Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Una a una se desentrañan las justificaciones dadas por Israel para su última guerra en Gaza.
El argumento de que es una guerra puramente defensiva, lanzada sólo después que Hamas rompió un cese al fuego de seis meses, ha sido cuestionado, no sólo por observadores informados como Jimmy Carter, el ex presidente de EE.UU. quien ayudó a posibilitar la tregua, sino por think tanks de centro derecha de la inteligencia israelí.
El Centro de Información Inteligencia y Terrorismo, cuyo informe del 31 de diciembre con el título «Informe de Inteligencia sobre seis meses del acuerdo de tregua,» confirmó que la tregua del 19 de junio fue sólo «esporádicamente violada, y no por Hamas sino por «organizaciones terroristas delincuentes.»
En lugar de eso, «la escalada y la erosión del acuerdo de calma» ocurrieron después que Israel mató sin provocación a seis miembros de Hamas el 4 de noviembre y el día siguiente colocó a toda la Franja bajo un cerco aún más intensivo.
A FONDO
Según un estudio conjunto de la Universidad de Tel Aviv y de la Universidad Europea, esto se ajusta a un modelo más amplio en el que la violencia israelí ha sido responsable por el fin de un 79% de todas las treguas en la violencia desde el estallido de la segunda Intifada, en comparación con sólo un 8% por parte de Hamas y otras facciones palestinas.
Por cierto, el ministerio de exteriores israelí parece darse cuenta de que ese argumento está perdiendo credibilidad.
Durante una llamada de conferencia con media docena de profesores pro-israelíes el jueves, Asaf Shariv, Cónsul General de Israel en Nueva York, se concentró más en la importancia de destruir el intricado sistema de túneles que conecta a Gaza con el Sinaí:
«Afirmó que esos túneles eran tan «grandes como los túneles Holland y Lincoln,» y como prueba mencionó el «hecho» de que leones o monos habían sido contrabandeados por ellos a un zoo en Gaza. En realidad, los leones eran dos pequeños cachorros que fueron drogados, ensacados, y arrastrados por un túnel en camino a un zoo privado.
La autoimagen de Israel
La afirmación de que Hamas nunca aceptará la existencia de Israel también ha resultado ser desinformación, ya que los dirigentes de Hamas anuncian explícitamente su intención de hacer precisamente eso en las páginas de Los Angeles Times o a cualquier dirigente o periodista internacional que se reúna con ellos.
Con cada nueva familia, de 10, 20 o 30 personas, que es enterrada bajo los escombros de un edificio en Gaza, se desmorona la afirmación de que las fuerzas israelíes se esfuerzan por disminuir las víctimas civiles – durante mucho tiempo una pieza central de la imagen de Israel como democracia ilustrada y moral.
Cualquiera que tenga una conexión de Internet puede buscar en Google «catástrofe humanitaria en Gaza» y encontrará la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en los Territorios Ocupados, y leerá los miles de páginas de evidencia que documentan la realidad de los actuales combates, y el prolongado sitio de Gaza que los precedió.
La Cruz Roja, normalmente escrupulosa en su renuencia a acusar a partes particulares en un conflicto en su crítica, criticó enérgicamente a Israel por impedir que personal médico llegue a palestinos heridos, algunos de los cuales permanecieron atrapados durante días, pasando hambre y muriendo en los escombros de Gaza en medio de sus parientes muertos.
Mientras tanto, Naciones Unidas niega rotundamente las afirmaciones israelíes de que combatientes palestinos hayan utilizado para lanzar ataques el complejo escolar de la UNRWA bombardeado el 6 de enero, en el que fueron muertos 40 civiles, y ha desafiado a Israel para que pruebe otra cosa.
Admisión de crímenes de guerra
Además, numerosas observaciones frívolas de políticos y generales israelíes, incluida Tzipi Livni, ministra de exteriores, en las que se niegan a distinguir entre personas e instituciones civiles y combatientes – «Hamas no lo hace… y tampoco deberíamos hacerlo» es como lo describe Livni – son vistas correctamente como admisiones de crímenes de guerra.
Por cierto, al revisar declaraciones de planificadores militares israelíes antes de la invasión, es obvio que hubo una decisión muy considerada de atacar la infraestructura civil de Gaza – y con ella, a civiles.
La siguiente cita de una entrevista con el general Gadi Eisenkot que apareció en octubre en el diario israelí Yedioth Ahronoth es reveladora:
«Ejerceremos un poder desproporcionado contra toda aldea desde la cual se dispare contra Israel, y causaremos inmenso daño y destrucción. Desde nuestra perspectiva ellas [las aldeas] son bases militares,» dijo.
«No se trata de una sugerencia. Es un plan que ya ha sido autorizado.»
Causar «inmenso daño y destrucción» y considerar a aldeas enteras como «bases militares» está absolutamente prohibido por el derecho internacional.
La descripción de Eisenkot de esta planificación a la luz de lo que ahora tiene lugar en Gaza es una clara admisión de conspiración y de intención de cometer crímenes de guerra, y si es considerada junto a los comentarios mencionados, y numerosos otros, hace increíble todo argumento de Israel de que ha tratado de proteger a civiles y de que no utiliza fuerza desproporcionada.
Violación de leyes internacionales
En el terreno, crece cada vez más la evidencia de que Israel viola sistemáticamente una multitud de leyes internacionales, incluidos, pero sin limitarse a, el Artículo 56 de la IV Convención de La Haya de 1907, el Primer Protocolo Adicional de la Convención de Ginebra, la Cuarta Convención de Ginebra (conocida más específicamente como la «Convención de Ginebra relativa a la Protección de Personas Civiles en Tiempos de Guerra del 12 de agosto de 1949», el Convenio Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales y los principios del Derecho Humanitario Internacional Consuetudinario.
Nada de esto excusa o legitima el disparo de cohetes o morteros por algún grupo palestino contra civiles israelíes y objetivos no-militares.
Como señaló Richard Falk, relator especial de la ONU, en su última declaración sobre Gaza: «Hay que señalar sin ambigüedades que no existe justificación legal (o moral) para el disparo de cohetes contra objetivos civiles, y que una conducta semejante es una violación de los IHR (Derechos humanos internacionales), asociados con el derecho a la vida, que constituye un crimen de guerra.»
Por la misma lógica, sin embargo, Israel no tiene derecho a utilizar tales ataques como una excusa para
lanzar un ataque generalizado contra toda la población de Gaza.
En este contexto, incluso cuesta prestar la debida atención al sufrimiento israelí ante una andanada constante de cohetes, si se cuenta la cantidad de muertos y heridos en cada uno de los lados. Es imposible sostener algún sentido de proporción ante semejante cálculo.
Estado ‘delincuente’
Comentaristas y expertos israelíes, autodescritos como sionistas «leales,» que sirvieron orgullosamente en el ejército en guerras pasadas, describen ahora públicamente a su país, en boca del profesor de la Universidad de Oxford, Avi Shlaim, como Estado «delincuente» y «gánster» dirigido por «dirigentes totalmente inescrupulosos.»
Neve Gordon, profesor de política en la Universidad Ben Gurion, ha declarado que las acciones de Israel en Gaza equivalen a «criar animales para el matadero en una granja» y representan un «extraño nuevo elemento moral» en la guerra.
«Se ha dejado atrás la voz moral de la atemperación… Todo está permitido» contra los palestinos, escribe un columnista asqueado de Ha’aretz, Gideon Levy.
Otra columnista de Ha’aretz e hija de sobrevivientes del Holocausto, Amira Haas, escribe sobre el asco sentido por sus difuntos padres sobre la manera cómo los dirigentes israelíes justificaban las guerras de Israel con una «lavandería de lenguaje» orientada a redefinir la realidad y el compás moral de Israel. «Por suerte mis padres no viven para ver esto,» exclamó.
En todo el mundo la gente comienza a comparar el ataque de Israel contra Gaza, que después de la retirada en 2005 de las fuerzas y de los colonos israelíes fue convertida literalmente en la mayor prisión del mundo, con el levantamiento judío en el Gueto de Varsovia.
Musulmanes extremistas están utilizando foros de Internet para juntar nombres y direcciones de destacados judíos europeos con el objetivo, parece obvio, de asesinarlos como represalias por acciones de Israel en Gaza.
Al Qaeda trata de explotar esta crisis para conseguir puntos de apoyo en Gaza y en los campos de refugiados palestinos en el Líbano y Siria, así como a través de ataques contra comunidades judías en todo el mundo.
El desafío iraní a Israel y a su principal patrocinador, EE.UU., está conquistándole cada vez más simpatía con cada día que pasa.
Erosión de los valores democráticos
Dentro de Israel, la violencia seguirá erosionando los valores democráticos en la comunidad judía, y toda aceptación de la legitimidad del Estado judío a los ojos de sus ciudadanos palestinos.
Y a pesar de ello en EE.UU. – por lo menos en Washington y en las oficinas de las organizaciones judías dominantes – el coro de apoyo para la guerra de Israel contra Gaza sigue contando, en estrecha armonía con la política oficial israelí, aparentemente sordo ante el hecho de que están tan fuera de sintonía con la realidad que estalla a su alrededor.
En mi universidad, UCI [Universidad de California, Irvine, N. del T.], donde estudiantes judíos y musulmanes organizaron un viaje conjunto por los territorios ocupados e Israel para poder ver con sus propios ojos las realidades en el terreno, las antiguas líneas de batalla están siendo reajustadas.
Los Anteaters for Israel, el grupo pro-Israel de la Universidad de California, Irvine, envió un correo electrónico urgente a la comunidad explicando que: «Durante la semana pasada, cantidades crecientes de evidencia nos llevan a pensar que Hamas es responsable en gran parte por cualquier supuesta crisis humanitaria en Gaza.»
No tengo idea de quiénes son los «nosotros» a los que se refiere el llamado. Aunque estoy seguro de que la cantidad de miembros de ese grupo está disminuyendo.
Por cierto, uno de los tristes factores de esta reciente tragedia es que con cada afirmación que es públicamente desmentida por los hechos en el terreno, más y más estadounidenses, incluyendo a judíos, se niegan a confiar en las aseveraciones de dirigentes israelíes y judíos estadounidenses.
Trampa
Aún peor, en el mundo árabe/musulmán, las horribles imágenes que salen a diario de Gaza permiten que predicadores y políticos desplieguen sus gastados pero todavía peligrosos e incitadores estereotipos contra judíos cuando llaman a las masas contra Israel – y con ello – contra sus propios gobiernos.
Lo que es más inquietante es que los más importantes de los así llamados amigos de Israel, el establishment político de EE.UU. y la dirigencia judía dominante, parecen no tener idea sobre la devastadora trampa en la que se ha metido Israel – en gran medida con su indulgencia e incluso ayuda.
Es una trampa que amenaza la existencia del país mucho más que cualesquiera cohetes Qassam, con su tasa de muertes de 0,4 por ciento, incluso más que la desastrosa invasión del sur del Líbano en 2006, que al debilitar la capacidad de disuasión de Israel hizo que, en cierta medida, esta guerra fuera inevitable.
Primero, es obvio que Israel no puede destruir Hamas, no puede detener los cohetes a menos que acepte una tregua que vaya lejos en la satisfacción de la demanda primordial de Hamas – el fin del sitio.
Hamas, como Hezbolá en 2006, habrá vencido simplemente por el hecho de sobrevivir (y es seguro que sobrevivirá).
Israel logra poco fuera de crear una nueva generación de palestinos con corazones repletos de cólera y necesidad de venganza.
Segundo, el principal patrón de Israel, EE.UU., junto con las autocracias y monarquías conservadoras árabes que son los únicos aliados que les quedan en el mundo musulmán, están perdiendo las pocas migajas de legitimidad que todavía tenían ante sus poblaciones jóvenes e iracundas.
Mientras más se debilita EE.UU. y su eje en Oriente Próximo, más precaria se hace la seguridad a largo plazo de Israel. Por cierto, cualquier probabilidad de que EE.UU. pueda convencer al mundo musulmán para que presione a Irán a fin de que renuncie a su busca de armas nucleares ha sido enterrada en Gaza.
Tercero, cuando Israel trata brutalmente a los palestinos abusa a su propio pueblo. No se puede ocupar a otro pueblo e involucrarse en la violencia en su contra en esta escala sin hacer un daño aún mayor a su propia alma.
La gran incidencia de crímenes violentos cometidos por veteranos que vuelven de servicio de combate en Iraq es sólo un ejemplo de cómo la violencia de la ocupación y de la guerra carcomen el núcleo moral de la gente.
Mientras en EE.UU. sólo una fracción pequeña de la población participa en la guerra; en Israel, la mayoría de los hombres en buen estado de salud física terminan por participar.
Los efectos de la última violencia perpetrada contra los palestinos sobre el alma colectiva israelí son incalculables; la noción de que pueda sobrevivir como una «etnocracia» – favoreciendo a un grupo étnico, los judíos, pero en general democrática – se convierte en ficción.
Violencia como poder
¿Quién salvará a Israel de sí mismo?
Los israelíes son evidentemente incapaces de hacerlo. Su adicción como sociedad a la ilusión de la violencia como poder ha llegado al nivel de enfermedad mental colectiva.
Como lo describió el periodista de Ha’aretz Yossi Melman el 10 de enero, «Israel ha creado una imagen de sí mismo como un demente enloquecido.»
No los palestinos, muchos de los cuales fueron presa de la misma condición.
No el Cuarteto de Oriente Próximo, la Unión Europea, Naciones Unidas, o a Liga Árabe, todos los cuales son del todo impotentes para influenciar la política israelí.
No la dirigencia judía organizada en EE.UU. y Europa, que es incluso más ciega ante lo que está sucediendo que la mayoría de los israelíes, que por lo menos permiten el debate interno sobre la prudencia de las políticas de su gobierno.
No la creciente comunidad judía progresista, que necesitará años para lograr suficiente poder social y político para cuestionar el status quo.
Y tampoco los altos políticos y responsables políticos estadounidenses que o son reacios a arriesgar el enojo de votantes judíos estadounidenses, o han sufrido tales lavados de cerebros resultantes del bombardeo constante de propaganda del Lobby Israel que son incapaces de llegar a una opinión independiente sobre el conflicto.
Durante la contienda presidencial de EE.UU., Barack Obama fue ridiculizado por ser un personaje mesiánico. Ahora la idea no suena tan ridícula. Es difícil imaginar que alguien que sea algo menos pueda salvar a Israel, a los palestinos, y al mundo de otros cuatro años de violencia irreflexiva.
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Mark LeVine es profesor de historia de Oriente Próximo en la Universidad de California, Irvine, y autor de
«Heavy Metal Islam: Rock, Resistance, and the Struggle for the Soul of Islam» y el próximo «An Impossible Peace: Israel/Palestine Since 1989.»
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