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Quseir resiste al asedio del régimen sirio pese a la participación de Hizbulá

Fuentes: Cuarto Poder

Aunque algunos medios occidentales daban por caída a la ciudad de Quseir en manos del régimen sirio ya a principios de semana, el desenlace de la decisiva batalla podría llevar más tiempo de lo esperado. Sobre el terreno, los activistas minimizan los avances terrestres de las facciones progubernamentales en esta localidad, controlada junto con sus […]

Aunque algunos medios occidentales daban por caída a la ciudad de Quseir en manos del régimen sirio ya a principios de semana, el desenlace de la decisiva batalla podría llevar más tiempo de lo esperado.

Sobre el terreno, los activistas minimizan los avances terrestres de las facciones progubernamentales en esta localidad, controlada junto con sus alrededores por la oposición desde hace más de un año y sometida desde hace mes y medio a una campaña intensiva de bombardeos aéreos y terrestres con el objetivo de poner un final a su estatuto de liberada. Según opositores sirios, el régimen -apoyado por combatientes de la milicia chií libanesa Hizbulá, que ya no oculta su papel en la guerra, y por el llamado Ejército Arabe Sirio, nombre que aglutina milicias alauíes pro Assad- se estaría limitando a bombardear, por tierra y por aire, las posiciones rebeldes para evitar los combates cuerpo a cuerpo. En esta nueva ofensiva sí habrían avanzado en los barrios del sur, donde antes tenían una presencia testimonial: mantenían el control de edificios aislados como el Ayuntamiento, pero no de los alrededores de los mismos, según pudo comprobar esta corresponsal hace un año. Pero desde Quseir, los activistas afirman que el avance es lento y es susceptible de sufrir retrocesos.

«Todo el terreno que ganan por el día lo pierden por la noche», asegura un activista sirio establecido en Beirut, cuyos amigos y familiares combaten allí. Hace una semana, la oposición era muy pesimista sobre el futuro de Quseir y las cuatro aldeas circundantes que aún quedan en manos del Ejército Libre de Siria (ELS, opositora) pero el hecho de haber superado la primera ofensiva y, sobre todo, de haber provocado numerosas bajas al enemigo -unos 30 miembros de Hizbulá habrían muerto en los combates según opositores y ONG, y numerosos y multitudinarios funerales han sido celebrados en diferentes puntos del Líbano, incluido Beirut- habría levantado la moral de los rebeldes.

El número de bajas entre las filas de la oposición supera con mucho esa cifra, según las mismas fuentes, pero el hecho de haber paralizado el avance oficialista habría renovado las energías del ELS. Como explica Abu Izzeldin, miembro de Liwah al Haq -una de las facciones armadas que participan en la defensa de la ciudad fronteriza, situada 35 kilómetros al sur de la localidad de Homs, «la lógica dice que Quseir tendría que haber caído hace semanas». «Dado que sigue resistiendo, es imposible especular con cuánto tiempo podrá aguantar».

El último mes y medio se ha caracterizado por los éxitos militares del régimen en la castigada provincia suní, donde un rosario de localidades controladas por la oposición desde 2012 -Mubarakiyah, Abel, Kaman, Al Salumiyah, Eish al Warwar, Dameina al Gharbiyah, Modan, Al Ghassaniyah, Al Hoz, Aarjun, Tal al Nabi Mundi, Zeita, Hawik, Hosh al Sayyid Ali, Ribla, Al Zaraa y Jusiyeh- han caído tras la entrada masiva de miembros de Hizbulá, que controlan el otro lado de la frontera y participan, antes con la excusa de la protección de aldeas libanesas en territorio sirio y ahora con la excusa de la protección de los templos chiíes, de forma notable en la batalla.

«Hizbulá entró de forma masiva hace meses, cuando comenzamos a conseguir el control de gran parte del territorio», explica Abu Beri, responsable de las Brigadas Independientes Omar al Farouk en la provincia de Homs, volcadas en la batalla por Quseir. «No sólo ellos, los [chiíes] iraníes e iraquíes también se implicaron por la importancia religiosa que tiene para ellos Siria», continúa. «La entrada de Hizbulá en Homs confirma que la guerra es abiertamente sectaria pero también indica la debilidad del régimen, que recurre de forma masiva a milicias extranjeras. Los únicos avances se han producido en las zonas donde combate Hizbulá. Se trata de sangre nueva, bien armada, que trabaja con el apoyo de la aviación y la artilllería sirias. Evitan la confrontación directa con una política de tierra quemada. Estimamos que pueda haber unos 10.000 miembros de Hibuzlá en toda Siria, y unos 6.000 sólo en la provincia de Homs», desgrana Abu Izeldin. El partido chií ha declarado a France Press haber enviado «nuevos combatientes de élite» tras las bajas inflingidas en los combates.

La presencia de los miembros del Partido de Dios habría sido la clave en el revés militar en la provincia, aunque los rebeldes llevaban más de un año preparándose para una eventual ofensiva del régimen. Según algunos medios, habrían excavado una serie de túneles -siguiendo la estrategia rebelde chechena que le dio la victoria frente a Rusia en la guerra de 1995- y preparado casas y vehículos trampa en la zona natural para un avance de las tropas gubernamentales y sus alidados. Eso explicaría que las bajas del Partido de Dios chií lleguen, en ocasiones, en grupo y no de forma individual.

La implicación masiva y abierta de Hizbulá en la conquista de Quseir revela, de un lado, la importancia de la misma y también el nivel del compromiso del partido libanés en la defensa de Bashar Assad. Ya lo adelantó su secretario general, Hassan Nasrallah, en varios de sus discursos, donde promete luchar para proteger a su aliado y ya no minimiza el papel de sus combatientes. La iconografía en las zonas chiíes se ha volcado en la campaña siria: es frecuente ver retratos de combatientes caídos en Quseir y en Damasco con la imagen del mausoleo chií de Sayda Zeinab, sito en la capital siria, de fondo.

La de Quseir es una batalla que definirá el futuro de todo Homs y, en cierta forma, la viabilidad de lo que se considera el plan B del régimen sirio, el establecimiento de un estado alauí que se extienda desde Latakia hasta Damasco en el caso de que la dictadura siria se desmorone ante el acoso opositor. Territorialmente, implica la unión de la costa mediterránea con el valle de la Bekaa libanés, lo que le garantizaría una salida fronteriza aliada por donde aprovisionarse, incluso en el peor de los escenarios. La provincia de Homs es básica no sólo por la frontera libanesa, también porque comunica la costa alauí con Damasco. En este supuesto plan B, también se incluye una franja de la provincia de Hama, donde también se viven frecuentes combates.

Fue el propio Bashar Assad quien, en una entrevista con simpatizantes libaneses, ya advirtió de la importancia que reviste para él la ciudad de Quseir: «La principal batalla se está librando en Quseir», afirmó contundente ante una delegación de políticos del país del Cedro, según citó el ex ministro de Defensa Abdel Rahim Mrad en declaraciones a France Presse. «Queremos acabarla a cualquier precio, y queremos hacer lo mismo en Idlib», habría asegurado el rais sirio en un encuentro reportado por el diario libanés pro-Assad Al Akhbar.

«La estrategia del régimen se ha radicalizado», explica Abu Yusef, otro miembro de la Brigada Independiente Omar al Farouk. «Antes capturaban ganado porque podían moverlo, pero ahora lo matan sobre el terreno. Queman los cultivos, o los inundan para inutilizarlos. El proyecto es destruirlo todo, matar a la gente de hambre y volver a los civiles contra la revolución», explica el joven ingeniero de 25 años, recién llegado de Quseir para ser tratado de sus heridas.

En el avance de los últimos meses hacia Quseir y las aldeas circundantes de la provincia de Homs, la muerte de civiles habría sido constante, según combatientes y activistas consultados. «En Khirbat as Sawda, sólo ayer se documentaron las muertes de 13 familias a cuchillo», explicaba Abu Beri el pasado viernes. «Quieren limpiar Homs de suníes y no se trata sólo de un objetivo sectario sino también político: pretenden hacer creer que la zona fue siempre alauí y que no hubo nunca control del FSA».

Las masacres han sido frecuentes si bien han pasado desapercibidas en los medios occidentales, aparentemente hastiados de los acontecimientos en Siria. «Hace dos meses presencié la última matanza que he visto con mis propios ojos», detalla Abu Beri. «Fue a mediados de marzo, cuando se estaba desarrollando una batalla por la ciudad de Abel. Los shabiha habían levantado un checkpoint cerca de un grupo de casas para que éstas les sirvieran de escudo humano. Cuando se consolidó el avance de las tropas gubernamentales, secuestraron a tres familias que vivían allí. Dijeron que se las iban a llevar a lugar seguro y las trasladaron a un antiguo casino. Dos horas después, vimos una columna de fuego, y supimos que uno de los civiles había escapado. Nos contó que habían matado y quemado a los rehenes. Decidimos entrar en el casino con toda la potencia de fuego, pero los shabiha ya se habían retirado. Dentro había 18 cadáveres. Los niños tenían las manos atadas en la espalda y los ojos tapados. Las mujeres estaban en una habitación aparte, imagino que habían sido violadas. Los niños fueron acuchillados. El mayor tenía 14 años, el más pequeño cuatro. Los adultos fueron ejecutados con balas, incluso un anciano que iba en silla de ruedas. Dos de ellos fueron torturados hasta la muerte, y rematados con bloques de cemento arrojados contra sus cabezas». Abu Beri y sus hombres evacuaron y dieron sepultura a los cadáveres.

«La situación en la zona nunca ha sido tan mala como en los últimos 50 días», asegura por su parte Abu Khaled, un activista de Homs hoy en una de las escasas aldeas en manos del ELS, situada en los alrededores de Quseir y en pleno ataque de las fuerzas gubernamentales. «La ofensiva viene por dos frentes distintos: Quseir y Buwaida. Cada día que intentamos evacuar familias, algunas son localizadas y tenemos civiles capturados, torturados y asesinados. Tenemos noticias de entre 15 y 30 muertos al día», afirma mediante Skype. «Están aplicando una política de tierra quemada, ha habido cientos de muertos. Y le advertimos al mundo, y a la oposición siria en el exilio, de que quemarán Homs como fue quemada Roma. No podemos aguantar más, porque los combatientes del ELS siguen con las mismas armas y sin apenas munición. No sabemos cuánto podrán resistir».

El Consejo Nacional Sirio ha solicitado a las fuerzas del ELS en todo Siria que acudan al auxilio de Quseir, pero como explican combatientes en esta provincia de Homs, el anuncio no tendrá consecuencias, en primer lugar porque es inviable atravesar el país desde el norte o el este para llegar a la frontera con Líbano, y en segundo por el escaso predicamento de la institución entre los rebeldes sobre el terreno.

Mientras, los acontecimientos en Quseir tienen una réplica escalofriante en el Líbano, donde el país se ve cada día más polarizado a medida que se agrava la crisis siria y que se confirma el papel de Hizbulá, un partido que conserva su arsenal desde los años 80 con la excusa de defender al país del Cedro de Israel. El hecho de haber redirigido sus armas a Siria -aunque ya lo hizo en el frente interno, en 2008, cuando milicias de Hizbulá se enfrentaron con grupos suníes armados en unos combates que causaron unos 70 muertos– ha minado hasta cotas inesperadas su popularidad y también ha enconado a la comunidad suní de toda la región contra el movimiento chií. La Unión Europea está estudiando incluirlo en su lista de estados terroristas, lo cual sería un revés histórico para lo que hasta ahora era oficialmente considerado en la UE como un partido político con un brazo armado.

Si durante meses los libaneses han combatido en el interior de Siria, desde hace varios días el agravamiento de los combates entre seguidores y detractores del régimen de Assad en Trípoli (Líbano) hace temer que la guerra se extienda al país del Cedro, haciendo explotar la tensa paz civil que se vive desde el final del conflicto civil libanés. En apenas tres días, al menos 12 personas han perdido la vida en los combates de esta ciudad suní, incluido un líder religioso, y más de 70 han resultado heridos. En la noche del martes, en una sola hora llegaron a ser lanzados casi 50 proyectiles de mortero.

No es el único frente en el Líbano: los rebeldes sirios responden a la implicación de Hizbulá bombardeando la región de Hermel -noreste, feudo chií, y por donde muchos combatientes chiíes atraviesan la frontera- y este miércoles hubo disturbios incluso en la ciudad sureña de Sidón, cuando seguidores del clérigo salafista Ahmad Assir, furibundo detractor del Partido de Dios, trataron de impedir el entierro de un miembro de Hizbulá muerto en Siria. La estabilidad del Líbano es más incierta que nunca.

Fuente original: http://www.cuartopoder.es/elfarodeoriente/quseir-resiste-al-asedio-del-regimen-sirio-pese-a-la-participacion-de-hizbula/4529