El relevo de Sharon no cambia en nada la violencia de la ocupación con la que Israel presiona a diario a los palestinos, prisioneros en su propia tierra. La maldad de este personaje, responsable de múltiples asesinatos, contra los refugiados de Sabra y Chatila, las invasiones y bombardeos en Líbano y Siria, fueron la causa […]
El relevo de Sharon no cambia en nada la violencia de la ocupación con la que Israel presiona a diario a los palestinos, prisioneros en su propia tierra. La maldad de este personaje, responsable de múltiples asesinatos, contra los refugiados de Sabra y Chatila, las invasiones y bombardeos en Líbano y Siria, fueron la causa por la que Sharon fue condenado por las propias autoridades israelíes, cesándolo como Ministro de Defensa e inhabilitándole para volver a este puesto, pero, paradójicamente, no pudiendo mandar directamente al Ejército, sí ha podido ser Primer Ministro y nombrar a todos los ministros, incluido el de defensa, cargo para el que él mismo, estaba inhabilitado.
Sharon ha podido eludir a los tribunales internacionales, con formulismos, al estilo Pinochet, gracias al poder de sus encubridores y a pesar de haber participado en buena parte de la violación, en la que Israel ha incurrido, de más de 800 resoluciones del Consejo de Seguridad, de la Asamblea General, de cartas y de comunicados de las Naciones Unidas y de otras organizaciones internacionales. No hay convenio internacional que no haya violado, cuando le fue necesario, sin que ni la Unión Europea, ni los Estados Unidos o Naciones Unidas le hayan impuesto sanción alguna, ni tan siquiera una amonestación. Sería deseable conocer si Israel -Sharon incluido- ha cumplido alguna disposición o resolución internacional, aunque sólo fuera para que mantuviéramos alguna esperanza en la equidad de la justicia internacional y mejorara, en algo, su credibilidad.
Todos los tratados y acuerdos con los palestinos (Oslo, Camp David, Hoja de Ruta, etc.) siempre han estado basados en negociar la ocupación y en cómo controlar esta ocupación exigiéndoles que sean ellos mismos los que se la impongan, nunca otra cosa. Al violado se le ha exigido compromiso y sobre todo que cumpla y acepte su papel de víctima, y, ¿a cambio qué? pues más pobreza, menos paz y menos territorio, más toques de queda, destrucción sistemática de casas, cultivos y tierras y, sobre todo, menos esperanza para la población, donde más de la mitad es menor de 18 años.
Continua en activo el laborista Simon Peres -también de la internacional socialista de Blair, Zapatero, Marruecos, etc.- diseñador del Muro para apoderarse de Cisjordania, del que Sharon es responsable de su ejecución. Otro laborista Amir Peretz -en el que el Uri Avnery pone sus esperanzas- a los pocos días de su nombramiento como líder laborista, el pasado mes de noviembre, firma sin ningún titubeo, la construcción de 350 nuevas edificaciones dentro de Cisjordania (lo que supone el desahucio y expulsión de un pueblo entero de palestinos, hacia la nada) y que no obsta para que Avnery siga considerándole el líder adecuado para «democratizar» Israel y superar las diferencias internas políticas y sociales entre israelíes, pero, ésta democratización israelí sionista se asienta en la exclusión y anulación -si pueden- de los palestinos, quiénes cada día ven cómo sus territorios menguan como si sus inexistentes fronteras fueran una soga con nudo corredizo que cada vez aprieta más y más, asfixiándolos. Esta es la violencia, la de la ocupación con el acoso diario, controles, asesinatos selectivos, toques de queda de semanas o meses a una población, donde 1,4 millones de palestinos de Gaza viven con una densidad de 3.900 personas por km2, con la frontera permanentemente cerrada, salvo la falacia de la puerta de Rafah con Egipto, (abierta hace unas semanas a bombo y platillo) por la que entran o salen «cuatro» cuando y como el ejército israelí ocupante disponga, aparte del papel tragicómico de la policía de frontera enviada por la UE. La situación en Jerusalem Este y en Cisjordnia, con distinta problemática en la forma, es idéntica en el fondo.
No hay engaño, todos y cada uno de los líderes israelíes, Sharon uno más, forman parte de los partidos, del parlamento y de un Gobierno simplemente delincuente, cuyo Estado ha sido creado sobre la eliminación de Palestina; de los cinco millones refugiados en países limítrofes, cuatro en Gaza y Cisjordania, y más de un millón, en régimen de apartheid, dentro del territorio palestino ocupado militarmente por Israel.
La ocupación es violencia y sólo con violencia se puede mantener la ocupación, quién la realiza es el responsable y no puede hablarle de paz y, menos exigírsela, precisamente a la víctima, ocupado o refugiado.