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Por qué la diáspora palestina debe actuar en el campo político

Fuentes: Alanhart.net

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

A continuación reproduzco el texto de un discurso que pronuncié ayer en una conferencia en Londres organizada por el Centro del Retorno Palestino sobre el tema del Legado de Gran Bretaña en Palestina, que incluía una sesión sobre cómo revertir las consecuencias catastróficas de ese legado. Yo era consciente de que lo que iba a decir sería algo incómodo para parte de la audiencia, pero casi todos me agradecieron  que dijera lo necesario.

No estuve presente en la sesión de la mañana, por lo tanto quisiera comenzar con un breve comentario sobre la Declaración Balfour.

Creo que sin esa declaración no existiría Israel. Lo que quiero decir es que sin la espuria legitimidad que la Declaración dio a la organización del sionismo, ésta no habría estado lo bastante consolidada en el terreno en Palestina para aprovechar el holocausto nazi y utilizarlo para justificar todo lo que hace, incluyendo el establecimiento de un Estado mediante el terrorismo y la limpieza étnica.

Por lo tanto pienso que se puede decir sin temor a las réplicas que Gran Bretaña fue el padrino del monstruo que es el sionismo. Pero hay más respecto al legado de Gran Bretaña en Palestina que eso. El «problema palestino» creado por Gran Bretaña es el cáncer central de los asuntos internacionales y podría consumirnos a todos si no lo curamos.

Como algunos sabéis, tengo el honor de ser un marginado del sionismo, de los medios dominantes que se aterran ante la idea de ofenderlo y de los regímenes autoritarios árabes por decir la verdad sobre la creación y el mantenimiento del conflicto en Palestina que se convirtió en Israel. Se unen al sionismo en el deseo y necesidad de que se suprima la verdad histórica. No quieren que el mundo sepa, por ejemplo, que a pesar de mucha retórica contraria nunca tuvieron intención de oponerse a Israel respecto a la liberación de Palestina. Los servicios de seguridad de Egipto, Jordania y Líbano fueron, en los hechos, los que realizaron el primer intento de estrangular en la cuna al auténtimo movimiento palestino por la liberación dirigido por Yasir Arafat, Abu Jihad y otros.

Para señalizar el camino a la esencia de lo que quiero decir, os contaré una breve, verídica y escalofriante historia.

Hace tres años una de las principales personalidades de un Estado árabe del Golfo, miembro de la familia real, estuvo aquí en Londres y me sugirieron que me entrevistase con él. Sabía que conocí a su padre, quien fue asesinado. Nos encontramos y hablamos en privado durante casi una hora.

En el curso de la conversación hice dos declaraciones muy francas. La primera fue: «Nada va a cambiar en el mundo árabe hasta que vuestros regímenes tengan más temor a sus propias masas que al sionismo y a EE.UU.»

Respondió: «Tiene razón».

Mi segunda declaración fue:

«Si mañana Israel exterminara a los palestinos ocupados y oprimidos con la esperanza de cerrar para siempre la cuestión palestina, la mayoría de vuestros dirigentes, si no todos, aplaudirían en señal de aprobación tras puertas cerradas».

Respondió: «Tiene razón».

Y lo siguiente… Cuando en 1982 Sharon estaba preparando sus planes finales para invadir el Líbano hasta llegar a Beirut con el propósito de exterminar a toda la dirigencia de la OLP y destruir la infraestructura de la organización, los dirigentes árabes del Golfo, que sabían lo que estaba a punto de hacer, se reunieron en secreto, sin la presencia de ningún asesor, para acordar un mensaje al presidente Reagan. El mensaje que enviaron decía que cuando Sharon pusiera sus planes en acción ellos no intervendrían ni crearían problemas a EE.UU. ¿Cómo lo sabemos? Uno de los dirigentes del Golfo que estuvo presente en la reunión secreta, el Sultán Qaboos de Omán, se lo dijo a Arafat y él me lo contó a mí. El Sultán dijo a Arafat: «Usted pedirá nuestra ayuda y no se la daremos. Tenga cuidado».

Una verdad ilustrada es que aparte de la ocasión en la que el gran Rey Feisal de Arabia Saudí libró y ganó una batalla política con Henry Kissinger para llevar a Arafat a la ONU a pronunciar su discurso de «Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra», los palestinos siempre han estado abandonados a su suerte, quiero decir sin apoyo efectivo para su lucha por parte de las principales potencias y otros gobiernos.

Y por eso digo que no hay nada en este mundo que merezca más respeto y admiración que la increíble, casi sobrehumana, determinación de los palestinos ocupados y oprimidos por el monstruo sionista.

Por ello, porque los palestinos, ocupados y oprimidos, están por su propia cuenta, sin dirigencia efectiva, y enfrentan el peligro real de una limpieza étnica sionista final, estoy aquí hoy, para decir del modo más explícito posible que es hora de que la diáspora palestina actúe unida y se involucre políticamente. Si no lo hace, existe una posibilidad muy real de que sea acusada de complicidad por omisión en una limpieza étnica sionista final.

Por lo tanto la pregunta es: ¿Cómo podría actuar unida la diáspora palestina y con qué propósito?

Pero pongamos más consistencia en el término diáspora palestina, lo que es en realidad, o más específicamente, ¿dónde están los palestinos que la componen? La lista país por país, según la cantidad de palestinos que residen en cada uno de ellos, de más a menos, es la siguiente:

Jordania, Israel, Siria, Chile, Líbano, Arabia Saudí, Egipto, EE.UU., Honduras, Venezuela, los Emiratos Árabes Unidos, Alemania, México, Catar, Kuwait, El Salvador, Brasil, Irak, Yemen, Canadá, Australia, Libia, Dinamarca, Reino Unido, Suecia, Perú, Colombia, España, Pakistán, Holanda, Grecia, Noruega, Francia, Guatemala, Austria, Suiza, Turquía e India.

En otro tiempo, la organización principal que tomaba las decisiones en el lado palestino era el CNP, el Consejo Nacional Palestino. Era efectivamente un parlamento palestino en el exilio. Sus miembros eran elegidos o nombrados por las comunidades palestinas de muchos países de la diáspora. La mayor toma de decisiones significaba que incluso el presidente Arafat era responsable ante ese parlamento. La política tenía que ser aprobada por éste. En otras palabras, el CNP era una manifestación de la democracia palestina en acción.

Y ése, agrego de pasada, es el motivo por el cual los regímenes árabes lo aborrecían. El mensaje que recibían del CNP y de la manera en que funcionaba era que un Estado palestino sería democrático; y eso, temían, subvertiría su propio orden autoritario. Sabían que lo que tendrían los palestinos en su propio Estado, algo que se acercaría a una verdadera democracia, era lo que desearían y exigirían sus propios ciudadanos cuando vieran cómo funcionaba en Palestina. Y ése a su vez sería el motivo por el que que la mayoría de los régimenes árables, si no todos, celebrarían tras las puertas cerradas el éxito de Sharon si éste hubiese conseguido cerrar para siempre la cuestión palestina.

Bajo la el liderazgo en Palestina del «presidente» Abbas, un hombre al que considero más bien un colaboracionista del sionismo, el CNP ha sido marginado hasta que casi ha desaparecido.

Resulta, o así me parece, que el camino para que la diáspora palestina comience a involucrarse políticamente de manera seria es que se organice y movilice para exigir la resurrección del CNP, su reestructuración y revitalización por medio de nuevas elecciones en cada país en el que haya palestinos.

Eso permitiría que los palestinos se pronunciaran ante el poder con una voz creíble.

Próxima pregunta… Si el rol primordial de un CNP reestructurado y revitalizado sería determinar la política palestina así como representarla, ¿qué debería decir esa voz unida? En otras palabras, ¿cuál debería ser la política palestina?

A mi juicio es una pregunta que no requiere mucha discusión y debate. Aunque todavía no se ha enterrado formalmente en lo que respecta a los gobiernos occidentales y los medios dominantes, la solución de dos Estados está muerta desde hace tiempo… muerta por la incesante colonización israelí y el continuo robo de más y más tierra y agua palestinas que conducen de forma oculta y lentamente a una ininterrumpida limpieza étnica.

Ante esta situación, a mi juicio solo hay dos posible escenarios del juego final. Habrá una limpieza étnica final de los palestinos por parte del sionismo o un solo Estado, un Estado con justicia total para los palestinos, derechos iguales y seguridad para todos. (En un paréntesis verbal, agregaré que «justicia total para los palestinos» significa que todos los que quisieran volver volverían, preferiblemente de una manera gradual y administrada o controlada).

Por lo tanto, un Estado para todos sería la política determinada y representada por un CNP reestructurado y revitalizado.

Próxima pregunta… ¿Podría un Estado de todos llegar a materializarse algún día?

Tal como están las cosas, existe un argumento para decir que «no». Pero a mi juicio, mucho podría depender del éxito de los los propugnadores palestinos en la tarea de convencer al mundo occidental, a los estadounidenses en particular, y especialmente a los judíos estadounidenses, de que se garantizarían el bienestar y la seguridad de todos los judíos que actualmente están en Israel-Palestina y quisieran quedarse en un Estado «des-sionizado».

Si tuviese que asesorar a un CNP reestructurado y revitalizado sobre cómo presentar mejor su mensaje político de un Estado, diría: «Sed visionarios e inspiradores». E ilustraría lo que quiero decir citando unas líneas de lo que digo en mi libro:

Los judíos, hablando en términos generales, son la elite intelectual de la civilización occidental. Los palestinos, hablando en términos generales, son la elite intelectual del mundo árabe. Lo que podrían hacer juntos en paz y cooperación es la materia de la que están hechos los sueños. Podrían realizar un cambio positivo de la región y, al hacerlo, dar nueva esperanza e inspiración a todo el mundo.

Para resumir lo dicho hasta ahora… Lo que sugiero es que las perspectivas de la solución de un Estado mejorarían si la presentación del caso a su favor subrayara que el bienestar y la seguridad de sus ciudadanos judíos estarían absolutamente garantizados, asumiendo solo que aceptaran de buena gana su nuevo estatus de IGUALES y no AMOS.

Si la argumentación a favor de la solución de un Estado fuera presentada por los palestinos del modo positivo que he indicado, hablando con una sola voz a través de un CNP reestructurado y revitalizado, un parlamento en el exilio, existe una cierta evidencia para creer -tal vez debería decir para esperar- que un número significativo de judíos del mundo, posiblemente incluso la mayoría, podría y querría apoyar la solución de un Estado. Si lo hicieran sería más fácil -tal vez debería decir menos difícil- que un presidente de EE.UU. y los dirigentes europeos lo apoyaran.

Antes de resumir la evidencia, debo decir de pasada que NO utilizo el término «diáspora judía» para describir a los judíos del mundo.

Como expliqué en un reciente artículo en mi web www.alanhart.net , dejé de usar esa terminología después de que mi querido amigo Ilan Pappe me explicase el motivo por el cual es inapropiada y errónea.

Una diáspora es la consecuencia del movimiento, migración o dispersión de gente fuera de su hogar establecido o ancestral. El término «diáspora judía» implica que todos los judíos que la forman provienen del mismo hogar ancestral y eso es insensato.

Los judíos del mundo provienen de muchas patrias establecidas o ancestrales y casi ninguno, o ninguno, de los que fueron a Palestina a dar vida a la empresa colonial del sionismo tenía conexión biológica con los antiguos hebreos. La noción, todavía popular en los medios dominantes occidentales, de que en la raíz del conflicto se hallan dos pueblos, cada uno con una reivindicación válida del mismo país, no resiste un examen serio y honesto. Es otra insensatez de la propaganda sionista.

¿Entonces cuál es la evidencia para creer, o por lo menos esperar, que muchos judíos del mundo, europeos y estadounidenses en particular, llegasen a apoyar la solución de un Estado si se presentara del modo positivo que he indicado?

La evidencia reside en el hecho de que una cantidad aún pequeña pero creciente de eminentes judíos, especialmente en EE.UU., se está pronunciando, condenando acciones y políticas israelíes que, dicen, no solo constituyen el obstáculo para la paz, sino que además llevan a Israel a la «autodestrucción». (Incluso algunos de los oponentes políticos a Netanyahu en Israel lo dicen). Si la imagen de Israel como Estado paria empeñado en el suicidio penetra las mentes de más y más judíos, y prevalece la razón, tiene que existir por lo menos la posibilidad de que muchos de ellos llegarán a algo parecido a esta conclusión:

Si un Estado es el único camino para garantizar el bienestar de los judíos que actualmente viven en Israel-Palestina y quieren permanecer en un Estado, esa tiene que ser la solución.

Como dije hace un momento, vale la pena repetirlo, si una cantidad significativa de judíos estadounidenses y europeos llega a una conclusión semejante, eso facilitaría (o haría menos difícil) que un presidente estadounidense y los dirigentes europeos colocaran la solución de un Estado en sus agendas.

Volvamos ahora a la verdadera diáspora, la palestina.

Soy consciente de algunos motivos por los cuales la vasta mayoría de los palestinos en la diáspora no está seria y significativamente involucrada en la política para basarse en la increíble, casi sobrehumana determinación de sus hermanos y hermanas ocupados y oprimidos.

Un motivo es que simplemente están preocupados por el reto de dirigir sus propias vidas en los países en los cuales son ciudadanos. Y relacionado con ello está el hecho de que el monstruo de la islamofobia amenaza en toda Europa y en Norteamérica. Eso lleva a que muchos palestinos de la diáspora (y otros árabes) teman que si se involucran políticamente el sionismo logrará que los calumnien y los satanicen. No quieren ese tipo de acoso porque temen que las calumnias y la satanización puedan llevarlos a perder sus puestos de trabajo.

Los palestinos acaudalados de la diáspora contribuyen a obras benéficas palestinas para ayudan a aliviar el sufrimiento de los ocupados y oprimidos, pero no financian la participación política. ¿Por qué no? Temen que si lo hicieran provocarían la ira del sionismo. Los que viven en Europa y EE.UU. temen que sus negocios resultarían afectados, posiblemente incluso destruidos. Y los que viven en los Estados árabes del Golfo temen que provocar la ira del sionismo podría poner en peligro sus relaciones con los regímenes árabes en los países de los cuales son ciudadanos.

Otra parte de la explicación de por qué la diáspora palestina no está involucrada en la política sería significativamente la siguiente: Muchos palestinos de la diáspora de menos de 30 años no comprenden suficientemente su propia historia. (Existe un argumento a favor de decir ¿cómo podrían estar bien informados si viven en países en los cuales los medios dominantes pregonan la versión sionista de la historia? Pero eso no cambia el hecho de que muchos no están tan bien informados como deberían estar). Os daré un solo ejemplo para dejarlo claro.

Una de mis buenas amigas palestinas aquí en Londres es una mujer de unos 30 años. Es muy inteligente y trabajaba en la banca. Tenía un puesto bastante alto y dirigía un equipo que advirtió a sus jefes de que el banco iba hacia el desastre. (No se sorprendió cuando sus jefes no prestaron atención). Hace un par de años tuve una conversación con esa mujer en mi casa. Aproveché para argumentar a favor de una participación de la diáspora a fin de lograr un CNP reestructurado y revitalizado. Me interrumpió para decir: «¿Qué es el CNP?»

Pienso que eso expresa lo que quiero decir… a continuación dijo que su ignorancia de la historia de su propio pueblo era verdaderamente impactante.

Lo que eso ilustra para mí es que no hay suficientes palestinos (y otros árabes) que comprendan por qué deben informarse mucho mejor para poder participar en el desenmascaramiento y derrota del monstruo sionista. El motivo (por el que deben informarse mejor) se puede explicar simplemente.

El sionismo defiende su posición sobre todo mediante la aseveración. Pocas veces presenta argumentos para respaldar su versión de los hechos. Dicho de otra manera, las cosas fueron lo que fueron y son lo que son porque así lo dice el sionismo.

El problema es que no se puede enfrentar al sionismo y denunciar su propaganda por sus afirmaciones absurdas mediante una simple contra-aseveración. No basta con decir «el sionismo se equivoca». Hay que estar en condiciones de decir: «El sionismo se equivoca por esto o por lo otro».

Dos breves ejemplos:

Una verdad documentada de la historia es que la existencia de Israel jamás ha estado en peligro por alguna combinación de fuerza militar árabe. No ha existido jamás la perspectiva de que los judíos de Israel sean «arrojados al mar». Pero para justificar estos hechos y ganar la discusión hay que conocer todos los hechos relevantes.

Otra verdad histórica documentada, consecuencia de la dirección pragmática de Arafat y del apoyo a ella del CNP, es que la mayoría de los palestinos estaban preparados hace 33 años, repito 33 años, para un impensable compromiso y paz con Israel bajo condiciones que cualquier gobierno y gente en el Estado sionista (no judío) habría aceptado con alivio. Es la prueba de que el sionismo no está remotamente interesado en la paz bajo cualquier condición que la mayoría de los palestinos podría aceptar. Pero para justificar ese argumento y ganar la discusión, hay que conocer todos los hechos relevantes.

Resulta, seguramente, que si la diáspora palestina ha de involucrarse seria y significativamente en la política, muchos palestinos deben estar mejor informados de los detalles de su propia historia. (Incidentalmente, mencionaré que hay algo que podría ayudarles a estar mejor informados sin mucho esfuerzo. Es un libro escrito por un sujeto llamado Alan Hart con el título Zionism: The real enemy of the jews, una obra épica en tres volúmenes fácilmente legible en su edición estadounidense actualizada. Es mucho más de lo que sugiere su título. Es una nueva y total formulación de toda la historia del origen y el mantenimiento del conflicto, denunciando la propaganda sionista por lo estúpida que es y reemplazándola con la verdad documentada de la historia… ¡Fin del espacio publicitario!)

A mi juicio, los motivos por los cuales la diáspora palestina no está seria y significativamente involucrada políticamente son comprensibles, incluso dignos de una cierta simpatía; pero constituyen solo un lado del balance. Al otro lado se encuentra la perspectiva muy real de una limpieza étnica final de Palestina por parte de los sionistas. Por lo tanto desde esta plataforma, en un evento organizado por la institución comprometida con el derecho palestino al retorno, tengo una pregunta para la diáspora palestina.

Si hay una limpieza étnica sionista final, y si cuando suceda no os habéis involucrado políticamente y no habéis trabajado por una solución que podría haberla evitado, seréis acusados de complicidad por omisión en la Solución Final del Sionismo. ¿Eso es compatible con vuestra conciencia?

También quiero decir que creo que no es solo la diáspora palestina la que debe espabilar. Pienso que todos los grupos activistas pro palestinos deben hacer lo mismo.

A riesgo de ser marginado por ellos, así como por el sionismo y los regímenes autoritarios árabes, digo que con pocas excepciones los grupos activistas pro palestinos de todas partes, de todas las creencias o ninguna, están todos y cada uno realizando sus propias actividades en un aislamiento espléndido, y en consecuencia son como moscas a las que aplasta el sionismo.

Algunos dirán que es una caracterización injusta, porque los grupos activistas pro palestinos ayudan en el proceso de aislar a Israel. Es verdad solo hasta cierto punto. El motivo principal por el que cual se aísla crecientemente a Israel y por el que estamos presenciando una ola global en aumento contra Israel, son las acciones y políticas de sus propios dirigentes.

Si no fuera así, pienso que el movimiento activista pro palestino tendría muy pocos resultados que mostrar de sus esfuerzos. A mi juicio tiene que ser así porque actualmente la situación de los palestinos ocupados y oprimidos es peor que nunca.

En ese contexto, la pregunta que hay que formular y responder es la siguiente:

¿Cómo podrían los grupos activistas de todas las creencias o ninguna que hacen campaña por la justicia para los palestinos ser más efectivos en sus esfuerzos? Dicho de otra manera, ¿qué podrían hacer para mejorar las perspectivas de que los palestinos obtengan realmente alguna justicia?

Mi sugerencia es que deberían tomarse el tiempo necesario para considerar por qué, realmente, el sionismo ha triunfado hasta ahora.

En mi análisis, el éxito del sionismo se debe solo en un 30% a sus propios esfuerzos, su impresionante capacidad de presentar mentiras como si fueran verdades. El 70% restante del éxito del sionismo se debe a que los árabes, incluidos los palestinos, no han sido capaces de denunciar esas mentiras y hacer que sean reemplazadas en las mentes occidentales por la verdad.

Tal vez esté exagerando para demostrar mi punto de vista, pero la prueba de que lo que acabo de decir es más o menos verdad es el hecho de que muchos, si no la mayoría de los ciudadanos de las naciones occidentales, especialmente los estadounidenses, todavía creen la versión sionista de la historia.

En esta versión sobre la cual se construyó el primer borrador, que todavía existe, de la historia occidental o judeocristiana, Israel es la víctima, en peligro de aniquilamiento y sin un socio palestino creíble para la paz.

Es justo y apropiado preguntar si las perspectivas de una paz con justicia para los palestinos mejorarían realmente si los ciudadanos de las naciones occidentales, especialmente los estadounidenses, fueran conscientes de que todo lo que les ha hecho creer el sionismo es insensatez propagandística.

Creo que la respuesta a esa pregunta es un claro «Sí».

Si los pueblos de las naciones occidentales conocieran la verdad histórica en lo que se refiere a la limpieza étnica inicial de Palestina y las numerosas iniciativas por la paz que Israel ha rechazado a lo largo de los años, existiría una base de entendimiento que otorgaría a los dirigentes y gobiernos la libertad que nunca han tenido para enfrentar al monstruo sionista.

Por ejemplo, como digo en mi libro, ningún presidente de EE.UU. llegará a tener la libertad de enfrentar al monstruo sionista a menos que los numerosos secuaces del lobby sionista en el Congreso sientan más temor de ofender a sus electores que de ofender al lobby sionista. Y ese día no llegará hasta que haya los suficientes estadounidenses bien informados para decir a los que buscan sus votos «No votaremos por vosotros si continuáis pregonando mentiras sionistas».

Por lo tanto, a la pregunta de cómo podrían y deberían espabilar los grupos activistas pro palestinos por doquier, mi respuesta es la siguiente:

Deberían ponerse de acuerdo para hacer causa común con el propósito específico de informar a los ciudadanos de todas las naciones de la verdad histórica. Por definición eso significa que tendrían que ir más allá de sus propios partidarios ya conversos. Podrían hacer causa común mediante la creación de un comité internacional de supervisión y coordinación con una visión estratégica. Lo que digo, en otras palabras, es que lo que siempre se ha necesitado, y se necesita hoy más que nunca, es un lobby pro palestino verdaderamente efectivo -un lobby por la paz basada en la justicia para los palestinos con igualdad de derechos y seguridad para todos- a fin de competir con AIPAC en EE.UU. y sus clones en Europa.

Eso requeriría un serio compromiso adicional de tiempo, esfuerzo y recursos. Y urjo a los grupos activistas pro palestinos por doquier, y si me lo permiten a los palestinos acaudalados, a que piensen en ello.

Termino con una confesión.

A veces me pregunto si ya no es demasiado tarde y Palestina es una causa perdida. Después de reflexionar sobre el asunto pienso que no es así, pero temo que lo será a menos que la diáspora palestina se involucre seriamente y todos los grupos activistas comprometidos con la justicia para los palestinos también aúnen sus energías.

Finalmente, como una nota al pie verbal quiero agregar lo siguiente. En mi viaje en tren desde el campo leí un artículo de Ramzy Baroud, editor de Palestine Chronicle. Tenía el título «La Intifada de los prisioneros avergüenza a los líderes de Palestina». Es una señal para que yo exprese mi opinión de que existe una importante iniciativa que deberían emprender los palestinos ocupados y oprimidos.

Deberían exigir la disolución de la AP y que se devuelva toda la responsabilidad de la ocupación a Israel. Eso impondría significativas cargas financieras y de seguridad al Gran Israel pero, más importante aún, mejoraría las perspectivas para obligar a rendir cuentas al sionismo por sus crímenes.

Algunos dirán que el «presidente» Abbas se ha adelantado a la necesidad de disolver la AP con su éxito al lograr que la Asamblea General de la ONU reconozca el Estado de Palestina. Mi respuesta sería: seamos serios. El Estado reconocido no existe y el reconocimiento no ha cambiado nada en el terreno. Incluso se justificaría decir que el castigo impuesto a cambio por Israel ha empeorado aún más las cosas para los palestinos ocupados y oprimidos.

Gracias.  

Alan Hart ha sido corresponsal extranjero de ITN y de Panorama de la BBC. Ha cubierto guerras y conflictos por todas partes del mundo y se especializó en Medio Oriente. Autor de: Zionism: The Real Enemy of the Jews: The False Messiah. Su blog es: www.alanhart.net

Fuente: http://www.alanhart.net/why-the-palestinian-diaspora-must-become-politically-engaged/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+AlanHart+%28AlanHart+%28Recent+Posts%29%29

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