Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Nuestra brújula moral colectiva se ha vuelto tan profundamente retorcida que incluso las más decentes de las personas, las mismas a quienes no se considera extremistas, creen que no hay nada de malo en disparar a un hombre que se está muriendo en el suelo.
Una ambulancia del Magen David Adom intenta desplazarse alrededor del cuerpo de un hombre palestino a quien un soldado israelí había disparado en la cabeza, en la ciudad ocupada de Hebrón. El hombre, que al parecer participó en el apuñalamiento de otro soldado, ya había recibido un disparo que lo dejó incapacitado. 24 de marzo de 2016. (Imagen / B’Tselem)
Uno de los aspectos más peligrosos y frustrantes del fascismo -dirigido por sus gobernantes elegidos- de los que debe hacerse cargo la opinión pública judía-israelí es la forma en que se alimenta cada cosa que sucede aquí. Casi cada noticia empuja hacia adelante este proceso, incluso sucesos que deberían servir como señales de advertencia.
Tomemos, por ejemplo, los comentarios de Netanyahu sobre el Mufti. Sobre el papel parecía un loco deslizamiento de la lengua de un líder que ya no puede distinguir entre la realidad y la imaginación y está dispuesto a torcer uno de los capítulos más oscuros de la historia de su pueblo para obtener beneficios políticos. Pero Netanyahu sabía exactamente lo que estaba haciendo: en la realidad israelí la comparación de los palestinos con los nazis (y echar la culpa del Holocausto a los palestinos en lugar de a los nazis) funciona. Netanyahu sabe que una vez que el ruido se apague habrá convencido a una buena parte de la población de que los palestinos fueron responsables del Holocausto, que ellos fueron los que incitaron a Hitler a masacrar a los judíos. Sabe que en la situación actual de lanzar toda la suciedad a los palestinos -no importa la falta de fundamento- algo quedará pegado. El público podría levantarse contra las mentiras, pero en cambio las interioriza.
Algo similar sucede cada vez que el público se encuentra con otro horrible episodio en las noticias de los territorios ocupados. El efecto es casi siempre lo contrario: en lugar de sorprenderse el público le da su sello de aprobación, a veces incluso uno oficial. El público no se horrorizó cuando se enteró de la magnitud de la matanza de civiles palestinos de la última guerra de Gaza. En su lugar acarreó un cambio en el «código de ética» del ejército israelí, tal como fue formulada por el filósofo y lingüista israelí Asa Kasher. En lugar de estremecernos hasta el tuétano, hemos llegado a aceptar que la vida de nuestros soldados está por encima de las vidas de los civiles palestinos, una noción que va en contra del derecho internacional humanitario, por no hablar de la moral más básica.
Esto es exactamente lo que ocurre en el video de la ejecución de un palestino en Hebrón. El número de personas dispuestas a justificar el asesinato sin pestañear es impresionante. Nuestra brújula moral colectiva se ha vuelto tan profundamente retorcida que incluso la más decente de las personas, aún entre las que no son consideradas extremistas, creen que no hay nada de malo en disparar a un hombre como el que está muriendo en el suelo, mientras encuentran alguna manera de excusar el acto, incluyendo el reclamo de que el palestino podría haber estado armado con un cinturón suicida.
La realidad de la ocupación violenta crea una conciencia que justifica la violencia misma. Todos los días. Ese es el significado que subyace en nuestra terrible realidad: aún exponiendo la cara inhumana del régimen militar eso no hace que el público israelí despertemos de nuestro estado de coma, sólo hace que busquemos más maneras que lo justifiquen.
Este artículo fue publicado por primera vez en hebreo en Local Call .
Fuente: http://972mag.com/what-will-wake-israelis-from-their-collective-coma/118159/
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la misma.