Lo que hasta ahora era solo un rumor no confirmado, una mera presunción -a tenor de las heridas que presentaban algunos de los heridos-, desde hoy miércoles, 13 de septiembre, es ya un hecho confirmado: en la guerra de hace un mes, los agresores hebreos utilizaron bombas de fósforo blanco sobre aldeas de campesinos libaneses […]
Lo que hasta ahora era solo un rumor no confirmado, una mera presunción -a tenor de las heridas que presentaban algunos de los heridos-, desde hoy miércoles, 13 de septiembre, es ya un hecho confirmado: en la guerra de hace un mes, los agresores hebreos utilizaron bombas de fósforo blanco sobre aldeas de campesinos libaneses (civiles desarmados).
Se da la circunstancia que este tipo de armamento ya fuera utilizado en la primera mitad de noviembre del año pasado, por el ejército americano, para asesinar civiles en masa en la tristemente famosa ciudad iraquí de Faluya. Pese a ello, parece que la Comunidad Internacional todavía no ha articulado procedimientos para impedir o evitar el uso de este tipo de armas contra civiles desarmados.
Las fotografías no son nuevas, llevaban ya algunos días en poder del periódico LA REPÚBLICA y el portal de noticias KAOS EN LA RED, pero la noticia no se ha publicado hasta disponer del dictamen de expertos que pudieran confirmar los indicios: en efecto, tal y como se puede apreciar en los restos de un proyectil que no llegó a deflagrar, los soldados enviados por los ocupantes de Palestina no dudaron en hacer uso de armamento químico sujeto a diversas prohibiciones internacionales, por considerarse contrario a los usos aceptables incluso en tiempos de guerra.
Las partículas incandescentes del fósforo blanco que se producen en la explosión inicial pueden producir profundas, extensas y dolorosas quemaduras de segundo y tercer grado. Las quemaduras de fósforo conllevan una mortalidad mayor que otros tipos de quemaduras debido a la absorción del fósforo en el cuerpo a través de las áreas alcanzadas, resultando dañados órganos internos como el corazón, el hígado o el riñón. Estas armas son particularmente peligrosas para el personal debido a que el fósforo blanco arde a menos que esté privado de oxígeno o hasta que este se consume totalmente, en algunos casos llegando la quemadura hasta el hueso. En algunos casos, las quemaduras pueden ser limitadas a las áreas donde la piel está expuesta porque las partículas del fósforo no arden completamente a través de la ropa.
Utilizar este tipo de armas contra población civil es un crimen de guerra, toda vez que la Convención de Armas Químicas (CWC, en inglés) que tuvo lugar en abril de 1997, especifica la prohibición de todo arma que fuera «dependiente del uso de propiedades tóxicas de sustancias químicas como un método de combate» (Artículo II, Definiciones, 9). La Convención define una «sustancia química tóxica» como aquella que «a través de su acción química en los procesos vitales pueda causar la muerte, la incapacitación temporal o permanente para seres humanos o animales». Un crimen de guerra, uno más, que viene a sumarse a la interminable lista de atrocidades cometidas por el gobierno de Tel Aviv, empezando por la declaración unilateral de una agresión masiva en base a la sobredimensión ficticia de un conflicto menor, como era un simple intercambio de prisioneros. Solución condenable pero desesperada, con la que la resistencia libanesa trataba de hacer frente a la enorme y asimétrica lista de secuestros llevada a cabo por los soldados de Tel Aviv, durante años, en territorio libanés.
No nos hemos limitado a efectuar fotografías y verificar la autenticidad y características de su contenido, también disponemos de confirmación de que las fuerzas de intervención de las Naciones Unidas presentes en la zona (UNFIL), conocen perfectamente esta situación, disponen de numerosas pruebas -disponen de más medios, y por ello, sus hallazgos rozan lo exhaustivo-. Sabemos que lo saben, y esperamos que lo reconozcan. En la guerra todo es secreto, sobretodo, aquello que avergüenza a los gobiernos asesinos, pero nosotros, el pueblo, tenemos derecho a saber qué se hace con el dinero p’ublico, y qué relación guardan estas muertes incomprensibles con el cometido de administración del Bien Común para el que elegimos a los gobernantes.
El fósforo blanco es un alótropo común del elemento químico fósforo que ha tenido un uso militar extenso como agente incendiario, agente para crear pantallas de humo y como componente flamígero antipersonal capaz de causar quemaduras graves. Es denominada como una arma química por muchas personas y organizaciones. Como el fósforo blanco es también pirofórico (una sustancia que arde espontáneamente), la mayoría de las municiones de este tipo tiene un mecanismo simple para abrir la cápsula y esparcir el fósforo al aire, donde arden dejando un rastro de humo espeso. El aspecto de esta formación nebulosa es fácil de reconocer: se ve una lluvia de partículas ardiendo esparciéndose, seguidas muy de cerca por las trazas de humo blanco, que rápidamente se unen en una nube de blanco puro.
Ignoramos si el personal de UNFIL ha iniciado ya algún proceso de queja ante instituciones internacionales a propósito de este tipo de actuación bélica irregular. Existen marcos de decisión, protesta y condena para este tipo de actividades, como son la Asamblea General de las Naciones Unidas, su Consejo de Seguridad, el Tribunal Penal Internacional, y las diferentes comisiones y organismos que componen la Comunidad Internacional.
Salud y paz.
Fuente: elaboración propia, con el dictamen de diversos expertos locales y el apoyo documental de información publicada por: The Guardian Unlimited, The Independent, WikiPedia, The Washington Post y BBC News. En este artículo no se reproduce ningún contenido sujeto a licencias no-libres.