Traducido del inglés por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Satisfacción es lo que irradian las caras israelíes, al menos es lo que se observa en la gente que acaba de salir de Ramala o la Franja de Gaza y mira la atestada calle Ben-Yehuda de Jerusalén, el centro comercial Ramat Aviv o el Aeropuerto Internacional Ben-Gurion .
Para los israelíes no existe nada más allá del momento. Es justo como la suficiencia mostrada por el primer ministro Benjamín Netanyahu en su campo de deportes privado, la conferencia de la AIPAC. ¿Han sido expulsados nuestros diplomáticos? ¿La administración estadounidense está enfadada? Bajaremos las cabezas durante un momento, la tormenta pasará y nos aceptarán en el honorable club de la OCDE. La cuestión principal es que la política obstinada de Israel de separación ha tenido éxito y que se han creado dos entidades palestinas adversas.
Una construye su principado islámico en un enclave aislado, saltando sobre promesas de que el segundo paso hacia la liberación de Jerusalén y Haifa ya se ha tomado. La otra recibe con orgullo a los representantes de naciones de donantes en sus enclaves pequeños y atestados e intenta convencer a cada uno de ellos de que éste es el modo de construir un Estado que incluye el Área C, la tierra sin hombre, Latrun , la Franja de Gaza, Al-Aqsa y los aproximadamente 70 kilómetros cuadrados que Israel se ha anexado y llama Jerusalén.
Pero nosotros los israelíes sabemos que todo es igualmente imaginario. Somos los magos del statu quo. Lo establecemos como nos gusta, moviendo un acre aquí y una base militar allí, hasta que el mundo diga que está de acuerdo. Cuando Dios quiera, también llamarán a Ramala una ciudad santa y la Franja de Gaza se verá coronada capital de distrito egipcio.
Este no es el modo en que se mira el futuro en las dos entidades separadas. Su retórica mutuamente contradictoria está basada en una asunción similar: Tanto la Franja de Gaza como Ramala creen que el cambio finalmente vendrá del exterior, y ésa es también la expectativa.
El gobierno de Ramala espera que Estados Unidos, Europa y los Estados árabes pro occidentales se avendrán a su parecer y forzarán a Israel a hacer lo que ha evitado desde 1968: retirarse («con leves ajustes de frontera «) y llevarse a los colonos a casa. El gobierno de Ramala espera que factores externos hagan que Israel entienda lo que no entiende solo. No hay nada jactancioso en esta postura; más bien es de compasión por los israelíes, que se han encajonado en una burbuja de suficiencia que no hace caso de los procesos históricos.
Hace más de diez años, durante una de las vanas rondas de conversaciones entre Israel y los palestinos, Saeb Erekat se permitió preguntarse: «¿No están los israelíes pensando en sus nietos?» Una pregunta similar se oye de los habitantes de Gaza cuyos hogares fueron destruidos y cuyos niños masacrados, así como de los campesinos palestinos de Cisjordania que han tenido su hartazgo de de hostigamiento de los colonos. Todos quieren saber: ¿No entienden los israelíes que no pueden depender siempre de su superioridad económica y militar? ¿Que será imposible mantener siempre un régimen agresivo basado en la extrema desigualdad y el privilegio para los judíos?
En otras palabras, es es una petición a Occidente: » Si Israel es tan importante para ustedes, guárdenselo.»
Ese enfoque ve la comunidad judía israelí como una parte aceptada de la región, ya sea en un Estado, en dos o en una federación de ellos. No importa. Esto propone plazos de tiempo previsibles para la puesta en práctica: dos años, cinco años, diez. Esta es una vision que todavía conserva la fe en el sentido común occidental .
El gobierno de Gaza, mientras tanto, está esperando que estalle una Intifada musulmana en países cercanos y lejanos, que pondrá del revés el equilibrio regional y global: Los pueblos se levantarán, los gobiernos pro occidentales caerán, y los nuevos gobiernos no mostrarán la tolerancia por la ayuda occidental a Israel o por el elemento extranjero que Occidente ha plantado en Oriente. Ese escenario, también, ve a Israel como el responsable de todo lo que pasa y podría pasar, pero no tiene ninguna compasión por una entidad que ve a mil millones de sus vecinos como algo sin importancia. Su plazo de tiempo es mucho más largo que el del escenario compasivo. Los que pacientemente esperan una extensa Intifada musulmana están convencidos de que su escenario, y no el que espera Occidente para tomar medidas, es el que sucederá; después de todo están convencidosde que Occidente no cambiará sus posiciones.
Fuente: www.haaretz.com/hasen/spages/1159017.html