La sociedad israelí se encuentra frente a amenazas más inmediatas que la del ataque nuclear iraní. Por lo tanto, nuestra seguridad como ciudadanos depende de los «educacionistas» y de los «ciudadanistas» y no de los «seguridacionistas». La ardiente discusión que se viene dando últimamente alrededor de la experiencia en seguridad de los candidatos a la […]
La sociedad israelí se encuentra frente a amenazas más inmediatas que la del ataque nuclear iraní. Por lo tanto, nuestra seguridad como ciudadanos depende de los «educacionistas» y de los «ciudadanistas» y no de los «seguridacionistas».
La ardiente discusión que se viene dando últimamente alrededor de la experiencia en seguridad de los candidatos a la presidencia del partido Kadima y para la primera magistratura revela la falsedad en la que se desenvuelven los candidatos creyendo que se postulan para el cargo de jefe de las fuerzas armadas en vez de a la jefatura de la ciudadanía del estado.
Es cierto que el estado de Israel se enfrenta con cuestiones de seguridad complejas, pero no se debe olvidar que la sociedad israelí también adolece de graves problemas no menores tales como un sistema educativo quebrado y una disparidad social en crecimiento, y no está claro el por qué estos temas no están presentes en las discusiones públicas.
¿Quién recuerda hoy la gran huelga de los maestros que inmovilizó al sistema educativo estatal en Israel por largos meses no hace más de un año, las fracasadas reformas que intentaron los ministros del área para avanzar una y otra vez sin éxito, el quebranto de la enseñanza superior en Israel, la fuga de cerebros, ó el rompimiento de las promesas por parte del gobierno con los estudiantes en el tema del costo de los estudios? Acaso no cualquier persona entiende que el futuro del estado y su fortaleza dependen no menos de la calidad de su sistema educativo que de su poderío militar, y hasta quizás más del primero. De ahí la demanda pública de un primer ministro «educacionista».
¿Cómo es posible entonces que entre todas las infinitas disquisiciones sobre la personalidad del dirigente adecuado para «responder el teléfono rojo a las tres de la mañana», no haya lugar para la pregunta de quién es adecuado en la dirigencia del sistema cuando sea publicado el próximo informe sobre la pobreza del servicio de bienestar social? ¿Dónde está la demanda pública de un primer ministro «ciudadanista» que ordene reducir las diferencias económicas sociales que hoy son inaceptables, que se ocupe de revertir las cargas laborales y asegurar el salario digno para todos sus habitantes?
La certeza es que estas cuestiones trascendentales en Israel son postergadas sistemáticamente a lugares secundarios en el público justamente porque los dirigentes a quienes les importan estas cuestiones son desplazados por los que proclaman en primer lugar los temas de seguridad. Su caudal de experiencia en seguridad dentro del sistema militar desde donde aportan su visión política, no los hace aptos para entender a la sociedad israelí en todos sus aspectos ni tampoco para desarrollar conciencia ciudadana para dar una adecuada respuesta a su problemática. En un estado donde un tercio de sus niños viven bajo la línea de pobreza y que se despierta cada mañana con un episodio nuevo de asesinato de una mujer en manos de su cónyuge, el significado de seguridad adquiere otras variantes que los formados en el sistema militar son incapaces de solucionar.
Más aún, también la política militar estatal de Israel así como es aceptada, no proporciona ninguna ventaja, ya que el sistema militar del cual previenen quizás les enseñó a dirigir una guerra de la mejor manera, pero a un primer ministro le es exigida también la escucha de quienes piden evitar justamente esas guerras.
La postura del sistema militar es solamente una, aunque sea lo suficientemente importante, en un tablero de consideraciones y decisiones que trata e primer ministro y pierde de vista efectivamente todas las otras áreas, en desmedro de la amplitud de intereses públicos y ciudadanos.
Tres años atrás, luego del triunfo de Amir Peretz en las elecciones para la presidencia del partido Avodá (laborista, N. del T.) por un tiempo se tuvo la impresión que el espectro ciudadano y social tomaría relevancia en la opinión pública israelí. Lamentable y frustrante, la esperanza se desvaneció en las propias manos de Amir Peretz cuando con su entrada en el gobierno prefirió el Ministerio de Seguridad sobre los otros de asuntos sociales y su triste pasaje hacia la misma «firma ritual de seguridad» lo llevó a ser parte de una triste e inútil guerra.
Por esto es de esperar que entre todos los candidatos «aseguracionistas», surjan para las próximas elecciones candidatos con criterios ciudadanos firmes que puedan entender que la sociedad israelí está frente a amenazas inmediatas y más concretas que el programa de desarrollo nuclear iraní y que puedan resolverlas. Nuestra seguridad como ciudadanos depende de los «educacionistas» -entendidos en educación, N. del T)- y de los «ciudadanistas» -entendidos en cuestiones sociales, N. del T)- y no de los «aseguracionistas».
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