Traducido por Guillermo F Parodi
Unos 400 ciudadanos de distintos países europeos que viajaban, el 8 de julio, a Cisjordania, en el marco de la iniciativa «Bienvenido a Palestina», han tenido una muy desagradable sorpresa – a pesar de tener su documentación en regla y haber pagado sus billetes desde hacía varios meses – de ver impedido su embarque por las compañías de aviación europeas. Fue por pedido del Ministerio del Interior israelí, bajo el pretexto de que desde su aterrizaje en el aeropuerto de Tel Aviv serían rechazados. ¿Ese rechazo era legal? Silvia Cattori se lo preguntó al sociólogo Jean-Claude Paye.
Silvia Cattori: Las autoridades israelíes entregaron a las compañías aéreas una lista de varios centenares de nombres de mujeres, hombres y niños, ordenándoles que no les permitan embarcar con destino Tel Aviv. Ahora bien estas personas no querían viajar a Israel, sino a Cisjordania, es decir, a esta tierra palestina militarmente ocupada por el Estado de Israel.
Y para llegar allí, debían obligatoriamente pasar por Israel. Las compañías aéreas se vieron obligadas a negarse a embarcar personas que, en nuestros países son completamente inocentes, pero en Israel se los considera «indeseables», «hooligans», «una amenaza para la seguridad», ¿simplemente porque defienden los derechos del pueblo palestino?
Jean-Claude Paye [1]: Pienso que las compañías aéreas no estaban obligadas, pero lo hicieron porque las amenazaron con repatriar a esa gente por cuenta de las empresas, por consiguiente debía considerarse como un aviso que esas personas serían rechazadas por Israel desde el aterrizaje. Es seguramente por esta razón que estas compañías decidieron no embarcar a la gente afectada por la prohibición de entrar a Israel.
Silvia Cattori: ¿A su modo de ver las compañías aéreas podían de verdad valerse de esta advertencia para bloquear a la gente su salida de los aeropuertos de Ginebra, París, Roma o Bruselas?
Jean-Claude Paye: Yo me hago la misma pregunta. ¿Tienen ese poder para impedir el embarque? De hecho, han hecho el trabajo que correspondía a la policía israelí de manera que ésta no tuvo ni siquiera que confrontarse con la presencia física de los militantes en el aeropuerto Ben Gurion.
La empresas forman así parte de un sistema para hacer invisibles a los contestatarios por el simple hecho de no dejarlos llegar. Este procedimiento coloca la violencia del Estado sionista en la invisibilidad y esta violencia puede de esta manera no tener ni límites ni final. El objetivo de la denegación de embarque es destruir toda capacidad de poner un impedimento a la violencia real de este Estado contra la población palestina y a su violencia simbólica contra el conjunto de la humanidad.
Es esta invisibilidad de su violencia lo que permite a Israel ser intocable y ocupar permanentemente el lugar de la víctima. Lo coloca en el lo sagrado. Israel como imagen de un país democrático, no puede subsistir sino si no se confronta con la realidad, a la vida concreta de los palestinos o a la presencia física, al cuerpo de una oposición a su política de apartheid. Este asunto ilustra perfectamente un paradigma de la post modernidad: el necesario borrado del cuerpo y los individuos reales, con el fin de dejar el lugar a toda la potencia de la imagen, aquí a la imagen de Israel.
Silvia Cattori: Según las leyes antiterroristas establecidas después del 11 de septiembre de 2001, toda compañía aérea se ve obligada a comunicar todos los datos de los pasajeros (nombre, fecha de nacimiento, dirección de residencia, teléfono, etc) a las autoridades administrativas de los países que los pidan. El pasajero asume esta restricción en cuanto compra su billete. En el marco de estas disposiciones, las compañías que se negaron a embarcar a esta gente, ¿estaban obligadas por las solicitudes de Israel de rechazar viajeros que, en su país, no son culpables de nada?
Jean-Claude Paye : No se si es jurídicamente posible.
Silvia Cattori: ¿Con ello no infringieron el derecho de circulación de las personas?
Jean-Claude Paye: No. Si se tratase de destinos europeos que pertenecen al espacio Schengen habría sido efectivamente una traba al derecho de circulación de las personas; pero Israel en realidad no forma parte del espacio Schengen.
Non. S’il s’agissait de destinations européennes appartenant à l’espace Schengen il y aurait effectivement une entrave au droit de circulation des personnes ; mais Israël n’en fait pas partie.
Silvia Cattori: Para usted, ¿las personas que sufrieron esta prohibición podrían demandar jurídicamente a las compañías aéreas por impedimento a la libertad de circulación?
Jean-Claude Paye : Sí, si quieren que se le de importancia a este asunto ; caso contrario este género de abusos no cesará de agravarse. Sobre qué base jurídica hacer la demanda , eso hay que estudiarlo.
Silvia Cattori: ¿Para usted, desafiar a Israel de esa manera es una buena idea?
Jean-Claude Paye: Sí, es una buena idea, ya que si la gente no actúa nada pasará.
Acá se vio claramente que todos los Estados occidentales están al servicio de la política de Israel. En Francia, había una fuerte presencia policial en Roissy. Las autoridades francesas fueron prevenidas por los servicios israelíes y se comprometieron a hacer respetar su decisión. Por lo tanto el Estado francés estuvo involucrado en la acción israelí. La acción de la policía francesa fue decisiva ya que en Roissy, más de 200 personas debían embarcar, la relación de fuerzas de las personas impedidas con las compañía aéreas podía ser importante. Podían seguramente perturbar el decolaje al no permitírseles embarcar.
Se encuentra aquí un segundo paradigma de la post modernidad: la voluntad de los Estados de retirar preventivamente a sus ciudadanos toda posibilidad de protestar o hacer valer sus derechos.
Silvia Cattori: Este asunto es inquietante. Israel puede conducirse como un Estado matón con la colusión de nuestros Estados supuestamente «democráticos».
Jean-Claude Paye: La política del Israel de negación de los derechos y de masacre de los palestinos es bien, en los hechos, una política compartida por numerosos Estados occidentales, aunque la Unión Europea tiene la costumbre de manifestar algunos pocos escrúpulos.
Notas
[1] Jean-Claude Paye es sociólogo. Su última obra publicada en francés: La Fin de l’État de droit (La Dispute, 2004). Su última obra publicada en inglés: Global War on Liberty (Telos Press, 2007).
Fuente: http://www.silviacattori.net/
8/07/2011