Consumado el derrocamiento de Mursi por el ejército, vaya este breve análisis con más interrogantes que certezas sobre el futuro de Egipto. ¿Se cierra el proceso revolucionario, o se puede profundizar? No creemos, como algunos analistas plantearon, que se reproduzca el escenario de Argelia. Sin embargo, Putin declaró que puede iniciarse una guerra civil. Los […]
Consumado el derrocamiento de Mursi por el ejército, vaya este breve análisis con más interrogantes que certezas sobre el futuro de Egipto. ¿Se cierra el proceso revolucionario, o se puede profundizar? No creemos, como algunos analistas plantearon, que se reproduzca el escenario de Argelia. Sin embargo, Putin declaró que puede iniciarse una guerra civil. Los acontecimientos de hoy con 40 muertos y la falta de acuerdo entre los sectores políticos que acompañaron el golpe no son buenas señales. Nuestra pregunta es: ¿Habrá algún descendiente de Nasser en las filas del ejército?
Nuestras conclusiones:
-En primer lugar, el ejército, previo acuerdo con el Pentágono, decide echar a Mursi, aprovechando la gran movilización de la oposición -liderada por el movimiento Tamarrod («rebelión»)- en la plaza Tahrir. En tan poco tiempo, la percepción popular de las fuerzas armadas ha cambiado: del repudio y de ser parte sustancial de la anterior dictadura, ahora resulta ser un supuesto garante de los derechos civiles de un sector importante de la sociedad egipcia. El temor al «islamismo», los errores de la Hermandad, las presiones externas que desconfiaban de las intenciones de Mursi, señalan que el futuro de Egipto, si quiere ser revolucionario en la región, deberá tener una gran lucha con este ejército armado por EE.UU. y que coordina seguridad e inteligencia con la Mossad.
-Si el ejército es el gran ganador, los Hermanos Musulmanes (HM) son los perdedores, pero no sólo en la contienda política. Mientras por estas horas se habla de volver a ilegalizar a los HM, el golpe dado a esta organización tiene varias aristas. Vayamos por parte:
a) No atender con urgencia los problemas económicos, saboteados por los opositores, y en especial por el conglomerado de intereses vinculados al ejército, la «institución» más sólida de Egipto. La falta de un proyecto, un plan concreto, de ideas claras para paliar la crisis, y el vincular todo su esfuerzo en la ayuda social dirigida por los HM, dejó afuera a un sector de la población, que consideró a un presidente que -con sobradas razones, por cierto- intentó apuntalar en el poder a los HM, descuidando otras funciones de gobierno. La oposición logró instalar que los HM gobernaban para su partido.
b) La disputa sunní. Llamativa ausencia de análisis en este punto por parte de los medios de comunicación, siempre muy predispuestos a traducir los conflictos políticos en problemas religiosos. Es que la corriente salafi-wahabi-takfirista (SWT), financiada por Arabia Saudi, quietista con Mubarak, pero que empezó a jugar en política con su partido An-Nur, fomentó la discusión sobre la «ortodoxia sunní». Los HM (vinculados a Qatar, Turquía y con el guiño de Obama), presionados por sus bases que ya no distinguen el Islam «tradicional» de la aberración SWT, corrieron detrás de la agenda impuesta por estos sectores contra-revolucionarios. Así, cerraron filas en su lectura sobre Siria, permitieron un congreso para repudiar a los «infielies» shiíes, además de generar hechos de violencia que alarmaron al resto de la sociedad, en especial a los intelectuales colonizados que se postran a las trampas del discurso occidental.
Los partidarios de An-Nur abandonaron a los HM, y sus dirigentes festejan. Arabia Saudí sabe que forma parte del derrocamiento de los HM. Ironía para Mursi, que en su primer viaje al exterior, visitó la casa As-Saud.
c) En el plano regional, además de la derrota militar en Siria y el cambio de gobierno en Qatar, los HM abandonan el tibio apoyo a Hamas. De hecho, una de las primeras medidas del gobierno provisional fue cerrar el paso que conecta a Gaza con el Sinaí. Y Abbas no tuvo empacho en felicitar al nuevo gobierno. Si bien los HM no jugaron fuerte contra Israel, sino que incluso se conoció una carta llena de elogios a Peres, se sabe que su posición es, por lo menos, ambigua. El acercamiento «suave» con Irán tampoco fue del agrado de la entidad sionista, que mira con una sonrisa a sus viejos aliados otra vez en el poder.
-Finalmente, además del ejército, Israel, Arabia Saudí, y EE.UU. (en especial el sector republicano) son los principales beneficiarios de este golpe de Estado con cobertura civil. El proyecto de HM con Turquía, Qatar, Egipto, y la posibilidad de sumar a Siria, ha fracado. Obama lo sabe.
Que los HM han derrochado una gran oportunidad para Egipto, el gigante árabe que desde la muerte de Nasser no puede despertarse, no quiere decir que se encuentren marginados. Ganaron una elección, y un gran sector de la población los acompaña. Incluso no se ha podido colocar a El Baradei (hombre de EE.UU.) como primer ministro. Pero esta vez, sin vueltas, hay que poner las cosas en su lugar.
Si los HM quieren hacer historia, para el bien de Egipto, deberán dejar de lado su acercamiento con Obama y la corriente contra-revolucionaria del Islam, para acercarse al eje de la Resistencia, y definir una estrategia de liberación para Palestina, corazón del conflicto en todo el mundo árabe-islámico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.