David Ortiz es miembro de la Junta de Gobierno de la Coordinadora estatal de ONG para el Desarrollo (CONGDE), creada en 1989 por siete organizaciones y formada en la actualidad por 90 ONGD y 15 coordinadoras autonómicas, lo que da un resultado cercano a 400 entidades dedicadas a la solidaridad internacional. David es también responsable […]
David Ortiz es miembro de la Junta de Gobierno de la Coordinadora estatal de ONG para el Desarrollo (CONGDE), creada en 1989 por siete organizaciones y formada en la actualidad por 90 ONGD y 15 coordinadoras autonómicas, lo que da un resultado cercano a 400 entidades dedicadas a la solidaridad internacional. David es también responsable de las vocalías «Relaciones con la Unión Europea» y «Redes para el Cambio», que engloba la campaña Pobreza Cero.
¿Cuántas organizaciones hay en la Coordinadora y cuáles son los objetivos que se ha marcado ésta para el momento actual?
El número de organizaciones miembro es cercano a las 100, pero incluyendo las plataformas y las coordinadoras autonómicas de ONGs, hacemos una estimación de en torno a las 400 organizaciones. El principal objetivo es el de representar al sector de las ONGs de Cooperación al Desarrollo. En la actualidad se están llevando a cabo varias líneas de trabajo: incidencia política, servicios al sector, información, asesoría, formación, y representación institucional en determinados foros internacionales, como la Plataforma Europea de ONGs. Se desarrollan también otras actividades, se elabora anualmente un directorio con los datos de todas las organizaciones miembros y se llevan a cabo labores relacionadas con temas como recursos humanos, financiación, voluntariado, etc.
Hablabas de retos importantes en el último año en el campo de la incidencia política, ¿a qué te estabas refiriendo?
Precisamente hace bastante poco, el 19 de diciembre, tuvimos ocasión después de casi dos años de trabajo, de firmar lo que llamamos un Pacto de Estado contra la Pobreza. Es una propuesta que se lanzó en el 2005 y se trata de un documento que recoge toda una serie de medidas que hacen relación a la Cooperación al Desarrollo y específicamente a temas de Deuda, de Ayuda Oficial al Desarrollo y también de Comercio, además de otras medidas legislativas. Lo interesante aparte del contenido es que se trata de un documento que fue firmado por todos los partidos políticos con representación parlamentaria.
¿Cuáles son las medidas más importantes que incluye este Pacto?
El contenido del Pacto es un contenido bastante detallado, no es una declaración de intenciones. En el propio Pacto se recoge la creación de una Comisión de seguimiento de cumplimiento del mismo, en la que participarán los partidos políticos y la Coordinadora, obviamente eso no supone una obligación, pero sí hay un mecanismo para al menos llamar la atención o dar la alerta sobre el cumplimiento de los contenidos del Pacto. Dicho Pacto se alinea con la Declaración de París sobre la eficacia de la Ayuda al Desarrollo. Sobre los contenidos concretos, aparte de una serie de valoraciones generales sobre lo que representa en términos de consenso y sentir de la ciudadanía, hay tres bloques principales, uno es sobre Ayuda Oficial al Desarrollo, en el que aparte del famoso 0,7 y su distribución, hay propuestas especialmente importantes de cara al futuro del mismo y otras referidas a los temas de Deuda Externa, no solamente al planteamiento de una condonación total de la Deuda Externa que ahora mismo mantiene España, sino también cuestiones más específicas de regulación por ejemplo del instrumento de los créditos FAD que es algo que está todavía pendiente de desarrollar, incluso una vez aprobada la Ley de Gestión de la Deuda Externa en el año 2007. Luego hay otra serie de medidas relativas a cuestiones sobre comercio y la necesidad de establecer algún tipo de coherencia entre las políticas de comercio y las de desarrollo.
Hay una polémica sobre si los créditos FAD son un instrumento puramente comercial que está disfrazado en Cooperación y por eso hay que sacarlos de este rubro, o si realmente tiene sentido que estén en Cooperación. ¿Cuál es la posición de la Coordinadora?
Con respecto a este tema me puedo remitir a los contenidos de este Pacto de Estado. No se entienden los Créditos FAD, o al menos un tipo de los créditos FAD, porque hay tres tipologías, como Cooperación al Desarrollo. Son un mecanismo que genera Deuda Externa y que por tanto no contribuyen al desarrollo de los pueblos a los que supuestamente va dirigida la Ayuda Oficial al Desarrollo. Además, en algunos casos a lo que están contribuyendo, o el objetivo en ocasiones claramente declarado de estos créditos, es la externalización de la empresa española y la internacionalización de la misma, por lo tanto tampoco es un criterio de Desarrollo. Pero quizás aparte de ese posicionamiento, yo creo que este año hubo una ocasión muy interesante que fue la aprobación de la Ley de la Gestión de la Deuda Externa, aunque todavía le falta desarrollar aquella parte que precisamente hace referencia a estos créditos. La Ley hace referencia a la gestión de la Deuda Externa actual, pero no desarrolla nada en relación a los mecanismos que siguen generando Deuda.
Hay algunas organizaciones, algunos expertos en cooperación que achacan a la Coordinadora mucha debilidad, ya que al querer ser tan grande y tener entre sus miembros organizaciones de muy distintos tipos, al final hay que generar consensos que más bien ayudan poco a la presión y a la movilización. ¿Qué piensas de esto?
Primero, el consenso no es la unanimidad, aún así son siempre difíciles los consensos y lo cierto es que creo que algunas veces en aras de la eficiencia podemos perder el horizonte de la pluralidad y de la fuerza que te da el hecho de representar esa pluralidad. En este caso en la balanza pesa mucho más que esa eficiencia el hecho de tener la capacidad de decir que representas a un sector mucho más amplio, aunque eso suponga dificultades a la hora de alcanzar consensos. Lo cierto es que cuestiones como la firma del Pacto de Estado que acabo de mencionar, cuestiones como las movilizaciones que en torno a la campaña Pobreza Cero se realizan desde el año 2005, campañas anteriores como las del 0,7 y otro tipo de acciones, aparte de una interlocución directa con el Ministerio de Asuntos Exteriores o con la Secretaría de Estado para la Cooperación, eso es evidente que solo una plataforma como la Coordinadora lo puede tener.
También es cierto que se dice que la Coordinadora debería de representar su acción política mucho más allá de lo que son sus miembros y que muchas veces parece una defensa corporativa de éstos, lo cual hace hipotecar su accionar político. ¿Tú que piensas?
Personalmente estoy de acuerdo con esa afirmación, pero traslado la responsabilidad de ese hecho precisamente a las organizaciones miembro y a las organizaciones que tienen esos planteamientos. En un marco de debate con un clima permanente de diálogos, de consensos, evidentemente los espacios que existen se tienen que pelear dialécticamente y creo que no se está haciendo.
Eso viene a razón de que también algunas de estas organizaciones dicen que cada vez más la Coordinadora está siendo una Coordinadora de organizaciones medias o grandes y que las organizaciones pequeñas por falta de recurso humano y/o económico, encuentran dificultades para estar, es más, algunas organizaciones pequeñas en el último año se han dado de baja porque no pueden estar en Coordinadoras autonómicas o en la Coordinadora estatal, ¿cómo ves eso?
En este caso no puedo estar de acuerdo. En la Coordinadora, como decía, hay casi 100 organizaciones y los requisitos para formar parte de la Coordinadora no son excesivos teniendo en cuenta que es una organización de ámbito estatal y que existen coordinadoras autonómicas. Organizaciones de ámbito estrictamente autonómico o local, donde entiendo que tienen que participar es en su Coordinadora autonómica. Tengo el convencimiento de que la cuota no es en absoluto un impedimento para que organizaciones que en buena lógica deberían ser miembros de la Coordinadora no lo sean.
La imagen de la Coordinadora que se traslada a los ciudadanos es muy apacible, aunque algunas veces salten tensiones. Quiero recordar la tensión que hubo alrededor del Código de Conducta con aquella primera convocatoria de subvenciones alrededor de Fortuna o la más reciente en el gobierno del Partido Popular con la representación en el Consejo de Cooperación. En la discusión posterior parecería que hay organizaciones con cierto trato de favor.
En el caso del Consejo de Cooperación yo creo que sí ha habido una respuesta bastante fuerte y de hecho se produjo una reforma apoyada por la propia Coordinadora en la que los miembros pertenecientes a las ONGs no son nombrados a dedo, sino elegidos en la propia Asamblea de la Coordinadora. En el otro caso, es cierto que aunque existen mecanismos como la Comisión de Seguimiento del Código de Conducta, sería muy positivo que hubiese mecanismos más eficaces de cumplimiento de dicho Código y de hecho, quizás en la próxima asamblea se presentará una herramienta para que cada organización sea capaz de autoevaluarlo. Obviamente la Coordinadora no puede articular instrumentos «coercitivos», pero sí creo que es necesario trabajar en esa línea.
La Coordinadora tuvo un momento especialmente tenso con el Gobierno del Partido Popular, como en el caso del Consejo de Cooperación que acabamos de mencionar, y en cambio en esta legislatura parece ser que la relación con el Gobierno y con la Agencia ha sido mucho más tranquila, ¿cómo valoras tú esta relación con el Gobierno actual?
La mejora ha sido muy sustancial en temas importantes. Los niveles de interlocución y de diálogo que ahora mismo se tienen, dentro de lo que se incluiría este modelo de Consejo de Cooperación, son sensiblemente más elevados que en etapas anteriores. Ha habido una serie de reformas como la propia aprobación de la ley de Gestión de la Deuda Externa y el Estatuto de los Cooperantes, que son dos ejemplos de compromisos y de exigencias que ya la Coordinadora planteaba y que se han llevado a cabo, sin entrar a valorar con mucho detalle. Evidentemente ha existido un incremento sustancial de Ayuda Oficial al Desarrollo y unos compromisos que parecen que marcan el horizonte, como el contraído con el 0,7 y su consecución para el 2012. Quizá los tres grandes temas que no han quedado resueltos haya sido el de la coordinación de actores en el Estado español, que es un tema importante por el peso de la Cooperación descentralizada, el tema de la Deuda Externa y más en concreto los créditos FAD, que no han sido todavía regulados y por último avanzar o profundizar en el tema de coherencia de políticas ya que como Estado seguimos manteniendo una divergencia importante entre lo que por ejemplo hace Comercio y lo que hace Exteriores en el ámbito del Desarrollo y eso son políticas que no deberían ser sostenibles en el tiempo.
¿Cómo valoráis la reforma de la Agencia Española de Cooperación Internacional al desarrollo (AECID)?
Sinceramente me costaría hacer una evaluación sin que el tema haya empezado a caminar un poco más. Era un compromiso que existía y no sólo un compromiso, sino una necesidad y es evidente que no se puede gestionar, ni los volúmenes, ni los actores, ni los mecanismos que ahora mismo tiene la Cooperación española con herramientas que no son adecuadas, pero si esta reforma es o no la más adecuada o qué deficiencias o carencias puede tener, todavía no te puedo hacer una valoración.
¿Cómo valora la Coordinadora el grado de consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio?
La valoración que hacen las propias instituciones es tan negativa que es difícil ir incluso más allá. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) sostiene que el objetivo número uno, «Erradicar la pobreza extrema y el hambre», sólo se cumpliría al ritmo actual en 2150, cuando, como bien se sabe, estaba previsto como meta para 2015. Con ese ejemplo está todo dicho. Sí que se plantean algunos avances puntuales en algunas regiones, se pone siempre el ejemplo de América Latina, más por una cuestión coyuntural del aumento de precio de las materias primas que por una cuestión de verdaderas políticas de desarrollo, pero el hecho es que se ha avanzado en alguna de estas regiones.
En los últimos meses el mundo de la Cooperación y el mundo de las ONGs se ha visto convulsionado por los casos de ANESVAD e INTERVIDA. Parecía que había un consenso social y las encuestas decían que las ONGs estaban muy bien valoradas y de repente aparecen artículos, análisis, interrogándose sobre las ONGs a raíz de estas dos situaciones ¿Qué opináis desde la Coordinadora?
Por un lado, es necesario valorar positivamente que este tipo de casos afloren y que sigan sus trámites judiciales o del tipo que sea. También resulta positivo saber que ninguna de estas organizaciones formaba parte de la Coordinadora. No lo digo desde un punto de vista corporativista, sino porque en uno de estos casos se solicitó la entrada y no se pudo, precisamente por no cumplir el Código de Conducta. A pesar de que a algunos nos gustaría que fuese de una exigencia mayor, lo cierto es que las organizaciones que han incurrido en este tipo de delitos o irregularidades estaban fuera de este marco, y eso también nos da ánimos, por lo menos para poder seguir trabajando en la creación de orientaciones que sean compartidas por la gran mayoría del sector. La inmensa mayoría de las organizaciones funcionan con un grado de transparencia muy importante. Como valoración más general y más personal, puedo decir que, a largo plazo, estos casos nos pueden ayudar a reflexionar sobre cuestiones como algunos mecanismos de financiación que están o estamos utilizando algunas organizaciones, así como también a desterrar cierto velo angelical que cubría las ONGs. Las ONGs, como yo las entiendo, son actores políticos, no se encuentran apartadas del resto de estos actores en ningún sentido. Es muy positivo que se cuestione, se critique y que salgan a luz temas como el financiamiento, el papel de determinados mecanismos, el apadrinamiento y otros asuntos.
A partir de esta polémica la prensa comenzó a plantear si sería suficiente el control público sobre las ONGs o si habría que generar algo como un «sello de conducta» que daría una institución privada como la Fundación Lealtad. ¿Qué opinión tienes sobre este tema?
Los casos que se han dado no se han producido a partir de la gestión de dinero público, recibido por subvenciones, sino a partir de otras fuentes. Es importante remarcarlo porque se han mezclado unas cosas con otras, y también porque hay que desterrar de una vez esa idea más o menos construida de que las ONGs «viven» del dinero público. Las ONGs que gestionan esos fondos responden a una sensibilidad social y a unos criterios y mecanismos de control establecidos desde las administraciones. Los fondos privados ahora mismo constituyen alrededor de la mitad de los que reciben las ONGs como colectivo, y tienen controles dependiendo de la institución donante. Hay una cierta tendencia de empezar a manejar criterios empresariales en la gestión de esos fondos, que es la lógica que siguen instituciones como la Fundación Lealtad. Si hay organizaciones que quieran someterse a sus criterios, me parece positivo. En cualquier caso, no son ni criterios ni baremos que hayan surgido del sector y esto es lo preocupante: han surgido de otro sector que no tiene nada que ver con la cooperación y está alcanzando un nivel de relevancia que no le debería corresponder. Frente a eso y aunque también sea insuficiente, se ha retomado en la Coordinadora la idea de crear mecanismos que, a partir del Código de Conducta, permitan hacer funcionar en esta lógica de autoevaluaciones pero con criterios propios. Ésa es la alternativa que podemos dar a espacios o a instituciones como la Fundación Lealtad.
Algunas personas y organizaciones achacan a la Coordinadora mucha debilidad, de intentar siempre generar consensos que más bien ayudan poco a la presión y a la movilización. ¿Qué piensas de esto?
En primer lugar, el consenso no es la unanimidad. Aún así son siempre difíciles los consensos y lo cierto es que, algunas veces en aras de la eficiencia, podemos perder el horizonte de la pluralidad y de la fuerza que te da el hecho de representar esa pluralidad. En este caso en la balanza pesa mucho más que esa eficiencia el hecho de tener la capacidad de decir que representas a un sector mucho más amplio, aunque eso suponga dificultades a la hora de alcanzar consensos. Es evidente que sólo una plataforma como la Coordinadora puede lograr una interlocución directa con el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación o con la Secretaría de Estado para cuestiones como la firma del Pacto o las movilizaciones en torno a la campaña Pobreza Cero o anteriores como las del 0,7.
También se dice que la Coordinadora debería de representar su acción política mucho más allá de lo que son sus miembros pero que muchas veces parece realizar más bien una defensa corporativa de éstos, algo que hipoteca su accionar político.
Personalmente estoy de acuerdo con esa afirmación, pero traslado la responsabilidad de ese hecho precisamente a las organizaciones miembro y a las que tienen esos planteamientos. En un marco de debate con un clima permanente de diálogos, de consensos, evidentemente los espacios que existen se tienen que pelear dialécticamente. Creo que esto es algo que no se está haciendo.
Hay algunas voces en el sector que reclaman mayor presión de la Coordinadora en temas como la defensa de los Derechos Humanos, situaciones de conflicto como es el caso de Colombia o Palestina o una mayor incidencia en temas como las guerras en África que provocan hambrunas, situaciones de conflicto que luego hacen necesaria la ayuda canalizada a través de las ONGs. ¿Tú compartes esa opinión?
Lo comparto totalmente y lamento que en los espacios formales que tiene la Coordinadora, estos temas no se planteen por una mayoría por lo menos significativa. El Desarrollo no es solamente la Ayuda Oficial al Desarrollo, sino que es mucho más y lo que has dicho evidentemente está vinculado. Vuelvo a lo que te decía antes, me gustaría que con esos planteamientos, sabiendo como sé que hay organizaciones que lo piensan, se crease una masa crítica suficiente en el seno de la Coordinadora y en sus espacios de participación para que esas posturas pudieran salir adelante.
En cuanto a la Unión Europea, ¿crees que sigue siendo una gran desconocida para las ONGs en general o que esa barrera se está eliminando?
Sigue siendo una gran desconocida y, por mi experiencia en los últimos años, puedo constatar que la participación de ONGs españolas en redes europeas es bastante baja en comparación con otros países, aunque con respecto a esto no hay ninguna lógica a la que se pueda apelar. En términos de financiación por parte de la Comisión nos situamos, una vez más, muy por debajo de otros países de nuestro entorno. Esto indica quizás cierto desinterés o cierta lejanía frente a las instituciones europeas, por lo menos desde el ámbito de las ONGs de Cooperación. Estas cifras están además concentradas en extremo: son una o dos organizaciones las que prácticamente alcanzan la mitad de toda la financiación de la UE que están recibiendo las ONGs españolas. Este dato es el más cuantificable, pero me resulta más preocupante el tema del trabajo en redes europeas y en otro tipo de estructuras más amplias que las del Estado, más aún teniendo en cuenta que ahora mismo la UE es probablemente, en términos de desarrollo, uno de los principales actores, el mayor donante universal de Ayuda Oficial al Desarrollo. No tener una perspectiva europea a la hora de pensar en políticas de desarrollo en el ámbito internacional es andar cojo, evidentemente, y andamos cojos.
¿Se ha valorado en la Coordinadora la reciente reunión de Lisboa sobre la cooperación entre la Unión Europea y África?
El tema que venía de tiempo atrás era la firma o no de los Acuerdos Económicos de Asociación con los países ACP (África, Caribe y Pacífico), los conocidos como los acuerdos EPA. Ése es el tema de más peso, igual que lo está siendo, incluso todavía ahora con América Latina, porque además la receta es la misma. Este tipo de acuerdos suelen recoger tres capítulos: cooperación dependiendo de las regiones, cooperación política o de ámbito político y ámbito económico. Es evidente que el peso mayor se está poniendo en el ámbito económico y desde una lógica de libre mercado, que normalmente beneficia casi exclusivamente a la Unión Europea. Me parece una evidencia porque está en la lógica más o menos neoliberal, de libre comercio, en el que de alguna forma se pervierten las reglas del juego para que beneficien, como están haciendo siempre, a los más ricos, a los más poderosos.
En el ámbito concreto de la cooperación, ¿ves avances tanto con América Latina como con África?
En el caso de África lo que sí parece que hay es avances significativos en cuestiones de deuda externa, con algún caso de buenas prácticas. Hay un incremento de la Ayuda Oficial al Desarrollo y además, en algunos casos, y aquí siempre se pone el ejemplo de Mozambique, parece ser que se ha constatado que las cosas se han hecho bien. Por otra parte, no se ha avanzado prácticamente nada en lo que sería no solamente coherencia de políticas, que también, sino en todo lo que se recoge en los Principios de la Declaración de París sobre eficacia de la ayuda, coordinación de actores, armonización con las políticas de desarrollo propias de cada uno de los países, etc. Hay ejemplos públicos y que incluso algunas instituciones los hacen públicos, precisamente para empezar a debatir sobre estos temas. En algunos países, por ejemplo con el tema del VIH/Sida, se han llegado a encontrar más de veinte donantes trabajando en un mismo país, en un mismo tema, sin ninguna coordinación entre ellos, evidentemente sin ninguna eficacia en el trabajo que estaban haciendo. Creo que en parte eso es lo que está pasando en África: están incrementándose los recursos pero no hay una profundización más allá de una lógica de mejora de esa ayuda, que se está donando sin demasiado criterio.
En América Latina ha descarrilado el ALCA, ¿crees que la Unión Europea quiere sustituir a EE UU en un Tratado de Libre Comercio, pero con los mismos vicios, los mismos problemas?
Sí, tal cual. La Unión Europea se ha visto en la necesidad de alcanzar esa paridad comercial en relación a EE UU. Es decir, si EE UU tiene un TLC, la Unión Europea tenía que tener su TLC, y eso es en lo que está trabajando. En lugar de TLC se llama Acuerdo de Asociación, pero en los términos económicos comerciales recoge prácticamente lo mismo. Es cierto que recoge también otros temas que los TLC estadounidenses no incluyen, como por ejemplo el tema de la cooperación política. Ahí sí que la Unión Europea, en el caso de Centroamérica, quería recuperar la experiencia del Diálogo de San José, en cuanto a movilización de guerrillas, acompañamiento del proceso de todos los conflictos abiertos en la región. Dejando claro que los capítulos económicos son perfectamente equivalentes, me atrevería a decir que en el caso de los TLCs estadounidenses se dan algunas cuestiones que los hacen aún más perversos que los Acuerdos de Asociación que está promoviendo la Unión Europea.
¿Hay alguna pregunta que no te he hecho y que pienses que sería importante?
Volviendo al tema sobre la Coordinadora, quisiera decir que los criterios para entrar en la misma no son excesivamente complejos. Cada organización tiene un voto en este espacio en el que el trabajo y la dialéctica se imponen sobre otro tipo de dinámicas. En ese sentido, cualquier crítica, críticas que yo comparto, la hacen mejorable desde la perspectiva de mayor participación en el seno de la Coordinadora. Esto lo digo por mi propia experiencia en las asambleas, en los grupos de trabajo y en la propia Junta de Gobierno. Todas las sensibilidades están representadas y, además, hay que reseñar también que durante bastante tiempo ha habido vocalías que no se han ocupado por falta de candidaturas.