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Por qué no hay que enviar tropas al sur de El Líbano

Fuentes: Comité de Solidaridad con la Causa Arabe

La simple interposición de fuerzas de las Naciones Unidas, su aumento y sus mayores mandatos que no vayan precedidas, y contemporáneamente, de acciones que reviertan la ocupación israelí, es una complicidad con dicha ocupación. La pregunta y respuesta hay que enmarcarla en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ésta establece […]

La simple interposición de fuerzas de las Naciones Unidas, su aumento y sus mayores mandatos que no vayan precedidas, y contemporáneamente, de acciones que reviertan la ocupación israelí, es una complicidad con dicha ocupación.

La pregunta y respuesta hay que enmarcarla en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ésta establece la posibilidad de ampliar a 15.000 las actuales tropas de interposición de la FINUL, dentro del territorio libanés, entre el ejército israelí y el despliegue del ejército libanés que sustituiría a las milicias de Hezbullá.

Esta resolución consensuada entre los Estados Unidos y Francia, y que alcanzó la unanimidad, tiene una literatura asimétrica muy querida por Israel y Estados Unidos.

Además, Francia ha jugado un papel singular, ejerciendo de un paternalismo colonial como antigua potencia imperial con relevantes intereses y en su aggiornamiento a su actualizada política de ganarse nuevamente las amistades del amigo americano. Como, por otra parte, hacen el resto de los países europeos tras sus veleidades ético-independientes tras la invasión de Iraq en el año 2003. Su actuación propia de la ‘grandeur‘ degoulliana es una nueva devaluación de la política exterior europea. Sólo a posteriori de negociar los términos de las resoluciones con los principales agentes, los Gobiernos de los países europeos, encarnados en el atlantista Solana, se enteraban de sus términos para trasladar como reverberaciones a sus opiniones públicas su aquiescencia y lamentablemente su apoyo.

Es asimétrica, de doble rasero, porque no pone, ni siquiera en el mismo nivel, a agredidos y agresores. Porque obvia, ni siquiera se cita, a la ocupación israelí. Trata de la liberación de los soldados israelíes sin condiciones y que se negocie la de los más antiguos presos libaneses (sin mencionar a los demás presos árabes); la interposición se haría en territorio libanés y no en la frontera internacional a los dos lados de esa frontera. Ni siquiera en las Granjas de Shebaa, territorio ocupado por Israel; se habla con profusión del desarme de milicias y del desarme de cualquier otro grupo- que quiere decir a los refugiados palestinos-, de que no haya intercambio desde el exterior con Líbano de armamento y no tienen los redactores la deferencia de mencionar dentro de las resoluciones que incumple Israel, la 194 -de casí 60 años de antigüedad- que establece el derecho de los refugiados palestinos a volver a sus hogares o ser indemnizados, una de las causas de la imposibilidad de una paz quimérica en la región redactada en amorales despachos neoyorkinos.

Siempre para una parte, la libanesa, las obligaciones claras, concisas y para la otra, la israelí, se plantean unas negociaciones que tienen, como en otras cuestiones, una lectura ad qalendas griegas.

Es decir, no se habla de las causas -ocupación, presos libaneses, esquilmación de recursos- y la magnitud de la destrucción sirve como chantaje para que el alto el fuego, el cese de la violencia televisiva, se venda como paz. Parecería que la salvajada destructiva israeli, por mar, tierra y aire, sin una oposición tecnológica y cuantitativa equiparable, que la gravedad de la destrucción deliberada de El Líbano y sus infraestructuras civiles, ‘volverle atrás en 20 años’ en la fraseología sionista, puede tener el premio de forzar la paz si se hace contra los débiles. Una paz cimentada en la ocupación y, por lo tanto, en la injusticia.

Hasta la próxima vez.

El dibujo de la resolución 1701 podría ser al fin y al cabo una repetición, pero más exitosa, para los intereses estratégicos de Israel, de la invasión de 1982. Esta provocó la repulsa internacional pero consiguió para los intereses sionistas reforzar ghetto de los refugiados palestinos en el Líbano y su marginación ciudadana, social y política, su masacre tras la invasión y los progroms de Sharon en Sabra y Chatila y sobretodo el desplazamiento del grueso de las fuerzas de la OLP a Túnez y la complicidad occidental para continuar la normalización israelí frente a la desposesión palestina.

De momento, mientras ha durado el castigo colectivo a los libaneses, nadie ha recordado los días de cierre en Gaza y Cisjordania, ni la ampliación del muro; los asesinatos cometidos en toda Palestina por el ocupante israelí y el pillaje de sus recursos; ni a los presos y refugiados palestinos. Tampoco el Gobierno español, ni Francia y Estados Unidos, ni los europeos,…

¿Por qué esta vez van a cambiar las cosas y se va a variar los hechos consumados, la violencia estructural israelí?

Es en esta situación y con estos mimbres, cuando los hacedores de la Resolución reclaman nuevas tropas y mandatos de interposición, pero sin haber variado Israel su política de ocupación y los hacedores de la Resolución su complicidad ante la misma. La prueba está en todos los territorios ocupados.

La simple interposición de fuerzas de las Naciones Unidas, su aumento y sus mayores mandatos que no vayan precedidas, y contemporáneamente, de acciones que reviertan la ocupación israelí, es una complicidad con dicha ocupación.

Esto incluye, entre otras cosas, a que debe prohibirse el comercio de armas, acuerdos preferenciales de comercio o la financiación de infraestructuras de la ocupación con la potencia ocupante.

Por lo tanto, no es asumible que el Gobierno español mande tropas de interposición sólo en el interior de el Líbano, que no cabalguen en la frontera israelo-libanesa, sin al mismo tiempo, romper su comercio de armas y maniobras militares con un país ocupante, darle privilegios comerciales o apoyar directamente o a través de organismos internacionales la financiación de infraestructuras de la ocupación. Y por supuesto, esto atañe al resto de los países. Hay que oponerse. Todo lo demás, es ser cómplices con la ocupación y de la estrategia israelí de destruir o desplazar a la resistencia.