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Juego de Tronos

¿Qué mensaje lanzaron los muertos con la espiral de fuego?

Fuentes: Rebelión

En una de las últimas secuencias del primer capítulo de la octava temporada de Juego de Tronos varios personajes se adentran en El Último Hogar y allí se encuentran al joven lord Umber clavado en una pared y rodeado por una tétrica espiral de brazos amputados. Al percatarse de que el pequeño abre sus ojos azules, […]

En una de las últimas secuencias del primer capítulo de la octava temporada de Juego de Tronos varios personajes se adentran en El Último Hogar y allí se encuentran al joven lord Umber clavado en una pared y rodeado por una tétrica espiral de brazos amputados.

Al percatarse de que el pequeño abre sus ojos azules, Beric saca rápidamente su flamígera espada y destruye «al resucitado» convirtiendo los miembros arrancados y «su centro» en una infernal rueda de fuego.

Ese cuadro dantesco despertó mi curiosidad y me puse a rastrear con mi olfato canino, con la esperanza de encontrar la respuesta a la pregunta de la Esfinge: ¿Qué mensaje quisieron dejar los muertos?

Al final identifiqué la espiral en llamas con una versión de la cruz gamada y, para ser más exactos, con una representación del «Sol Negro», símbolo del esoterismo germánico que significa «El Día del Fin del Mundo». Me pareció lógico, tras trabajar en esa hipótesis, que los Caminantes Blancos quisieran aterrorizar a los habitantes de los Siete Reinos con la imagen del «holocausto» que se avecinaba.

Esa pista me llevó al Castillo de Weweisburg (sito en la región de Renania, Alemania) que durante el III Reich fue considerado por los nazis, «el omphalos» (el ombligo, el centro del mundo). Esa fortaleza, que fue construida en el año 1603, destaca, entre otras cosas, por su Obergruppenführersaal (Sala del Führer para el Encuentro de los líderes supremos de la SS) en cuyo suelo hay una reproducción del Sol Negro.

Cada rayo de ese sol representaba a un alto jefe de la SS y su centro sería el propio Hitler. También en esa ciudadela hay una cripta con asientos de piedra con la misma iconografía, bastante deteriorada. En su atmósfera flota la esvástica.

¿Acaso la espiral de fuego tiene también «un significado hermenéutico» que transciende la ficción? ¿Podría ser un aviso de la creciente proliferación de grupos nazis en Europa y otros continentes? ¿Podría ser una llamada de atención ante el avance de Los Caminantes Blancos que abrazan la ideología de la esvástica para frenar la migración de personas que huyen de la muerte y de la guerra y que, según ellos, amenazan la identidad y los valores sacrosantos del primer mundo?

Sin duda hemos inaugurado una nueva era de telones de acero: Alambradas con cuchillas que separan África de Europa. Muros que separan Estados Unidos del resto del continente americano. Verjas electrificadas que dividen a palestinos y judíos. Y un interminable paisaje de micro muros que se extiende por todo el planeta para separar a los ricos de los pobres.

Colonias de lujo con cámaras de seguridad y vigilantes armados dispuestos a matar a cualquiera que ose traspasar el umbral de «la propiedad privada». Islas para multimillonarios donde los pobres son manos sin rostro que dan brillo a los zapatos que les pisotean y limpian el retrete donde los verdaderos criminales dejan la mierda.

Hay un gran muro en este mundo que, en muchas regiones del planeta es una réplica de los Reinos del Juego de Tronos: países con ausencia total de DDHH, en los que los débiles son aniquilados como si fueran bestias y donde la lucha por el poder deja por doquier ríos de sangre y cadáveres flotando en el mar. Cuervos dándose el banquete.

El sol negro, la espiral de fuego, el nazismo y su esvástica, el pobre chaval ardiendo en medio de brazos amputados. Quizás para nosotros ese final no sea más que un espectáculo. Pero para los otros, para los que viven en la otra orilla, el fin del mundo, el violento zarpazo de la muerte, es una realidad con la que conviven todos los días.

Es casi seguro que los Caminantes Blancos perderán la Gran Guerra (ya la perdieron una vez en el siglo pasado) pero,¿quién va a detener a esa marabunta nazi que primero asoma tímidamente y luego clava los colmillos cuando el vigilante cierra los párpados?

Dicen que estamos al final de una Era y al comienzo de otra, pero que la primera no acaba de morir y la segunda no acaba de nacer. Como el destino no está escrito en las estrellas, no tenemos más remedio que empuñar la pluma, la honda y el cincel.

Blog del autor: http://m.nilo-homerico.es/reciente-publicacion/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.