Introducción
Más de un año y medio después del ataque genocida de Israel señalado por las masacres, la devastación y las profundas pérdidas, parece imposible hablar siquiera sobre el futuro de Gaza y aún menos sobre su reconstrucción. De hecho, la reconstrucción de la Franja se percibe cada vez más inalcanzable en el contexto del estancamiento de las negociaciones, del fracaso del acuerdo de alto el fuego y de los incesantes bombardeos de personas y territorios. Sin embargo, ante el genocidio y la inminente amenaza del desplazamiento forzado que la osadía del gobierno estadounidense promueve como un fait accompli, urge cultivar una voz política palestina crítica que reclame el futuro de Gaza. Cada vez se oyen más voces no palestinas –israelíes, regionales o internacionales– con iniciativas que imponen su visión del “día después” para Gaza, visiones que en la práctica borran a los y las palestinas de la ecuación.
Ante esta coyuntura crítica resulta esencial centrar una visión palestina de futuro fundamentada tanto en la unidad palestina como en el derecho a la autodeterminación. Aunque muchos debates sobre el futuro se han centrado en la reconstrucción física son pocos los que abordan la cuestión de la reconstrucción política. En este artículo, los analistas de Al Shabaka Talal Abu Rokbeh, Mohammed Al Hafi y Alaa Tartir analizan la falta de unidad que asola el sistema político palestino y la desintegración del movimiento nacional. Sostienen que la unidad política es una base fundamental para la supervivencia colectiva y la liberación nacional.
Este artículo se basa en una conversación más extensa que tuvo lugar en noviembre de 2024 como parte de nuestro programa Policy Lab. El debate completo está disponible en árabe aquí.
Desunión: resultado del fracaso, instrumento de control
El asalto genocida contra Gaza ha puesto de manifiesto las devastadoras consecuencias del fracaso del liderazgo palestino para articular una visión política colectiva y con visión de futuro. No solo no ha conseguido ejercer ninguna acción colectiva de relieve para proteger a los y las palestinas, sino que tampoco ha sido capaz de ofrecer una hoja de ruta o una visión unificada para el “día después” de Gaza. Aunque las facciones políticas palestinas han emitido declaraciones de condena del genocidio y llamamientos a la resistencia y a la solidaridad, estas respuestas han sido fragmentadas y a menudo contradictorias, carentes de una estrategia compartida o un frente unificado. Como resultado, han sido insuficientes y sin proporción respecto a la gravedad del genocidio, pues no han conseguido ni detener las atrocidades ni ofrecer una visión nacional coordinada capaz de desafiar el statu quo. Para quienes se enfrentan en Gaza a los bombardeos incesantes de un régimen genocida, es absolutamente comprensible que la supervivencia prevalezca sobre el compromiso político. Es totalmente razonable que esperen una respuesta audaz y unificada del cuerpo político palestino que esté a la altura de sus sacrificios permanentes.
Sin embargo, esta coyuntura crítica de la existencia palestina ha expuesto la magnitud de la fragmentación política, la persistencia de la crisis de liderazgo representativo y las debilidades estructurales de las instituciones nacionales. Además, la dependencia del régimen político palestino de actores regionales e internacionales ha revelado su incapacidad para forjar una senda independiente hacia la autodeterminación. Mientras que los y las palestinas deben lidiar con la falta de unidad política interna, es esencial reconocer asimismo que su fragmentación no es accidental, sino un mecanismo deliberado de control impuesto por el régimen israelí: la fragmentación por el diseño colonial.
Las políticas del régimen israelí no solo explotan la fragmentación palestina; la producen y la mantienen como mecanismo de control estratégico. El régimen israelí ha obstruido las iniciativas palestinas para alcanzar la unidad nacional dificultando enormemente la organización política unificada a través, entre otros métodos, de la fragmentación territorial. Ha socavado instituciones nacionales, como la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que podría servir como el paraguas de liderazgo unificado para todos y todas las palestinas. Ha reprimido a las organizaciones políticas y de la sociedad civil palestinas e impuesto restricciones a relevantes figuras políticas limitando así la participación y la renovación de la dirección. Este ambiente represivo ha impedido la unidad y profundizado la fragmentación política.
Fracaso del llamamiento a la unidad
Sin embargo, a pesar de los implacables esfuerzos del régimen israelí para dividir al pueblo palestino, desde las bases se han producido iniciativas destacadas para forjar una vía hacia la unidad nacional. Durante las revueltas árabes de 2011 se movilizaron miles de palestinos y palestinas en Cisjordania ocupada y en Gaza para exigir la unidad nacional. Las protestas, lideradas por jóvenes, exigían a Hamás y Fatah que pusieran fin a su división y a su enfrentamiento político. En respuesta a la presión de las manifestaciones del 15 de marzo de 2011, Fatah y Hamás firmaron un acuerdo de reconciliación en El Cairo dos meses después, aunque nunca se aplicó. Una década después de las protestas de 2011 por la unidad nacional, el levantamiento de 2021 revivió reivindicaciones similares pero con un enfoque renovado orientado a la unificación del propio pueblo palestino más que a la la reconciliación de las facciones políticas. Consiguieron una participación aún más amplia en toda la Palestina colonizada.
El levantamiento de 2021 estalló como respuesta a la desposesión de familias palestinas del barrio de Sheij Yarrah, en Jerusalén, así como a las invasiones israelíes del complejo de Al Aqsa y a los renovados ataques contra Gaza. El levantamiento, denominado por todos como la “Intifada de la Unidad”, vio cómo sectores populares de toda la Palestina colonizada organizaban manifestaciones y actos de resistencia. Entre los más relevantes figura la huelga general del 18 de mayo, que unificó valerosamente a los y las palestinas por encima de divisiones geográficas y políticas. Su lema, “la liberación está a nuestro alcance”, exigía una ruptura decisiva con la noción de Estado definida en Oslo y el sistema político que éste impuso. A través del “Manifiesto de la Dignidad y la Esperanza” del levantamiento, los organizadores exigieron la reunificación del pueblo palestino y la superación de las divisiones internas y la fragmentación geográfica.
El régimen israelí acabó aplastando el levantamiento de 2021 por la fuerza bruta y las detenciones generalizadas. A su vez, la Autoridad Palestina (AP) no dio apoyo a la Intifada de la Unidad y participó en su represión coordinando de manera sostenida con las autoridades israelíes la seguridad. Son muchos los palestinos que consideran que el asesinato de la figura de la sociedad civil Nizar Banat por parte de la AP fue un suceso crucial que marcó el comienzo del fin del levantamiento.
Si el movimiento nacional palestino hubiera aceptado la Intifada de la Unidad y las protestas de 2011 como lo que eran —un grito popular de unidad—, se podría haber evitado la actual situación de división política. En cambio, el liderazgo posterior a Oslo siguió con su mentalidad fragmentada y de suma cero, ignorando las reclamaciones populares de un sistema político que abarcara todo el espectro de la representación partidista y popular. Favoreció un gobierno autoritario por encima de la unidad genuina; una disposición política que quedó patente en su respuesta al genocidio israelí en Gaza.
Después de la operación del 7 de octubre y del inicio del ataque genocida israelí, las autoridades de Cisjordania y Gaza retrasaron una acción coordinada durante más de cinco meses; no se reunieron hasta marzo de 2025 en Moscú por iniciativa de Rusia. Posteriormente se reunieron en Pekín para formular otro acuerdo de reconciliación, el decimotercero entre Fatah y Hamás. Este último contó con la participación de otras 14 facciones políticas palestinas. Si bien la Declaración de Pekín fue prometedora teóricamente, carecía de mecanismos de aplicación vinculantes y de un calendario claro. Por lo tanto, siguió estancada porque ni Fatah ni Hamás lograron ponerse de acuerdo sobre cuestiones fundamentales como las estrategias de resistencia, los principios de representación, el papel de las facciones armadas y los modelos de gobernanza. En consecuencia, las facciones no solo no implementaron el acuerdo sino que obstaculizaron su aplicación motivadas por profundas divisiones y ambiciosos intereses políticos en flagrante desprecio de la urgencia ante el genocidio que se estaba llevando a cabo. Ello da cuenta del fracaso generalizado del cuerpo político palestino en su conjunto a la hora de tomar medidas políticas significativas y proporcionadas a la magnitud de los desafíos existenciales actuales. En este momento de peligro sin precedentes, la necesidad de renovación política se ha convertido en una cuestión de supervivencia colectiva, una cuestión que los que están en el poder siguen sin estar dispuestos a afrontar.
La unidad política como cuestión de supervivencia
Aunque se han propuesto numerosos escenarios posbélicos, pocos han abordado de forma relevante la urgente necesidad de la reconstrucción política palestina y el restablecimiento de la unidad nacional. Las propuestas van desde el restablecimiento del gobierno militar israelí directo en Gaza, a la creación de una administración local compuesta por figuras locales experimentadas bajo la supervisión militar o administrativa israelí, una administración externa –regional o internacional– de Gaza, la continuación del gobierno de Hamás bien de forma independiente o en coalición con otras facciones palestinas, la toma del poder por la AP, o la formación de un gobierno nacional de rescate o reconciliación basado en un amplio acuerdo nacional como el previsto en la Declaración de Pekín. La mayoría de estas propuestas se han elaborado sin la participación de los y las palestinas. Así que no es sorprendente que no se debata la necesidad de reconstruir la autonomía política palestina.
Independientemente del escenario que defina la siguiente fase, el primer paso elemental para la reconstrucción política es un diálogo nacional inclusivo que supere el estancamiento actual e involucre a la sociedad civil palestina en general. Es crucial que ese diálogo no repita los fracasos de las iniciativas anteriores. Tanto Fatah como Hamás han participado en los múltiples diálogos de reconciliación desde el inicio de la división intrapalestina en 2007, todos los cuales han fracasado. Estas iniciativas han resultado inútiles debido a la ausencia de acuerdos vinculantes de gobernanza compartida, y también porque ambas facciones siguen priorizando sus intereses como facciones por encima de las necesidades nacionales y se niegan a examinar críticamente los fundamentos del sistema político existente. Ante la ausencia de un mecanismo de rendición de cuentas, el pueblo palestino permanece atrapado en un ciclo de estancamiento político y fragmentación con recursos mínimos para forjar un camino hacia un futuro renovado y representativo.
Del colapso al liderazgo colectivo
Las principales fuerzas que alimentan la fragmentación palestina han operado durante años para reforzar un sistema político decadente que ha perdido la capacidad y la legitimidad de liderar al pueblo palestino en la búsqueda de sus derechos y reivindicaciones nacionales. Para superar la situación actual de fragmentación y estancamiento político, la comunidad política palestina en su conjunto y las fuerzas emergentes de la sociedad civil deben comprometerse urgentemente con los siguientes pilares para reconstruir un movimiento nacional unificado:
• Establecer mecanismos eficaces de rendición de cuentas y una estrategia con visión de futuro para reconstruir el movimiento nacional que supere los ineficaces acuerdos de reparto del poder y siente las bases de un nuevo sistema de gobernanza.
• Rechazar la personalización del poder; es decir, abandonar un sistema de liderazgo centrado en un solo individuo –como el arafatismo, el fayadismo y el abasismo. En su lugar, empoderar a las organizaciones de la sociedad civil palestina para que participen activamente en el proceso nacional de toma de decisiones.
• Proyectar un liderazgo colectivo capaz de impulsar una estrategia palestina representativa y unificada para la liberación.
• Priorizar las necesidades y aspiraciones del pueblo palestino por encima de las exigencias de actores externos o de la potencia ocupante.
• Construir estructuras estatales eficaces, reformar las instituciones nacionales y reconstruir el sector de la seguridad en consonancia con la reivindicación popular de libertad.
• Reconocer que la reivindicación de libertad no puede materializarse sin afrontar directamente las realidades de la colonización. Esto debe firmar parte integral de un movimiento estratégico más amplio para la liberación.
Estos son los pilares básicos e inaplazables para reconstruir un proyecto político capaz de resistir la fragmentación y evitar la amenaza inminente de la desaparición de la nación. De hecho, la coyuntura actual ofrece una oportunidad política excepcional que se ha forjado a un coste inconmensurable y a base de pérdidas irreparables. Los y las palestinas, especialmente los responsables de la toma de decisiones políticas y de tener incidencia, no deben desaprovechar esta oportunidad. Deben aprovechar este momento para iniciar una reconstrucción política relevante y articular una visión y un liderazgo nacionales capaces de resistir la amenaza constante a la existencia nacional palestina. Esta visión política debe transformar la realidad actual de “frentes separados” —una división creada y arraigada deliberadamente gracias al régimen de ocupación para sostener la fragmentación y la debilidad palestinas— en un frente unificado que reúna a todos los y las palestinas y restaure su identidad nacional colectiva y su sentido de unidad.
El abanico de momentos de lucha colectiva y resiliencia nacional palestina es rico y podemos aprovecharlo. La Intifada de la Unidad de 2021 se erige como una demostración convincente e inspiradora de cómo afrontar la fragmentación política. Dejó un legado profundamente valioso como modelo de unidad y desafío aunque el liderazgo político y las instituciones palestinas no lograran traducir ese potencial en un cambio significativo. Para materializar el potencial de este legado colectivo de unidad y resistencia se requiere una acción política responsable y una reforma genuina del sistema político palestino. Lo que incluye acabar con el monopolio de la toma de decisiones, rechazar la sumisión a los dictados internacionales, redefinir el contrato político y social, y establecer un nuevo rumbo para el proyecto nacional en consonancia con los pilares de renovación descritos anteriormente.
Estos pasos para la reconstrucción del proyecto político palestino son esenciales para resistir la hegemonía, para hacer frente a la colonización y para asegurar la supervivencia y la liberación palestinas. Sin una acción de reconstrucción política tan progresista y unificador, los y las palestinas no podrán alcanzar estos objetivos, y nadie más lo hará en su nombre.
Mohammed Al Hafi, palestino, es académico e investigador de política internacional radicado en Gaza. Es director de la Unidad de Estudios del Departamento Palestino de Trabajo y Planificación. Obtuvo su doctorado en Filosofía política en la Universidad de Alejandría en 2013 y ha publicado numerosos estudios e investigaciones.
Talal Ahmad Abu Rokbeh, palestino, reside en Gaza. Es investigador político y doctor en Ciencias políticas por la Universidad de Cartago en Túnez. Es analista y editor de la revista Tasamoh, y miembro de la Red Árabe para la Tolerancia.
Alaa Tartir, palestino, es asesor de programas y políticas de Al Shabaka. Dirige el Programa para Oriente Próximo y Norte de África del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, y es investigador asociado y coordinador académico del Instituto de Posgrado de Ginebra. Es doctor por la London School of Economics and Political Science y coeditor de Resisting Domination in Palestine: Mechanisms and Techniques of Control, Coloniality and Settler Colonialism (2023), y otras obras de análisis sobre Palestina. Se le puede seguir en Twitter (@alaatartir) y se puede acceder a sus publicaciones en www.alaatartir.com.
Texto original: Al Shabaka, traducido para viento sur por Loles Oliván Hijós.
Fuente:https://vientosur.info/reconstruccion-politica-por-gaza-y-por-la-supervivencia-colectiva/