Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Desde la caída en 1952 del Rey Faruq, el hombre de paja de los británicos, la voluntad nacional egipcia no se había mostrado nunca como ahora tan vergonzosamente servil ante una potencia extranjera, a saber, los Estados Unidos, cuyas políticas están estrechamente controladas por los judíos sionistas.
En la actualidad, Egipto, que podía haberse convertido en un tigre económico africano o medio-oriental, se enfrenta a una época muy dura para poder alimentar a sus casi 80 millones de ciudadanos. El pasado mes fueron asesinadas varias personas mientras esperaban su turno en largas colas para comprar pan, un alimento de primera necesidad para la mayoría de los egipcios.
A nivel económico, la inflación ha superado máximos históricos y los funcionarios egipcios apenas pueden llegar a final de mes. Es muy probable que muchos egipcios se vean forzados a «ganarse» algunas libras extras para mantenerse a flote, principalmente mediante sobornos y otras formas de corrupción.
Esta deprimente realidad ha forzado a miles de egipcios, con alto nivel educativo y profesional, a salir del país para buscar una vida más digna en el extranjero, principalmente en los países árabes ricos en petróleo o en Occidente.
Hace cincuenta años, Egipto y Corea del Sur estaban más o menos al mismo nivel socio-económico. Sin embargo, mientras este último país conseguía convertirse en un gigante industrial y económico, el primero sigue aún sumido en la pobreza, esperando perennemente los barcos llenos de grano que vienen de fuera, especialmente de los Estados Unidos.
No es necesario ser una gran autoridad en economía para entender las razones del fracaso de Egipto y de su sempiterno atraso.
Egipto, desde los Acuerdos de Camp David de finales de la década de 1970, ha venido perdiendo de hecho su libre voluntad ante los Estados Unidos y, por tanto, ante Israel. Efectivamente, en vez de aspirar a hacer de Egipto la «China» o la «India» o incluso la «Malasia» del mundo árabe, el régimen egipcio optó por rendir su voluntad nacional ante Estados Unidos, con el único objeto de mantener su propio poder.
Egipto no es un país sin recursos ni cerebros. Sin embargo, los cerebros necesitan un entorno de libertad para poder funcionar de forma adecuada. Los cerebros no pueden actuar en un ambiente dominado por el nepotismo, la tiranía y el autoritarismo. La dictadura sólo puede producir robots humanos que obedecen órdenes, pero que no piensan.
Por desgracia, Egipto está aún entre los estados más autoritarios del mundo contemporáneo. La gente es arrestada y torturada a causa de su conciencia y pensamiento. Los opositores políticos pasan más tiempo en los calabozos del régimen que con sus familias, y los votantes considerados «no conformistas» son salvajemente golpeados por atreverse a ejercer sus derechos democráticos.
Desafortunadamente, esto tiene lugar mientras EEUU, que no para de alardear sobre su propia Primera Enmienda y sus libertades civiles, sigue parloteando sobre «hacer avanzar» al mundo árabe hacia la democracia.
A nivel militar, la voluntad de Egipto de crear una fuerza disuasoria frente al inmenso arsenal nuclear de Israel ha venido siendo estrangulada por la descarada intervención estadounidense desde hace mucho tiempo.
Esto es realmente escandaloso, sobre todo teniendo en cuenta las inacabables declaraciones de los dirigentes israelíes de que Egipto, y no Irán, es el enemigo estratégico de Israel.
¿Cuántas veces han amenazado los ministros del gabinete israelí con bombardear la Presa Alta de Aswan? ¿Cuántas veces han amenazado los dirigentes israelíes con destruir las Pirámides? ¿Cuántas veces Israel, de forma implícita o explícita, ha amenazado con crear problemas a Egipto conspirando con Etiopía para desviar las aguas del Nilo o limitar la cantidad de agua destinada a Egipto y Sudán?
Realmente, no puedo entender los pensamientos de los estrategas egipcios que se pasan el tiempo ideando complots contra partidos de la oposición, como el Ijwan y Kifaya, mientras ignoran la perturbadora amenaza real que llega desde Israel, un estado que pronto estará bajo el control de un grupo de genocidas sionistas milenaristas y fundamentalistas que creen que arrojar bombas nucleares sobre las principales ciudades árabes como El Cairo, Damasco e incluso La Meca aceleraría la aparición del Mesías o Redentor.
Entonces, ¿qué es lo que han hecho todos los que tienen confiada la tarea suprema de proteger a Egipto y a sus 80 millones de habitantes de las amenazas externas para impedir tal escenario? La respuesta es nada, absolutamente nada, aparte de confiar en que EEUU pueda contener a Israel.
Para compensar su impotencia e incompetencia a todos los niveles, el régimen egipcio está ahora intentando desplegar su fuerza ayudando a Israel a perfeccionar y endurecer al máximo su bloqueo de estilo nazi sobre Gaza.
Hace pocos meses, el ministro de asuntos exteriores egipcio amenazó con romper los huesos de los habitantes de Gaza que se atrevieran a cruzar la frontera hacia Egipto.
Y así, las autoridades egipcias fueron adoptando una serie de medidas manifiestamente hostiles contra los palestinos de Gaza, como mantenerles varados durante semanas y meses en condiciones infrahumanas en el lado egipcio de la frontera.
En Ramala, Egipto se ha situado también al lado de la Autoridad Palestina que EEUU apoya al negarse a volver a abrir el cruce de la frontera de Rafah, el único conducto con el mundo exterior que le queda a la Franja de Gaza, ¡¡a menos que se permita que Israel tenga la última palabra sobre a quién se le permitirá y a quién no pasar por él!! ¿Es que no es una vergüenza total?
Sí, Egipto tiene todo el derecho a proteger su seguridad de terroristas y saboteadores. Pero el pueblo palestino es el último pueblo sobre la tierra que querría ver mermados los intereses vitales de la seguridad de Egipto.
Puede que haya unos cuantos elementos canallas que han vendido su alma al diablo uniéndose a algunos grupos terroristas internacionales. Pero lo que Egipto está haciendo ahora es combatir a esos criminales conspirando con Israel para matar de hambre a los gazanos, convirtiendo así a la Franja en la versión actual del Ghetto de Varsovia.
Cada día Israel mata en Gaza a sus ciudadanos. La pasada semana, el ejército israelí, consciente y deliberadamente, asesinó a varios niños y muchachos palestinos, que se añaden a los miles de palestinos exterminados sin piedad por el ejército de un estado que comete un genocidio en nombre de la supremacía judía, al igual que la Wehrmacht (*) hizo lo mismo en nombre de la supremacía aria.
Por desgracia, en lugar de avanzar para ayudar y aliviar a los atormentados y famélicos palestinos, el gobierno egipcio está haciendo todo lo contrario al cerrar herméticamente sus fronteras con Gaza, todo ello para conseguir que Tel Aviv y Washington le otorguen un certificado de buena conducta.
Escribo estas amargas palabras intentando endurecer mi corazón porque siempre he amado, y continuo amando, a Egipto, un país que se merece una suerte y un destino mejores.
Pero Dios no puede cambiar la suerte de un pueblo a menos que él mismo tenga la voluntad de cambiar su situación.
N. de la T.:
(*) Véase en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Wehrmacht
Enlace con texto original en inglés: