Las noticias: «Israel demuele 24 hogares palestinos en Cisjordania / Setenta días en huelga de hambre del periodista palestino detenido por Israel / Se cumplen diez años del bloqueo a Gaza / Ban Ki-moon recuerda a Israel que pueblos siempre resisten ocupaciones». ¿Qué es lo que nos queda? Esta pregunta debe rondar las cabezas de […]
Las noticias: «Israel demuele 24 hogares palestinos en Cisjordania / Setenta días en huelga de hambre del periodista palestino detenido por Israel / Se cumplen diez años del bloqueo a Gaza / Ban Ki-moon recuerda a Israel que pueblos siempre resisten ocupaciones».
¿Qué es lo que nos queda? Esta pregunta debe rondar las cabezas de millones de palestinos y sobre todo las y los jóvenes. La situación de la franja de Gaza asediada desde hace 10 años, sin ver ni un rayo de luz para aliviar la inhumana vida de 1,8 millones de seres humanos, ya no es noticia. Solo lo es cuando hay amenazas de nueva invasión, vertidas por boca de algún general del criminal ejército sionista o de su mismísimo jefe el sanguinario Netanyahu, diciendo que con la próxima invasión arrasaría toda la franja. Los gazatíes no solo viven en la cárcel más grande del mundo al aire libre, sino que también viven con el miedo en el cuerpo cada vez que oyen el zumbido de un misil o un avión en su cielo.
La angustia de vivir sin futuro y bajo represión continua, es la que vive la juventud de Cisjordania, en su condición de ciudadanos bajo ocupación, son privados de lo más inicial para cualquier juventud del mundo; el derecho a soñar y alcanzar un futuro. Viendo que se les escapa, el presente y el futuro, está creando en ellos una frustración que les lleva a responder a la pregunta ¿Qué es lo que nos queda? con un dicho árabe: «todo lo que tengo, estoy sobre ello», es decir, nada. Frase que estoy oyendo repetir a esta juventud que se lanza a la muerte «suicida» queriendo salir del círculo vicioso, a donde ha llegado su vida.
La ejecución de los planes y proyectos de apropiarse de toda Palestina está llevando, según noticias, a la ONU, Unión Europea y Estados Unidos a criticar con decisiones o declaraciones el imparable crecimiento de los asentamientos. El secretario general de la ONU, Sr. Ban Ki-moon, en varias «salidas de tono» recuerda a Israel que los pueblos siempre resisten ocupaciones. En respuesta a la acusación vertida por Netanyahu de que con esto está alentando al terrorismo, le responde en un artículo que ha dado la vuelta al mundo: «Israel, no asesine al mensajero». Pero los palestinos no tienen respuesta a su pregunta ¿Qué es lo que nos queda?, mientras siguen el rifirrafe entre diplomáticos y políticos; el último es digno de mencionar, fue el de las amenazas y el ultraje que recibió por parte de los sionistas la ministra sueca de asuntos exteriores Margot Wallstrom, porque pidió una exhaustiva investigación sobre el asesinato de palestinos por israelíes. Esta petición fue muy sonora, inclusive en Francia se sintieron las ondas de estas declaraciones, que dieron que pensar al gobierno de ese país, lanzando una seria advertencia al Estado sionista: «Francia reconocería a Palestina si Israel no avanza en la ruta de los dos Estados».
El periodista palestino Mohammed Al-Qiq, en huelga de hambre desde hace más de 70 días corre serios riesgos de morir. Ni los defensores de DDHH, ni ninguna presión social venga de donde venga, les está haciendo a la potencia ocupante, cambiar su política de «Detención administrativa», con la cual el ocupante puede detener definitivamente a una persona sin acusación legal y por lo tanto sin juicio ni derechos legales. Pero esto no es nuevo ni Al-Qiq será el último, estamos ante una práctica contraria a todas luces del Derecho internacional, es denunciable ante el Tribunal Internacional de los DDHH, cuestión que nos hace preguntar tal como lo hacen los palestinos, ¿Qué es lo que nos queda?, si los derechos fundamentales del ser humano son violados y oficiados al más allá de un espejismo inventado en letras grandes para un mundo fantástico.
En su política de expulsar a los palestinos de su propia tierra, la potencia ocupante está derribando a marchas forzadas viviendas palestinas, tanto en Jerusalén como al sur de Hebrón, en esta zona precisamente, las excavadoras del ocupante destruyeron esta semana, viviendas en las aldeas palestinas de Yinba y Halaweh, dejando sin hogar a 180 personas, entre ellas 70 niños, según la ONG Paz Ahora.
¿Qué es lo que nos queda? Es la pregunta que puede que sea la del millón para palestinos y defensores de los DDHH. La respuesta solo puede entrañar un amargo recuerdo de lo que pudimos hacer y no hicimos… ¡Espero que no sea esta!
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