1) Leer a Nuria Alabao siempre es un gozo. Su mirada crítica y lúcida nos hace pensar la realidad desde la complejidad y el espíritu crítico. Su formación y capacidad de transitar entre distintos mundos, como buena antropóloga, fue una de las razones que llevaron a Cristina Vilaplana, jefa de la Unidad de Tuberculosis Experimental de la Fundación y Hospital Germans Trias i Pujol, Susana Arias, jefa de Mediación del CCCB y La Sullivan, productora cultural, a proponerle la dirección de un proyecto sobre la tuberculosis.
2) El formato del ensayo es más que original. Se compone de la propia investigación que Alabao realiza desde una perspectiva multilateral, y de las cartas que se intercambia con Sayak Valencia, Teresa Caldeira, Pankaj Mishra y Dagmawi Woubshet, todas ellas personas expertas en materias diversas como el sistema económico, el urbanismo, la migración, el duelo o la comunidad. El epílogo consiste en un intercambio de cartas con la médica y escritora Ada Klein Fortuny, que publicó una obra en torno a la tuberculosis, La plaga blanca.
3) Una de las claves que atraviesa las conversaciones es el concepto de las vidas lloradas, que, como explica Judith Butler, son aquellas por las que merece la pena llorar, en contraposición a otras que, desde su mismo nacimiento, están condenadas a la ausencia material de una ciudadanía generadora de derechos. También el concepto de necropolítica, que propuso Achille Mbembe en 2003, como forma de gobierno intermitente, que conserva las bases de la precarización colonial y se ceba de manera más visible con las poblaciones más empobrecidas, sobre todo las migrantes radicalizadas e indocumentadas.
La autora encuentra lugar también para hacer un estremecedor homenaje a Alpha Pam, senegalés que murió de tuberculosis en el año 2013 en Mallorca tras serle negada la asistencia sanitaria por carecer de papeles, aunque llevaba en aquel momento siete años trabajando en España.
4) Centrándose en el caso del Raval, barrio de Barcelona que visitó Alabao, se explora la relación entre la salud y la pobreza, abordando la cuestión de la materialidad del espacio urbano y la creación violenta de espacios de precariedad. En el barrio conviven personas de 128 orígenes distintos. La distancia de renta con otros barrios como St. Gervasi, ubicado en la zona alta de la ciudad, es abrumadora, y ello tiene su correlativa traducción en las posibilidades de desarrollar enfermedades como la tuberculosis. El Raval es el ejemplo perfecto de un espacio del que los extractivistas de riqueza en una ciudad global rendida al turismo depredador utilizan a sus gentes para explotarlas en los sectores de servicios sin garantizarles, a cambio, condiciones mínimas de subsistencia.
5) Otro aspecto interesante es la atención que se le presta al hacinamiento y ausencia de derechos en las cárceles. La autora visitó varios centros penitenciarios en Venezuela, símbolo del encierro de vidas que no merecen ser lloradas, y que, por tanto, al ser arrojadas allí, quedan expuestas a un riesgo altísimo de desarrollar enfermedades, ante la ausencia de atención sanitaria, mala alimentación y falta de higiene. Tampoco debemos olvidar la existencia de los centros de internamiento en nuestro país, donde ingresan personas que no han cometido ningún delito, excepto el hecho de existir, y donde se han dado y siguen dándose casos de graves enfermedades y de muertes. Mi experiencia personal cuando visité varios de ellos fue de absoluta desolación.
6) En el otro lado de la ficción construida por el ser racional autónomo y autosuficiente de la era neoliberal encontramos la apuesta por una transformación política que construye lazos de comunidad y solidaridad. En el Raval, muchas mujeres migrantes, de Pakistán, India o Marruecos, entre otros, se ayudan entre ellas cuando enferman o tienen problemas. No dejemos de defender la interdependencia que garantiza la lucha por un orden social justo e igualitario.
7) Las aristas y contradicciones que iluminan la enfermedad, en palabras de Nuria Alabao, muestran la cara y cruz de algunas experiencias de gente pobre –procedente sobre todo de Bangladés o Pakistán– que no pide ayuda médica y que tiene que sobrevivir mediante trabajos en régimen de semiesclavitud. En este sentido, se hace referencia al único centro que existe en España dedicado a los enfermos de tuberculosis sin posibilidades de aislamiento: Serveis Clínics, que ofrece un servicio que va más allá de lo estrictamente sanitario, y es un símbolo de lo mejor del Estado Social, ahora en riesgo de desaparición.
8) Las preguntas siempre son importantes. ¿Es el fascismo una excepción histórica o la cara oculta de la democracia inserta en el capitalismo feroz y manchado por la sangre de la historia colonial? Las referencias a Fanon y de nuevo a Mbembe son inevitables: “Tras la extensión del modelo neoliberal, se universaliza la condición de deshumanización y expolio que antes estaba reservada a los negros”.
9) Aún quedan matices, reflexiones y relatos en la pequeña en extensión, pero enorme en calidad, obra de Alabao. Les invito a descubrirlas y me uno a la urgente llamada de la autora para politizar la tristeza y combatir el miedo alentado por la ultraderecha reforzando los lazos comunitarios.
Amaya Olivas es magistrada.