No es habitual que un burócrata haga un gran descubrimiento científico. Por eso, quitémonos el sombrero ante Peter Power *. El portavoz de la Comisión Europea para el comercio escribió a The Guardian la semana pasada, inventando un nuevo concepto ecológico: exceso de pescado. En la búsqueda de la justificación de las políticas que asegurarían […]
No es habitual que un burócrata haga un gran descubrimiento científico. Por eso, quitémonos el sombrero ante Peter Power *. El portavoz de la Comisión Europea para el comercio escribió a The Guardian la semana pasada, inventando un nuevo concepto ecológico: exceso de pescado. En la búsqueda de la justificación de las políticas que asegurarían a los arrastreros europeos el permiso para seguir pescando en las aguas de Oeste africano, Power afirma que sólo sacarían de los «excesos de reservas» (1) de la región. Bien, alguien tiene que hacerlo. Si no fuera porque nuestros valientes pescadores batallan contra la productividad delincuente de la naturaleza, los mares reventarían a causa de esas repugnantes criaturas escamosas.
Power estaba respondiendo a la columna que escribí hace quince días, la cual mostraba cómo las existencias de pescado habían disminuido y la población de Senegal empezaba a pasar hambre como resultado del saqueo de otras naciones. El Acuerdo de Asociación Económica que la Comunidad Europea quiere que firme Senegal haría mucho más difícil para este país mantener nuestros barcos fuera de sus aguas. Power mantiene que » la cuestión del acceso de la flota de UE a aguas senegalesas… no forma parte de estas negociaciones comerciales».
Este es un espléndido ejemplo de una estrategia estúpida. Nadie está diciendo que haya un acuerdo específico de pesca para Senegal. Pero la exigencia de la CE para que las compañías europeas tengan el derecho a establecerse libremente en el suelo africano y recibir «tratamiento nacional» aseguraría que a Senegal no se le permite discriminar entre sus propios negocios y las compañías extranjeras. No podrían entonces excluir a los barcos europeos. ¿Es realmente tan difícil de entender para un burócrata bien pagado?
Después de que esa columna fuera publicada, varias personas me escribieron sugiriendo que el problema era peor de lo que yo pensaba. La crisis pesquera de Senegal forma parte de una amarga e irónica historia. Como Felicity Lawrence muestra en su libro Eat Your Heart Out (Coma su corazón), la gente de Senegal se ha vuelto dependiente de la pesca en parte a causa del desplome de la agricultura (2). En 1994, se forzó a Senegal a eliminar sus impuestos comerciales. Esto permitió que la UE inundase el mercado con subsidios a los tomates y al pollo, sacando a los agricultores del negocio. Cambiaron a la pesca casi al mismo tiempo que los superarrastreros europeos llegaron y fueron expulsados de nuevo. Así, los barcos de pesca se utilizaron en su lugar para transportar emigrantes. Lawrence descubrió que aquellos que sobrevivieron el viaje a Europa fueron empleados como casi esclavos por… la industria subsidiada del tomate.
Pero este es sólo un aspecto del escándalo que ha sido olvidado por casi todos los periodistas en el Reino Unido. Mientras que han estado preocupados por el precio de las casas y la final de Gran Hermano, el comisario de comercio europeo, Peter Mandelson, ha estaba buscando cómo imponer nuevos acuerdos comerciales a 76 de los países más pobres del mundo: África, el Caribe y naciones del Pacífico (ACP). Planteados como «instrumentos de desarrollo», los Acuerdos de Asociación Comercial amenazan con convertirlos en mendigos.
La gente de estos países sabe que el comercio es esencial para sacarlos de la pobreza. Pero también ven que si no se lleva a cabo de forma justa, los empobrece más. Muchos están avisados de que la ecuación europea de comercio justo con comercio justo no tiene sentido.
Los economistas neoliberales argumentan que las naciones ricas optaron por esta postura al eliminar sus barreras al comercio. Nada podría estar más lejos de la realidad. Como Ha-Joon Chang muestra en su libro Kicking Away the Ladder (Quitando la escalera de una patada), Inglaterra descubrió su entusiasmo por el libre comercio sólo después de que alcanzara el dominio económico (3). La revolución industrial se construyó sobre el proteccionismo: en 1699, por ejemplo, prohibimos la importación de la lana irlandesa; en 1700 prohibimos las prendas de algodón de la India. Para proteger y desarrollar nuestra industria incipiente impusimos tarifas feroces (impuestos comerciales) a casi todos los bienes facturados.
Ya en el año 1816 EEUU habían puesto un impuesto del 35% a la mayoría de los productos importados, que aumento al 50% en 1832. Entre 1864 y 1913 era el país más proteccionista del planeta y el que experimentaba un crecimiento más rápido. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya dominaba el mundo, cuando retiró la mayoría de los impuestos. La misma estrategia utilizó Japón, Corea del Sur, Taiwán y prácticamente todos los países que son ricos hoy en día. Dentro de las naciones del ACP, el gran éxito de los últimos 30 años es el país con mayor proteccionismo de todos: durante los años 80 y 90, Mauricio impuso tarifas de hasta el 80% (4). El proteccionismo que las elites corruptas pueden explotar fácilmente no siempre crea riqueza; pero el desarrollo es mucho mas complicado sin él.
El intento de Peter Mandelson de evitar que las naciones pobres utilicen esas estrategias es sólo una de las injusticias que trata de imponer. Mientras que quiere que los países del ACP eliminen las tarifas de las importaciones de la mayoría de los productos, Europa seguirá con los subsidios a los agricultores. Además, estas políticas pueden hacer que millones de personas pierdan sus empleos.
Como muestra Oxfam, Mandelson también está negociando para dejar que las corporaciones europeas pongan a prueba a las compañías locales y para que la privatizaciones sean legalmente irreversibles, amenazando el acceso a la sanidad publica, educación, agua y banca. Los países ACP tendrán prohibido imponer rigurosos controles del capital durante épocas de crisis financieras: la necesidad de las compañías europeas de sacar su dinero fuera tiene prioridad sobre la supervivencia económica de los pobres. Quiere que adopten un tratado que prohíba a los agricultores guardar sus propias semillas (5).
Mandelson intentó forzar todo esto el pasado mes de diciembre, avisando al ACP de que si no lo firmaban entonces, las reglas del comercio mundial harían que perdiesen el trato preferencial con Europa. El Dr. Dan Gay, consejero de comercio de las NNUU, me dijo que la gente en las negociaciones entre la CE, Fiji y Papua Nueva Guinea comentaba que «Mandelson les gritó a los ministros ‘al estilo neocolonial’, sugiriendo que eran tan incompetentes que tenían que ayudarse de consejeros extranjeros». (6) La oficina de Mandelson dice que «expresó el deseo de negociar con los ministros presentes, en lugar de con sus consejeros. De todas maneras, no gritó ‘a nadie al estilo neocolonial’.» (7)
Fuera como fuese, lo cierto es que los países del ACP han sido amenazados. En diciembre sus ministros de comercio firmaron un documento conjunto rechazando «la enorme presión que se está ejerciendo sobre sus países por parte de la Comisión Europea» (8). La mitad de ellos se negaron a firmar. El resto iniciaron borradores de acuerdos. Mandelson todavía está retorciendo brazos, intentando forzar los tratados lo antes posible. La semana pasada los jefes de Estado del Caribe estaban a punto de firmar, pero dieron marcha atrás en el último minuto: mañana tienen una reunión para decidir qué van a hacer después. Espero que tengan las agallas suficientes como para romper todo y empezar desde cero.
Si el objeto de las negociaciones ha sido enriquecer a las compañías europeas a costa de los pobres, Mandelson lo ha hecho bien. Si, como dice la Comisión, los acuerdos son «principalmente concebidos como instrumento de desarrollo» (9), sus intervenciones han sido desastrosas. Parece haber concebido estas negociaciones en el estilo de un virrey del siglo XXI: las preocupaciones humanitarias no pueden obstruir los intereses comerciales.
A corto plazo, y con un marco limitado de referencia, las tácticas de la Comisión puede que realcen nuestros propios intereses. Pero somos mejor que eso. Si la gente de Europa supiese lo que se está haciendo en su nombre, dudo que 1 de cada 10 lo apoyasen.
Bibliografía
1. Peter Power, 4th September 2008. Trade: one size doesn’t fit all. The Guardian.
2. Felicity Lawrence, 2008. Eat Your Heart Out. Penguin, London.
3. Ha-Joon Chang, 2002. Kicking Away the Ladder. Anthem Press, London.
4. Oxfam, 21st April 2008. Partnership or Power Play? Briefing Paper 110. http://www.oxfam.org/files/bp110_europe_EPAs_trade_deals_with_acp_countries_0804.pdf
5. ibid.
6. Dan Gay, pers comm.
7. Michael Jennings, Press Officer for Trade, Economic Commission, pers comm.
8. The ACP Council of Ministers, 13th December 2007. Declaration Expressing Serious Concern on the Status of the Negotiations of the Economic Partnership Agreements. http://www.acp-eu-trade.org/index.php?loc=epa/AllACP-2.php
9. European Commission, 8th August 2008. Economic Partnership Agreements: A New Approach in EU-ACP Trade Relations. http://ec.europa.eu/trade/issues/bilateral/regions/acp/index_en.htm
Artículo original: http://www.monbiot.com/archives/2008/09/09/protect-and-survive/
Traducido por Félix Nieto y Mario Cuéllar