El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, encajonó su reclamo de congelar los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén oriental. Pero al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu la victoria le puede resultar pírrica, según analistas. Obama transmitió la decisión el martes a Netanyahu y con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con quienes […]
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, encajonó su reclamo de congelar los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén oriental. Pero al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu la victoria le puede resultar pírrica, según analistas.
Obama transmitió la decisión el martes a Netanyahu y con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con quienes se reunió en Nueva York.
Acabaron así siete meses de gestiones de Washington, a las que se resistía el gobierno de Israel, para que su aliado diera un primer paso hacia la renovación del proceso de paz en la región.
Pero la frustración e impaciencia manifestadas por Obama antes de la reunión, así como su determinación de relanzar el diálogo entre israelíes y palestinos en un futuro muy cercano, sugieren que Estados Unidos decidió concentrar sus esfuerzos en un acuerdo definitivo de paz.
«Hablar de iniciar las negociaciones es cosa del pasado. Es hora de empezar a avanzar», declaró el presidente estadounidense. «Las negociaciones sobre el estatuto permanente deben comenzar, y pronto.»
En esa ocasión, Obama informó que había pedido a Netanyahu y Abbas que enviaran delegados a Washington la semana próxima, a una reunión con su enviado especial a Medio Oriente, George Mitchell, para delinear los términos de referencia del diálogo.
Dijo, además, que la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton informaría sobre el avance de las negociaciones para mediados de octubre.
El miércoles, Obama pareció más específico y determinado. «Llegó la hora de relanzar las negociaciones, sin precondiciones, sobre el estatuto permanente (de paz): seguridad para israelíes y palestinos, fronteras, refugiados y Jerusalén», dijo el presidente ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Washington «no acepta la legitimidad de la permanencia de los asentamientos», añadió. «La meta es clara: dos estados viviendo juntos en paz y con seguridad: el estado judío de Israel, con seguridad verdadera para todos los israelíes, y un estado palestino viable e independiente (…) que cumpla con el potencial del pueblo palestino. No cejaré en mis esfuerzos por la paz.»
El «impasse» en la cuestión de los asentamientos y su desvinculación de las negociaciones sobre el estatuto permanente de paz fue interpretado por la mayoría de los analistas en Estados Unidos como una clara victoria de Netanyahu y una gran derrota para los palestinos y para Obama.
Los palestinos insisten en el congelamiento de los asentamientos como precondición para iniciar las negociaciones finales. El presidente estadounidense reclamaba el cese de las construcciones desde comienzos de su mandato.
El ex negociador de paz estadounidense Aaron David Miller, hoy experto del Centro Internacional Woodrow Wilson, lo explicó como si fuera un cotejo deportivo: «Netanyahu 1, Abbas, Obama y el proceso de paz, 0», declaró a la cadena de periódicos McClatchy Newspapers.
«Los israelíes alardean y los palestinos parecen humillados», dijo James Zogby, presidente del Instituto Árabe-Estadounidense (AAI). «Eso no está bien. Nos encontramos en una situación más difícil que antes de que la discusión comenzara.»
De hecho, mientras Netanyahu insistía el martes en que estaba dispuesto a afrontar negociaciones finales, algunos analistas recuerdan que el gobernante israelí se siente más cómodo deliberando sobre cuestiones más provisorias, como los asentamientos judíos y otras medidas de consolidación de la confianza entre las partes.
Además, el primer ministro cuenta con el apoyo de su coalición derechista de gobierno, así como de gran parte del público israelí que, según encuestas recientes, se manifiesta cada vez más hostil hacia Obama.
«La estrategia preferida por Netanyahu era concentrarse en las cuestiones provisorias y en la consolidación de la confianza, así como evitar negociaciones sobre los asuntos centrales o sobre aquellos en los cuales su posición es más irracional», dijo el ex negociador israelí David Levy, hoy experto del centro académico New America Foundation (NAF).
Pero, al prescindir del problema de los asentamientos –aunque continúa calificando públicamente su construcción como ilegal–, Obama juega una suerte de jiu-jitsu diplomático, pues fuerza a Netanyahu a afrontar las negociaciones definitivas de paz, lo cual pone en riesgo su capacidad de mantener la coalición de gobierno.
«Lo que hemos visto hasta ahora es que están practicando cómo poner la mesa», escribió Levy en su espacio en el sitio web Foreignpolicy.com.
La aparente resignación de Obama luego de meses de reclamos sobre los asentamientos podría inscribirse en una «estrategia más compleja» que, en última instancia, conduciría a «la presentación y promoción activa, en el momento adecuado, de un plan estadounidense hacia la implementación de una paz exhaustiva», dada la incapacidad de los dos bandos en acercarse, según Levy.
Otros analistas insisten, en cambio, en que Washington no ha mostrado con claridad su voluntad de empujar a Netanyahu hacia la mesa de negociaciones.
«Está claro desde el primer ‘round’ que Obama subestimó la tenacidad de Netanyahu, y que el gobierno parecía no haber pensado qué haría si no lograban la cooperación que pretendían» en materia de asentamientos, dijo Stephen Walt, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Harvard.
«Si no puedes lograr que Bibi (apodo de Netanyahu) conceda un congelamiento temporal (de los asentamientos), ¿cómo lograrás que concuerde en 1) las fronteras de un estado palestino viable, 2) una capital palestina en Jerusalén oriental, 3) alguna fórmula para el Monte del Templo, 4) un acuerdo sobre los refugiados y 5) la retirada de los colonos?», se preguntó Walt.
En cambio, Zogby cree que el gobierno estadounidense debió haber formulado, apenas, su reclamo de congelamiento de los asentamientos en lugar de negociar los términos precisos en que se implementaría, como trató de hacer Mitchell en los últimos meses. Así, Washington podría presionar mejor hacia la negociación sobre el estatuto final de paz.
Pero Zogby no descartó la posibilidad de que se haya fijado discretamente una meta más ambiciosa. «Podría tratarse de un cambio de táctica, o simplemente un intento por salvar una situación realmente mala», sostuvo.
«Netanyahu es un maestro de la manipulación y aprovecha cada situación en su beneficio, pero confío en que Mitchell está completamente adaptado a eso», afirmó. «En todo caso, falta mucho para el final del juego.»