasitan; esto también se podría ver como una propagación de epidemia. «Muchos permanecen amarrados, a sol y sereno; necesitamos actuar de una vez contra esas personas indolentes. Si existiera la ley protectora, se cuidarían de no maltratarlos tan libremente; si no puedes atender un animal por qué lo llevaste a casa, ellos son como niños eternos, nunca se podrán hacer nada por sí mismos; si decidiste tenerlo, atiéndelo como se merece».
La carencia en Cuba de legislación animalista brinda un marco de impunidad a quienes maltratan y agreden a perros, gatos, gallos, caballos, chivos, aves; actos salvajes que avergüenzan a la sociedad en su conjunto, que denigran al ser humano.
Desde hace una buena cantidad de tiempo, en la sociedad cubana, se ha hecho patente la campaña por la no violencia hacia la mujer y también contra el maltrato infantil. Pero no parece estar en la agenda estatal, al menos hasta ahora, la lucha contra el maltrato animal. Es contradictorio porque está bien estudiada y documentada la relación entre el maltrato animal y la violencia contra las personas.
El maltratador, no pocas veces, ha estado inmerso en una cadena de abusos cuya historia puede venir desde la niñez. Nació y creció dentro de un círculo de maltratos en el hogar (contra su madre, contra él, contra su perro), quedó atrapado en el mismo, y una vez adulto reproduce ese patrón de violencia.
La desprotección de los animales tiene muchas caras. Las personas que tienen animales afectivos y guardan una conducta responsable hacia ellos, saben lo difícil que es en Cuba mantener la salud de sus mascotas. Las precarias condiciones que existen en las clínicas veterinarias estatales, la carestía de medicamentos, el costo de los escasos veterinarios que ejercen por cuenta propia, las prohibiciones que enfrentan esos profesionales, forman una cadena de infortunios en la vida de los animales.
Aun así, como se demostró el 7 de abril, el movimiento animalista en la isla caribeña es grande, y está vivo y actuante. Tan fuerte fue el impacto de la marcha que los medios oficiales no pudieron ignorarla. Esa acción captó, además, la atención de numerosos medios internacionales.
Para Nathalie, una joven miembro del proyecto sociocultural Cubanos en Defensa de los Animales (CeDa), la marcha fue un evento inolvidable, de mucha significación, que marcará un antes y un después. No lo ponemos en duda.
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