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(Dossier de las intervenciones realizadas en el espacio Dialogar, dialogar de la AHS)

Primer diálogo del Gobierno Revolucionario y la emigración

Fuentes: Cubadebate

Yo quisiera hacer una mejor definición de la Mesa. Considero que Buajasán participó en el equipo de dirección de este proceso, que fue una de las personas que intervino en todo lo que fue la organización de este evento; Rafael fue evidentemente un protagonista, porque fue uno de los que participó en el evento; yo […]

Yo quisiera hacer una mejor definición de la Mesa. Considero que Buajasán participó en el equipo de dirección de este proceso, que fue una de las personas que intervino en todo lo que fue la organización de este evento; Rafael fue evidentemente un protagonista, porque fue uno de los que participó en el evento; yo jugué un papel instrumental, lo mío fue dedicarme a cumplir con las tareas que me encomendaban, a entrevistar a la gente que supuestamente iban a venir al diálogo, los que lo solicitaban o que nosotros nos acercáramos a ellos para que participaran, y creo que es bueno, para que tengan una idea de cómo se organizó esto, precisamente referirme a estos roles, o por lo menos al rol que yo jugué.

Yo en el momento del diálogo estaba trabajando en la misión de Cuba en la ONU. Yo atendía la tercera comisión, que era la comisión encargada de los asuntos sociales y humanitarios, entre los que se encuentra el tema de la migración internacional. Como nosotros todavía hasta el 77 no tuvimos allí Sección de Intereses, a esa comisión, a los compañeros que atendíamos esa comisión, se les encargaba atender las relaciones incipientes con la emigración cubana, con los emigrados que se aproximaban a la embajada. Ese papel primero lo jugó Alfredo Pila y después lo jugué yo, cuando lo sustituí en el año 75. Dentro de ese rol, una de las tareas que tuve precisamente fue trabajar también en el proceso de organización de la brigada Antonio Maco, que coincide prácticamente con la apertura de la Sección de Intereses en Washington. Antes de eso, antes de que se abriera la Sección de Intereses, en Nueva York llevábamos una parte de ese trabajo, y el otro trabajo se llevaba a cabo en Jamaica. Yo les mencionaba a Ramón de la Cruz, a Carbonell, etcétera, que eran los compañeros que atendían ese trabajo en Jamaica y que jugaron un papel importante en todo este proceso de organización del diálogo. Entonces ya a mí me tocó, casi por inercia, también incorporarme al diálogo, aunque ya estaba incorporada la Sección de Intereses de Cuba en Washington y algunos compañeros como Parodi y otros compañeros que ya estaban allí también se ocuparon de eso.

Las instrucciones que yo recibí para la organización del diálogo, en primer lugar, fue hacer una convocatoria lo más amplia posible, porque precisamente lo que le quería era demostrar que un diapasón muy amplio de la emigración cubana apoyaba iniciar algún tipo de acercamiento y normalizar las relaciones con Cuba, un elemento que era fundamental para enfrentar a la extrema derecha, porque para la extrema derecha no había otra política posible hacia Cuba que la hostilidad, y ponía como condición para cualquier tipo de diálogo con Cuba el derrocamiento primero del gobierno revolucionario Cubano.

Por tanto, cualquier persona de cualquier tendencia, que se planteara la posibilidad de tener un diálogo con el gobierno revolucionario cubano ya en la práctica estaba confrontando uno de los cimientos fundamentales del discurso de la extrema derecha, que se ha mantenido así hasta hoy día.

Y de hecho, la primera gran división -hay muchas más- que puede existir dentro de la sociedad cubano-americana es precisamente aquellos que no aceptan ningún tipo de diálogo con el gobierno revolucionario y aquellos que al margen de que puedan tener diferencias políticas de mucha envergadura con Cuba, porque al diálogo vinieron hasta antiguos funcionarios del gobierno de Batista, vino gente de la Brigada 2506 -yo me reuní con la 2506 en Miami para convocarlos al diálogo-; igual que Trump fue a convocarlos, a mí también me tocó convocarlos, y algunos vinieron aquí.

Entonces la primera era esa, tener un espectro muy amplio; y la segunda cosa fue que desde el principio se nos dio una , que partía del criterio de responder a los intereses fundamentales de la emigración, o sea, una agenda que fuera lo suficientemente abarcadora de esas problemáticas como para que vinieran precisamente personas que tenían diversos intereses, desde la izquierda, que vino una representación muy amplia de la brigada Antonio Maceo entre las que estaba incluido Rafael, hasta, como les decía sectores de derecha incluso que habían participado en diferentes organizaciones contrarrevolucionarias en momentos distintos. La única exclusión posible era que ahí no podía haber terroristas activos.

Nosotros queríamos dar la imagen de que eso no era ninguna conciliación con los grupos contrarrevolucionarios y terroristas en Cuba; personas que quizás militaron antes en eso, incluso que podían tener todavía una membrecía formal en alguna de esas organizaciones, pero no era el tipo de elemento con el que nosotros íbamos a negociar, íbamos a negociar no, íbamos a dialogar, porque ese también fue otro elemento importante: nosotros no íbamos a negociar nada. El gobierno cubano, cuando hablábamos con las personas que estábamos convocando la primera cosa que le aclarábamos era: esto no era una negociación, nosotros no vamos a negociar porque ustedes no tienen nada que dar. Esa es la manera en que nosotros enfrentábamos el problema. Nosotros queremos dialogar, ponernos de acuerdo, ver en qué cosas podemos funcionar en común, pero esto desde el principio quedó claro que no era una negociación.

La segunda cosa es que los Estados Unidos no tenían nada que ver en este proceso. Obviamente, sí tenían que ver en el sentido de que este proceso se da precisamente cuando Carter asume el poder en Estados Unidos, se plantea una política de acercamiento con Cuba, y un factor que era de interés tanto para Cuba como para Estados Unidos era precisamente neutralizar a esa extrema derecha que durante años había sido un factor importante en evitar que se pudiera provocar cualquier tipo de negociación entre ambos gobiernos. Por lo tanto, sí estaba la coyuntura, y en la coyuntura estaba Estados Unidos.

Pero en ningún momento se negoció con el gobierno norteamericano ni quiénes iban a venir ni cómo iban a venir, etcétera. Yo recuerdo que, a la segunda sesión del diálogo, vinimos en un avión de Cubana de Aviación que se parqueó en el aeropuerto de Atlanta y aquello fue una sensación, porque no habían visto nunca, y probablemente no lo vuelvan a ver un avión de Cubana de Aviación. Y desde ahí vinimos todos.

Esas eran las condiciones más o menos. En este problema de que era un problema entre cubanos yo creo que planteó un antecedente muy importante. Yo los invito a ustedes a que busquen la conferencia de prensa-yo la iba a traer hoy y se me olvidó, porque vine de otro lado- que dio Fidel previo al diálogo, donde precisamente anuncia el diálogo y donde él habla de las bases políticas que podía tener este tipo de encuentro, y Fidel planteó cosas que yo creo que van a marcar la política hacia la emigración a partir de ese momento. En primer lugar, planteó que ese era un problema nacional; en segundo lugar, planteó que si nosotros apoyábamos la lucha por el mantenimiento de la identidad de otras minorías en Estados Unidos, cómo no íbamos a apoyar la lucha por la identidad de los inmigrantes cubanos en Estados Unidos. Y planteó que este no era un problema ni de clase, ni siquiera tenía que ver con el apoyo a la Revolución, sino que era un problema de identidad nacional, de respeto a la nacionalidad, etcétera. Todo eso está dicho por Fidel Castro en ese evento.

En ese evento fue que yo me enteré que iba a haber esta convocatoria, en esa reunión con periodistas en septiembre. Yo ayudé, también participé en la selección de los periodistas que iban a venir, etcétera y llegaron a Cuba y yo vine con ellos.

Todo el mundo estaba allí pensando que Fidel estaba convocando a esa conferencia de prensa para anunciar una amnistía de los presos contrarrevolucionarios existentes en Cuba. Todo el mundo venía convencido de que esa era la noticia, y prácticamente era como los titulares esos que ya los tienen preparados antes. Y Fidel empezó diciendo: ¿Amnistía? ¿De qué amnistía me están hablando? Yo no sé qué cosa es eso. Todos los periodistas que estaban allí se quedaron completamente botados: ¿esto qué cosa es, para qué es esta reunión? Y esa reunión empezó después y ya entró entonces en el tema: vamos a dar una reunión, vamos a analizar esto bien.

Yo recuerdo que, cuando salimos de allí, el que mandó el Miami Herald era un periodista muy famoso en aquella época, Guillermo Martínez Arocena, que era el hijo de Guillermo Martínez Márquez, que era una figura conocidísima en Cuba. Entonces este hombre llega y me dice: «Chico, yo no sé qué voy a transmitir para allá, porque aquí no ha cambiado nada.» Y le digo: «Ha cambiado todo, compadre, empieza a leer de nuevo a lo que te están convocando, están convocándote a una reunión, a llegar a acuerdos», y el hombre se convenció de que efectivamente ese era el tono de la reunión.

Yo no participé en las decisiones organizativas de eso, no tuve esa experiencia, yo recibía las instrucciones; pero, obviamente, en ese momento ydespuéssobre todo, me he puesto a analizaren lo que significó el diálogo. En primer lugar, yo creo que significó un punto de inflexión en la política cubana hacia la emigración, sobre todo a partir de que se aprobaron las visitas delos emigrados a Cuba. Ni el gobierno cubano ni el gobierno norteamericano habían aprobado esas visitas desde el año 1961 -miren, ahí llegó Parodi, que también puede hacer el cuento-; esas visitas no estaban aprobadas por ningún gobierno; pero el gobierno de Carter una de las decisiones que tomó en esos primeros meses de gobierno fue eliminar la prohibición de los viajes de norteamericanos a Cuba, durante ese período los norteamericanos podían viajar a Cuba, y en esa decisión estaban incluidos los inmigrantes cubanos, y por la parte cubana también estaban prohibidas esas visitas y se aprueban como uno de los acuerdos del diálogo.

Eso los más viejos sabemos que tuvo en Cuba consecuencias extraordinarias. En Cuba estaba el precedente de la visita de la brigada Antonio Maceo, que fue la primera organización de la emigración cubana a la que se le autorizó asistir como tal a Cuba, y eso tuvo un impacto muy positivo en el pueblo cubano. Esa brigada se ganó la solidaridad de la mayoría de la población cubana, que incluso lo percibió de una manera yo creo que un poco exagerada, o sea, de lo que representaba en términos de evolución de la propia emigración, o sea, la inmensa mayoría de los jóvenes emigrados no pensaba como a brigada Antonio Maceo ni mucho menos, pero eso creó el terreno en Cuba para dar este paso, que era un paso mucho más abarcador, como era el diálogo. En el diálogo se aprueba la liberación de alrededor de 2 300 presos contrarrevolucionarios. Igual, esa gente no tenía garantía de obtener visas norteamericanas, porque eso no se negoció con Estados Unidos y se le plantea entonces a este grupo, que acabó llamándose Grupo de los 75, o Comité de Reunificación Cubana que ellos tenían que llevarse a esa gente, conseguirles las visas y pagar el transporte y todo eso. Cuba no hizo nada de eso. Pero ellos recogieron ese dinero, negociaron las visas con el gobierno norteamericano, el gobierno norteamericano aguantó algunas, pero de todas formas dio bastantes visas, incluidas las familias de los que se iban, que eran miles de personas; la persona que se encargó de organizar toda esa operación, que se llamó Comité de los 75 o Comité de Reunificación Familiar, fue Albo Ruíz, que jugó un papel muy importante negociando con todo el mundo ahí para que apareciera el dinero para los aviones, se hicieran las gestiones con el gobierno norteamericano. Y la otra decisión fue aprobar las visitas de los emigrados a Cuba, que en el año inmediato posterior, en el año 79, vinieron 100 mil personas a Cuba; 100 mil personas, contra todo lo que significaba venir a Cuba en ese momento, las amenazas terroristas, los asesinatos, porque también el diálogo tiene sus mártires, tiene a Carlos Muñiz Valera, tiene a Eulalio Negrín. O sea, a esa gente las mataron por dialogueros.

El terrorismo, si ustedes lo estudian, creció extraordinariamente en esa etapa, y los blancos eran los emigrados. Los blancos ya no eran otros, como hacían en el exterior, o sea, se concentró en la …

______________. Félix García.

JESÚS ARBOLEYA. Sí, a Félix, que lo matan… Pero Félix era diplomático, pero yo me refiero a gente que participó en el diálogo y que eran objeto de estos ataques terroristas. Ahora, en Cuba eso tuvo repercusiones a veces muy contradictorias. La sociedad cubana en realidad, hasta ese momento, había identificado la emigración con la traición al país, y de cierta forma tenían razones para hacerlo, porque esa emigración era la base social de la contrarrevolución y así, en calidad de eso, actuaban.

Entonces hubo mucho rechazo dentro de determinados sectores revolucionarios a la posibilidad de que esas personas vinieran, visitaran Cuba. Muchas de esas personas tampoco ayudaron, vinieron en calidad de triunfadores, con toda la pacotilla puesta por todos lados; los aviones aquellos desembarcaban y aquello era una película de humor: las mujeres con cuatro vestidos, con los aretes puestos en la cabeza. Hay muchas anécdotas en relación con eso. Pero eso tuvo mucha resistencia en Cuba hasta el punto de que Fidel tuvo que dar una reunión en el Karl Marx -yo no recuerdo exactamente la fecha…

__________. En enero de 1979.

JESUS ARBOLEYA. Tuvo que dar una reunión con todos los cuadros del país, los trajo de todas partes, para explicarles. Y ahí leyó la carta de un militante donde le estaba diciendo que estábamos cambiando la dignidad por chícharos, o por lentejas, o por pitusas, o algo de eso. Una carta muy dura, que Fidel leyó y que tuvo que discutir.

Alguna gente le achaca a ese encuentro ser una de las causas del Mariel después ya, al otro año. Y creo que puede haber sido un catalizador de toda una serie de problemas que existían en el país y que nosotros no habíamos sido capaces de leer correctamente, pero me parece que sería muy simple asumir que porque llegaron esa gente se creó todo el problema del Mariel, que fue un problema extraordinario y que tenía otras causas, que no es el momento.

Yo entonces, compañeros, les trasmito esto. O sea, creo que ahora los compañeros podrán ser mucho más exhaustivos. Ese fue el clima que se dio en esta reunión del diálogo. Yo creo que el diálogo además sentó un precedente, en el sentido de que ese tipo de reuniones, que después han tenido otras versiones, no han sido exactamente así, como las reuniones de la Nación y la Emigración, las actividades que ahora se están haciendo por diferentes países, etcétera, pero yo creo que el diálogo estableció un patrón, se estableció por lo menos la singularidad de que nunca antes, y creo que tampoco después, el gobierno cubano se reunió con un grupo tan diverso de personas y fue capaz de encontrar puntos de contacto para establecer una política que prácticamente cambió, por lo menos como tendencia, la política cubana hacia la emigración.

RAFAEL BETANCOURT.

Bueno, es que tuvimos una oportunidad en un taller de Casa de las Américas que se dio en octubre sobre el tema Aproximaciones a la memoria histórica, que hablamos un poco más amplio sobre el temade la izquierda. Ahí estuvimos Rubén Rumbau, Mariana Gastón, Manolo Gómez y yo. Y tenía aquí la presentación abierta de lo que yo dije allí, algunas cosas que dijo Manolo, no todo, pero para compartir algunas cosas con ustedes en lo relativo al diálogo.

El diálogo, como dice Arboleya, tenía un corte muy amplio, incluso el título es muy importante: Diálogo entre el gobierno cubano y personas representativas de la comunidad cubana en el exterior. O sea, nosotros no éramos representantes de nada, éramos personas que éramos representativas de…y el gobierno cubano representaba a la nación cubana. Esa es una primera importante diferencia.

¿Qué representaba yo, qué representábamos los cinco que estábamos ahí de la brigada Antonio Maceo? Bueno, pues esa dimensión de la izquierda que había estado de algún modo participando en este proceso durante ya una serie de años. Realmente empezamos a organizarnos como izquierda desde los años 69 y 70. Yo recuerdo una reunión con Andrés en Miami en las Navidades del 70 o el 71, que estábamos en casa del Comandante Machuche, de Frank Yanes, creo que fue en su casa, donde la gente iba a Miami a pasar navidades con la familia, y entonces coincidimos un montón de gente ahí. Yo tenía en ese momento 18 ó 19 años y ya estábamos un grupo de gente de diferentes lugares de los Estados Unidos y Puerto Rico pensando diferente con relación a Cuba.

Y eso surgió sobre todo en diferentes universidades, en el caso mío en la universidad de La Florida en Geinsbur, donde se dio un pequeño grupo, una masa crítica de jóvenes, algunos, como Albor, me llevaba a mí once años y había tenido incluso participación activa en la contrarrevolución, increíblemente, eran personas que habían hecho una transición extraordinaria. En Geinsbur, yo era el más joven, que no tenía nada que ver con ese mundo, pero recuerdo que yo llego a un manifestación en contra de la guerra en VietNam, en octubre o algo así, de 1969 -yo tenía 17 años- y yo llego allí y me encuentro cuatro o cinco o seis cubanos, y digo: «¿Qué hacen estos cubanos aquí?». Yo estaba allí como un americanito más, manifestándome en contra de la guerra de Viet Nam, y sin embargo me encuentro a toda esta gente que eran verdaderamente mayores que yo, los había visto en otros espacios, pero de buenas a primeras nos empezamos a unir, porque además teníamos a la gusanera, a los que estaban en contra de la manifestación, a favor de la guerra de Viet Nam, en un pasillo, un poco distantes de nosotros. O sea, ya teníamos la adversidad manifestada desde ese momento, como siempre existió en todo ese tema.

Entonces todo eso fue madurando; se creó una primera organización, la Juventud Cubana Socialista, entre Miami, Puerto Rico y alguna gente en Nueva York también. Surgieron las revistas como Joven Cuba, como Areíto, en la cual participamos muchos de los fundadores de la Brigada. La revista Areíto fue un esfuerzo muy importante para también de algún modo de atraer a gente con diferentes posturas políticas, no solamente nosotros, que estábamos claramente definidos con la izquierda y en apoyo a la Revolución, sino otros que no lo estaban de tal manera, que eran más del mundo intelectual. Incluso en ese campo estaba en ese momento Lourdes Casals, cuya evolución nos arrastró a todos. Pero en ese momento ella estaba más bien en otra postura más intelectual., más crítica. Y de ahí, después de la revista Areíto, ya se concreta el proyecto de la brigada Antonio Maceo, y el proyecto Antonio Maceo, que venía andando desde el año 1970 ó 71, que entregamos la primera propuesta de brigada a la misión cubana en Naciones Unidas, más o menos por esa época, basada más o menos en la brigada Venceremos. Porque, entre otras cosas, lo que había sucedido es que en el primer contingente vino una cubana y se entrevistó con Fidel, le dijo que quería quedarse y Fidel le dijo: «Cómo que no, quédate.»Y los organizadores dijeron de ahora para adelante ni un cubano más en la Venceremos. Incluso mi hermano estuvo en el barco en el río San Lorenzo en Montreal, y lo bajaron por ser cubano.

Entonces nosotros dijimos: hay que organizar una brigada de cubanos, y eso fue lo que nos dimos a la tarea de hacer, y tomó un burujón de años que se lograra aprobarlo. Finalmente se aprobó, vinieron los famosos 55 Hermanos, tuvimos una experiencia extraordinaria en la cual no nos vamos a detener, porque esa sí es toda una experiencia que vivimos muy intensa. Después de eso, en realidad empezamos a movernos en varios frentes a la vez hasta que llega el diálogo.

Y el diálogo nos da la oportunidad a la brigada Antonio Maceo, en primer lugar, de tener una plataforma mucho más amplia diríamos del exilio, de la emigración, porque hasta ese momento nosotros éramos los apestados, cuando salía un artículo en el Miami Herald, en Puerto Rico incluso, muchas cosas muy agresivas. En ese momento nosotros nos presentamos en el diálogo con unas posiciones que yo creo a la luz del tiempo muy avanzadas y realmente muy serias.

Y les voy a leer los diez puntos que planteó el programa de la brigada Antonio Maceo en el diálogo de 1978. 1. El derecho a la ciudadanía cubana. 2. Intercambios culturales, científicos y deportivos. 3. Intercambios educacionales. La posibilidad de estudiar en Cuba para los que viven fuera. 4. Actividades especiales, posibilidades de aquellos jóvenes que viven en el exterior de participar como observadores en actividades del Estado y del Partido, de las organizaciones de masas, así como en eventos científicos y profesionales. 5. La posibilidad de que los cubanos residentes en el exterior voten por representantes a la Asamblea Nacional del Poder Popular. 6. La posibilidad de regreso permanente a vivir a Cuba. (Aquí estábamos Andrés y yo, Andrés se pasó en toda la Brigada diciendo que quería venir y es el que más tiempo se ha quedado fuera, y yo, que me quedé callado, fui el que vino para acá). 7. La excarcelación de la mayor cantidad de presos cubanos por razones contrarrevolucionarias. 8. La posibilidad de visitas familiares a Cuba. 9. La posibilidad de que aquellos residentes cubanos que tienen familias fuera puedan viajar a visitar sus familiares. 10. Que el gobierno cubano les dé permiso de salida a aquellos que quieran reunificarse con su familia fuera de Cuba.

Estos fueron los diez puntos que trazamos, que escribimos. Recuerdo que estábamos en una habitación del hotel Riviera, Mariana Gastón fue la que los redactó y la que los preservó para la posteridad. Pero, bueno, sé que estaban Raúl, Árzaga, y estábamos algunos que no fueron a la brigada, porque la brigada fue muy estricta en que no podía venir nadie que hubiera salido de Cuba con mayoría de edad. De modo que algunos de los más cercanos colaboradores nuestros en la revista Areíto, de la gente más firme, como la propia Lourdes, como el propio Albor, Aruca, no pudieron venir en la brigada. Vinimos los que salimos sin poder de decisión sobre nuestros actos. Pero ellos sí estaban en el diálogo, Albor estaba en el diálogo, Aruca estaba en el diálogo, y todos escribimos eso juntos, es la realidad.

Entonces, ¿qué pasa? Que lo primero que quiero destacar es que nosotros tuvimos un papel que era queríamos escribir y para poder ejecutar esos acuerdos se creó una infraestructura de agencias de viajes para trasladar esa emigración cubana que iba a hacer las visitas en Cuba. Y en esa vuelta nosotros pedimos que se nos otorgara una agencia de viaje, y ahí se crearon dos en realidad, la primera, se llamaba CubaTravel, que fue una idea de Lourdes, y quedamos en que se iban a abrir tres oficinas: la de Washington por Aruca, la de Miami por Vicente Dopico, y yo me iba a trasladar de Washington, donde estaba en ese momento, a Nueva York a abrir la oficina de Nueva York.

Cuando yo llego a Nueva York el nombre CubaTravel estaba reservado por una agencia de viajes americana y me pedían 60 mil dólares por darnos el nombre, y nosotros no teníamos ni seis mil dólares. Yo después les cuento cómo abrimos esa agencia, porque aquello fue… Y cambiamos el nombre. Yo había estado hospedado en el hotel antiguo Marazul, ahora Tropicoco, unos días antes, tenía unos buenos recuerdos de aquello y sugerí el nombre de Marazul, incluso diseñé el primer logotipo y todo, y ahí se creó la agencia Marazul. O sea, que la agencia Marazul la creamos entre ese grupo más las personas que nos acompañaron. Porque cada oficina tenía una jefa de oficina, un poco de machismo, los directores éramos los hombres y las jefas de oficina eran mujeres, que en el caso de Miami fue Margarita Lejarza, en Washington fue Josefina Hernández y en Nueva York fue Vivian Otero. Y esas tres parejas de persona abrimos aquello y empezamos a recibir las personas que venían a los viajes.

Y la otra importantísima agencia fue Viajes Varadero, que abrió en Puerto Rico y que fue incorporada por Carlos Muñiz y Raúl Orzaga, que después devino en todo lo que ustedes saben, el asesinato de Carlos y lo que le siguió. Y yo quiero decir que en ese año nosotros participamos en organizar los viajes que trajeron a Cuba 100 mil cubanos y que tuvieron un impacto muy grande, positivo y negativo.El año pasado vino medio millón de cubanos residentes en el exterior a Cuba, 517 mil, de los cuales el 80% vino de Estados Unidos, y no se sintió.

______________. Fueron viajes, no personas.

RAFAEL BETANCOURT. Viajes, no personas. Tienes razón. También en los 100 mil hubo repitentes.

_______________. No estoy muy seguro de que podía haber repitentes porque yo creo que se les dio el derecho de venir una vez nada más al año. Son 100 mil de verdad.

RAFAEL BETANCOURT. También las regulaciones iban cambiando. Uno llegaba aquí con una regulación de Aduana y, cuando llegaba, todo había cambiado y decomisaban la mitad del equipaje de la gente, y nosotros,que representábamos a nuestros clientes, nosotros estábamos claros de que nuestros clientes eran esos que estaban viajando, y nos indignábamos con las autoridades cubanas, que estaban haciendo este tipo de medidas que afectaban realmente política y económicamente a nuestra clientela.

Entonces quiero terminar con dos cosas: primero, la importancia histórica de la izquierda cubana en Estados Unidos y Puerto Rico radica en que retó la dicotomía entre el exilio anticastrista y una izquierda norteamericana pro Cuba que no tenía matices, que era la izquierda de Venceremos. Al mismo tiempo colaboró con el esfuerzo del gobierno cubano de abrir un nuevo espacio para su emigración y para darle a esta una mayor participación en la vida de la nación.

Elier me pidió que dijera algunas ideas de lo que pudiera ser cómo impulsar nuevos esfuerzos de acercamiento entre la emigración y Cuba,como hizo la brigada Antonio Maceo y el Diálogo en su momento. Y yo quiero señalar esto, que en parte está tomado de lo que Manolo Gómez habló en ese encuentro de Casa de las Américas, aunque estábamos todos quedándonos en mi casa: Manolo, Mariana, todo esto lo cocinamos juntos.

Primero: ofrecer una atención más integral a la emigración.

Multiplicar las voces, redes y organizaciones de emigrados con una amplia participación, incluyendo a muchos que aunque no compartan todo el proyecto político cubano, lo respeten y quieran contribuir dentro de ese proyecto al desarrollo del país

Resolver el asunto de la doble ciudadanía en los cambios de la Constitución. O sea, la Constitución de la República plantea todavía una sola ciudadanía posible, aunque en la práctica sabemos que no es así.

Seguir avanzando en la definición jurídica de los derechos y deberes de los emigrados en lo que sea posible con alguna consulta o participación con la propia emigración.

Reducir los precios de los trámites administrativos de los emigrados. Ustedes no saben cuánta queja hay en los Estados Unidos sobre el tema de los precios, lo que tienen que pagar. Nosotros tenemos que pagar los cien CUC por el pasaporte, y ya, pero ellos pagan hasta 400, 500 dólares por el pasaporte.

Abrir nuevos espacios para facilitar la colaboración con grupos de emigrados con amplia participación. Por ejemplo, proyectos conjuntos que apoyen el desarrollo del país, incluso como apoyo de remesas e inversiones. Esos espacios pudieran ser, otro ejemplo, foros sobre temas nacionales en los derechos y deberes de los emigrados sobre otros temas nacionales, intercambio con las organizaciones de masas o con gobiernos municipales y provinciales, e incluso la posibilidad de tener observadores en la Asamblea Nacional. ¿Ven que estamos volviendo a cosas de hace 30 o 40 años? Pero, por ejemplo, ¿en Remedios cómo se financiaron las carrozas? Ahí están los remedienses en Miami dando dinero para las carrozas.

Hay muchos espacios, el apoyo a los equipos de béisbol, donde pudiera estar presente y se pudiera crear justamente ese espíritu de participación, ese espíritu de pertenencia que tan necesario es en la emigración cubana.

Yo creo que ya, puedo hablar una hora más, pero me callo la boca.

ELIER RAMÍREZ. Muchas gracias, Rafael. Bueno, realmente es impresionante, muchas de esas cosas cuando uno las lee de hace cuarenta años, cómo hay cosas todavía que tienen tremenda vigencia. Y que fue el grupo de ustedes, el grupo de ustedes fue la avanzada.

RAFAEL BETANCOURT. Y quería decir una sola cosa, para decir que el gobierno americano no estaba de acuerdo con esto: cuando yo regresé,yo trabajaba en el Ministerio de Trabajo en Washington, era economista, nuevo, jovencito, en el Ministerio de Trabajo en Wahington, y cuando llegué el FBI había visitado a mi jefe y le había dicho que qué coño hacía yo en Cuba haciendo política exterior cuando yo no era del Departamento de Estado, y él me dijo: «bueno, tenemos que parar eso», y le dije: «No te preocupes, yo renuncio». Claro, ya yo tenía previsto abrir Marazul en Nueva York, pero allí estaba el FBI cuando yo llegué.

JOSÉ BUAJASÁN.

Bueno, aquí también hay un testigo, Ramón Sánchez Parodi, que era el embajador nuestro allá, era la representación nuestra allá en la Sección de Intereses.

Yo nací aquí en Cuba, participé en la lucha clandestina, nací en el barrio cerca de El Manglar, estudié bien a Martí, y conocí este pueblo, que es lo más grande que yo puedo haber visto en mi vida entera.

Entonces yo trabajé en la Inteligencia, fui dirigente de un departamento. La Inteligencia cubana es una Inteligencia de mucha calidad, teníamos muy buena información de lo que estaba pasando en Estados Unidos, pero aquí un grupo de compañeros ajenos a nosotros empezaron a preparar el diálogo con la representación nada más de elementos de la derecha, incluso contrarrevolucionarios. Habían dado esa idea, se estaba trabajando eso.

Yo trabajaba en la Inteligencia atendiendo este tipo de cuestiones, y me enteré de eso, que se estaba haciendo al margen de nosotros.

René Rodríguez atendía el ICAP y por cierto jugó un papel importantísimo en este tipo de cuestión del Diálogo, el amor que él le tenía a la comunidad y el conocimiento que él tenía sobre la comunidad. Él atendía a todos los visitantes, etcétera, se había portado muy bien. Y un día yo voy, yo no tenía gran confianza con René, y me vio la cara que yo tenía y me dijo: «Ven acá, ¿qué es lo que te pasa?» Y le digo: «No, chico, es que van a chivar todo el trabajo que estamos haciendo nosotros con la comunidad. Si invitan a los terroristas a las conversaciones estas, le vamos a dar el mando al enemigo de la representación de la comunidad, y en los Estados Unidos hay patriotas, y no solamente patriotas, hay personas que, aunque no sean revolucionarias, no son como esos elementos que defienden el bloqueo, con el objetivo de matar a nuestro pueblo de hambre; que tendrán sus ideas, pero no son traidores; son cubanos, no son afro norteamericanos ni afrocubanos, son cubanos.

Martí estuvo en los Estados Unidos y era cubano, no era cubanoamericano, ni Camilo Cienfuegos, ni todos los cubanos que estaban en los Estados Unidos; eran cubanos, que estaban allá por miles de problemas, económicos, familiares, etcétera, pero amaban a este país. Y si hacen ese diálogo con los representantes esos que fueron recomendados por Bernardo Benes y Charles Dascal, van a traer a Calatayud, a todos los tipos estos; pero ellos no pensaron en Rafelito Betancourt, no pensaron en alguien como Andrés Gómez. No, no. Esos no eran cubanos, esos eran repudiados por este tipo de gente que iba a venir aquí». Le dije eso.

Al otro día me llama, y me dice: «¿Tú estás dispuesto a decirle eso a Fidel?» Digo: ¿Yo? Yo me puse nervioso, porque el problema es que tenía que saltar varios niveles de dirección, y los militares ustedes saben cómo es eso. Y yo no había hablado con nadie. Le digo: «Sí, sí, cómo no. Yo voy». Entonces fui y le avisé a un compañero que estaba allá de segundo jefe, que no quiero decir el nombre, y le dije: «Oye, nos quiere ver Fidel», y me dice: «¿Para qué?» y le digo: «No sé». Entonces fuimos allá, y nos estaba esperando en la puerta. No habló con el jefe que iba conmigo, me sentó frente por frente a él en un banquito, estaba Miyar Barruecos, estaba René Rodríguez, y el compañero ese que era jefe estaba en la esquina. No habló con él. Entonces me dijo: «Ven acá, compañero, me han dicho que tú tienes criterios de principios en relación con el tema este», y le dije: «sí, Comandante, son problemas de principios, si se hace el diálogo este que le están recomendando fulano y mengano vamos a poner al frente de todos los cubanos que están en el mundo al enemigo de la Patria, a los enemigos de Cuba, y eso es injusto, y no es patriótico ni es revolucionario. Nosotros tenemos cubanos revolucionarios en México, en Panamá, en España, en Venezuela, en todas partes hay cubanos. En España tenemos hasta locales, edificios de cubanos que simpatizan con Cuba». Me dejó hablar dos horas Fidel, no me interrumpió, y al final me dijo: «Tienes toda la razón, vamos a hacer el diálogo con todos los cubanos patriotas, con todos los verdaderos hombres que quieren a este país. Pueden venir incluso gente que no simpatice con nosotros, pueden venir también, y vamos a conversar con todos ellos».

Celia Sánchez se metió en el asunto, René Rodríguez se metió en el asunto, se preparó el diálogo, vinieron las gentes aquí, vinieron primero 75. Después ocurrieron un montón de cosas maravillosas, la brigada Antonio Maceo, los 55 Hermanos…

____________. Eso fue justo antes.

____________. Un año antes.

JOSÉ BUAJASÁN. Sí, y toda una serie de documentales que surgieron aquí. El pueblo cubano lloró, y hubo unión de la patria, de los cubanos de todas partes; se unió todo lo bueno que hay en todas partes, porque aquí vinieron incluso hasta batistianos y todo, que cambiaron de idea. Hay que ver los discursos que dijeron, aquí vinieron ex secretarios de Batista como Raúl Acosta Rubio y José Suárez Núñez, este último recuerdo que decía: «Cuando yo veo que Stevenson noquea a uno, mi corazón salta de alegría», etcétera, etcétera. Están todos sus discursos ahí.

Después se hizo otro diálogo con mayor número de personas, que vinieron con posterioridad. ¿Qué pasó con Estados Unidos? Los cubanos que estaban en el exterior rompían el bloqueo, nos mandaban medicinas en la época del dengue, vinieron barcos aquí, se burlaron de todas las restricciones, mandaban ayuda, mandaban medicinas, nos informaban de muchos de esos terroristas. Porque quiero decirles a ustedes que algún día la historia recogerá el nombre de gente increíble, que todos nosotros creemos que son traidores y fueron patriotas que informaban al pueblo de todas las barbaridades que se estaban organizando allá en Estados Unidos. Vamos a tener que llenar las calles de estatuas de patriotas, de cubanos dignos, humildes, sencillos. Gentes que descubrieron planes de atentados, sabotajes, crímenes atroces, espías que teníamos aquí.

Pero los grupos de extrema derecha, reaccionarios, enemigos jurados de cualquier posibilidad de diálogo, asesinaron al compañero de Puerto Rico, Carlos Muñiz, que defendía no solamente a Cuba; defendía a Puerto Rico, defendía a Viet Nam, defendía todas las causas justas del mundo. Mataron al compañero de New Jersey, Eulalio Negrín. Pidió que sus restos fueran enterrados aquí en Cuba, y lo trajimos aquí, y se enterraron en Juan Gualberto Gómez, que antes se le llamaba Sabanilla del Encomendador, que él era patriota de ese lugar.

Pero mataron a otra gente que no estaba tan vinculada con nosotros; asesinaros a Luciano Nieves. Mataron a compañeros nuestros de la embajada allá en Portugal, a Félix García en New York, mataron a cantidad de compañeros.

Y esos cubanos que estaban ahí, gracias a su amor a la patria, defendieron a nuestra patria. Y se pueden escribir libros que pueden ganar premios a nivel internacional. Claro que después matarán a sus autores, pero quiero que ustedes sepan que el trabajo que han hecho los cubanos en el exterior a favor de nuestra Patria es una cosa extraordinariamente importante y generosa.

Aquí se dijo que el diálogo fue el que facilitó el Mariel. No, no fue eso. Había el plan por parte nuestra de que los compañeros que mandaran turismo fuera un turismo evidentemente selecto, y estaban nuestras organizaciones trabajando en eso, pero a alguien se le metió en la cabeza decir que no, que era mejor el turismo masivo. Metieron el turismo masivo y lo que metieron aquí… Aquí venía gente que se retrataban con joyas que alquilaban en los Estados Unidos, y se retrataban al lado de carros y casas, etcétera, y venían aquí y le decían a su familia y al barrio que las casas eran de ellos, que las joyas eran de ellos y que los carros eran de ellos. Entonces mucha gente creyó que, llegando allá a los Estados Unidos, se iban a hacer ricos, que se iban a hacer millonarios, y se produjo ese deseo masivo de ir al mundo de la riqueza, al paraíso, y se produjo ese tipo de cuestión que evidentemente nos hizo bastante daño y suspendió bastante el diálogo por un tiempo; pero se volvió a reanudar, porque es que no puede ser de otra forma.

Nosotros le habíamos puesto a esta operación, Operación 16, porque eran 15 provincias, y la otra provincia es Florida, porque los yanquis han convertido a Florida en parte de Cuba; como están más interesados en los problemas de Cuba que en los problemas de Estados Unidos, y como en definitiva la Florida era gobernada desde Cuba, algún día a lo mejor la Florida pasa a ser parte de nuestro país (risas)

Bueno, muchas gracias.

(APLAUSOS)

Fuente: http://www.cubadebate.cu/cuba/2018/12/10/primer-dialogo-del-gobierno-revolucionario-y-la-emigracion/?fbclid=IwAR02hg93LBwdi8ZZxL5Xu1IHRr2Ylb_C2P_YGNgJ7hcuKmDr0EdmvqLbi8Y#.XBCemhDBBkX