El día 4 de Noviembre publicado por Rebelión y firmado por una gran cantidad de intelectuales http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138712, se publicó un manifiesto en solidaridad con el pueblo sirio que afirmaba de manera taxativa que «no hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas» en Siria. Por entonces, una parte de la […]
El día 4 de Noviembre publicado por Rebelión y firmado por una gran cantidad de intelectuales http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138712, se publicó un manifiesto en solidaridad con el pueblo sirio que afirmaba de manera taxativa que «no hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción exterior de las protestas» en Siria.
Por entonces, una parte de la dividida oposición siria afirmaba lo contrario. Hasta el «The New York Times» del día 27 y el «Corriere Della Sera» del 29 de Octubre señalaba que en Antakya (Turquía), el Ejército Libre Sirio nutrido de desertores del ejército, recibía instrucción y armas de este socio de la OTAN. Las emboscadas y enfrentamientos dentro de Siria han sido continuos y algunos sirios residentes en España, hablan de más muertes dentro de las fuerzas de seguridad que entre los civiles (Charla sobre Siria en aula CAUM en Madrid el pasado Sábado día 26 a las 12 h.). Periodistas independientes hablan de masacres terroristas y de francotiradores contra la población civil empleados por parte de estos «rebeldes». Arabia Saudí y CNT libio están detrás también de las injerencias.
El día 29 de Noviembre en Rebelión http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140309, aparece un artículo de Santiago Alba y Carlos Varela, titulado «La primavera árabe, Siria y la contrarrevolución neocolonial». Aquí, en aparente contradicción con lo afirmado en el manifiesto de solidaridad con el pueblo sirio del día 4 y tan bien nutrido de avalistas en su día, ya se habla de «una intervención exterior que de manera indirecta ya se está produciendo». Comprendo las dificultades, pero los riesgos que se mencionan en este segundo artículo y el reconocimiento sobre esa injerencia exterior merecen con más motivo si cabe recabar de nuevo la firma de los avalistas, para en este caso refrendar lo contrario. La honestidad intelectual y el objetivo principal de la paz incluye no sólo admitir los errores de valoración, aunque resulten repetitivos; sino incluso volver con humildad sobre lo andado y persuadir de nuevo a la «inteligencia» ante la urgencia e importancia de lo que ahora está en juego, detectado además por los mismos articulistas.
Confío en que nadie quiera plantear el siguiente sofisma, que sería ridículo si esto no fuese terrible: «No, es que nosotros decíamos inducción…detonante, y lo otro es injerencia». Tiene que quedar claro que la inducción es brumosa, inefable…; pero la intervención exterior siempre es contundente. Más motivos por lo tanto para cuestionar este error garrafal de apreciación y en el mejor de los casos, de sesgada denominación.
Para verificar el dislate, ver este reciente artículo del periodista Pepe Escobar, «La guerra en las sombras de Siria» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140495. El artículo es un baño de realidad, pero sólo entresacaré un párrafo: « De modo que cuando el régimen de Assad insiste en que la actual tragedia siria está incitada en gran medida por elementos bien pagados y bien armados -para no hablar de mercenarios- al servicio de potencias extranjeras, esencialmente tiene razón».
No es cuestión de reprochar otra valoración errónea de los acontecimientos, que además arrastra consigo a un montón de intelectuales que quiero suponer que firman por afinidad o amistad hacia los artífices del manifiesto. No creo que siendo conscientes de su responsabilidad al generar opinión y juicio, hayan podido suscribir el contenido si no es por el descuido de no haberlo leído antes; con la prudencia que merecen estas cuestiones de la guerra alentadas por los eternos facinerosos empeñados en ella. Por fuerza, tienen que ser conscientes que criminalizar a una de las partes e ignorar a los mercenarios y fuerzas subversivas auspiciadas desde el exterior (Arabia Saudí, Turquía, Libia…), es hacerle un flaco gesto solidario al pueblo sirio y por extensión, al resto de la humanidad. ¿Exagero?. Hasta en este último artículo mencionado se valora la situación mundial de muy peligrosa en el supuesto de una intervención militar directa de Occidente en Siria. Creo que muchos compartimos esa valoración. Varias veces en el texto de ese artículo se insiste sobre lo mismo:
«…se podría generar un conflicto a gran escala de consecuencias inimaginables», «…una guerra a gran escala de dimensiones apocalípticas».
Al respecto, ver también el artículo de Pepe Escobar, «Pentágono y OTAN contra BRICS» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140459
Los autores del artículo «La primavera árabe, Siria y la contrarrevolución neocolonial», como preámbulo al título anteponen al mismo: «Un llamamiento». Un llamamiento es una «invitación o convocatoria que hace una persona a un grupo para que éste actúe del modo más conveniente». ¿Cuál es entonces el medio más conveniente para ese llamamiento que aquí no apela ni invoca y que sin embargo debería de lanzarse ante las alertas mencionadas?. Ante la gravedad de la situación mundial descrita, la conveniencia es de puro sentido común. Al leer el texto, no hace falta ser un avezado hermeneuta para poder leer bien clarito y estar de acuerdo con los autores en que estos son peligros reales. Si en esta escala de los riesgos resulta que el riesgo principal pasa sin pena ni gloria, curioso llamamiento es éste que parece que enciende las luces de alarma del incendio pero no pone en marcha los planes de prevención, ni siquiera avisa a los bomberos; sedados todavía por interpretaciones intelectuales erróneas y por la maquinaria mediática.
Cómo medida previa se me ocurre que antes de dictaminar los que generan opinión y en última instancia son responsables de la retirada o avance de las tropas antibelicistas ahora confinadas en sus cuarteles de invierno; deberían de ser conscientes de su responsabilidad y leer muy bien lo que firman y afirman, al igual que sucede en los irreversibles pactos satánicos. Este último artículo del día 29 por lo tanto no puede aspirar a llamamiento, es descripción y etiquetaje, compás de espera para ver los acontecimientos mientras se dice que es el propio pueblo sirio el que debe de acabar con su régimen: Un pequeño desliz en esta prescripción facultativa de este maravilloso bálsamo de Fierabrás de nuestras democracias intervenidas por el FMI y que prometen curar todos los males allí donde los doctores detectan enfermedad. Supongo que en realidad los autores quieren decir que debe de ser el pueblo sirio el que decida libremente sobre su futuro, sin las injerencias ni las presiones neocoloniales que ellos mismos mencionan.
El riesgo principal, la guerra neocolonial con riesgo de convertirse en conflagración mundial, las amenazas de un general norteamericano de utilizar armas nucleares en Irán,; no se conjura en este último artículo del día 29 con una verdadera llamada a reaccionar. No hay por lo tanto congruencia entre el nivel de alerta que en estos momentos deberíamos de mantener y que está inscrito en ese mismo artículo y en un llamamiento que en realidad…no existe. Un verdadero llamamiento sería pedir e iniciar, al igual que durante la guerra de Irak, un movimiento mundial antibelicista, un Foro Mundial por la Paz que impulse también la reforma de la ONU, tal y como propuso en unas declaraciones el representante de Venezuela en este organismo. Algo capaz de unificar a toda la humanidad frente a un riesgo compartido, algo que oriente a un mundo indignado pero perdido en los falsos señuelos que nos trazan con sus guiones; mientras nos jugamos lo fundamental.
Una parte de este trabajo de acción global por la paz ya está en marcha: Muchos países latinoamericanos se han opuesto de manera abierta a las falsas guerras humanitarias. Tienen los suficientes vínculos entre ellos para ir en esta dirección e ir ganando voluntades también en este Occidente obnubilado. Las organizaciones que aquí se atrevan a decir que están en contra de la guerra global, tienen mucho que hacer a nivel de relación con personal diplomático en España de países opuestos a la escalada belicista de cara a unificar el trabajo por la paz.
Nuestra urgencia es la de poner otra vez en marcha a los que por lo visto ahora, una vez anestesiados, son incapaces de hacer afirmaciones simultáneas. Durante la guerra de Irak fue factible, era posible estar en contra de Saddam y contra la intervención bélica. Los autores del artículo sí son capaces de decir que pueden hacerse afirmaciones simultáneas, pero les falta la didáctica y la decisión suficientes para caer en la cuenta de que el antibelicismo adormilado debe de recuperar la noción de realidad y esa opción de las afirmaciones simultáneas. Y que hasta ahora la generación de opinión y la propia incitación a la actividad…solía proceder de los intelectuales.
Las organizaciones y personas que tradicionalmente se han opuesto a las guerras deben de ser alertados desde la base, tienen que por fuerza mayor ponerse en marcha contra la guerra global y permanente. Es tan grande la necesidad de reaccionar a tiempo que incluso desde los sectores críticos de ese partido que en plena debacle ya no está maniatado por las «presiones del ejercicio poder», debería de preocuparse de rectificar en esta aberración belicista. Este melón podrido, abierto con la guerra de Libia, les puede dificultar el ejercicio del bipartidismo del perenne día de la marmota en que consiste nuestra democracia formal. Sólo rectificando aunque sea por puro oportunismo político y sin convicción alguna, podrán remontarse ante la evidencia de lo que se nos viene encima. A la vez que impiden el paso de los belicosos y belicosas arribistas internos, que siendo algunos incluso profesores de derecho, lo han ultrajado escupiendo sobre el derecho internacional con el precedente libio. Sólo contra la guerra tienen la garantía de mantener una audiencia: Esto se traduce en procurar mantenerla viva.
Los poderosos nos hablan con total franqueza, bien a las claras nos muestran sus intenciones y procedimientos. El embajador de EE.UU. ante la OTAN, Ivo H. Daalder; fijó las condiciones previas para una intervención militar en Siria: Necesidad urgente, respaldo regional y mandato internacional. Es decir, guión libio. Y si no tenemos los requisitos previos, los recreamos. Y si nos falta el tercer requisito, nos da lo mismo que para eso tenemos el silencio cómplice de la ciudadanía occidental. Es ese ejemplo a seguir del compromiso compartido del que tanto se ufana Obama: «Podemos aplicar lo de Libia allí dónde queramos». Antes de consumarse la fechoría y cómo muestra de que todo esto es una profecía que se cumple a si misma en la que todos somos parte y reparto, la pitonisa Hillary Clinton declaró a la TV indonesia: » Habrá en Siria una guerra civil con una oposición bien armada que estará bien financiada e influida por desertores del ejército». Espero que no sea este el modo de cambio de régimen que en su artículo pedían Santiago Alba y Carlos Varela, por aquello de su apariencia de cambio interno; pero debería de estar muy claro que los verdaderos artífices de «revoluciones responsabilidad-de-proteger» van en esa línea, con los riesgos para todos augurados por estos mismos articulistas. Y a estas alturas deberíamos de saber que de manera inexorable, después de la guerra civil viene la humanitaria OTAN a pacificar. Incluso antes o a la vez.
Por cierto, algo que fascina en las declaraciones de H. Clinton es de qué modo magistral resume la esencia de las recomendaciones para la oposición Siria de todo un extenso y sesudo artículo del «izquierdista» Gilbert Achcar, «Militarización, intervención militar y ausencia de estrategia» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=139752 . Nos indignábamos de cómo ciertos intelectuales le daban credibilidad a la guerra humanitaria, pero, ¿qué hacer cuando un artículo cómo el mencionado parece que ahonda en estrategias «correctas» de las que se apropian, o al menos coinciden, los mismos belicistas?
Como los poderosos ya no mienten, ni siquiera tienen necesidad de ello; y nuestro miedo e ignorancia van de la mano, en general callamos y otorgamos. Nada que objetar ante tanta desfachatez. Pero tampoco podemos esperar los que vemos los enormes riesgos a que el oráculo nos proporcione nuevas y distintas pistas e instrucciones que no llegan. El oráculo no se aclara, está difuso y confuso. Pero el sentido común debe de estar por encima de conclusiones erráticas y equivocadas, de rectificaciones no admitidas pero palpables y que no terminan ni de disculparse ni de despejarse. No podemos seguir recluidos en los cuarteles de invierno mientras nadie viene a poner su pensamiento ni hace llamamientos con nombres, apellidos y dirección, para que pasemos al campo de batalla de la paz. Con el mismo esfuerzo de la industria de guerra en la que estamos, con aquello de que la guerra saca lo mejor y lo peor de los seres humanos; pongámonos a la tarea de sacar lo mejor de nosotros, seres corrientes. Intentemos estar a esa altura insigne. Las ideas no las decoraremos con erudición; pero el olfato del sentido común nos hará ser más exactos e incidir con brío sobre la contradicción principal, la guerra imperialista.
Si el intelectual del poema brechtiano piensa que no está listo todavía para sentencia el juicio mientras está la nave hundiéndose, si el perfeccionismo que persiguen de ese mundo ideal al que aspiran y que no existe los paraliza, y con ellos a nosotros mismos; si no quieren tener claro el riguroso orden de las prioridades; pues peor para ellos mismos. En definitiva, siempre el paso adelante lo dio la fiel infantería y los muebles de la casa los salvan desde el anonimato el pueblo llano. Aquí ya no podemos esperar señales que no llegan y que en el colmo del desconcierto para nuestras escasas tropas de la paz, si en algún momento se reciben, parece que las proclame el mismísimo enemigo.
El intelectual debería de saber que al igual que los premiadores se premian a si mismos deglutiendo el prestigio del intelectual cuando lo condecoran, del mismo modo tendría que saber que se «infecta» cuando firma y afirma determinadas cosas que inmovilizan, en medio de una gravedad que ahora empiezan a reconocer, al resto de la humanidad.
José Ramón Cervera Grau es miembro de Ojos para la Paz
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.