Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
A los miembros del American Friends Services Commite (AFSC)*, que salvó a miles de judíos del Holocausto, ahora se nos prohíbe entrar en Israel debido a nuestro apoyo a una lucha no violenta por la igualdad.
Foto ilustrativa de los miembros del AFSC que se manifiestan contra la ocupación israelí. (AFSC)
Israel reveló esta semana una lista de 20 grupos de todo el mundo a los que prohíbe entrar en el país debido a su apoyo al movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Para mí la lista es mucho más que una simple noticia. Como miembro del personal de una organización incluida en la lista, el American Friends Services Commite (AFSC), un grupo cuáquero dedicado a trabajar por la paz y la justicia social, esta noticia llegó al punto de vista personal y profesional.
Como rabino que trabaja para AFSC, estoy orgulloso de las importantes conexiones históricas entre la comunidad judía y nuestra organización. Como el propio Holocaust Memorial Museum de EE.UU. señaló, AFSC estuvo en la vanguardia de los esfuerzos para ayudar y rescatar a los refugiados judíos después de 1938, «asistiendo a personas y familias necesitadas… ayudando a las personas a huir de la Europa nazi, comunicarse con sus seres queridos y adaptarse a la vida en los Estados Unidos».
El museo también reconoció que «el AFSC ayudó a miles de personas en los Estados Unidos a transferir pequeñas cantidades de dinero a sus seres queridos en los campos de concentración franceses (y ayudó) a cientos de niños, incluidos los refugiados judíos y los hijos de los republicanos españoles, a llegar a Estados Unidos bajo el cuidado del Comité de Estados Unidos para el Cuidado de Niños Europeos en 1941-42».
Varios años después, el AFSC se involucró con un grupo diferente de refugiados, los palestinos. A fines de 1948, mientras las hostilidades militares en Palestina seguían en pleno apogeo, la ONU pidió al AFSC que ayudara a encabezar el esfuerzo de ayuda en Gaza, que se estaba llenando rápidamente de refugiados palestinos. Como señaló la historiadora Nancy Gallagher, la ayuda a los refugiados no era el objetivo final de su trabajo en Gaza, sino que «habían aceptado la invitación a participar en el esfuerzo de socorro con la expectativa de ayudar en el proceso de repatriación y reconciliación».
La refugiada palestina Laila Abdel Meguid Tafesh, de 78 años, del campo de refugiados de Rafah, sostiene una llave que dice es de su casa en Jaffa. (Abed Rahim Khatib / Flash90)
En marzo de 1949, el Secretario Ejecutivo de AFSC Clarence Pickett ofreció un plan de seis puntos para resolver el problema de los refugiados, instando a «una repatriación sustancial de los árabes al Estado de Israel». Sin embargo, cuando se hizo evidente que no había voluntad internacional para una solución política al problema de los refugiados palestinos, el AFSC declaró formalmente que deseaba retirarse de Gaza y afirmó que «la postergación de la solución… se opone a una solución política rápida del problema».
Durante mucho tiempo me he sentido consternado por la hipocresía de quienes aplauden el trabajo de los cuáqueros en nombre de los refugiados judíos y sin embargo los critican duramente por aplicar los mismos valores y esfuerzos en nombre de los refugiados palestinos. En un artículo reciente para Tablet, por ejemplo, Asaf Romirowsky y Alexander Joffe, hicieron la falsa acusación de que el AFSC «pasó de salvar judíos a vilipendiarlos», alegando que la experiencia de AFSC en Gaza los convenció de «salir del negocio de la ayuda en general «para no promover » el odio progresivo a Israel».
A la luz de tales invectivas, no es sorprendente saber que Romirowsky y Jaffe están conectados profesionalmente al Middle East Forum, una organización notoriamente islamófoba de derecha radical dirigida por Daniel Pipes que ha sido clasificado por el Southern Poverty Law Center como un grupo de odio. Más allá de la desagradable retórica, cabe señalar que AFSC nunca ha sido únicamente una organización de ayuda. Desde su creación hace 100 años, tras la Primera Guerra Mundial, ha promovido constantemente la reconciliación y la repatriación junto con el servicio directo para abordar pacíficamente los conflictos en todo el mundo. El trabajo de AFSC en Gaza no fue ni sigue siendo una excepción.
Niños palestinos se calientan alrededor de un fuego durante una tormenta invernal en el campamento de refugiados Al Shati, Ciudad de Gaza, 19 de febrero de 2015. (Foto por Ann Paq / Activestills.org)
Romirowsky y Jaffe revelan aún más su agenda prejuiciosa cuando sugieren que los refugiados palestinos solo querían «mantenerse a expensas de otra persona hasta que Israel desapareciera». De hecho los refugiados de los que AFSC apoya en Gaza son los palestinos expulsados de sus hogares alojados en campos de refugiados construidos apresuradamente. Es obviamente escandaloso sugerir que fueron motivados por algo más que su deseo de regresar a sus hogares. En tales circunstancias, no era en absoluto irrazonable que AFSC abogase por su retorno y repatriación.
En su artículo, Romirowsky y Jaffe también repiten la acusación del Gobierno israelí de que el movimiento BDS «se opone a la existencia de Israel». Lo que ellos llaman «el movimiento BDS» es, de hecho, una respuesta a un llamado emitido por una amplia coalición de los sindicatos palestinos, los partidos políticos, las redes de refugiados, las organizaciones de mujeres y otros grupos de la sociedad civil palestina. El llamado BDS, lanzado en 2005, es un crie de cour de palestinos para que el mundo use esta estrategia no violenta y dedicada a presionar a Israel para que cumpla tres exigencias esenciales: poner fin a la ocupación de Cisjordania y Gaza y desmantelar el muro de separación; reconocer los derechos fundamentales de los ciudadanos palestinos de Israel a la igualdad plena y respetar, proteger y promover los derechos de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares como se estipula en la Resolución 194 de la ONU.
Aunque BDS es una táctica intrínsecamente no violenta, llama la atención el hecho de que el Gobierno de Israel haya dedicado tiempo, energía y recursos para tratar de derrotarlo en la última década. Ha gastado literalmente cientos de millones de dólares en este esfuerzo, ha reclutado una gran cantidad de organizaciones de defensa de Israel e incluso ha creado un nuevo ministerio del Gobierno dedicado exclusivamente a combatir el BDS. Y aunque las demandas del llamado BDS se basan en los derechos humanos y en el derecho internacional, se lo llama rutinariamente «terrorismo económico» antisemita que «deslegitima al Estado de Israel«. La lista negra de organizaciones es, por lo tanto, solo la última de una larga lista de respuestas draconianas y no democráticas a este movimiento en rápido crecimiento de resistencia no violento.
Partidarios del boicot académico durante la reunión anual de negocios de la Asociación Americana de Antropología en Denver, Colorado, 21 de noviembre de 2015. (foto: Alex Shams)
Como tal, el apoyo de AFSC a BDS está totalmente de acuerdo con su misión de hace 100 años. Creemos que todas las personas, incluidos los palestinos, tienen derecho a vivir en condiciones de seguridad y paz y que se respeten sus derechos humanos. Durante 51 años, Israel ha negado a los palestinos en los territorios ocupados sus derechos humanos fundamentales, desafiando el derecho internacional. Mientras los judíos israelíes disfrutan de plenos derechos civiles y políticos, prosperidad y relativa seguridad, los palestinos bajo control israelí disfrutan de pocos o ninguno de esos derechos o privilegios.
Además, creemos que la convocatoria de BDS tiene como objetivo cambiar esta situación, pidiendo a la comunidad internacional que utilice tácticas de cambio social no violentas comprobadas hasta que se logren la igualdad, la libertad, el fin de la ocupación y el reconocimiento del derecho al retorno de los refugiados. Los Principios de AFSC para una Paz Justa y Duradera en Palestina e Israel afirman cada uno de estos derechos. Por lo tanto, nos hemos unido a otros en todo el mundo para responder al llamado BDS dirigido por los palestinos, que buscan conquistar sus derechos y terminar con la opresión israelí. Después de todo, ¿cuáles son las alternativas que les quedan si les negamos esas opciones?
El pasado mes de octubre viajé con otros miembros del personal de AFSC a Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza, para reuniones con nuestro personal allí. Sí, nuestros esfuerzos en Israel-Palestina aún continúan. Si bien aún no sabemos si la decisión del Gobierno afectará nuestro trabajo, somos conscientes de que a cientos de miles de palestinos se les ha negado durante décadas la entrada a la tierra de sus antepasados. La AFSC, al igual que otras organizaciones en la odiosa lista de Israel, entiende que la paz solo puede llegar a esta tierra cuando la injusticia esencial que ocurrió hace 70 años se aborde con justicia, y los derechos humanos de todos sean reconocidos y respetados.
Brant Rosen es el Director Regional del Medio Oeste del American Friends Service Committee y el rabino de la congregación Tzedek Chicago.
* Nota de la editora:
American Friends Services Commite es una organización afiliada a la Sociedad Religiosa de Amigos (Cuaquerismo) para proveer ayuda humanitaria y trabajar por la justicia social, la paz y la reconciliación, los derechos humanos, y por la abolición de la pena de muerte. El grupo fue fundado en 1917 por el esfuerzo por los miembros estadounidenses del Religious Society of Friends y de la asistencia a víctimas civiles de la guerra.
Debido a que los cuáqueros se oponen tradicionalmente a la violencia en todas las formas se niegan a participar en el ejército, la misión original de la AFSC era proporcionar la objeción de conciencia (COs) para la guerra con el objetivo de la construcción de alternativas para el servicio militar. En 1947 AFSC recibió el Premio Nobel de la Paz junto al British Friends Service Council, actualmente conocido como Quaker Peace and Social Witness, en nombre de todos los cuáqueros del mundo. (Wikipedia)
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.