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¿Qué pasa con Jerusalén?

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Uno no necesita ser un experto en el supuesto «proceso de paz» para saber que el objetivo de Israel durante los últimos cuarenta años ha sido negarles sus derechos a los palestinos. Al no haber podido quebrar la columna vertebral de los palestinos ni acabar con su resolución a resistir, Israel recurrió a las tácticas dilatorias. Cuando no era posponiendo cuestiones urgentes, era intentando vaciarlas de todo contenido. Así, la idea de un estado independiente y soberano se fue diluyendo en la de crear una entidad medio-autónoma, vaciada de cualquier autoridad real y establecida sobre trozos fragmentados de tierra.

Eso es a lo que ha llevado el Proceso de Oslo durante los últimos quince años. El número de colonos en los territorios ocupados se ha duplicado. Se ha erigido un muro de segregación racial. Cisjordania ha sido aislada de Gaza. Y Jerusalén está ahora rodeada por todas partes y aislada, con pocas conexiones, cuando no ninguna, con otras zonas palestinas. Cuando las negociaciones se reanudaron, Israel trató de conferir legitimidad a sus asentamientos más importantes, rechazado discutir la cuestión de los refugiados e insistiendo en posponer cualquier decisión sobre Jerusalén. Mientras tanto, los israelíes intentaron sin descaso cambiar la apariencia de Jerusalén, construyendo asentamientos tanto en su interior como en los alrededores, alterándola y judaizándola día tras día.

Israel está ahora sugiriendo un estado palestino con «fronteras interinas». A cambio, quiere que los palestinos renuncien, efectiva e inmediatamente, al derecho al retorno de los refugiados. Israel quiere también que los palestinos olviden sus reclamaciones de extensas zonas de su tierra -tierra que ha sido engullida por los asentamientos, la tierra que rodeaba el Mar Muerto, la tierra de los pueblos Latrun (Imwas, Yalu y Beit Nuba), etc. Y justo ahora, Israel no está dispuesto a discutir la cuestión de Jerusalén. Pero sí está dispuesto a construir más asentamientos dentro y en los alrededores de la ciudad.

Puede que Israel esté cambiando su retórica pero no sus tácticas. En lugar de oponerse a un estado palestino, está dispuesto a aceptar un estado sin soberanía digna de ese nombre. En lugar de mantener todos los asentamientos que ha creado sobre tierra palestina, está dispuesto a sacar a 3.000 colonos, dejando allí a 450.000.

Hasta ahora, todo lo que Olmert y Barak han dicho sugiere que quieren transformar Jerusalén hasta donde no sea posible reconocerla. La Jerusalén que todos conocemos no es la que ellos tienen en mente. La Jerusalén de la Mezquita de Al-Aqsa, la Iglesia del Santo Sepulcro, el Monte de los Olivos, Salwan, al-Issawia y otras partes de la ciudad vieja, está a punto de parecerse mucho a las barriadas que han brotado por sus alrededores: Izaría, Abu Dies y quizá Beit Hanina.

Cada vez que los negociadores palestinos ceden un centímetro, Israel coge un kilómetro; los Acuerdo de Oslo no son sino un buen ejemplo. Está muy bien negociar pero no cuando las negociaciones socavan la propia base de las resoluciones y leyes internacionales. Las resoluciones de Naciones Unidas -apoyadas por los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia- afirman que toda la tierra de la que Israel se apropió desde la mañana del 5 de junio de 1967 son territorios ocupados. Esto se aplica a la Ciudad Vieja de Jerusalén y sus alrededores, a Cisjordania, Gaza, los pueblos Latrun, el Golán e incluso las Granjas de la Shebaa.

Egipto insistió en que le devolvieran cada centímetro del Sinaí, al igual que Siria reclama cada centímetro del Golán. Los palestinos no pueden aceptar menos. Debemos insistir en la retirada de Israel de toda la tierra ocupada, en lugar de entrar a hablar de un intercambio peligroso de tierras. Ya es suficientemente desastroso que Israel cogiera en 1948 la mitad de la tierra que el plan de partición de Naciones Unidas de 1947 dio a los palestinos. No necesitamos empeorar más las cosas.

¿Y de qué se está tratando en las negociaciones? Todo se mantiene bajo tapadera excepto alguna información que se va filtrando al azar y que sugiere que la cuestión de Jerusalén va a posponerse, otra vez. Dada la amarga experiencia de Oslo, donde se urdió un acuerdo por detrás de los negociadores oficiales, esto no augura nada bueno.

Todo el mundo sabe que ceder la Jerusalén árabe, o cualquier parte de ella, no es una opción aceptable para el pueblo palestino. Tampoco cualquier solución interina, especialmente esa de posponer la discusión sobre Jerusalén, es muy arriesgado cuando no un signo indiscutible de capitulación.

Lo último que necesitamos es otro acuerdo que socave nuestros derechos y debilite a nuestro pueblo. Esas negociaciones en nombre de los palestinos implican en estos momentos una inmensa responsabilidad. Todo lo que hagan tendrá consecuencias a largo plazo para nosotros.

Mustafa al Barghouti es el secretario de Iniciativa Nacional Palestina.

Enlace con texto original:

www.weekly.ahram.org.eg/2008/916/op3.htm