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«Proteger» y «potenciar» el cultivo con agroquímicos: un viejo paradigma heredado del período de la «revolución verde», que se debe cambiar

Fuentes: Rebelión

«Proteger» y «potenciar» el cultivo con agroquímicos: un viejo paradigma heredado del período de la «revolución verde», que se debe cambiar por el enfoque agroecológico de manejar la finca Es bastante conocido y demostrado a escala internacional, que el viejo modelo de la agricultura convencional, que en algunos países ha derivado hacia una agricultura integrada, […]

«Proteger» y «potenciar» el cultivo con agroquímicos: un viejo paradigma heredado del período de la «revolución verde», que se debe cambiar por el enfoque agroecológico de manejar la finca

Es bastante conocido y demostrado a escala internacional, que el viejo modelo de la agricultura convencional, que en algunos países ha derivado hacia una agricultura integrada, ha tenido reveses a mediano y largo plazos, en el orden económico, ambiental, tecnológico y social, a la vez que ha contribuido a incrementar la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas ante los eventos del cambio climático.

Precisamente, en un artículo reciente (Rebelión, 26 de abril de 2011), se analiza que el nombrado período de la «revolución verde» ha contribuido a que se aceptara internacionalmente, que la agricultura se realice mediante «paquetes tecnológicos», los que han proliferado a escala internacional a través de empresas de maquinaria, agroquímicos y semillas, las que se han «replicado» en los diferentes países mediante normativas e instructivos de cultivos y crianza de animales, «adaptados» y «mejorados» para la agricultura local por investigadores, especialistas y funcionarios de entidades nacionales e internacionales.

Sin embargo, a pesar de las crisis internacionales que actualmente repercuten sobre la producción agropecuaria, principalmente económica, energética, climática y tecnológica, aun predomina el enfoque de «proteger» y «potenciar» el cultivo con agroquímicos (fertilizantes, plaguicidas y otros) como única opción y, en ocasiones, sustituir estos por otros productos de menor impacto ambiental (abonos orgánicos, bioplaguicidas, plaguicidas botánicos, etc.), lo que también contribuye al enfoque del producto que caracteriza lo que se conoce como «síndrome de la revolución verde».

Por supuesto, en cualquier región agrícola la situación es bastante compleja, ya que no todos los sistemas de producción son iguales en superficie, recursos disponibles (económicos, humanos, energéticos, naturales) y tecnologías de manejo; pero, muchas veces son vecinos, lo que contribuye a un mosaico de tecnologías que propicia determinados desastres tecnológicos, principalmente: dispersión e incremento de poblaciones de plagas, contaminación genética, erosión de los suelos, desequilibrios de la biodiversidad funcional, fitotoxicidad, contaminación de cosechas, entre otros, muchos de los cuales no son perceptibles a simple vista y de inmediato.

En los últimos 10-15 años, diversos especialistas, grupos científicos y organizaciones, han criticado, con argumentos científicos y prácticos, los errores del viejo paradigma productivista en la agricultura y su contribución al calentamiento global, entre otros efectos; sin embargo, aún se manifiestan incrementos comerciales en agroquímicos, maquinarias, semillas y otros insumos agropecuarios, producidos, comercializados e implementados por el mercado globalizado de tecnologías.

La sociedad no ha aprendido aun la necesidad de cambiar el enfoque de transformar la tierra, por adaptarse a la tierra. Una evidencia, que se conoce como «ciclo vicioso del producto», lo demuestra: los agricultores, cada vez que siembran un cultivo y durante toda su vida como productor, tienen que preparar el suelo, comprar semillas, aplicar fertilizantes y plaguicidas, entre otras labores que dependen de tecnologías e insumos externos que deben comprar y tener garantizado para «proteger» y «potenciar» sus cultivos y no piensan, preguntan, experimentan o evalúan, cualquier otro enfoque que le permita salir de la rutina del producto.

Precisamente, la agroecología, como ciencia que sustenta científicamente la transición hacia la producción agropecuaria sostenible, argumenta el enfoque de favorecer procesos ecosistémicos en las fincas, que contribuyan al reciclaje de nutrientes, los efectos benéficos de la biodiversidad, la conservación del suelo, la reducción de plagas, los incrementos productivos (cantidad, calidad y diversidad), la resiliencia ante eventos del cambio climático, la reducción de emisiones de CO2, entre otros servicios ecológicos, que se logran con el enfoque de manejar integralmente el sistema de producción, como se aprecia en diversas fincas de campesinos, en fincas integrales, entre otras, cuyos resultados productivos son evidentes.

En estos sistemas de producción agroecológicos, cada campo no es un subsistema independiente, sino que tiene interacciones con los otros campos, con el resto de la finca y con las fincas cercanas, lo que puede manejarse de manera que dichas interacciones sean benéficas al proceso de producción.

Por supuesto, este enfoque que sustenta la agroecología como ciencia de la complejidad, no es solamente para fincas de pequeña y mediana escala, sino que se puede aplicar en la gran escala, de lo cual hay muchísimas evidencias.

Más importante que aprender es desaprender (E. Punset)

* Luis L. Vázquez Moreno es miembro del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal La Habana. Cuba.

CE: [email protected]

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.