En el siniestro juego de ajedrez legal que llevan los abogados de Luis Posada Carriles para evitar su extradición a Venezuela, la apertura es la solicitud de asilo que presentaron hace más de tres semanas. El medio juego es el supuesto misterio de su paradero, y el hecho de que el gobierno de Estados Unidos […]
En el siniestro juego de ajedrez legal que llevan los abogados de Luis Posada Carriles para evitar su extradición a Venezuela, la apertura es la solicitud de asilo que presentaron hace más de tres semanas. El medio juego es el supuesto misterio de su paradero, y el hecho de que el gobierno de Estados Unidos cínicamente desmiente saber donde está. El final de la partida es una solicitud para amparo legal en Estados Unidos, de acuerdo con el Convenio contra la Tortura, y posteriormente, pedir la libertad de acuerdo a un reciente dictamen de la Corte Suprema de Estados Unidos en el que se establece la ilegalidad de la detención indefinida para los presos que no pueden ser expulsados del país.
Posada Carriles no califica para asilo por haber asesinado a decenas de personas durante su campaña terrorista de las últimas cinco décadas. El mismo Subsecretario de Estado para América Latina, Roger Noriega, lo dijo el otro día. Y pese al mutismo oficial de Washington sobre el paradero del terrorista, Estados Unidos sabe donde está, porque su propia solicitud de asilo contiene su dirección.
Se cae de la mata que pronto se dará el parto, y Posada aparecerá en Miami donde ha estado supuestamente pintando (¡!), leyendo noticias y descansando. ¿Y entonces qué ocurrirá? La presión legal y política será tan grande que a Estados Unidos no le quedará más remedio que meterlo preso temporalmente, mientras los abogados litiguen el caso. Posada pone todas sus esperanzas de permanecer en Estados Unidos en la parte final del ajedrez legal que está jugando. Él y sus abogados saben que quien gane un caso bajo el Convenio de la Tortura, no recibe residencia permanente ni tampoco ciudadanía, pero no puede ser expulsado del país. Entonces, el terrorista, por muy macabro que sea, se puede quedar en Estados Unidos pintando, leyendo, descansando libremente y recibiendo, como Orlando Bosh, desfiles en Miami.
Ahora, ¿califica Posada Carriles para la protección legal en Estados Unidos bajo los términos del Convenio Internacional en Contra de la Tortura? Este acuerdo fue ratificado por el Senado estadounidense en 1990, pero Estados Unidos no se comprometió bajo sus términos hasta 1999. Efectivamente, prohíbe deportar o extraditar a una persona a un país donde es probable que sea torturado. No cabe duda que Posada Carriles alegará que sería torturado en Venezuela a pesar de que no exista evidencia concreta que apoye esa tesis tan ridícula. En Venezuela ni siquiera está permitida la pena de muerte.
¿Pero por qué pedir amparo bajo el Convenio de la Tortura? Porque el hecho de que Posada es un criminal o un terrorista no importa bajo ese acuerdo internacional, mientras que actos delictivos lo descalifican para el asilo. Los abogados de Posada lo saben y se preparan para calumniar a Venezuela durante las próximas semanas, y así poder tratar de establecer en los tribunales miamenses que Venezuela tortura a los presos.
El hecho de que no hay evidencias de que los presos son torturados en la República Bolivariana de Venezuela no importa. Pregúntele a los cinco presos cubanos, injustamente condenados, lo fácil que es manipular y tergiversar la verdad ante los tribunales de Miami. Es irónico que Posada busque protección legal en Estados Unidos bajo el Convenio de la Tortura, cuando la evidencia demuestra que el país que tortura a sus presos es Estados Unidos. Las fotos de los presos torturados y sexualmente abusados por los soldados estadounidenses en Abu Ghraib y Guantánamo ponen los pelos de punta a cualquiera.
Sin embargo, desde el punto de vista de las leyes norteamericanas, ahora cualquier tribunal puede hacerle talco la estrategia de amparo que han planificado sus abogados. Lo que realmente invalida a Posada para recibir los «beneficios» del Convenio es que él mismo ha sido acusado como torturador. Cuando él formaba parte del servicio de inteligencia de Venezuela (DISIP) bajo el mando del entonces Presidente Carlos Andrés Pérez, el terrorista de origen cubano dirigió personalmente a sus sicarios para que torturaran a varios presos políticos, incluyendo en 1973 a Jesús Moreno, quién acaba de denunciar a la prensa que fue torturado por Posada durante sus dos meses de encarcelación.
Al destaparse este tenebroso historial de torturador, Posada se encuentra en una situación muy vulnerable. Un torturador NO CALIFICA para la protección legal del Convenio en Contra de la Tortura, que, de acuerdo con el Artículo 8: «el país (EE.UU.) estaría obligado a extraditarlo». En este caso, a Venezuela. Si Estados Unidos juega bajo las reglas del juego que imponen las leyes internacionales que ha suscrito, el Rey del Terrorismo cubano será enjuiciado y condenado en Venezuela por sus múltiples crímenes en contra de personas indefensas. Tendrá que pintar, leer y jugar ajedrez desde una cárcel venezolana, porque en Estados Unidos las leyes lo fuerzan al jaque mate.
José Pertierra es un abogado cubano. Su bufete está en Washington D.C.