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Por qué traté de arrestar a Avigdor Lieberman

Fuentes: Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Si el apartheid es un crimen, solamente hay una forma de tratar a quienes lo practican: arrestarlos. Es lo que intenté hacer cuando me enfrenté a Avigdor Lieberman, el autor de una serie de leyes diseñadas para hacer el apartheid israelí todavía más draconiano de lo que ya es.

Cuando el Ministro de Asuntos Exteriores israelí estaba a punto de dar hoy una rueda de prensa en Bruselas, me puse en pie delante de él y grité: » Sr. Lieberman, esto es un arresto ciudadano. Usted está acusado del crimen de apartheid. Por favor venga conmigo a la comisaría más cercana. «Estuve a punto de explicar más la acusación pero dos guardias de seguridad ya me habían llevado lejos de Lieberman y de su inescrutable mirada. Entonces grité «Palestina Libre» e «Israel es un Estado de apartheid » para subrayar mi propósito.

Mi acción probablemente conducirá a la confiscación del distintivo que me ha dado acceso a los cuarteles generales de las principales instituciones de la UE. La mayoría de los periodistas con los que he hablado las últimas horas parecen ver esto como un asunto importante. Para mí es trivial. Los palestinos están privados de libertad cada día a causa de las políticas de Lieberman y sus colegas del gobierno. Comparada con las restricciones de movimiento causadas por los puestos militares de control en Cisjordania o por el medieval bloqueo de Gaza, la pérdida de mi tarjeta de prensa no tiene ninguna consecuencia.

La decisión de encararme con Lieberman la tomé tras una reciente visita a los Territorios Palestinos Ocupados. Al pasar un viernes por la tarde por la zona de Silwan, en Jerusalén, me sentí como transportado a Derry o Belfast a principios de los setenta. Me impactó ver a la policía y a los soldados israelíes con todo su equipo antidisturbios disparando gases lacrimógenos a jóvenes que lo único que hacían era lanzar piedras a las fuerzas de ocupación.

No había estado en Silwan desde hacía casi dos años y desde mi anterior visita las banderas israelíes habían proliferado. Era una señal inequívoca de que a los palestinos que habían vivido en Jerusalén Este durante muchas generaciones los estaban obligando a salir de sus casas para dar paso a colonos israelíes. La desposesión se está llevando a cabo de manera que un grupo extremista llamado Elad puede realizar sus planes para construir el parque arqueológico Ciudad de David. Con la bendición oficial del Estado de Israel, Elad cree que los colonos israelíes tienen más derecho a vivir en la zona que los actuales residentes porque se podrían haber descubierto en Silwan restos de un palacio real de hace tres mil años.

Apartheid es la mejor palabra que se me ocurre para describir las maquinaciones de esos colonos y sus amigos del gobierno. Aunque el apartheid se asocial con Sudáfrica, está reconocido por la ONU como un crimen desde 1973. El convenio de la ONU al respecto se refiere a la dominación de un grupo racial sobre otro. Desde el principio Israel está destinado a ser un Estado basado en una venenosa noción de supremacía racial; Teodor Herzl, el «padre fundador» del sionismo político, escribió en 1896 que deseaba establecer «un puesto avanzado de civilización contra la barbarie».

Más de un siglo después Avigdor Lieberman está llevando a cabo proyecto de Herzl. En los dos años que Lieberman y su partido Yisrael Beiteinu (Israel Nuestra Casa) llevan en el gobierno, aproximadamente 20 nuevas leyes y proyectos de ley se han llevado al Parlamento israelí, la Knesset, con el objetivo específico de blindar el apartheid israelí. El partido pretende que los ciudadanos palestinos de Israel -que representan aproximadamente una quinta parte de la población del país- hagan un juramento de lealtad «a un Estado judío y democrático», también castiga las conmemoraciones de la Nakba (las limpiezas étnicas que condujeron a la formación de Israel en los años cuarenta), y limita los derechos de los presos palestinos a reunirse con sus abogados. Justo la semana pasada, la Knesset celebró un debate sobre una propuesta para proscribir actividades que promuevan el boicot de productos o instituciones israelíes.

Si se percibe un sentido de deja vu al leer las medidas propuestas por Lieberman, es porque contienen muchas similitudes con las que introdujo el gobierno de la minoría blanca en Sudáfrica en la época del apartheid.

Además de que está reconocido por la ONU como un crimen desde los años setenta, más recientemente el apartheid ha sido uno de los delitos tipificados por el Estatuto de Roma, en virtud del cual se fundó la Corte Penal Internacional. La Unión Europeas es, nominalmente, una fuerte partidaria de la CPI, sin embargo los representantes de la Unión mantienen sus bocas cerradas sobre el apartheid israelí y su consolidación.

El apartheid no es el único crimen que me viene ahora a la cabeza. Bertrand Russell, el gran intelectual británico, una vez se refirió al crimen del silencio. Es el crimen que comete la Unión Europea cuando abraza a Lieberman, como hizo esta semana. Si nuestros políticos guardan silencio, entonces recae sobre las personas corrientes la misión de gritar tan fuerte como nos sea posible.

David Cronin es autor del libro La alianza de Europa con Israel, publicado por Pluto Press (www.plutobooks.com).

Fuente: http://electronicintifada.net/v2/article11824.shtml