Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Cuando los soldados israelíes admiten sus abusos pasados con los palestinos, como hicieron de nuevo esta semana, los defensores de la ocupación a menudo preguntan: ¿Por qué no denunció esto al ejército en ese momento? Un ejemplo personal de por qué es una pregunta capciosa.
Yo tenía 37 años, tres años y medio de inmigrante en Israel, reclutado por el ejército israelí para un mes de entrenamiento básico, y me encontré volcando un camión de la basura en el borde del huerto de una mujer palestina. Nos gritaba a mí y al otro recluta que hacía el trabajo en árabe y el conductor del ejército sentado en el camión le contestaba en árabe también a gritos. Le pregunté al otro recluta, un nuevo inmigrante de Marruecos, qué decía el conductor, aunque muy bien podía imaginar lo que estaba diciendo la mujer, y me tradujo: «Cállate y vuelve a tu casa, vieja puta».
Esto fue en 1989 y formó parte de una limpieza en nuestra base militar cerca de Ramallah antes de la visita de un general. Al otro recluta y a mí nos enviaron con el camión para recoger los desechos grandes, los residuos voluminosos de la base que no caben en los cubos de basura y tirarla en otro sitio. El conductor nos llevó a la casa de esta mujer y nos dijo que arrojásemos la basura allí mismo, en el borde de la huerta, y así lo hicimos, sin hacer preguntas. A lo lejos, unos muchachos palestinos empezaron a gritar «manyak» y a lanzar piedras en nuestra dirección, ninguno estaba lo bastante cerca como para golpearnos, cautelosamente se quedaron bastante lejos-. Me sentí avergonzado, sabía que estábamos haciendo algo mal, y el otro soldado también lo sabía, pero vaciamos todo el cargamento de basura en el huerto de aquella mujer. No le dijimos una sola palabra al conductor malhumorado, y cuando regresamos a la base tampoco dijimos nada a nuestro comandante.
Entonces mis ideas políticas no eran tan de izquierdas como ahora, pero estaban cerca; debería haber votado por Shulamit Aloni y el partido Ratz de Yossi Sarid, debería haber tomado parte en cada manifestación de Peace Now en el inicio de la primera intifada, yo estaba totalmente en contra de la ocupación. Pero al mismo tiempo sentía profundamente que era mi deber para con Israel y para mí mismo servir en el ejército como los demás. Lo intenté todo lo que pude en aquel mes de entrenamiento básico. Y la idea de informar a los oficiales del vertido de basura en el huerto de la mujer era algo que no estaba listo para sostener. No quería ser un «alborotador». No quería «delatar» a otro soldado. No quería protestar contra el ejército, quería ser parte de eso.
Traigo esto a colación en relación con un comentario del suplemento de fin de semana del periódico Yedioth Ahronoth del columnista Yoaz Hendel, que sirvió brevemente como director de Relaciones Públicas de Bibi Netanyahu. Explica su «problema personal» con Breaking the Silence, que la semana pasada publicó más testimonios de soldados del ejército de cómo ellos y sus compañeros habían abusado rutinariamente de palestinos. El problema de Hendel es que los soldados no informaron de los abusos del ejército de inmediato, mientras estaban en servicio:
Cuando ocurren violaciones, se espera que el soldado o el comandante tomen medidas para evitar los abusos de los que informan. Esta es su responsabilidad personal y nacional …El ejército israelí no puede tolerar el abuso de los inocentes ni el silencio de los soldados cuando ocurren las violaciones… Todo lo que se requiere de un soldado con el fin de corregir la situación es informar de las [violaciones] en el sistema a los oficiales al mando, [o] a la Fiscalía Militar.
Este es un ataque común a los soldados que pasan años antes de que puedan reconocer públicamente las cosas terribles que vieron e hicieron a los palestinos: «¿Por qué no informan de inmediato al ejército?»
Como si Hendel y compañía no lo supieran. Un soldado de 20 años que sirve en Cisjordania no se va volver contra sí mismo, sus compañeros o sus jefes a causa de actos de crueldad o brutalidad que se cometen contra los palestinos. Es prácticamente impensable. Rompiendo el Silencio, Hanna Deutsch dijo a Yedioth lo que era el deber de la ocupación según un oficial de 21 años de edad de la Brigada Nachshon:
El orgullo de la unidad allí es muy fuerte y es difícil plantear la más mínima crítica. Todos estamos íntimamente adoctrinados, sin límites, y no pensar y mantener la boca cerrada. Una vez le pregunté a mi jefe si podía dar un poco de agua a unos pocos presos palestinos que estaban sentados atados al sol. Me lanzó una mirada de desprecio y nunca volví a atreverme a abrir la boca. Me volví indiferentes al sufrimiento de la gente, e incluso si hubiera querido decir algo, no lo hice. Por instinto me quedé callado.
Por supuesto que guardó silencio. Todos lo hacen. También yo que no era un joven recluta maleable, tenía 37 años, manifestante de izquierda, no me atreví a abrir la boca sobre el pequeño acto de humillación que me hicieron llevar a cabo contra la mujer palestina.
Los soldados de servicio no rompen el silencio. Cuando son jóvenes, tienen por lo general demasiado lavado el cerebro para darse cuenta de que incluso están haciendo algo malo a los palestinos que están bajo su control. Es sólo cuando se hacen mayores y están fuera de ese entorno que sostiene el ejército como un culto, cuando probablemente son capaces de enfrentarse a la verdad acerca de las cosas que vieron e hicieron, y encontrar el valor para hacerla pública. Cuando Hendel, los voceros del ejército y otros tratan de socavar el testimonio estos soldados diciendo que debería haber informado al ejército en «tiempo real», están tratando de callarlos ahora como el ejército lo hizo entonces. Los defensores de la ocupación pretenden no saber esto, pero su pretensión es transparente.
Fuente: http://972mag.com/why-soldiers-dont-break-the-silence-to-the-idf/73638/
rCR