Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Rusia y Estados Unidos, Turquía e Irán, China y la Unión Europea: todos ellos han jugado un papel en el conflicto sirio. Pero, ¿están dispuestos a ayudar a reconstruir el país?
[Coste humano de la guerra siria (datos de julio de 2016): La población descendió de 21 a 18 millones; nº de muertos: 400.000; refugiados fuera de Siria: 5,5 millones; personas internamente desplazadas: 6,5 millones; esperanza de vida: 55,7 años (en 2011 era de 75,9 años).]
El conflicto que dura en Siria siete años sigue aún sin resolverse. Millones de sirios viven ya fuera de sus fronteras, a menudo en campos de refugiados. Los combates continúan por todo el país. La infraestructura está destruida, por un valor acumulado estimado en 226.000 millones de dólares.
Existe la extendida creencia internacional de que en algún momento el gobierno del presidente Bashar al-Asad y sus aliados proclamarán su victoria y empezarán a reconstruir.
Se espera que los patrocinadores de Damasco, tanto en el país como en el extranjero, se lleven la parte del león de los contratos de reconstrucción. Según se dice, países vecinos, como el Líbano, también saldrán beneficiados. Por tanto, puede entenderse que contratistas, emprendedores e inversores estén ya salivando respecto a una potencial bonanza de reconstrucción.
Pero la cuestión no es tan sencilla. El Estado sirio está financieramente hundido. Ni siquiera está claro cómo Damasco ha conseguido financiar seis años de guerra sin apoyo externo (Irán ha aportado créditos por valor al menos de 8.000 millones de dólares). El presupuesto nacional para 2017 es de sólo 5.000 millones de dólares. Las reservas de divisas cayeron de 21.000 millones de dólares en 2010, a sólo 1.000 millones de dólares en 2015.
¿Cuánto costará reconstruir Siria?
La mayor parte de las estimaciones fluctúan entre los 100.000 y los 350.000 millones de dólares, aunque algunas llegan al billón de dólares. Jihad Yazigi, editor del periódico financiero independiente Syria Report, sitúa la suma en el extremo inferior de la escala. «El Banco Mundial y las Naciones Unidas estiman que serán necesarios 100.000 millones de dólares para reparar todo lo destruido, y que será preciso mucho más para poder encarrilar Siria».
Destrucción por sectores (se excluye a Deir ez-Zour y Raqqa)
Durante las primeras etapas de la guerra, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés) estimó que serían necesarios treinta años para que la economía de Siria volviera al nivel anterior a 2011. Ese plazo de tiempo se ha alargado ya.
¿Cuánto necesita Siria?
Según la ONU, el mundo está enfrentando la peor crisis humanitaria desde 1945 en Yemen. La deuda global es de 217 billones de dólares, o el 327% del PIB mundial, ha advertido el Institute of International Finance, estando muchos países aún en modo austeridad. La ONU pidió 4.600 millones de dólares para su plan de respuesta a la situación de los refugiados sirios, pero ha tenido un déficit de 2.800 millones.
Teniendo en cuenta ese cansancio de los donantes, parece haber pocos deseos o capacidad para financiar un nuevo proyecto de reconstrucción, situación agravada por la politización internacional del conflicto sirio.
El coste económico de la guerra siria:
Fuente: xe.com, USEIA, Banco Mundial |
Fuentes del Banco Mundial dijeron a Middle East Eye que no iban retirarle a Siria su chequera. Pero los gobiernos occidentales han señalado que no van a financiar reconstrucción alguna si no se da alguna forma de liderazgo político de transición (conclusión: que Asad se vaya).
Esto deja a los aliados de Damasco, como Siria, Irán y China, teniendo que pagar las cuentas después de gastar miles de millones de dólares en la guerra, pero las ganancias son inciertas.
Rashad al-Kattan, miembro no residente del Atlantic Council e investigador del sector bancario sirio, dijo a MEE: «¿Podrán convencer a sus empresarios privados para que vayan a Siria de forma transparente? No. Tendrán que competir con desagradables empresarios [el régimen sirio] para seguir en el negocio».
¿Qué puede ofrecer Siria a los inversores?
No mucho. En particular, carece de dos elementos clave que podrían hacer atractivo el país si este sigue bajo sanciones internacionales:
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Carencia de recursos naturales, significa que Siria no tiene las reservas de petróleo que hicieron a Iraq -el cuarto mayor exportador mundial de petróleo- atractivo para financiar reconstrucciones desde 2003.
Las reservas de petróleo del país llevan años cayendo a causa de su agotamiento; antes del conflicto la producción era de 375.000 barriles/día, es decir, sólo el 0,2% de la producción mundial. Sus reservas de gas son también insignificantes, alcanzando el 0,1% de la producción mundial.
Sí, Rusia recibió ofertas durante el conflicto para desarrollar en alta mar los campos de gas del Mediterráneo, pero el resto de los hidrocarburos de Siria están en el noroeste, el antiguo baluarte del Dáesh y donde los kurdos están ahora haciendo campaña por la independencia.
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Los elevados aranceles que Damasco ha impuesto a las importaciones occidentales. Esto hace que sus productos sean menos competitivos comparados con las importaciones de países con los que Siria tiene acuerdos de libre comercio. Siria, por ejemplo, no ha firmado ningún acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
Las multinacionales occidentales apenas estaban presentes antes de la guerra. Ahora, Siria las necesita más que nunca para conseguir que los niveles de inversión directa extranjera (IDE) vuelvan a los niveles previos al conflicto, cuando la IDE aumentó de 110 millones de dólares en 2001 a 2.900 millones en 2010.
Otros obstáculos…
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Las sanciones multilaterales impuestas por EEUU, la UE y Naciones Unidas en 2011. Las sanciones iniciales iban dirigidas contra miembros del gobierno sirio, instituciones de propiedad estatal, el ejército y determinados individuos y empresas.
Desde entonces, se ha restringido el acceso sirio a los bancos extranjeros y al uso de la red SWIFT -un sistema de pago mundial-, lo que ha hecho que Siria se desvincule del sector financiero internacional.
Las sanciones se ampliaron posteriormente. La última ronda, introducida por el Tesoro de EEUU en 2016, atacaba compañías privadas, incluidos los intereses de Rami Makhlouf, primo de Asad, como en el caso de la línea aérea Cham Wings y firmas de seguridad privada.
Las autoridades reguladoras occidentales han vigilado atentamente a Siria, a la vez que las instituciones financieras internacionales han evitado cualquier transacción debido al riesgo de acabar multadas por incumplimiento de las sanciones.
Kamal Alan, profesor invitado del RUSI, Londres, dijo: «Siria ha estado pidiendo que se eliminen las sanciones básicas, pero dudo de que esto se produzca pronto. Las sanciones serán un obstáculo para los esfuerzos de reconstrucción».
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Sin una estrategia gubernamental: Un comité interministerial sirio establecido en 2012 sólo se reunió por vez primera en octubre de 2017 para diseñar una estrategia de reconstrucción. Durante los últimos cuatros años, se han destinado alrededor de 200 millones de dólares para diversos proyectos, aunque, según Yazigi, en realidad se ha gastado muy poco.
«Lo que esto nos dice es que el gobierno sirio no tiene una estrategia de desarrollo económico», dijo. «¿Se centrarán en sectores específicos? ¿Empezarán en determinadas ciudades o zonas? ¿Cuáles son sus políticas económicas y fiscales? No lo sabemos».
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No hay dinero: 14 bancos privados y de propiedad estatal de Siria han soportado pérdidas importantes durante la guerra y no disponen de liquidez para invertir seriamente en la reconstrucción. Según el Banco Mundial, los depósitos en los bancos comerciales privados han caído de 13.800 millones de dólares en 2010, a 3.500 millones de dólares en 2016.
El nuevo billete de 2.000 libras sirias, anunciado en julio de 2017 (AFP/SANA)
Esto ha suscitado dudas sobre la viabilidad de las sociedades público-privadas auspiciadas por el gobierno como estrategia de reconstrucción.
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Falta de transparencia: Yazigi dijo que muchos inversores temen que la ley que aprobó esas sociedades en enero de 2016, podría legalizar la transferencia de activos estatales a inversores privados cercanos al gobierno.
Es una conclusión natural: muchas de las leyes aprobadas durante el conflicto han servido para beneficiar a las elites, a personajes como Makhlouf, según Yazigi.
«Una de las estrategias utilizadas ha sido la de dar prioridad a los compinches del régimen y a los bienes raíces urbanos de lujo», dijo Yazidi. «Pero, desde luego, eso es algo que no declaran. Lo que han hecho es reducir los aranceles y los subvenciones a los sectores agrícola e industrial, destruyendo la producción local».
Las compañías vinculadas a la reconstrucción, como el Consejo de Metales Sirio, establecido en 2015, están dirigidas por figuras poderosas, como Mohammed Hamsho.
En mayo de 2015, una ley permitió que las unidades administrativas locales crearan compañías que eran propiedad total de grupos empresariales, fomentando así los trabajos de infraestructura. Pero esas unidades tienen vínculos estrechos con los partidarios del régimen, por ejemplo, Husein Makhlouf, el ministro de Administraciones Locales, es también pariente de Asad y de Rami Makhlouf.
«Para que las unidades administrativas locales trabajen allí se necesita llevar a cabo una reforma total, porque todo está centralizado», dijo en Beirut un miembro sirio de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia Occidental (ESCWA, por sus siglas en inglés) hablando extraoficialmente, porque no está permitido hablar con los medios.
«La economía está dirigida por los señores de la guerra, cuatro de los grandes, que tienen a su vez de 20 a 30 más pequeños por debajo de cada uno. La economía de guerra ha llegado a estar muy organizada. Cada uno tiene su propio sector. Y seguirán dirigiendo la economía.»
¿Suena familiar? Eso es porque recuerda la reconstrucción posterior a la guerra civil del Líbano a finales del siglo XX, que benefició a políticos, señores de la guerra, bancos y contratistas cercanos a las elites de Beirut.
Irán: Siria, el peón geopolítico
Así pues, ¿cuál sería la probable respuesta internacional a las necesidades de inversión de Siria?
Teherán, que ha tenido sus propios problemas económicos, ha descubierto que Siria no es un socio fácil. Irán fue recompensado en enero con una licencia para teléfonos móvil, convirtiéndose en el tercer proveedor de Siria, como premio a su apoyo durante la guerra.
Pero esa operación ha quedado aplazada en beneficio de Syriatel, una compañía de telecomunicaciones propiedad del aliado del gobierno, Rami Makhlouf. Según el Syria Report, su empresa ha publicitado un gran aumento en sus ingresos de 2017.
Irán fue también recompensado con los derechos para explotar una mina de fosfatos cercana a Palmira, pero entonces una firma rusa empezó a trabajar en la misma zona. Una fuente de la ESCWA dijo: «Irán se quejó al gobierno, pero le dijeron: ‘Ambos sois amigos nuestros'».
Misil lanzado por la Guardia Revolucionaria desde Irán sobre el Dáesh en Siria, junio 2017 (AFP/IRIB)
«Los iraníes no tienen mucha influencia económica. Irán y Siria han firmado cinco memorandos de entendimiento (o MoUs, por sus siglas en inglés) desde principios de año, pero ¿cuántos se han puesto en práctica? Ninguno.»
Khodro y SAIPA, dos plantas iraníes de fabricación de coches, se establecieron en Homs y Damasco pero no obtuvieron las tasas impositivas preferenciales que habían esperado, resultando por tanto menos competitivos que las marcas rivales chinas y europeas.
Después se firmó -año 2011- un MoU con Irán para llevar gas natural a Siria a través de Iraq que aún no se ha materializado.
Para Teherán, así como para otros aliados de Damasco, la intervención en Siria tenía que ver menos con abrir nuevos mercados para los productos y servicios iraníes y más con objetivos estratégicos regionales.
Emad Kiyaei, experto en Irán y director de la consultora IGD Group en Nueva York, dijo: «Irán está jugando un juego a largo plazo para un aliado clave en la región. Nunca pensaron en Siria como vaca lechera porque no tienen recursos para ordeñarla».
En cambio, Kiyaei subraya que Irán ha hecho trabajos de reconstrucción durante la guerra. En este aspecto ha sido fundamental el brazo comercial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, que reconstruyó la República Islámica tras la devastadora guerra Irán-Iraq de la década de 1980. «El CGRI tiene inmensas capacidades de ingeniería para las reconstrucciones de posguerra. Estamos viendo un modelo similar de actuación en Siria».
Después tenemos la posición geopolítica iraní. Además de Siria, está también involucrada en la guerra del Yemen y está entrando en creciente conflicto con sus rivales regionales, sobre todo con Arabia Saudí.
«Para Irán, la rentabilidad de las inversiones no sólo se refiere en términos de capital, sino de influencia estratégica para poder afianzar su posición de forma más permanente», dijo Kiyaei. «Sí, algunos MoUS no han funcionado en esta ocasión, y antes de los acuerdos durante el conflicto también fracasaron, pero Irán tiene una presencia hoy en Siria como nunca antes la tuvo».
La comunidad internacional considera el Plan Marshall que EEUU presentó tras la II Guerra Mundial para impedir que Europa Occidental cayera bajo el control de la Unión Soviética como un patrón básico de cualquier reconstrucción tras la guerra.
Muchos creen que Irán podría estar intentando poner en marcha este enfoque en Siria. Si allí sucediera algo similar, estaría impulsado por los intereses de Irán tratando de contrarrestar las actuaciones de Arabia Saudí.
Kiyaei dijo: «Irán quiere mantener a Arabia Saudí fuera de Siria. Según está la situación ahora, los saudíes no podrán volver a Siria en muchos años».
Rusia: Utilizando el modelo ucraniano
Rusia acaba de salir de la recesión. Ha sido un actor fundamental en el conflicto sirio, proporcionando inicialmente apoyo diplomático y, desde septiembre de 2015, lanzando una intervención militar directa, gastando al parecer en esa guerra entre 3 y 4 millones de dólares al día. Pero el comercio bilateral entre Rusia y Siria cayó a 210 millones de dólares en 2015, poco más de la décima parte de los 1.800 millones de dólares alcanzados en 2011.
El presidente ruso Vladimir Putin y el presidente sirio Bashar al-Asad en Moscú, octubre 2015 (AFP)
Aun así, le ha ido mejor que a Teherán a la hora de disfrutar de parte del botín de guerra. Rusia se ha centrado en la energía: su falta de diversificación económica general significa que posee productos y servicios limitados con los que comerciar con Siria. Yazigi dijo: «No significa que no haya negociaciones, pero hasta ahora los rusos parecen estar consiguiendo más que los iraníes».
En octubre de 2017, se informó que Moscú iba a proporcionar financiación para algunos proyectos de electricidad, el primer caso de financiación directa de Moscú en muchos años, según el Syria Report.
Pero la reconstrucción que Rusia haga será selectiva, para subrayar que es parte de su misión humanitaria, explicó Andrew Bowen, un especialista en Rusia y miembro asociado de la Initiative for the Study of Emerging Threats, en la Universidad de Nueva York.
«Tiene que ver con ofrecer una imagen más suave de Rusia en Oriente Medio. Si es que invierten, será en gran parte una especie de truco publicitario. Quieren arrastrar a los equipos de televisión para que vendan la narrativa de que Rusia está reconstruyendo Siria.»
Bowen espera que Rusia siga el modelo utilizado en otro teatro actual de conflicto: Ucrania.
«En Crimea se concedieron los proyectos, de forma directa o indirecta, a firmas vinculadas con oligarcas cercanos al régimen. Se les dijo que tenían que invertir en ciertos sectores: construye 10 hospitales, 20 escuelas y nos habréis hecho un favor. Es difícil que obtengan beneficios empresariales legítimos de estas inversiones.»
Líbano: Tienes que pasar por Hizbollah
Hizbollah, con base en Líbano y aliado de Irán, ha combatido junto al ejército sirio. Ahora quiere la reconstrucción para beneficiar los intereses empresariales de sus afiliados y seguidores.
Pero existe un obstáculo: la Ley de Prevención de Financiación Internacional de Hizbollah (HIFPA, por sus siglas en inglés). La legislación estadounidense ha impedido que miembros del grupo incluidos en su lista negra, las empresas y personas físicas con ellos relacionados accedan al sistema financiero global, incluso en el mismo Líbano.
En Beirut, algunos creen que China puede ofrecer mayores esperanzas de premio. Líbano ha estado intentando persuadir a Pekín para que invierta en el puerto norteño de Trípoli, que está vendiéndose como potencial enclave logístico de los productos y materiales que entren en Siria.
Funeral por Mohammad Ibrahim, perteneciente a Hizbollah, que murió durante los combates de Alepo en febrero de 2016 (AFP)
«Coloca al Líbano en un lugar muy estratégico para salir a la caza de oportunidades en la Siria de la posguerra», dijo una fuente política libanesa al Financial Times en julio. «Estamos hablando de miles y miles de millones de dólares.»
Pero Wang Kejian, embajador de China en el Líbano, dijo en el Instituto Issam Fares de Beirut en septiembre: «Las compañías navieras chinas tienen relaciones limitadas con el Líbano y no están pensando en Trípoli aún debido a factores económicos. Es posible que cuando termine la crisis siria y haya más vínculos entre Líbano y la región, sea más viable una red de transportes».
China: Intereses en el campo de la seguridad
Pekín ha apoyado también a Damasco en las Naciones Unidas, también le ha proporcionado tropas y ayuda humanitaria.
China tiene también toda una historia en lo que se refiere a la reconstrucción de países extranjeros. Por ejemplo llegó a estar muy implicada en Angola tras su guerra civil de 27 años que acabó en 2002, formando parte de la estrategia global china Recursos para Infraestructuras.
Más de 50 empresas estatales chinas y más de 400 firmas privadas estuvieron allí presentes y fueron recompensadas con una porción de los 25.000 millones de dólares anuales de las exportaciones de petróleo de Angola. Pero, a pesar de toda la apertura de Damasco ante Pekín, China no ha respondido aún. Todo tiene que ver con lo que Angola, y también Iraq, podrían ofrecer que Siria no puede: petróleo.
Caída de la producción de petróleo en Siria -en miles de barriles diarios- (La producción se ha derrumbado hasta el 5% de los niveles anteriores a la guerra)
Sí, Siria forma parte de los sesenta países de la «Iniciativa Un Cinturón-Una Ruta» (BRI, por sus siglas en inglés) por valor de 1 billón de dólares, una estrategia de desarrollo de infraestructuras terrestres y marítimas que cubre gran parte de Eurasia. Pero no es miembro del Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB) patrocinado por Pekín, por tanto no puede solicitar fondos a pesar de la importancia estratégica que el país tiene para China en Oriente Medio.
Alam dijo: «El rastro del dinero respecto a Siria y China se ve afectado por la carencia de recursos [sirios]. El verdadero interés de China en Siria es la seguridad», dijo, «no la economía».
Pekín teme la radicalización de los musulmanes uigures en su inestable provincia de Xinjiang por parte de los más de 4.000 combatientes uigures chinos que están volviendo de Siria e Iraq, donde estuvieron apoyando a la gente del Dáesh y grupos afines.
Turquía ha sido históricamente partidaria de los uigures, para disgusto de Pekín, aumentando la necesidad de China de una inteligencia fiable en Oriente Medio.
«Los turcos no han sido nunca aliados fiables en lo que se refiere a capturar uigures, por eso Siria sirve de importante observador de la situación local», dijo Alam. «Si eso significa invertir económicamente sobre el terreno [en Siria], estupendo, pueden hacerlo, pero no como en África u otros lugares donde China está invirtiendo».
Las peticiones sirias a favor de mayores inversiones parecen haber fracasado, fuera de iniciativas privadas como el acuerdo para la fabricación local de la marca china Dongfeng Motor DFM.
Con anterioridad, este mismo año, Pekín se negó a emitir visados a funcionarios sirios, aunque concedió permisos a empresarios privados, según una fuente de la ESCWA de la ONU. Esto se hace eco del desdén mostrado hacia Asad durante su primera visita de Estado a China en 2004, que fue interrumpida abruptamente, según Andrew Tabler, autor de In the Lion’s Den, porque Pekín quería dar mayor preferencia a una visita del entonces ministro de Comercio de Israel.
Imad Mustafa, embajador sirio en China, ha estado intentando conseguir más apoyo de Pekín.
Pero Kattan advirtió que: «China no ha mostrado un interés real en invertir en Siria, no sólo a causa del régimen. Son conscientes de que las inversiones se irán por el desagüe debido al nepotismo y la corrupción. Quizá han aprendido la lección de que no tienen gran influencia sobre el gobierno [sirio]».
Estados Unidos: Una chequera cerrada a cal y canto
Es poco probable que Washington financie cualquier esfuerzo de reconstrucción, a pesar de haber apoyado a determinados grupos de la oposición durante la guerra. Aunque ha habido presiones sobre EEUU para que «pague lo que rompió» en Iraq tras la invasión de 2003, Siria es otra cuestión.
«La financiación de los estadounidenses está fuera de toda discusión», dijo la fuente de la ESCWA.
La libra siria derrumba frente al dólar La divisa siria vale ahora la décima parte que hace una década
Tanto la administración de Obama como la de Trump han afirmado que Asad debe irse y que no van a cambiar de política.
Hay un mínimo apetito por financiar la reconstrucción tras el escándalo de los fondos malversados en Iraq y Afganistán. Una comisión del Congreso estadounidense estimó que de un total de 160.000 millones de dólares, habían desaparecido entre 31.000 y 61.000 millones de dólares.
A partir de 2013, Washington dedicó alrededor de 60.000 millones de dólares a subvenciones de reconstrucción para Iraq, aunque se habían generado otras inversiones mediante la liberación de fondos iraquíes congelados durante la era de Sadam Husein.
A pesar de los continuos problemas de seguridad, Bagdad pudo aun recaudar fondos de sus inmensas reservas de petróleo. En 2016, produjo alrededor de 3.600 millones de barriles por día para financiar su presupuesto anual cercano a los 100.000 millones de dólares.
En comparación, Siria estaba produciendo 375.000 barriles diarios en 2010, las últimas cifras de que se dispone anteriores al conflicto, que representaban sólo el 0,2% del total mundial. Esa cifra ha caído ahora: el presupuesto de Damasco era en 2016 de sólo 5.000 millones de dólares.
Egipto: Problemas propios
El Cairo ha tenido una relación tumultuosa con Siria durante los últimos años.
Las relaciones se deterioraron en 2013, cuando Egipto apoyó a la oposición siria, cerró la embajada siria en El Cairo, retiró a su propio encargado de negocios de Damasco e intentó recaudar fondos para los rebeldes.
Protesta anti-Asad frente a la embajada de Siria en El Cairo en febrero de 2012 (AFP)
Las relaciones mejoraron cuando se depuso al presidente Morsi en 2013 y Abdel Fattah al-Sisi se hizo con el poder.
Desde entonces, El Cairo ha tenido que bailar en la cuerda floja, cogido como está entre Damasco y sus aliados, incluyendo a EEUU y al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que cuenta entre sus miembros con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
Egipto envió delegaciones empresariales a Siria en agosto de 2017 y está dispuesto a normalizar relaciones, lo que ayudaría a Damasco. Pero con la grave situación de su economía y el país en deuda, sólo puede ofrecer un apoyo simbólico y la inversión del sector privado.
Tras el levantamiento de 2011, el mismo Cairo ha intentado en vano atraerse inversores, a pesar del apoyo del FMI y del CCG. En 2015, organizó la Conferencia de Desarrollo Económico de Egipto en Sharm el Sheikh, publicitado como el Plan Marshall de Egipto, que acabó convertida en un fiasco.
Kattan dijo que la reunión le recordaba lo que podía suceder ahora en Siria: «Invitaron a todas esas multinacionales con el apoyo de EAU y Arabia Saudí. Se anunciaron miles de millones de dólares en inversiones, pero se materializó bien poco».
«Incluso si Siria llega a la misma etapa, con una conferencia de desarrollo en abril de 2018, escucharemos cómo se prometen miles de millones, pero no olviden la trayectoria ya experimentada. Quizá sólo llegue a materializarse entre un 20 y un 30%.
El resto del mundo árabe: Primero queremos ver un cambio
Turquía y miembros del CCG hace tiempo que quieren que Asad se vaya. Si se hubiera ido, entonces quizá estas naciones y Occidente hubieran estado dispuestos a financiar la nueva Siria. Pero no se ha marchado. Y no están dispuestos a aflojar la bolsa.
Fuerzas del ejército turco bloquean el cruce de Mursitpinar en la frontera siria, septiembre de 2014 (AFP)
La fuente de la ESCWA de la ONU dijo: «Sólo queda el CCG, que puede ofrecer de 10.000 a 15.000 millones dólares si hay una transición política adecuada y todos están de acuerdo en que Asad se vaya».
Pero la fuente dijo que «no había posibilidad alguna» de que el CCG concediera contratos y financiara a alguna entidad -como el gobierno sirio- que tenga lazos estrechos con actores chiíes como Hizbollah e Irán.
Alam dijo que el contraargumento es que el CCG puede, si bien a regañadientes, proporcionar fondos e inversión privada para contrarrestar la influencia de Teherán y los chiíes en Siria. Pero si eso llega a suceder, entonces el CCG tendría que dar un giro de 180º en su posición sobre Asad.
Lo mismo podría aplicarse a Ankara, que se ha opuesto a Damasco mientras pagaba 12.500 millones de dólares durante el conflicto para albergar a 3,2 millones de refugiados sirios dentro de sus propias fronteras.
Atilla Yesilada, un analista de Global Source Partners (un servicio internacional de asesoría empresarial) que vive en Estambul, dijo que aunque Turquía era una opción natural para dirigir la reconstrucción económica, seguían existiendo obstáculos políticos.
«Turquía no tiene interés en poner fin a la guerra de Siria y hará cuanto pueda para mantenerla en marcha, a través de una intervención directa o interpuesta, hasta encontrar una solución. Por otra parte, Ankara es relativamente pragmática en lo que se refiere a intereses empresariales, especialmente si hay un gobierno de transición en Siria, lo que sería más aceptable para el mundo.
Europa: Utilización de los refugiados
La Unión Europea está ansiosa por contener el flujo de refugiados hacia sí misma y los vecinos de Siria. En el momento actual, hay más de 970.000 solicitantes de asilo sirios en los países de la UE.
La UE es también un socio comercial clave para Siria. En 2016, el comercio de la UE con Siria alcanzó los 500 millones de dólares, justo por debajo del 7% del que era antes de la guerra, en 2010: 7.200 millones de dólares.
¿Alentaría un amplio programa de reconstrucción a los más de cinco millones de refugiados que abandonaron Siria a regresar a casa?
Una refugiada siria llega con su bebé a Lesbos, Grecia, en abril de 2015 (AFP)
Kattan dijo: «Damasco tiene dos cartas sobre la mesa: los refugiados, a quienes los países de la UE les encantaría enviar de vuelta a casa, que es por lo que Alemania está enviando mucho dinero de ayuda; y compartir inteligencia sobre entidades terroristas, como sucedió tras el 11 de septiembre de 2001».
«Algunos gobiernos occidentales han estado visitando Damasco para reiniciar esas relaciones bilateralmente, fuera del marco de la UE. Es una actitud oportunista pero importante para el gobierno sirio.»
La UE ha declarado que quiere contribuir a la «estabilización y pronta recuperación de las zonas donde ha disminuido la violencia».
Kattan observó: «Lo primero que hay que lograr es la reconstrucción y el desarrollo».
Pero hay una advertencia: la UE es otra parte que quiere transición política, es decir, que Asad renuncie al poder. Eso hizo que Moscú acusara a Bruselas de «politizar la ayuda».
Las organizaciones occidentales de ayuda humanitaria, reunidas en Bruselas en abril de 2017, estipularon las mismas condiciones. En un comunicado conjunto, CARE International, el International Rescue Committee, Norwegian Refugee Council, Oxfam y Save the Children dijeron que «el apoyo internacional estaría condicionado a que se alcanzara una solución política, a que se respetaran los derechos humanos y a la protección de una sociedad civil independiente. Si no se dan estas condiciones, los intentos de ayuda a la reconstrucción se arriesgan a hacer más daño que bien».
Por otra parte, Asad ha declarado que la UE no tiene papel alguno que jugar en la reconstrucción de Siria.
Según están las cosas, puede que la mejor opción sean las inversiones europeas a escala menor. En octubre, el ministro de Finanzas sirio dijo que se estaban haciendo preparativos para relanzar consejos empresariales bilaterales con varios países que consideran «amistosos», incluida la República Checa.
Alam dijo: «Siria no necesita sumas inmensas del exterior como la gente predice. Puede salir adelante con pequeños proyectos de infraestructura que vengan de fuera y los mismos sirios encargarse de hacer el resto».
«Indonesia ha donado varios hospitales y ambulancias, y los malayos han hecho lo mismo. Es esa pequeña actividad económica la que hace que el gobierno siga siendo relevante. Francia y Europa se equivocan si piensa que pueden chantajear a Siria bajo sus propios términos.»
Multinacionales: Desanimadas por los aranceles
No es sorprendente que el poder de compra de los consumidores sirios sea mínimo tras seis años de conflicto.
El PIB fue en 2016 de sólo 15.000 millones de dólares, la cuarta parte del que era en 2010. Según la ONU, más del 80% de los sirios viven por debajo del umbral de la pobreza. Incluso antes del conflicto, el mercado no tenía un volumen masivo. El escaso poder de compra significa márgenes pequeños de beneficios para los comerciantes.
Una tienda recién reabierta entre las ruinas de Alepo, julio de 2017 (AFP)
Al menos, eso lo ha hecho atractivo para los países que comercian a segundo y tercer nivel, como Brasil, Sudáfrica, Malasia, Argelia y Egipto.
Alam dijo: «El éxito del gobierno sirio antes de la guerra fue abrir la economía a países que no tenían un comercio excesivo. Ellos [Damasco] están precisamente reviviendo lo que ya tenían, nada del otro mundo, pero todo suma».
Kattan citó los aranceles y las dificultades de operar en Siria como obstáculos para la inversión extranjera directa (IED) occidental. «A nivel empresarial, miren la perspectiva económica anterior a 2011. ¿Por qué no había allí compañías occidentales, excepto en el campo energético? ¿O las del Golfo, que tenían vínculos con el régimen cuando las cosas parecían de color de rosa? Ahora tienen que convencer a las multinacionales para que vayan a hacer dinero. Pero el gobierno podría expropiar las inversiones o los derechos de propiedad».
El omnipresente dominio de los señores de la guerra y de los compinches de los dirigentes son también elementos disuasorios, al igual que las sanciones internacionales.
¿Son bien recibidos los sirios que vuelven del extranjero?
El mes de julio se estableció en Marsella la Asociación Empresarial Internacional Siria (SIBA, por sus siglas en inglés). Patrocinada por el Banco Mundial, se trata de una iniciativa para animar a los empresarios sirios expatriados a que inviertan en la reconstrucción.
Riad al-Khouri, director de Oriente Medio en la asesoría de riesgos políticos GeoEconomica, con sede en Amán, dijo que tiene potencial.
«Hay cerca de 100.000 millones de dólares de dinero sirio fuera del país», dijo. «Gran parte de ese dinero volverá, porque el gobierno necesita a la diáspora mucho más que antes, por tanto hay una oportunidad. La financiación llegará de forma mucho más rápida de lo que la gente espera».
Esas inversiones encajarían en la aparente estrategia de Damasco de apelar a pequeñas inversiones procedentes de múltiples actores. Sin embargo, el país está enviando mensajes mezclados, según Yazigi.
Aunque algunos miembros del gobierno han pedido a los expatriados que vuelvan para invertir y les han ofrecido incentivos, como en el caso de los empresarios que se encuentran en Egipto, la prensa local de propiedad estatal ha denunciado como traidores a los empresarios que huyeron de Siria. «Hay muchos intereses en conflicto», dijo Yazigi.
En octubre, Damasco congeló los activos de Imad Ghreiwati, un empresario que hizo su fortuna por sus lazos con el gobierno, pero que se marchó a los EAU en cuanto el conflicto estalló. «Es un mensaje enviado a los inversores: quien no nos apoye, no tiene nada que hacer con nosotros», dijo Yazigi.
Así pues, ¿dónde deja todo esto la reconstrucción de Siria?
A menos que haya un giro de 180º en las políticas de la UE, EEUU y Turquía hacia el gobierno de Asad, Siria no va a conseguir las decenas de miles de millones de dólares que necesita para poner el país en pie de nuevo. «La narrativa de que llegarán miles de millones de dólares no es sino una ilusión», dijo Kattan.
Siria tendrá que depender, en cambio, de inversiones y desarrollos de infraestructura a pequeña escala para seguir adelante. La reconstrucción va a ser un proyecto a largo plazo, y sólo si finalmente Damasco desarrolla algún tipo de estrategia.
Alam dijo: «Se tratará de pequeñas inversiones y de una regeneración gradual de las empresas. No cambiarán las reglas de juego pero mantendrán funcionando la economía local».
Paul Cochrane es un periodista independiente que vive en Beirut desde 2002. Cubre temas de Oriente Medio y Asia Central para publicaciones especializadas, revistas empresariales y periódicos. Sus trabajos se han publicado en múltiples medios, entre ellos Reuters, Money Laundering Bulletin, Accountancy Futures, Commercial Crime International, Petroleum Review y Jane’s. Se educó en Gran Bretaña y EEUU y obtuvo un máster en Estudios de Oriente Medio en la Universidad Americana de Beirut.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.