Traducido para Rebelión por Marwan Pérez.
Beirut.- En el gran despertar que se extiende inexorablemente por toda la región, la península del Sinaí se ha unido a la resistencia árabe e islámica para derrocar la seguridad impuesta por los Estados occidentales y sustituirla por gobiernos de mayor legitimidad popular. Egipto y otros países de la región están contribuyendo a corregir la injusticia histórica cometida contra el pueblo palestino, de la misma manera que millones de personas de todo el mundo están empleando una variedad cada vez mayor de estrategias de resistencia en solidaridad con la causa central de la región, la liberación de Palestina, contra el desmoronado pero aún ultra-violento proyecto colonial sionista.
Históricamente, los más de 36.000 kilómetros cuadrados de la triangular península del Sinaí han sido una zona de resistencia contra una serie de ocupantes y déspotas desde que se unió a Egipto durante el sultanato mameluco (1260-1517), cuando el sultán otomano Selim el Severo ganó las batallas de Marj Dabiq y al Raydaniyya y anexionó Egipto al Imperio Otomano.
Tras el establecimiento en 1805 de la dinastía de Muhammad Ali sobre el resto de Egipto, la Puerta Otomana, se transfirió la administración de esta agitada península al gobierno egipcio, que se enfrentó a una creciente resistencia en el Sinaí. Los británicos ocuparon Egipto a partir de 1882 e impusieron una frontera trazando una línea casi recta desde Rafah, en el Mediterráneo, hasta Taba, en el golfo de Aqaba, que se ha mantenido como frontera oriental de Egipto. A comienzos de la guerra árabe-israelí en 1948, las fuerzas egipcias invadieron Palestina desde el Sinaí para apoyar la lucha de la resistencia contra el Estado impuesto por Israel.
La operación llevada a cabo la semana pasada en el Sinaí por «terroristas disfrazados de beduinos» contra los ocupantes de Palestina se saldó con la muerte de 16 guardias egipcios que protegían la frontera con Israel, así como de varios fedayines. Una vez más, son señales que la península del Sinaí ha recuperado su papel histórico de confrontar al colonialismo en la frontera de Egipto. El pueblo egipcio, aunque todavía no plenamente sus líderes, está regresando a su lucha histórica por la liberación de Palestina.
El gobierno del ex presidente egipcio Hosni Mubarak socavaría intencionadamente la relación entre los pueblos egipcio y palestino. Pero en los últimos 18 meses la mayor parte de la península del Sinaí se ha orientado más hacia la resistencia desmantelando comisarías de policía, realizando cortes repetidos en el gaseoducto que va a Israel y mediante las acciones de tribus beduinas y otros que han almacenado armas procedentes del mercado negro de Libia, Israel y otros lugares. La zona se está convirtiendo en una base importante de la resistencia con unos combatientes que dicen que rechazarán cualquier intento de EE.UU. e Israel de mantener el control.
No se ha encontrado ninguna prueba fehaciente que sustente las pretendidas versiones sobre los responsables de los ataques en el Sinaí y otros recientes contra instalaciones israelíes, que ya son más de 30 desde el inicio de la revolución de Tahrir el año pasado.
Un portavoz del gobierno de Hamas ha afirmado que el ataque israelí del Sinaí era un «intento de alterar la seguridad egipcia y abrir una brecha entre los egipcios y los residentes de la Franja de Gaza». Zumar Tarek, un portavoz del grupo, afirmó que Israel estaba detrás de todos los recientes ataques terroristas contra los egipcios «porque quiere hacer cambios a lo largo de su frontera con Egipto». El día después del ataque, y confiando en sus propias fuentes de inteligencia, Hamas anunció que «este crimen puede ser atribuido al Mosad, que ha estado tratando de abortar la revolución desde sus inicios, y la prueba de ello es que dio instrucciones hace unos días a sus ciudadanos sionistas para que salieran inmediatamente del Sinaí».
Un norteamericano crítico con la influencia de Israel sobre el Congreso de los EE.UU., y que es adjunto a la presidencia de un Comité del Congreso, envió un correo electrónico donde decía que «estamos investigando lo que los líderes israelíes sabían sobre el ataque del Sinaí y cuándo se enteraron, pero no se ha determinado quién es el responsable de la operación».
Los Hermanos Musulmanes también culpan al Mosad del ataque
Uno de los motivos por los que el pueblo egipcio exige la abolición o, al menos, renegociar el «Tratado de la Vergüenza», que es como se conoce comúnmente al acuerdo de Camp David, es que las fuerzas de seguridad egipcias en el Sinaí no son suficientes para proteger las fronteras. Según el «Acuerdo de Paz» de Camp David es Israel, y no el gobierno egipcio, quien determina el número de miembros del personal de seguridad egipcio que puede montar guardia en la frontera.
El 4 de Agosto de 2012, el nuevo presidente pro-palestino de Egipto, Mohammed Mursi, respondió al ataque despidiendo al jefe de inteligencia pro-israelí Murad Muwafi, así como al gobernador del norte del Sinaí, Abdel Wahab Mabrouk. El mismo día, Mursi ordenó a su Ministro de Defensa que sustituyera al jefe de la policía militar del país para, según su portavoz, «pasar página» en la lucha del pueblo palestino, y también para fortalecer la confianza ante una previsible campaña sionista que culpara del ataque a la Hermandad Musulmana. Desde que fue derrocado Mubarak ha habido una campaña implacable de los líderes sionistas para debilitar la determinación del pueblo egipcio de aislar a Israel y cancelar sus relaciones con los ocupantes de Palestina.
Los partidarios de Ahmed Shafik, rival de Mursi en las elecciones presidenciales y anterior comandante de la fuerza aérea, han pedido a los egipcios que se rebelen contra la Hermandad y el presidente Mursi por la operación del Sinaí. Estos ataques ponen de relieve la brecha existente entre el nuevo gobierno pro-palestino y el ejército, que sigue manteniendo un enorme poder político y ha limitado la autoridad del presidente.
La operación de Resistencia llega sólo una semana después de que el primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, hiciera una inusual visita a Egipto para reunirse con el presidente egipcio, Mohammad Mursi, con el fin de aliviar las restricciones impuestas a Gaza por el asedio de Israel, que fueron respetadas por Mubarak durante años. Esa reunión, complementaria con la que mantuvo Mursi el mes pasado con el jefe de Hamas, Khaled Meshaal, y el presidente palestino Abbas, dio lugar a la apertura de la frontera de Rafah durante 12 horas al día, lo que elevó a mil quinientos el límite diario de transeúntes desde Gaza. Con la apertura de la frontera, Mursi reiteraba y respaldaba la promesa que hizo durante el periodo previo a las reñidas elecciones de Egipto. Con la llegada de la Primavera Árabe a Egipto, una serie de organizaciones de la resistencia pro-palestina exigió la completa apertura del paso de Rafah a todo el tráfico, incluido el comercial. Durante su campaña, Mursi señaló que «ha llegado el momento de abrir el paso de Rafah al tráfico las 24 horas del día durante todo el año».
Por desgracia, después de la última operación, el paso de Rafah ha sido cerrado indefinidamente como lo estuvo bajo el depuesto presidente egipcio, lo que provocará grandes dificultades a los habitantes de Gaza y equivale a nada menos que un «castigo colectivo» al estilo israelí, como afirma Musa Abu Marzouk, un alto funcionario de Hamas.
Como ha señalado recientemente Rana Baker, una joven de Gaza que es miembro del comité de la campaña BDS radicada en Gaza, «vale la pena recordar aquí la postura oficial egipcia ante el asesinato de dos guardias de seguridad egipcios en un ataque israelí el año pasado en la frontera entre Israel y Egipto. No despegó ni un solo helicóptero egipcio para buscar a los asaltantes, y en el lado israelí no se disparó ni una bala contra los «sospechosos». No solamente el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) sepultó el incidente como si nunca hubiera ocurrido, sino que llegó incluso a reprimir a los egipcios que se manifestaban en la embajada israelí de El Cairo, hace ya casi un año. Días más tarde, el SCAF erigió un alto muro alrededor de la embajada para «protegerla» de los «extremistas»».
La Franja de Gaza ha quedado sellada, como lo estaba durante la época del depuesto presidente egipcio Hosni Mubarak. Con el cierre indefinido de los pasos fronterizos de Rafah y Karm Abu-Salem se espera que el asedio se intensifique.
Robert Satloff, Director Ejecutivo del Instituto Washington para Política del Cercano Oriente (WINEP), fundado por el AIPAC, presentó la reacción del grupo de presión ante las operaciones del Sinaí y la expansión geográfica de la Resistencia. Tanto en su página web como en sus publicaciones, este grupo de presión ofrecía las siguientes propuestas:
«Estados Unidos debe mantener unas comunicaciones sólidas con Mursi y decirle que, si quiere recabar apoyo internacional para reforzar su debilitada economía, no puede complacer los peores instintos de la opinión pública egipcia. De hecho, cualquier esfuerzo serio para evitar la infiltración de terroristas en el Sinaí requiere la coordinación con Israel, y esta no va a producirse en un ambiente de difamación.»
«En segundo lugar, las autoridades de Estados Unidos deben reiterar a los militares egipcios que las opiniones de Washington respecto a la seguridad en el Sinaí son un aspecto esencial de la paz entre Egipto e Israel, y que la continua provisión de ayuda militar sustancial -que en los últimos tres decenios ha superado los 35.000 millones de dólares-, está absolutamente vinculada a la inversión en el personal y los recursos adecuados para poder cumplir con sus labores de seguridad. Si a la península no se destinan oportunamente los recursos y las personas adecuadas, se llevará a cabo una revisión global del paquete de ayuda militar estadounidense pensando en adaptar a las circunstancias actuales esta relación de cooperación que data de la década de 1980.»
La opinión de Satloft es un reflejo de la enorme desconexión existente entre la realidad y las expectativas de los oficiales sionistas y sus compinches sobre lo que en los últimos dieciocho meses ha nacido en Oriente Próximo en relación con la resistencia a la colonización permanente y la limpieza étnica de Palestina.
Con el retorno de la Península del Sinaí a la época y la cultura de la resistencia, la liberación de Palestina se dibuja como una posibilidad cada día más segura, y tal vez llegue más pronto que tarde.
Franklin Lamb realiza investigaciones en el Líbano. Se puede contactar con él mediante correo electrónico en [email protected].
Fuente original: http://www.counterpunch.org/2012/08/10/the-sinai-joins-the-axis-of-resistance/