Traducción para Rebelión Antonio Martínez Castro
Unos colonos armados hasta los dientes irrumpieron la noche del jueves al viernes en una mezquita de la aldea cisjordana de Yasuf, próxima a Naplusa; quemaron coranes, libros religiosos y prendieron fuego a todo el edificio antes de volver a su cercano asentamiento.
Testigos presenciales han confirmado que los hostiles colonos rompieron las puertas de la mezquita, irrumpieron en ella y pintaron en sus paredes amenazas a los palestinos de «Quemar todo». Tal vez sea el anuncio de un aumento de atentados similares durante los próximos días.
La ley ampara a los colonos y éstos se comportan con absoluta libertad e impunidad cuando perpetran crímenes como éste. Cosa que no sorprende porque el Estado al que pertenecen se comporta del mismo modo y actúa protegido por la legislación terrestre y divina. Mata, quema y masacra con confianza absoluta en que el apoyo estadounidense y occidental impedirán que se le impongan sanciones.
Las autoridades israelíes conocen perfectamente las intenciones de los colonos y encubren sus crímenes. No exageramos si decimos que son sus cómplices. Les aportan medios ingentes de seguridad, entre otras razones, porque este colectivo es el que ha puesto al actual gobierno de derecha en el poder.
No es la primera vez que los colonos irrumpen en una mezquita y le prenden fuego, tampoco será la última. Ya entraron en el al-Aqsa y la quemaron con alevosía despreciando su valor religioso para más de mil millones y medio de musulmanes.
El presidente palestino Mahmud Abbás criticó el ataque y lo describió como un acto que supone una violación de la libertad religiosa, las creencias y la santidad de los lugares sagrados, así como acusó a los colonos judíos de perturbar la seguridad y la estabilidad de los Territorios Palestinos. No es suficiente, esta templada denuncia no basta, podría bastar a un país neutral, pero no al presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
Una pregunta se impone. ¿Cuál es el papel de unos cuerpos de seguridad propios que no tienen escrúpulos a la hora de disparar a ciudadanos palestinos para reprimir manifestaciones de rechazo al ataque israelí de la Franja de Gaza, o a los colonos que agraden casas y tierras próximas a los asentamientos?
Si de verdad la protección de las casas y mezquitas de los ciudadanos no es el cometido de los cuerpos de seguridad palestinos ¿por qué entonces llevan falsamente el nombre de Palestina como insignia? ¿Por qué quienes los financian, instruyen y les proporcionan cobertura política pretenden que hacen cumplir la ley y que dependen de la Autoridad Palestina?
Es evidente que la misión de los cuerpos de seguridad palestinos se limita a velar por la seguridad de los colonos, para lo cual trabajan en estrecha colaboración con sus homólogos israelíes. De hecho, nunca se ha registrado un caso de que se hayan movilizado para proteger ciudadanos, propiedades o lugares de culto palestinos. Muy al contrario, los hemos visto irrumpir en algunas casas para asesinar a hombres perseguidos por pertenecer a la resistencia.
Nos tememos que el delito de la incursión en la mezquita de la aldea de Yasuf no sea más que un sondeo para medir las reacciones palestinas y árabes frente a este tipo de violaciones e irrumpir próximamente en la mezquita de al-Aqsa y quemarla.
Es verdad que el pueblo de Yasuf es pequeño, también lo es su mezquita, pero no se trata de una cuestión de tamaño, sino de las intenciones que hay detrás de esto y las consecuencias que conlleva. Quemar mezquitas de forma indecente, como hemos visto, es una mala señal de lo que puede que suceda en los próximos días, semanas y meses.
Que sepan que estas provocaciones deliberadas no van a repetirse con tanta facilidad. La cólera palestina que están provocando se acerca cada vez más al nivel de una explosión popular con aires de Gran Intifada que tendrá no sólo la ocupación en el ojo de mira, también la Autoridad Nacional Palestina y su plan entreguista.