Cuando escribo estas líneas, los Estados Unidos de America que preside el frustrante Obama, con el apoyo del algún otro país y sin cobertura legal de la ONU, ya han decidido atacar militarmente a Siria. No se sabe aún qué modalidades de ataque destructivo emplearán pero todos tenemos la certeza que el mismo llevará más […]
Cuando escribo estas líneas, los Estados Unidos de America que preside el frustrante Obama, con el apoyo del algún otro país y sin cobertura legal de la ONU, ya han decidido atacar militarmente a Siria. No se sabe aún qué modalidades de ataque destructivo emplearán pero todos tenemos la certeza que el mismo llevará más muerte y sufrimiento a la población siria, ya muy machacada por dos largos años de ataques brutales del ejercito sirio al servicio del sátrapa Bachar El Asad y de su clan familiar hipercorrupto que ejerce despóticamente el poder en aquel país.
Lo más probable es que cuando estas líneas vean la luz en alguna publicación, dichos ataques ya estén en marcha. Razón de más para que vierta en ellas mis pensamientos, sentimientos y sugerencias. Figurense si sirvieran para evitarlos.
Permitanme, como tantas veces antes, echar mano de la memoria para sustentar lo que pienso y siento ante este nuevo estallido bélico en la región más inestable de la Tierra.
Han pasado poco más de 10 años, Bush-hijo, con el apoyo de patéticos acólitos como Blair, Aznar y Durao Barroso, invadía Irak, arrasaba con todo, salvo con las instalaciones petroleras, provocaba decenas de miles de víctimas civiles inocentes y sumía en la destrucción y el odio para muchas décadas futuras un país multimilenario como Irak. Todo ello al margen y contra cualquier cobertura legal de la ONU.
Tres días después de la invasión de Irak, iniciábamos en Damasco, la capital de Siria, una Conferencia Internacional entre delegaciones de la CISA (Confederacion Internacional de Sindicatos Arabes) y de la CMT (Confederación Mundial del Trabajo), de la que yo era vicepresidente. Fue un hermoso gesto de solidaridad con los trabajadores y los pueblos árabes en un momento en el que su dignidad y su soberanía, como de costumbre, estaban siendo atropelladas en Irak. Pero la Conferencia no fue sólo un acto simbolico solidario. Los dirigentes sindicales árabes, incluyendo los sirios, debieron escuchar de parte de quienes representábamos a la CMT serios reproches sobres sus responsabilidades ante sus gobiernos e instituciones por las graves limitaciones de éstos en materia de libertades, pluralismo, marginación de la mujer, etc.
Recuerdo que, ante nuestra presión, los compañeros sindicalistas árabes aducían el fenómeno histórico del colonialismo de siglos, del neo-colonialismo de hoy a causa de la riqueza petrolera, la intervención de las potencias occidentales en sus asuntos nacionales y el apoyo a regímenes reaccionarios e integristas, la amenaza permanente del Estado de Israel y de su expansionismo sionista con apoyo de su armamento nuclear y de las potencias occidentales, especialmente los USA… como justificantes de las evidentes carencias democráticas y atraso histórico de sus países y sociedades.
Recuerdo otros dos hechos imborrables de aquella Conferencia. El primero, el miedo que pasé en aquellas largas madrugadas en las que parecía oírse a lo lejos el fragor de los bombardeos sobre Bagdad. Se vivía con el temor de que llegaran a Damasco pues Bush amenazaba con atacar también a Siria dada la condena de ésta a la invasión de Irak y la acogida de refugiados iraquíes que llegaban despavoridos a miles cada día. El segundo: los dirigentes de la CISA sugirieron la conveniencia de que el presidente sirio, Bachar El Asad, ofreciera una recepción a los participantes en la Conferencia Internacional. La delegación de la CMT, sin fisuras, rehusamos tal posibilidad. Nuestra solidaridad lo era con los trabajadores y los pueblos árabes, no con sus gobiernos o lideres indiscriminadamente.
Hubo otros dos momentos que mi memoria retuvo: Que la mayoría de las mujeres en Damasco no llevaban velo, que eran bellísimas, y que sonreían o correspondían al saludo o manifestación de ello. Que en la mezquita de los Omeya, una de las más importantes del Islam, se encontraba la tumba de San Juan como lo más normal del mundo…
Ahora, cuando se está consumando en Siria otra barbaridad, otras masacres a sumar a las de El Asad y su camarilla, otro inmenso error y otra amenaza contra la paz y la estabilidad en la región y en el mundo… me ha parecido conveniente este recordatorio de una Conferencia Internacional inolvidable, expresivo de mi trayectoria y norma de conducta: Siempre al lado de los trabajadores y los pueblos, de quienes pierden siempre las guerras porque ponen siempre los muertos; siempre enfrente del poder aunque sea legitimo; siempre contra el poder ilegitimo y opresivo; siempre denunciando la hipocresía y el cinismo de la diplomacia de las macro-potencias…
Ha sido con esos materiales éticos que me vengo manejando en mi larga trayectoria militante y con los que analizo los dramaticos acontecimientos de hoy:
1) El Asad representa la degradación totalitaria y corrupta de modelos políticos, el llamado socialismo pan-arabe, que tuvieron carácter progresivo en los años 60 en muchos países árabes como alternativas al colonialismo o a monarquías feudales.
2) El Asad ha provocado en los 2 años de objetiva guerra civil más de 200.000 muertos, la inmensa mayoría civiles, y 2 millones de refugiados. Y todo ello en medio de la indecisión o la indiferencia de la llamada «comunidad internacional». Los recientes ataques con más que probables armas químicas, que El Asad niega y los inspectores de la ONU intentan probar, y que son la gran coartada para la intervención militar, es muy probable que no sea la primera vez que suceden, pues si El Asad dispone de ese armamento letal es lógico pensar que ya lo habrá utilizado antes contra la multicolor coalición de opositores y contra la población que les apoya o simplemente están en el territorio que la coalición opositora controla.
3) Las fuerzas opositoras a El Asad son un crisol muy contradictorio, armado de forma precaria y discreta por potencias occidentales embarcadas en la operación militar que nos ocupa, entre las que crece el peso e influencia de sectores islamistas extremos. En todo caso, esa coalición tan dispersa y contradictoria entre sí no puede ser, lo sabe todo el mundo, una alternativa democrática al régimen de El Asad para el caso de que a éste se le expulse militarmente del poder; harto improbable esto último.
4) Basta con echar un vistazo al mapa para comprobar que la región de Oriente Proximo y Medio es el avispero más fenomenal del planeta, donde se concentran los mayores recursos petroleros y se da la controversia potencialmente más desestabilizadora del mundo: La persistencia del Estado sionista de Israel en su empeño por exterminar literalmente lo que queda de Palestina; atrocidad que el mundo árabe y musulman perciben como amenaza y agresión directa. En esa región-polvorin los posicionamientos de cada cual tienen que ver con esos dos factores: acceso o no a los recursos petroleros y grado de proximidad o rechazo al Estado de Israel que, conviene no olvidarlo, es el único de la región saturado de armamento atomico.
Llegados a este punto hemos de aceptar que el ataque contra Siria -muy probablemente con misiles lanzados a centenares de kilómetros- no resolverá ni uno solo de los problemas planteados y, por lo tanto, aumentará o agravará los que ya hay, incluyendo el sufrimiento de la indefensa e inocente población civil siria.
Veamos:
1) Los misiles y bombardeos matarán personas civiles. Negarlo es mentir cínicamente. Y a los remitentes de bombas y misiles les importa bien poco que los destinatarios estén con o contra El Asad. Les llaman «daños colaterales», ¿recuerdan?.
2) A estas horas, El Asad ya habrá puesto a buen recaudo sus arsenales y fuera del alcance de misiles y bombas. El destrozo sobre su país y su gente le importa un bledo porque, además, tiene un respaldo internacional no desdeñable como el de Iran, Rusia, China. Eso le da cobertura para resistir el «castigo» de los bombardeos.
3) La invasión terrestre de Siria no entra ni de lejos en los cálculos de Obama y sus adláteres. Saben que desataría dinamicas imprevisibles e incontrolables para ellos.
4) Paradojicamente, El Asad podría ganar prestigio en el mundo árabe y musulman, y en otros ámbitos internacionales, dada su resistencia a unos ataques que no tienen cobertura legal de la ONU. En el imaginario de los pueblos árabes, como de otros, el imperialismo colonial moviliza rechazos amplios.
Ante tantas evidencias de que no hay salida via militar, salvo que se quiera provocar un conflicto mundial pavoroso, se esgrime como razón suprema para esa aventura militar sin salida el rechazo a los ataques de El Asad con armas químicas. Noble motivo. Por supuesto, si ese ataque se confirma, como nos tememos, El Asad adquiere la categoría superior de criminal de guerra y autor de crímenes contra la Humanidad.
Pero tanto humanitarismo nos sorpende cuando no han tenido el menor pudor en abortar la revolución democrática egipcia, reponer en el poder a los corruptos y «occidentales» militares egipcios, via golpe de estado, y justificar de hecho, alguna lagrima de cocodrilo aparte, las masacres posteriores al golpe de estado (por cierto, los gases lacrimógenos que acompañan a las balas mortales lanzadas por militares y policías egipcios contra los manifestantes, ¿pueden considerarse armas químicas?). Ese mismo humanismo se echa en falta, por ejemplo, ante el implacable proceso de ocupación y exterminio de Palestina por parte del Estado sionista de Israel, que no duda en ciscarse en dichas «potencias humanitarias» construyendo colonias de extremistas judíos a mansalva en los territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalen… como aperitivo de las enésimas «negociaciones de paz».
A otro perro con ese hueso «humanitario» y hablemos claro: Obama se embarca en esta aventura de la intervención militar en Siria sin base o cobertura legal alguna, o por presión directa del Estado de Israel o por amenaza de éste de intervenir por su cuenta contra Siria y contra Iran, siguiendo su vieja costumbre de golpear primero y luego se verá… Es de sobra conocido que Israel considera a Iran y a Siria dos enemigos irreductibles, tras haber neutralizado o limado las aristas antisionistas de otros países árabes de la región como Egipto, Turquía, Jordania o Irak o las despoticas y medievales monarquías petroleras.
Es una paradoja siniestra y repetida: Obama ahora, los USA siempre, devienen subsidiarios del sionismo en la región, deben someter su política en zona tan decisiva al proyecto histórico del Estado sionista. Esto es horrible para todos, incluyendo a Israel y a sus ciudadanos , porque hace peligrar permanentemente cualquier horizonte de paz, estabilidad, coexistencia y progreso de la Humanidad en su conjunto.
Entre dejar a Israel a merced de su aventurismo y su armamento atomico o llevar alguna iniciativa, entre lo peor y lo malo, Obama apuesta por lo segundo. Triste, cobarde y arriesgada apuesta para un líder que una de las primeras cosas que hizo recién elegido presidente fue prometer solemnemente a los árabes que trabajaría por una paz autentica y un orden internacional que contemplara su dignidad y derechos históricos.
Pero, para concluir, insisto que las cosas se pueden y se deben hacer de otro modo:
1) Si es que han empezado, que cesen inmediatamente los bombardeos y el lanzamiento de misiles contra Siria.
2) Que los inspectores de la ONU puedan concluir su trabajo y probar que el ejercito sirio dispone y usó armas químicas contra combatientes y/o civiles.
3) Verificada la posesión y uso de armas químicas, los USA y sus aliados deben encarar una negociación seria con Rusia y China para que las instancias de la ONU adopten las medidas oportunas contra el régimen sirio y prevea las formas de intervención, militar y otras, en defensa de la población civil y en evitación de nuevos ataques contra la misma, ya sea con armas químicas o convencionales.
4) Ya puestos, los USA, Rusia y China, deberían negociar y consensuar un escenario de estabilización para toda la región de Oriente Proximo y Medio, que empezara por diseñar una salida política, pacifica y civil a la objetiva guerra intestina que está desangrando a Siria.
5) Todo lo anterior será inviable o muy incierto si los USA no ponen al Estado sionista en su sitio desde ya mismo y en evitación de mayores males. Sólo los USA pueden hacerlo y forzar una solución justa y digna al contencioso histórico de Palestina. Sin esa solución valida de dos Estados, Palestina e Israel, conviviendo y cooperando en igualdad, la región seguirá siendo el mayor riesgo contra la paz y a la estabilidad mundial.
Dos cosas me agobian al terminar: ¿se sabe algo de la Union Europea y de esta señora británica que lleva el negociado de exteriores?. El PSOE, a través de una portavoz acreditada, ha dicho que apoyan la intervención militar de los USA en Siria aunque no la ampare la legalidad internacional de la ONU… y aunque no se haya producido todavía, añadiría yo. Eso es lo que se llama una oposición con sentido de la anticipación; le han ganado por la mano al PP. Vamos bien.
Manuel Zaguirre es Ex Secretario General de la USO.
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