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Entrevista a Abdallah Al Ahmar, secretario general adjunto del Comando Nacional del Partido Baas Sirio

¿Qué pueden esperar los árabes de Obama?

Fuentes: Tricontinental

A casi dos años de su arribo a la Casa Blanca, a la que llegó con fuertes promesas de cambio en la política exterior estadounidense, el presidente Barack Obama continúa apoyando incondicionalmente a Israel, afirma Abdallah Al Ahmar, secretario general adjunto del influyente Comando Nacional de Partido Baas Sirio. El dirigente sirio ofreció en entrevista […]

A casi dos años de su arribo a la Casa Blanca, a la que llegó con fuertes promesas de cambio en la política exterior estadounidense, el presidente Barack Obama continúa apoyando incondicionalmente a Israel, afirma Abdallah Al Ahmar, secretario general adjunto del influyente Comando Nacional de Partido Baas Sirio. El dirigente sirio ofreció en entrevista a TRICONTINENTAL en La Habana sus valoraciones sobre la situación en el Medio Oriente y las perspectivas de una reanudación del estancado proceso de paz en esa región. 

TRICONTINENTAL: Teniendo en cuenta la influencia de Siria sobre la región y el hecho de ser un país que sufre la ocupación de una parte de su territorio por Israel ¿Cómo aprecia la situación del conflicto del Medio Oriente?

ABDALLAH AL AHMAR:  La situación en la región árabe es grave debido a que continua la agresión israelo-imperialista contra la Nación Árabe, a la persistencia de la ocupación israelí y al incremento e intensificación del terrorismo que ejerce Israel en los territorios ocupados, así como a su sostenido afán expansionista.

Nuestra región ha vivido desde el año 2000 en circunstancias extremadamente complejas, pues con la llegada de George Bush (hijo) a la presidencia de los Estados Unidos y con el control y dominio de la política exterior norteamericana por parte de los neoconservadores, esa Administración comenzó a aplicar una política agresiva y ofensiva en diversos lugares del orbe, con el objetivo de imponer la hegemonía norteamericana al mundo por la fuerza de las armas.

Fue así que desataron guerras salvajes y resultó Iraq una de las víctimas principales. La guerra contra ese país mesopotámico dio lugar al desmoronamiento del estado iraquí y provocó que su sociedad casi perdiera su infraestructura social, económica y cultural. El daño provocado por la ocupación norteamericana de Iraq requerirá de varias décadas para ser reparado.

La Administración Bush apoyó los crímenes de guerra que Israel ha perpetrado, en primer lugar su atroz y salvaje agresión contra los civiles de los territorios ocupados de Palestina, desde la operación «Muro Protector» del año 2002 que fue comandada por el terrorista Sharon, pasando por la agresión israelí al Líbano en el año 2006. Bush se opuso hasta el último momento a un cese al fuego en aquella guerra sucia.

Únicamente ante el fracaso del ejército sionista, que no pudo lograr ninguno de sus reales objetivos políticos y militares, es que Bush aceptó el cese de las operaciones militares, concluyendo su presidencia con el apoyo a la agresión a Gaza, la cual se produjo en los últimos días de su oscuro mandato, que dejó el legado de las cenizas, el fuego y la destrucción, no sólo en Líbano, Palestina, Iraq y Afganistán, sino en todas partes del mundo, incluidos los propios Estados Unidos, que recibió a miles de sus hijos en ataúdes, provenientes de lugares donde en vano libraban sus guerras.

El final más tenebroso de la época de Bush estuvo signado por la crisis económica internacional, que ha sido la más profunda, la más fuerte, la más global y generalizada desde la crisis de 1929.

TRICONTINENTAL: ¿Qué perspectiva tiene para usted la solución del conflicto y qué papel puede jugar Siria en ella? 

ABDALLAH AL AHMAR:  La situación creada en la región no puede contribuir a crear un clima de estabilidad, confianza y de seguridad para nuestro pueblo y tampoco para esa área o para la paz mundial. Si fuéramos a mencionar las causas del peligro y de tensión en el Medio Oriente, resulta imprescindible eliminar las consecuencias de la agresión que en esa área ha tenido lugar. Por consiguiente, se impone la retirada inmediata e incondicional de Israel de todos los territorios árabes ocupados y se deben garantizar los derechos legítimos del pueblo árabe palestino, de manera que sea capaz de ejercer su derecho a la autodeterminación en su territorio nacional.

Mientras no se cumplan esas condiciones, prevalecerán y aumentarán las tensiones y el peligro no sólo afectará la región del Medio Oriente sino que pudiera generalizarse y amenazar a otras regiones del mundo. Por tanto, reviste gran importancia oponerse y enfrentarse a esa agresión y solidarizarse con la lucha que libran los árabes para liquidar sus efectos y ofrecer resistencia a los planes del imperialismo norteamericano.

Los árabes han manifestado desde la celebración de la Conferencia de Madrid su compromiso de trabajar para el logro de la paz justa y global sobre la base de las resoluciones de Naciones Unidas concernidas con el conflicto, de los acuerdos adoptados en Madrid y partiendo del principio de tierra a cambio de paz. Siria especialmente ha hecho todo lo posible por lograr avances en el proceso de paz, pero la entidad sionista nos sorprende siempre al querer imponer nuevas condiciones a fin de cercenar nuestra voluntad y nuestra identidad, nuevas condiciones que implican obligarnos a claudicar.

Por ello Siria, bajo la conducción del Presidente Bachar El Assad, con su empeño en lograr la paz y su real deseo de que se establezca una paz justa, permanente y global, no excluye de sus consideraciones y cálculos que el enemigo maniobra al enarbolar consignas referentes a la paz y no escatima en lanzar cualquier tipo de agresión contra los estados árabes, como lo ha hecho en el 2006 y en el 2008.

Puntualizamos que la paz no se puede lograr sino entre contrincantes fuertes. Cuando hay uno más fuerte y otro más débil, el fuerte impone sus condiciones al débil y, en el caso de Israel, país agresor, empeñado en mantener la ocupación, resulta imprescindible resistir, como derecho natural y como una necesidad imprescindible. Debe resistir el que tiene su territorio ocupado frente al ocupante hasta que concluya la ocupación.

Siria, consecuente con este principio, apoya la resistencia a la ocupación israelí y norteamericana de los territorios árabes. Con esta postura, Siria garantiza la mejor protección a la paz, porque la parte débil no puede lograr la paz en pie de igualdad.

La política siria se mantiene firme e invariable, sigue aferrada a la paz, pero justa y global que garantice la devolución de los territorios árabes ocupados del Golán y territorios palestinos ocupados en el año 1967; y el resto de los territorios libaneses ocupados, las Granjas de Chabaa y la Colina de Kafar Chuba; el establecimiento del estado palestino independiente y con plena soberanía, con su capital Jerusalén, el regreso de los refugiados sobre la base de las resoluciones al respecto de las Naciones Unidas. Una paz sobre la base de los acuerdos de la Conferencia de Madrid y partiendo del principio de tierra a cambio de paz.

Siria no cuenta en estos momentos con una contraparte válida en el proceso de paz debido a las posiciones racistas y extremistas de Israel que continúa su agresión y su política de bloqueo contra el pueblo palestino. Pero esta situación no le ha llevado a renunciar a su interés por la paz ni ha mermado sus esfuerzos en aras de su consecución y no renunciará ni a un palmo de tierra del Golán árabe, que debe regresar a su madre patria, Siria.

Tal posición constituiría un factor de presión sobre la postura israelí que se aprovecha del debilitamiento y de la indecisión que se aprecia en la situación actual de los árabes.

TRICONTINENTAL: El presidente Obama llegó hace casi dos años a la Casa Blanca ofreciendo cambios, lo cual hacía suponer que actuaría para poner fin a la política de ocupación de Israel y lo obligaría a cumplir con la legalidad internacional ¿Aprecia usted algún cambio en la política de Estados Unidos hacia la región?

ABDALLAH AL AHMAR:  Las políticas de la administración de Obama, al margen de las consignas que este haya enarbolado ante el mundo, siguen alineadas a Israel y sus vínculos con los árabes se afectan por la identificación con las posiciones israelíes y su afán de usurpar la tierra y los derechos de los árabes y de someterlos a sus designios, lejos del compromiso con la paz justa y global, cimentada en las resoluciones emitidas por la ONU.

El Presidente Obama heredó de la administración anterior la consigna meramente teórica de establecer el Estado de Palestina junto al Estado de Israel. La administración Bush no había desplegado ningún esfuerzo para su implementación, a pesar de las declaraciones públicas y del compromiso contraído entonces de lograr una solución basada en los dos Estados antes de que concluyera su mandato.

Obama quiso resaltar su interés en el proceso de paz reactivando el postulado del gobierno anterior de una solución sobre la base de los dos Estados. Exigió a Israel que aceptara esa solución y el cese de los asentamientos para reiniciar las negociaciones. Hasta el momento no ha formulado ningún plan claro e integral para el logro de una paz justa y global en la región que comprenda todas las partes y contemple soluciones para los problemas, a saber, la devolución de los territorios árabes ocupados, el restablecimiento de los derechos del pueblo palestino y la solución al problema de los refugiados sobre la base de las resoluciones concernientes de la ONU.

Pero los postulados norteamericanos fueron objetados por la oposición israelí, que rechazó el cese de los asentamientos, al tiempo que definieron su concepción de la vía que conduciría hacia la paz. En apretada síntesis: un Estado palestino sin Ejército, sin vínculos con el exterior, sin soberanía sobre su espacio aéreo o marítimo, y en el cual Jerusalén no forma parte del estado palestino ni es su capital, ni tampoco pueden regresar los refugiados a su tierra, que está ocupada por Israel. Y ante todo reconocer el carácter judío de Israel, es decir aprobar el desplazamiento de los árabes palestinos que viven dentro de la entidad israelí desde el año 1948. En la practica, dicen no al Estado palestino. Ante estas posiciones israelíes racistas y extremistas y que evidencian nítidamente que Israel no está convencido de la necesidad de una paz real y ante los obstáculos que antepone a la paz, todo ser amante de la paz se pregunta ¿Qué hará la nueva administración norteamericana?

Hasta ahora no hay respuestas claras de Washington y esto indica dos hechos: el primero, que Obama heredó de Bush el alineamiento absoluto a Israel y la decisión de no presionarle. El segundo, que el presidente norteamericano no puede tomar decisiones sin tener en cuenta otras instituciones que comparten con él la facultad de decidir, en primer lugar el Congreso, cuya mayoría ha favorecido siempre los intereses y las posiciones de Israel.

Si los Estados Unidos quisieran realmente una paz verdadera, tendrían que enfrentarse a Israel para que sea un socio real del proceso de paz.

La posición actual norteamericana es un eco que repite la postura israelí. Así lo refleja la última declaración de Hillary Clinton, Secretaria de Estado: «Las negociaciones israelo-palestinas deben reanudarse rápidamente y sin condiciones previas».

Con estas palabras, Clinton convierte la manifestación de intenciones de paz, en «posiciones previas», pues seria acaso posible lograr una paz sin que las intenciones estén encaminadas a su materialización? Israel nunca ha tenido intención de paz, nunca la ha deseado.

Ernesto Abascal. Periodista y diplomático cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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