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"A nuestros amigos", el nuevo libro del Comité Invisible

Recomenzar, consentir vincularse (otra del Comité Invisible)

Fuentes: Diagonal

Su primer panfleto (suponiendo que lo que nombramos como Comité Invisible existe), se llamó La insurrección que viene y emergió rompiendo las muecas y los esquemas de la izquierda europea en el momento de bonanza económica posterior al movimiento altergobalización. De eso hace ya ocho años. Aquel libro se convirtió también en un rotundo éxito […]

Su primer panfleto (suponiendo que lo que nombramos como Comité Invisible existe), se llamó La insurrección que viene y emergió rompiendo las muecas y los esquemas de la izquierda europea en el momento de bonanza económica posterior al movimiento altergobalización. De eso hace ya ocho años. Aquel libro se convirtió también en un rotundo éxito editorial: un best-seller radical en Amazon, llegó a afirmar el periodista cultural Víctor Lenore.
 

El nuevo texto anuncia el inicio de un plan con más apariciones públicas así como la realización de una gira por el Estado español en un momento crucial de nuestra historia electoral. Uno, dos, varios días después: 26, 27 y 28 de mayo. Madrid, València y Barcelona se encuentran con lo que el Comité Invisible ha venido a compartir. A nuestros amigos, decidieron ponerle como título a este libro que sigue sonando a manifiesto rabioso, con un pensamiento más sedimentado sobre los fangos de la Europa neoliberal. Publicado en España por la riojana Pepitas de Calabaza, difundido antes en ediciones pirata en ocho lenguas de cuatro continentes.

Ha habido un tiempo de silencio, tras desertar guardando las armas, para recomenzar. Ahora, las insurrecciones han llegado: Libia, Egipto, Grecia, Turquía, Nueva York y los cientos de asambleas en las plazas.  Y el Comité Invisible vuelve a hacer un llamamiento con una fuerte crítica a la democracia, a la idea de sociedad y el paradigma del gobierno (al menos, dicen, pongámoslo en grado de hipótesis). El libro tensa los límites de la democracia, esa forma de gobierno puro en la que gobernante y gobernado parecen identificarse. Donde nos hemos instalado. Insisten en su idea del poder como algo logístico que reside en las infraestructuras y en la apropiación de las técnicas, que son puestas al servicio de la ideología capitalista (la tecno-logía) por los ingenieros (verdaderos ejecutores de la contrainsurgencia). 

 
De la práctica de las plazas extraen la importancia del habitarlas y lo fundamental de construir un lenguaje común que articule una situación compartida más allá del fetiche incuestionable de la asamblea general donde poco puede hacerse más que actualizar la universal separación. Generar, entonces, un lenguaje con el que organizarnos frente a una vida cotidiana que se nos presenta siempre como ya organizada por otros y dispuesta bajo el control permanente del paradigma cibernético/smart de las nuevas formas de autogobierno. El texto no se queda sólo en estas formas de vida en común, sino que va a fijarse también en dos ejemplos de resistencia vinculada al territorio para proponer el retorno de las comunas (Declarar la comuna es consentir vincularse). La comuna, es un vínculo organizado que inscribe un territorio en el que puede tomar cuerpo, acceder a la presencia. A nuestros amigos trae el ejemplo de la ZAD (Zone A Défendre, en la región de la bretaña francesa) y el de La República libre de la Magdalena en la lucha contra el tren de alta velocidad en Italia. Ambas, son una lucha muy vinculada a la tierra en las que se vinculan formas locales y articulaciones de los movimientos autónomos europeos. Sin embargo, no se trata de un libro de frentes, sino más bien de ejemplos que proponen hacer la guerra a la idea de guerra, que proponen abrirse en canal para volver sobre la tierra bajo los adoquines de estas plazas. El sujeto seríamos los terrestres.
 

A nuestros amigos recupera la crítica a la vida cotidiana de los situacionistas, que antes se viera en Tiqqun o en la revista francesa de los ochenta Os Cangaceiros. Una mezcla de teoría política europea, filosofía metafísica y fanzine anarquista insurreccional. Un libro que parece una mezcla molotov tan acostumbrados a la discusión tranquila de las ideas que parece dejar paso a dos líneas de fuga antagónicas en el panorama intelectual francés: la Sumisión (último libro de M.Houellebecq, enemigo acérrimo de Tiqqun ya desde la primera revista) y los amigos del Comité sometidos a la técnica de gobierno anti-terrorista global practicada por el ministro del interior del país vecino, Manuel Valls.  
Un libro potente que ha sido capaz de generar un interés y un apasionamiento que parece reservado a explosiones de horizontalidad vinculadas más al movimiento que al mundo de las ideas. El pasado 14 de enero, en la École Normale Supérieure de París empezó un debate que acabó en ocupación de una de las salas de la institución. El libro, decían, les llevó a querer hacer cosas juntos, a debatirlas, a ponerse a pensar también en las bases organizativas mínimas para mantener lo que parecía una «discusión perpetua» mantenida con cierto ritmo durante unas dos semanas. Si la opresión es asfixiante y global, fruto de un poder medioambiental; la potencia puede organizarse con un ritmo. En cada  momento se (puede) lucha(r). No hay «crisis» alguna de la que haría falta salir, hay una guerra que nos hace falta ganar. 

 
Este libro sería el Manifiesto Comunista escrito por Spinoza después de manifestarse con el blackbloc. La crítica, en el libro, resume y sistematiza ideas ya vertidas en trabajos anteriores y acaba tensándose también hacia una praxis política que puede parecer demasiado heroica. Como partisanos en un tiempo de gestores, con verdades éticas frente a una política más ética . Proponen la estrategia, y no tanto la dialéctica, como forma de enfrentar los conflictos y en caso potenciarlos. En contra de la  retórica del «tablero de  juego» (fruto de un pensamiento, reglado, ortodoxo),  la asunción del poder medioambiental  como punto de partida es un  esfuerzo por acoger todas las dimensiones  de la vida en la faena  política. En este sentido, se mutila la  autonomía de lo político, la  representación. La máquina siempre estuvo  en conflicto con la vida.
 
Pero, ¿cómo hacer nuestro el plan que nos proponen? ¿Cómo traducirlo a nuestros contextos? ¿Estamos listas para -no solo comprender y debatir estas ideas- sino- asumirlas? ¿Quién puede?  ¿quién va a cuidarnos? ¿cómo seguiremos siendo amigos en el camino de lo político?
 
«No hay otro mundo. Hay simplemente otra manera de vivir» abre el libro esta cita de Jacques Mesrine, un experto en fugas. 

Este texto son notas en marcha de la discusión colectiva del grupo de lectura del libro A nuestros amigos, de València.