Cuando fuentes diplomáticas dicen que el acuerdo alcanzado el jueves en Munich entre Rusia y Estados Unidos para un «cese de hostilidades» en Siria «no vale ni el papel en el que está escrito» -según informa la BBC- vale la pena hacerles caso. ¿A qué viene este acuerdo ahora, después del espectáculo penoso de las […]
Cuando fuentes diplomáticas dicen que el acuerdo alcanzado el jueves en Munich entre Rusia y Estados Unidos para un «cese de hostilidades» en Siria «no vale ni el papel en el que está escrito» -según informa la BBC- vale la pena hacerles caso.
¿A qué viene este acuerdo ahora, después del espectáculo penoso de las conversaciones frustradas en Ginebra hace una semana? La oposición siria se retiró de ellas al no conseguir que cesaran los bombardeos aéreos y se permitiera el acceso de ayuda humanitaria a las poblaciones sitiadas, tal como prevé la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, sobre la que se basaba Ginebra 3.
Sin embargo, es precisamente la página humanitaria la que podría abrirse ahora, según dijeron en Munich, con vistas a un cese de hostilidades que Rusia planteaba para el 1 de marzo y EE.UU. para dentro de una semana. El canal Al Yazira señala que el término «alto el fuego» no fue escrito negro sobre blanco en Munich, y de hecho, el propio secretario de Estado John Kerry lo ha llamado «pausa».
Todo esto querría decir que la guerra está totalmente en manos de sus patrocinadores -lo cual a estas alturas no es una sorpresa-, que algunos de ellos tienen muchos problemas para organizarse y que en Ginebra trataron simplemente de ganar tiempo. Y a lo mejor ahora lo están haciendo también.
Algunos creen que el plazo hasta un supuesto alto el fuego daría tiempo suficiente al ejército sirio para completar el cerco a la ciudad de Alepo, lo que supondría una victoria decisiva para el régimen de Bashar el Asad. Sin embargo, observadores en contacto con las milicias sirias no islamistas (lo que queda del Ejército Libre Sirio) como Lara Nelson señalan que el ejército sirio está tan diezmado que sus fuerzas de combate no son otras que el Hizbulah libanés y milicias chiíes -de Irán, Iraq, Afganistán…-, y entre todas son incapaces de mantener una guarnición en las localidades que conquistan, tan solo de avanzar. Por lo tanto la estrategia se basa en hacer tierra quemada, en una destrucción masiva a base de bombardeos aéreos rusos para hacer huir a la población.
Es una afirmación terrible. Pero también es cierto que las milicias sirias de oposición parecen francamente acogotadas. Además de la embestida gubernamental, sufren también ataques de las milicias kurdas, en la más clara manifestación de que estas, las YPG, actúan en connivencia con el régimen y con Rusia.
La parte opositora también necesita tiempo pero el asunto es mucho más complicado.
En paralelo al encuentro de Munich, en Bruselas se celebró una reunión apenas anunciada, en la sede de la OTAN y con el jefe del Pentágono, Ashton Carter, de maestro de ceremonias. Se trataba de hablar de la lucha contra el Estado Islámico. Arabia Saudí refrendó su intención de enviar fuerzas especiales a Siria, y hoy mismo los Emiratos Árabes Unidos han anunciado lo mismo, según el propio Carter. De esta manera, EE.UU. podría echar a andar su plan de expulsar al Estado Islámico de su feudo sirio de Raqqa con tropas árabes sin tener que depender tanto de los kurdos, que en esta parte de la guerra son también aliados de Washington.
Pero medios prorrusos y observadores occidentales ven la cosa de otra manera: Arabia Saudí podría intervenir militarmente en Siria junto con otros aliados del Golfo como los Emiratos y Kuwait, no solo contra el Estado Islámico sino contra las tropas de Damasco, quizás apoyando unainvasión turca. Rusia viene denunciando que Turquía está dispuesta a impedir que las milicias sirias pierdan el único espacio de territorio que les queda junto a la frontera turca, escenario ahora mismo de la huida de decenas de miles de civiles.
Es en este ambiente que han emergido las declaraciones del primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, al diario alemán Handelsblatt, afirmando que «cualquier operación terrestre, por regla general, conduce a guerras permanentes» y que «los americanos deben considerar, tanto el presidente de Estados Unidos como nuestros aliados árabes, si quieren o no una guerra permanente».
Estas declaraciones han sido interpretadas como una advertencia de que podría desencadenarse una guerra mundial. Quizás no sea para tanto, y desde luego dependerá del calibre de una intervención árabe en Siria.
Turquía, Arabia Saudí, Qatar y otros aliados del Golfo han estado alimentando a las milicias sirias, la mayoría de ellas extremistas. Ahora ven claramente que están perdiendo la guerra. Si las tropas de Damasco, con el ariete de los bombardeos rusos, llegan a la frontera turca, se acabó.
Si esas fuerzas árabes -o árabes y turcas- se implican a fondo para intentar salvar a la oposición armada siria, ya no habrá vuelta atrás y la internacionalización de la guerra será mayúscula. Por ejemplo, Patrick Cockburn se pregunta en The Independent qué harán en ese casos los rusos con los misiles que han instalado en Siria…
El momento es especialmente delicado, no solo por lo que ocurre en el campo de batalla.
Precisamente ahora Turquía e Irán están estrechando lazos económicos. Turquía es un importante inversor en Irán, mientras que es la Guardia Revolucionaria iraní la que se supone que lleva la batuta en las operaciones terrestres en Siria ¡contra los intereses geopolíticos de Turquía! ¿Saldrá entonces Irán del cuadro, a medida que aumenta el papel de Rusia, tal como afirmaba el politólogo iraní Mahmud Sariolghalam? ¿En qué estado quedarían entonces las fuerzas terrestres de Bashar el Asad?
Al mismo tiempo, Turquía también refuerza sus vínculos con Arabia Saudí. El viceministro de Exteriores iraní, Ibrahim Rahmanpour, de visita en Ankara, dijo al diario Hürriyet que esa es una mala apuesta para Turquía porque Arabia Saudí es un «perdedor» en la región, y añadió que el anuncio de una intervención militar saudí es pura fachada.
Pero, ¿quién sabe? Todos ganan tiempo ante un momento que puede ser decisivo pero tendrán que poner algunas cartas boca arriba la semana próxima. De lo que no hay duda es de que la capacidad de los actores internacionales para complicar cada día más la tragedia siria es inagotable.
Fuente original: http://www.lavanguardia.com/internacional/20160212/302108041279/siria-alto-el-fuego.html