Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Sugiriendo que no debería existir del Estado de Israel no soy antisemita. Estoy, sin embargo, siendo antisionista. Hay una clara diferencia. Un antisemita es alguien que tiene prejuicios contra los judíos. Un antisionista, por el contrario, se opone a ese sector de la población judía que considera un derecho concedido por Dios establecer un estado judío en la Tierra Santa a expensas del pueblo palestino que ha vivido allí por dos mil años.
La creación de un Estado judío en medio del mundo árabe no solo representa la continuación del colonialismo europeo en Palestina, sino que también ha consistido en la limpieza étnica de los palestinos y el establecimiento de un sistema de segregación por parte de una nación canalla que viola repetidamente las leyes internacionales. Teniendo en cuenta esta realidad y el hecho de que Palestina es la tierra santa de tres religiones, la única solución justa para el proyecto sionista del Estado de Israel y sus aliados occidentales está en el establecimiento de un solo país: un estado democrático laico de Palestina en el que los judíos, árabes y cristianos tengan los mismos derechos.
El auge del movimiento sionista
El movimiento sionista surgió en Europa a finales del siglo XIX y alentó a los judíos europeos a escapar del antisemitismo mediante la emigración a Palestina, que estaba gobernada por los turcos otomanos en ese momento, con el objetivo de crear un Estado judío en la Tierra Santa. Esta migración aumentó la población judía en Palestina del 4 % en 1850 a 11 % en 1917, año en que la Declaración Balfour efectuada por el Gobierno británico declaró: «El Gobierno de Su Majestad favorece el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y utilizará sus mejores esfuerzos para facilitar la consecución de este objetivo».
Después de la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, los países de la región fueron gobernados por Gran Bretaña y Francia bajo mandatos de la Sociedad de las Naciones (antecesora de las Naciones Unidas). Pero la Segunda Guerra Mundial provocó la caída de los imperios europeos mientras las colonias en todo el mundo se independizaron. En consecuencia el Líbano (1943) y Siria (1946) obtuvieron la independencia de Francia mientras Jordania (1946) se liberaba del dominio británico. La excepción fue Palestina, que había sido gobernada por Gran Bretaña desde 1922.
Según todos los derechos, Palestina, al igual que sus vecinos, debería haberse convertido en una nación independiente después de la Segunda Guerra Mundial, pero el proyecto sionista apoyado por Occidente impidió la emancipación. De conformidad con la Declaración de Balfour, Gran Bretaña y Estados Unidos trataron de garantizar la creación de un Estado judío en Palestina. Bajo el dominio británico, la población judía en Palestina había aumentado del 11 % en 1922 al 32 % en 1948 y muchos de ellos llegaron desde el final de la guerra.
En 1947, las flamantes Naciones Unidas adoptaron el Plan de Partición de Palestina sin ninguna consulta con el pueblo palestino. El plan requería que el 56 % de Palestina se convirtiera en el Estado judío de Israel y en el 43 % del territorio un Estado palestino. A pesar de una gran mayoría árabe en Palestina, la parte del territorio de Israel era más grande con el fin de acomodar el aumento de la migración anticipada de judíos europeos. El restante 1 % de Palestina, que consiste en la Ciudad Santa de Jerusalén, iba a ser un territorio internacional administrado por las Naciones Unidas.
Los grupos judíos apoyaron el plan de partición, pero los palestinos y los estados árabes vecinos se opusieron por considerar que violaba los principios de la autodeterminación nacional de la Carta de las Naciones Unidas por los cuales los palestinos deberían tener el derecho de decidir su propio destino. El plan no se implementó. Sin embargo la población judía en Palestina anunció unilateralmente la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
El nuevo colonialismo europeo
Según el historiador israelí Ilan Pappe, a finales de 1949 Israel había destruido más de 400 pueblos palestinos, había masacrado a miles de civiles y había desplazado por la fuerza a casi un millón de palestinos que acabaron en campos de refugiados en los países árabes vecinos. En otras palabras, habiendo sufrido el pueblo judío los horrores del Holocausto, los sionistas estaban ahora llevando a cabo, de acuerdo con Pappe, la limpieza étnica del pueblo palestino.
Este proceso de limpieza étnica permitió a Israel ampliar y ocupar el 77 % del territorio palestino, todo menos Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza. En los siguientes tres años 700.000 judíos emigraron a Israel, en su mayoría de Europa. Esta colonización judía de Palestina representó una continuación del colonialismo europeo de manera que el ejercicio del poder sobre el pueblo palestino pasó del Gobierno británico a los judíos europeos en la forma del nuevo Estado de Israel.
Tras la guerra de 1967 contra varios estados árabes (Siria, Jordania y Egipto), Israel ocupó militarmente el 23 % restante de Palestina (Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza). El Consejo de Seguridad de la ONU respondió aprobando la resolución 242 que exigía la «retirada de las fuerzas armadas israelíes de los territorios ocupados en el reciente conflicto». Estados Unidos ha utilizado su poder de veto en el Consejo de Seguridad en 41 ocasiones para asegurarse de que las numerosas resoluciones de la ONU condenando la ocupación ilegal de Israel nunca se aplicaran.
No fue sino hasta después de que los palestinos se vieron obligados a existir bajo la ocupación militar ilegal de Israel tras la guerra de 1967, que la Organización de Liberación de Palestina (OLP) decidió hacer de la lucha armada la pieza central de su campaña para lograr un estado palestino. Y no fue sino hasta después de 20 años de soportar una ocupación militar opresiva y la falta de voluntad de la comunidad internacional para hacer cumplir las resoluciones de la ONU, que los sectores de la sociedad palestina se volvieron cada vez más radicales y se formó el grupo islámico Hamás. Este comenzó a utilizar los atentados suicidas como táctica a principios de 1990, ya que no podía luchar contra un Estado israelí militarmente muy superior, respaldado por EE.UU. en una guerra convencional. A partir de 2001, también comenzó a lanzar cohetes primitivos sobre Israel desde sus bastiones de Gaza.
A pesar de que Israel retiró sus fuerzas armadas de Gaza en 2005, se implementó un bloqueo militar en el pequeño territorio al año siguiente a través del cual se controlan estrictamente todos los accesos de personas, alimentos, medicinas y otros materiales. Algunos analistas afirman que el bloqueo permanente de Israel sobre 1,8 millones de habitantes de Gaza ha creado la prisión más grande del mundo.
Mientras tanto Israel no sólo ha continuado su ocupación ilegal de Cisjordania y Jerusalén Este, sino que ha violado el derecho internacional aún más al desplazar por la fuerza a las comunidades palestinas y alentar a los judíos a entrar en los territorios ocupados. En la actualidad se estima que casi medio millón de judíos vive en asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este a pesar de las resoluciones de la ONU que exigen que esos asentamientos se desmantelen.
Israel también ha construido un muro gigante conocido como el muro de separación en Cisjordania con el fin de separar los asentamientos ilegales de las comunidades palestinas y restringir la circulación de los palestinos. Mientras tanto, además de establecer los asentamientos ilegales, Israel también ha construido en Cisjordania zonas industriales en la que los trabajadores palestinos se ven obligados a soportar los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo.
La discrepancia flagrante de los derechos otorgados a los colonos judíos en comparación con los palestinos que viven en los territorios ocupados constituye un sistema de apartheid. De hecho como ha señalado John Dugard, abogado de derechos humanos de Sudáfrica y ex Relator Especial de la ONU, «No tengo ninguna duda en decir que los crímenes de Israel son infinitamente peores que los cometidas por el régimen del apartheid de Sudáfrica».
En 1947, el año anterior a que Israel se declarara Estado soberano, los palestinos vivían en el 94 % de Palestina. Hoy habitan solo el 15 %, mientras unos cinco millones viven en campos de refugiados en Cisjordania y países vecinos. La densidad de población en los campamentos de refugiados palestinos se encuentran entre las más altas de cualquier lugar de la tierra. Por ejemplo, más de 10.000 refugiados viven en un kilómetro cuadrado en el campo de Al-Amari, en Cisjordania, lo que equivale a cinco veces la densidad de población de la ciudad de Nueva York. Como manifestó uno de los refugiados de tercera generación en el campo de Al-Amari: «Tenemos el sueño de regresar a nuestras tierras. Cuánto tiempo va a tomar y en qué generación será, no sabemos».
El desproporcionado número de palestinos muertos en el conflicto de larga duración es una realidad oculta para muchos en Occidente. En los últimos 15 años, según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, 8.701 palestinos han sido asesinados por los israelíes frente a 1.138 israelíes eliminados por los palestinos. La disparidad del número de niños palestinos muertos es aún mayor con un total de 1.772 muertos durante ese período frente a 93 niños israelíes.
Teniendo en cuenta esta historia, la afirmación repetidamente hecha por los Estados Unidos y otras naciones occidentales de que las acciones militares de Israel no son más que actos de autodefensa contradice la realidad sobre el terreno. Sin duda, la violencia llevada a cabo por personas obligadas a vivir bajo una ocupación militar ilegal violenta y el bloqueo es lo que debe considerarse un acto de defensa propia. Después de todo, la resistencia francesa a la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial se considera una lucha heroica por la liberación nacional. En marcado contraste, a los resistentes palestinos se les etiqueta de «terroristas»‘.
A pesar de los mejores esfuerzos de los Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, así como de los medios de comunicación para establecer a Israel como la víctima en este conflicto, las cifras evidencian quién está cometiendo la mayor parte de los asesinatos y causando la mayor parte de los muertos. El hecho de que a las personas obligadas a vivir bajo una ocupación militar extranjera ilegal sean acusadas de agresoras constituye un impresionante ejemplo del doble lenguaje orwelliano.
Colaboración con los colonizadores
Esta expansión violenta del control israelí sobre toda Palestina cumple el sueño sionista europeo iniciado en el siglo XIX. Lamentablemente, en el último par de décadas algunos líderes palestinos han sido cómplices del proyecto sionista. El proceso de paz de Oslo, durante la década de 1990 vio a la OLP reconocer al Estado de Israel y, a cambio, Israel permite a los palestinos un limitado autogobierno en algunas partes de la Ribera Occidental y Gaza. Sin embargo, el llamado proceso de paz pospuso abordar la cuestión crucial del «derecho de retorno» para los refugiados palestinos.
Las primeras elecciones parlamentarias palestinas en virtud de los Acuerdos de Oslo se celebraron en 1996 y las ganó Fatah, el partido político de la OLP, que luego lideró el nuevo Gobierno de la Autoridad Palestina. La Autoridad Palestina comenzó a recibir ayuda significativa de los gobiernos occidentales. A cambio la Autoridad Palestina ha controlado a la población palestina a favor de Israel en las áreas de los territorios ocupados que gobierna. En otras palabras, de la misma manera que los administradores y la policía india gubernamentales supervisaron el día a día de la India colonial en nombre de los colonizadores británicos, la Autoridad Palestina ha servido a los colonizadores israelíes de los territorios ocupados a cambio de la ayuda occidental y una reducida presencia militar israelí.
La entrada de ayuda extranjera, especialmente la financiación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), está destinado a lograr la «paz económica» al permitir que algunos sectores de la población palestina alcancen cierto bienestar material sin desafiar la ocupación israelí ni la continua la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que violan tanto los Acuerdos de Oslo como el derecho internacional. En referencia a la larga duración y el estancamiento de las conversaciones de paz , el ex Relator Especial de la ONU Dugard declaró recientemente: «Creo que la estrategia de Israel, y también de Estados Unidos, es simplemente permitir conversaciones por siempre, mientras Israel se anexiona más tierra y se hace cargo de los territorios palestinos».
Mientras tanto, el modelo económico emergente en Cisjordania no es sostenible, ya que es casi totalmente dependiente de la ayuda extranjera y las ONG internacionales. Además, los beneficios del modelo económico se restringen en gran parte a Ramallah, la sede del gobierno de la Autoridad Palestina, creando lo que se conoce en la Ribera Occidental como la «burbuja Ramallah». Como explica el doctor Hanan Chehata, profesor de derecho y excorresponsal del Monitor del Medio Oriente:
…mientras los que están en Ramallah actualmente pueden viajar por esa pequeña ciudad relativamente sin impedimentos, los palestinos en el resto de la región están sometidos a la humillación diaria en los bloqueos de las carreteras israelíes y puestos militares de control. También tienen que soportar detenciones indiscriminadas e interrogatorios injustificados que los somete con frecuencia a la tortura y a veces hasta la muerte. Mientras los residentes de Ramallah pueden ir a trabajar en el día razonablemente con la certeza de que van a volver a casa por la noche para una comida caliente y a sus bien descansados miembros de la familia, otros palestinos abandonan sus hogares sin saber si sus casas aún estarán de pie cuando regresan o si habrán sido demolidas por las excavadoras de los israelíes con el fin de hacer espacio para nuevos asentamientos israelíes.
En otras palabras, si la Autoridad Palestina y sus partidarios cooperan con los colonizadores israelíes, reciben recompensas económicas y se libran de la brutalidad excesiva ejercida por el ejército israelí. Pero los que insisten en resistirse activamente a los colonizadores soportarán todo el peso de la agresión israelí. No en vano a los ojos de muchos palestinos la Autoridad Palestina se ha vendido a los colonizadores por connivencia con Israel y Estados Unidos para lograr la «paz económica» a expensas de la liberación nacional.
El creciente descontento con la Autoridad Palestina se hizo evidente en las elecciones generales de 2006, cuando Fatah fue derrotado cómodamente por Hamás. Después de la elección, Fatah se negó a entregar el poder en Cisjordania y, con el apoyo de Israel y las naciones occidentales, no ha dejado de gobernar durante los últimos nueve años como un gobierno, mientras que en Gaza Hamás ha gobernado por ser un gobierno elegido.
Los únicos lugares en los que se ha autorizado la celebración de elecciones han sido las universidades y se consideran un barómetro que refleja los puntos de vista políticos de la población palestina en general. En las elecciones del consejo estudiantil de la Universidad de Birzeit en Ramallah del mes pasado, el Islamic Wafaa ‘Bloc, afiliado a Hamás derrotó a la lista de estudiantes de Fatah y ganó la mayoría de los escaños. Nadine Suleiman, una estudiante de administración pública de cuarto año, explicó por qué votó a Hamás: «Detesto la corrupción de la AP [Autoridad Palestina], la coordinación de la seguridad con Israel que implica arrestar y matar palestinos que están en la lista de palestinos requeridos por Israel mientras los palestinos no obtienen nada a cambio. La AP solo está interesada en mantener su riqueza y privilegio».
Las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina financiadas por Estados Unidos respondieron rápidamente a los resultados de las elecciones de la Universidad de Birzeit arrestando a cuatro estudiantes que pertenecen al partido ganador para luego interrogarlos y golpearlos. En total 25 estudiantes de toda Cisjordania fueron arrestados y las elecciones programadas en la Universidad Nacional de An-Najah y la Universidad de Hebrón se pospusieron. Según Human Rights Watch, «Es muy preocupante que las fuerzas palestinas detengan a los estudiantes sin otra razón que su conexión con Hamás o sus opiniones».
Así, mientras en el frente internacional la Autoridad Palestina ha desafiado a Israel mediante la obtención de la membresía en la Corte Penal Internacional (CPI), en el terreno, en Cisjordania hace regularmente detenciones, interroga, encarcela y tortura a los palestinos que parecen simpatizantes de Hamás o que agresivamente desafían la ocupación israelí en su búsqueda de la liberación. Como resultado de su incapacidad para convocar nuevas elecciones, su corrupción en relación con el manejo de la ayuda exterior y su complicidad con la ocupación ilegal israelí, muchos palestinos ya no ven legítimo el Gobierno de la Autoridad Palestina.
Por el contrario muchos palestinos consideran a Hamás la resistencia activa contra Israel y es esta percepción y su relativa falta de corrupción lo que está en la raíz de su apoyo popular. Esta resistencia ha llevado también a Israel a lanzar tres asaltos militares a gran escala contra Gaza en los últimos siete años (2008, 2012 y 2014). De acuerdo con las Naciones Unidas, siete semanas de invasión militar israelí en Gaza el año pasado dio como resultado la muerte de 2.025 palestinos, entre ellos 1.483 civiles de los cuales 521 eran niños. Mientras tanto, 71 israelíes murieron, de los cuales 66 eran soldados. Además más de medio millón de palestinos fueron desplazados por la fuerza de sus hogares por el asalto.
La solución de un solo Estado
La Autoridad Palestina ha aceptado la solución de dos estados propuesta como parte del proceso de paz de Oslo. La idea básica es que la Ribera Occidental y Gaza constituirían un Estado palestino (sólo el 23 % de Palestina), quedando el resto para Israel. Pero el apoyo de la Autoridad Palestina para una solución de dos estados es contrario a los deseos de la mayoría de los palestinos. En una encuesta realizada el año pasado, el 60 % de los palestinos cree en una solución de un solo Estado, mientras solo el 27 % apoyó la opción de dos estados.
La solución de dos estados constantemente promocionada por los Estados Unidos y otras naciones occidentales, y con el respaldo de la Autoridad Palestina, está completamente fuera de la realidad en Cisjordania y Jerusalén Este. Según Tariq Dana, profesor de la Universidad de Birzeit en Ramallah, «una solución de dos estados no es posible. No es viable dada la realidad sobre el terreno».
La realidad a la que Dana se refiere es la constante expansión de los asentamientos judíos ilegales que son ahora el hogar de casi medio millón de judíos. Los asentamientos ahora cubren más del 40 % de Cisjordania, dominando las mejores tierras agrícolas y el acceso al suministro de agua principal de la región. Como Daniella Weiss, exalcaldesa sionista de un asentamiento judío en Cisjordania, admitió hace unos años: «Creo que los asentamientos impiden el establecimiento de un Estado palestino en la tierra de Israel. Este es el objetivo. Y esta es la realidad». Es evidente que cualquier solución de dos estados que cree un Estado palestino viable requeriría el desmantelamiento de estos asentamientos y la retirada de los colonos de lo que los sionistas consideran que es su Tierra Santa.
Lejos de desmantelar los asentamientos, las políticas de Israel los están afianzando aún más. Con la construcción del muro de separación, el Gobierno israelí está tratando de anexar los asentamientos al Estado de Israel, lo que dejaría a los palestinos con tres pequeños trozos inconexos de tierra árida y rocosa que carecen de acceso a los suministros esenciales de agua. Tal resultado no constituiría un Estado palestino viable.
Muchos palestinos apoyan el establecimiento de un solo Estado en el que los árabes y los judíos tuvieran los mismos derechos. El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), el segundo miembro de la OLP después de Fatah y grupo terrorista a los ojos de los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, ya que aboga por la lucha armada, se opone tanto a la Palestina gobernada por la Autoridad como a la solución de dos estados. Según el FPLP:
El movimiento de liberación palestino no es un movimiento racial con intenciones agresivas contra los judíos. No se dirige contra los judíos. El objetivo del movimiento de liberación palestino es establecer un Estado nacional democrático en Palestina en el que tanto árabescp,p judíos vivan como ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones y constituyan una parte integral de la presencia nacional progresista democrática árabe que vive en paz con todo fuerzas del progreso en el mundo.
Hamás también ve la solución de un Estado como la única respuesta, aunque sea un Estado islámico en el que los derechos de los judíos estén protegidos. Pero la creación de una Palestina islámica simplemente sustituiría un estado religioso (Israel) por otro. Habida cuenta de que Palestina es la Tierra Santa de las tres religiones (islam, judaísmo y cristianismo) y el hecho de que una parte significativa de la población palestina apoya un Estado laico, la solución a este conflicto aparentemente insoluble podría ser la sustitución de un Estado sionista por una nación democrática laica en la que todos los ciudadanos, judíos, cristianos y musulmanes, tengan los mismos derechos y responsabilidades.
Conclusión
El establecimiento de un Estado sionista en medio del mundo árabe para los inmigrantes judíos de Europa sólo fue posible gracias al apoyo de las potencias imperialistas occidentales, entre ellas Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Y la propia existencia y la continua expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este constituye la continuación del colonialismo europeo en el siglo XXI a expensas del pueblo palestino que ha vivido allí dos mil años.
Ante esta realidad el Estado judío de Israel debe considerarse ilegítimo y otra de las consecuencias catastróficas del imperialismo occidental. La única solución justa a este conflicto arraigado es permitir, finalmente, a los palestinos establecer el estado independiente que deberían haber alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial y permitir el retorno de todos los refugiados. En otras palabras, un solo Estado palestino, laico en el que judíos, cristianos y musulmanes compartan todos los mismos derechos. Tal solución de un Estado no es antisemita, es sensata.
Garry Leech es un periodista independiente y autor de numerosos libros, entre ellos Capitalism: A Structural Genocide (Zed Books, 2012); Beyond Bogota: Diary of a Drug War Journalist in Colombia (Beacon Press, 2009); y Crude Interventions: The United States Oil and the New World Disorder (Zed Books, 2006). ). También es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Cape Breton en Canadá.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/05/19/why-israel-should-not-exist/