Traducido para Rebelión por LB
Los asentamientos judíos deben regresar a Gaza. Todo aquel que se preocupe del destino de las personas que habitan la Franja de Gaza debería desear que se restablezcan los asentamientos judíos de Netzarim y Kfar Darom. Si yo fuera palestino, soñaría con ver resurgir Dugit y Nisait. Servirían como el último escudo humano para un millón y medio de palestinos que ahora constituyen una de las poblaciones más indefensas del mundo. Encarcelados y sin ninguna ayuda, corren el riesgo de morir de inanición. Expuestos y carentes de toda protección, son presa de las operaciones de venganza del ejército israelí.
Mientras entierra a los 350 muertos que ha sufrido desde el verano, Gaza amenaza con convertirse en Chechenia. Hay en Gaza millares de personas heridas, lisiadas y traumatizadas por las bombas, excluidas de toda posibilidad de recibir asistencia médica. Los enfermos conectados a respiradores corren el riesgo de morir debido a los frecuentes cortes de energía que se suceden desde que Israel bombardeó la central eléctrica. Decenas de miles de niños presentan cuadros de angustia y sus padres no tienen ninguna posibilidad de ayudarles. Son testigos de escenas que ni siquiera los ancianos de Gaza vieron jamás.
El que no dé crédito a todo esto no tiene más que viajar a Beit Hanum, a una hora de distancia de Tel Aviv. El trauma no hace más que aumentar aquí, en una ciudad que en el plazo de una semana ha perdido a cerca de 80 de sus hijos e hijas. Sombras de personas deambulan entre las ruinas. La semana pasada encontré allí a personas aterradas, deprimidas, heridas, humilladas, en duelo por sus familiares, anonadadas. ¿Qué se les puede decir? ¿Que tienen que cesar de lanzar cohetes Kassam? Pero si la inmensa mayoría de ellos no tiene nada que ver con los lanzamientos. ¿Que deberían devolver [al soldado israelí capturado] Gilad Shalit? ¿Y qué tienen ellos que ver con él? Lo único que saben es que el ejército israelí regresará, y saben lo que eso significará para ellos: otra vez a encerrarse en sus casas durante semanas, otra vez muerte y destrucción a escala pavorosa sin ser culpables absolutamente de nada. En el oscuro patio trasero del sur de Israel se está desarrollando en estos momentos una tragedia humana a gran escala. Israel y el mundo, incluidos los Estados árabes, se tapan los ojos, de modo que, por muy absurdo que parezca, el último recurso podría muy bien consistir en desear el regreso de las colonias judías. Así de desesperada es la situación.
De paso, el regreso de las colonias judías podría servir para desenmascarar definitivamente la mentira sobre la retirada israelí [de la Franja de Gaza]. Quizá sólo eso nos impulse a dejar de propalar de una vez por todas la especie de que la ocupación israelí de Gaza ya se terminó. No ha habido una mentira tan recurrente desde aquella otra que decía que «no hay interlocutor válido». Según la leyenda, Israel salió de Gaza, la ocupación terminó y una Gaza liberada y libre se dedica a lanzar cohetes Kassam contra nosotros como pago a nuestra generosidad. No cabe concebir mayor embuste y, sin embargo, es de ver cómo los israelíes -o la mayoría de ellos- se tragan el cuento con los ojos cerrados. «En lugar de reconstruir su país» mascullan los israelíes, «los palestinos disparan contra nosotros». La verdad es justo al revés: Gaza sigue viviendo bajo una ocupación inhumana que simplemente se ha limitado a reubicar su base de operaciones. Los Kassam son un sangriento recordatorio de ello.
Una serie de ideas, a cual más brutal y disparatada, compiten entre sí: el primer ministro israelí propone liquidaciones y el ministro de agricultura propone tomar acciones más severas, uno aboga por el «ojo por ojo» y el tercero prefiere «pulverizar Beit Lahiya». Y ninguno de ellos se detiene un instante para reflexionar sobre lo que están diciendo. ¿Qué significa exactamente «arrasar Beit Hanum»? ¿Qué significa esa escalofriante combinación de vocablos? Una ciudad de 30.000 habitantes, la mayoría niños, que hace tiempo que rebasaron el límite de angustia y sufrimiento tolerables por un ser humano, desempleados y hambrientos, sin presente y sin futuro, sin ninguna protección contra las violentas respuestas militares de Israel, cada vez más alejadas de cualquier sentido de la proporcionalidad humana.
Proporcionalidad es también lo que se necesita para evaluar la extensión del sufrimiento de la ciudad vecina de Sderot. Hay que decirlo honestamente: el sufrimiento de Sderot, por muy desgarrador y difícil que sea, no es nada en comparación con el sufrimiento de la localidad [palestina] vecina. Sderot está ahora de duelo por una víctima mortal, mientras que Beit Hanum llora la muerte de cerca de 80 personas. Sderot cuenta con el ejército de Israel y con Gaydamak (1). Beit Hanun no tiene nada para defenderse. Y eso por no hablar de la libertad y de la situación económica que se disfruta en ambas localidades. ¿Debería eso servir de consuelo a los habitantes de Sderot? Por supuesto que no. ¿Pero acaso el asesinato inútil de los habitantes de Beit Hanun ha contribuido en algo a la seguridad de los habitantes de Sderot? Los acontecimientos de los últimos días ciertamente demuestran que la respuesta a esa pregunta es negativa. Por eso mismo es una vergüenza que Sderot no haga un llamamiento público valiente: ¡Dejad en paz a Beit Hanun, porque mientras sigáis matando a gente en Beit Hanun seguirá muriendo gente también aquí!
Pronto Gaza se parecerá a Darfur, sólo que mientras que el mundo está prestando cierta ayuda a Darfur, todavía se atreve a seguir tratando a Gaza con mano dura. En lugar de boicotear a quien está abusando de los habitantes de Gaza, el mundo boicotea a la víctima, bloqueando la ayuda que tan desesperadamente necesita. El regalo del mundo a Gaza son decenas de millares de trabajadores que no cobran sus exiguos salarios a causa del boicot [impuesto por la llamada comunidad internacional a Gaza], mientras que Israel no sólo los está matando, sino que también les está robando su dinero mientras que los encierra a cal y canto y les niega cualquier oportunidad para poder salir.
¿Qué espera conseguir Israel? ¿Cómo es posible que no hayamos aprendido la lección de la guerra del Líbano, a saber, que la única forma de detener el lanzamiento de cohetes contra Israel es mediante acuerdos? ¿Y por qué el mundo sigue a la espera? En lugar de movilizarse y enviar inmediatamente una fuerza internacional para proteger a los habitantes de Gaza y anular el boicot, el mundo mantiene su presión brutal. Pensándolo mejor, quizá el regreso de los asentamientos judíos a la Franja de Gaza no sea una idea tan buena al fin y al cabo. Sin embargo, a falta de eso, ¿exactamente quién se va a encargar de salvar a los habitantes de Gaza?
Nota:
(1) Arcadi Gaydamak, polémico millonario israelí de origen ruso a quien en noviembre del 2006 se le ocurrió ofrecer a los habitantes de Sderot una semana de vacaciones gratis en Eilat para que se repongan del estrés producido por la caída de los Kassam en su ciudad. Fuente. http://en.wikipedia.org/wiki/Arcadi_Gaydamak
Texto original: http://www.haaretz.com/hasen/objects/pages/PrintArticleEn.jhtml?itemNo=789523