Traducido por Nadia Hasan y revisado por Caty R.
39 refugiados palestinos de Iraq que estaban atascados en el campamento de Al Tanf, en tierra de nadie, en la frontera entre Siria e Iraq, han sido acogidos en Chile.
«Hasta el año pasado parecía que las puertas estaban cerradas para trasladar a los refugiados palestinos. Las condiciones desérticas de Al Tanf son sumamente inapropiadas para que los refugiados puedan vivir allí. Finalmente se abrió una oportunidad con Chile», señala Laures Jolles, Jefe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Siria.
Esta acogida es la primera de este tipo desde que los palestinos huyeron de la violencia de Iraq y se instalaron en tiendas de campaña en Al Tanf, en mayo de 2006. Un proyecto previo de trasladar a los palestinos a Sudán se postergó después de que algunos refugiados rechazaran la idea.
Desde octubre de 2007 la población de Al Tanf se ha duplicado, de 351 a 733 refugiados palestinos, debido al endurecimiento de las restricciones de asilo en Siria, que ya acoge aproximadamente a 1,5 millones de refugiados iraquíes.
El campamento Al Walid, ubicado en el lado iraquí de la frontera, es el hogar de cerca de 1.560 refugiados palestinos. Hasta el momento ACNUR ha trasladado a Noruega a una familia de 8 personas, con varios niños enfermos, en agosto del año pasado. Un tercer campamento cerca de la frontera, Al Hol al noreste de Siria, hospeda a cerca de 300.
Los 39 refugiados que volaron a Chile desde Damasco el día 5 de abril, incluyen a 23 niños. Han sido alojados en La Calera, a 130 kilómetros al norte de Santiago, donde las autoridades locales les han proporcionado cuidados sanitarios, educación y clases de español. Chile ha aceptado acoger a un total de 117 refugiados, y se espera que lleguen otros dos grupos en este mes, que serán alojados en San Felipe, al norte de Santiago, y en otros vecindarios de la capital.
Siguen atascados
A pesar del alojamiento en Chile, cerca de 2.000 refugiados palestinos siguen lidiando con la dura realidad de la vida en el desierto, en los campamentos de Al Tanf y Al Walid. Las condiciones en Al Hol, en Siria, son considerablemente mejores ya que los refugiados tienen más libertad para acceder a los bienes y servicios sirios.
Además de las amenazas cotidianas de picaduras y mordeduras de ratas, escorpiones y serpientes, los refugiados de Al Tanf han vivido durante años sin una perspectiva de futuro por delante.
«Una de las peores cosas para los refugiados es que se encuentran en un permanente estado de ‘espera’. Están entre fronteras y no tienen ningún control sobre sus vidas. Dependen completamente de la ayuda de las organizaciones y eso es desesperanzador», señala Astrid Haaland, líder del grupo de refugiados palestinos de Iraq en la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
Casi la mitad de los refugiados de Al Tanf son menores de 18 años. Muchos han desarrollado asma como consecuencia de las condiciones del desierto y sufren fiebre, diarrea y vómitos.
Aunque en Al Tanf hay permanentemente médicos de emergencia de la Cruz Roja Palestina (PRCS), sólo los casos críticos se llevan para tratamiento médico al hospital, a tres horas de camino, en Damasco.
A pesar de las duras condiciones, Jolles asegura que los refugiados de Al Tanf están bien cuidados. No hay escasez de materiales, comida o agua, dice, y ACNUR en colaboración con UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Cruz Roja Palestina y la Cruz Roja Árabe Siria (SARC), ha diseñado un programa para ayudar a que los refugiados lidien con el trauma psicológico de sus experiencias en Iraq.
UNRWA ha establecido una escuela en febrero de 2007, contratando a algunos de los refugiados cualificados como maestros y brindando un programa de educación que se imparte actualmente a más de cien niños.
Original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article9447.shtml
Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.