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Los presos muertos por cualquier causa en Cataluña doblan la media europea

Régimen de aislamiento, la gran sombra de las prisiones

Fuentes: Rebelión

El régimen de aislamiento se justifica oficialmente por la necesidad de garantizar la seguridad y el orden dentro de las prisiones. Se trata de un instrumento coercitivo, que el Reglamento Penitenciario regula de manera que dure el tiempo estrictamente necesario; pero también es una herramienta sancionadora, que se reserva para faltas consideradas graves o muy […]

El régimen de aislamiento se justifica oficialmente por la necesidad de garantizar la seguridad y el orden dentro de las prisiones. Se trata de un instrumento coercitivo, que el Reglamento Penitenciario regula de manera que dure el tiempo estrictamente necesario; pero también es una herramienta sancionadora, que se reserva para faltas consideradas graves o muy graves de los reclusos. Algunas de las circunstancias que se viven dentro de los llamados Departamentos Especiales de Régimen Cerrado (DERT) de Cataluña se incluyen en el estudio «El aislamiento penitenciario en Cataluña desde un punto de vista de la defensa de los derechos humanos», publicado en abril de 2016 por la Coordinadora Catalana para la Prevención y Denuncia de la Tortura. Centrado en el último quinquenio, el informe constata que durante el aislamiento y mientras los reclusos permanecen en la cárcel, viven sentimientos de miedo, rabia y tristeza, alto grado de estrés y a veces desorientados en el espacio. Más aún, «la vivencia de perder la dignidad humana frente a situaciones en las que han percibido estar ‘cerca de la muerte'».

El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT) visitó el estado español y remitió un informe al gobierno en 2011. En Cataluña, la delegación del CPT se dirigió a las prisiones de Brians 1 (Sant Esteve Sesrovires), La Modelo (en Barcelona, la principal de Cataluña), Lledoners (cerca de Manresa) y el establecimiento para jóvenes de Quatre Camins (en el entorno de Granollers). Centraron la atención en las «unidades disciplinarias» y las zonas de «régimen especial» (DERT), donde permanecen los reclusos a los que se considera «peligrosos» o «inadecuados» de acuerdo con la norma. En las cuatro prisiones, el CPT recogió denuncias por malos tratos físicos de algunos funcionarios, en concreto, puñetazos y patadas en el cuerpo. Las supuestas agresiones se produjeron en muchos casos durante el traslado de los presos al «departamento» DERT o durante su estancia en estas «unidades», detalla el informe. Se destacan las circunstancias de La Modelo: numerosas acusaciones contra funcionarios de prisiones por supuestas bofetadas, puñetazos, patadas y por dar la orden de arrodillarse a los reclusos en las unidades de «régimen especial». El CPT pidió al Departamento de Justicia de la Generalitat, el Servicio de Instituciones Penitenciarias y los directores de las prisiones que castigaran estas conductas.

La coordinadora catalana para la prevención de la tortura entrevista a dos antiguos presos, recluidos en el DERT como forma de castigo, y a dos familiares. Los testimonios hacen referencia a los «aislamientos» en los centros penitenciarios de Trinidad (Barcelona), Joves (Barcelona) y Brians 1. Hablan de las celdas y los patios, la relación con los funcionarios de prisiones y los médicos o sobre la experiencia de los familiares durante el régimen de vistas. «Sales dos horas solo al patio, acabas medio desquiciado, engarrotado físicamente»; «las celdas son con chinches, pulgas, ratas… Son celdas sin condiciones, con barrotes y sin filtro, sin sol y una humedad importante que, a veces, te crea una pulmonía»; «te intimidan, te humillan, te hacen desnudarte, eran cinco funcionarios allí con los guantes sin saber por dónde te viene un bofetón»; «hasta doce días sin que te cambien la ropa, uno haciéndose las necesidades encima, ni ducha…». «Entran y con una manta te cubren y te dan con una goma, te pegan con las porras flexibles, para que no se noten los golpes». «El lenguaje era: piernas abiertas, quítate la ropa ¡Ya verás lo que es el respeto!» Los entrevistados cuentan además cómo se producían las contenciones mecánicas: «Vienen con el servicio médico, para ver si te tienen bien amarrado… A hostia limpia te amarraban, me dieron con palos, patadas, puñetazos y luego ataban».

El estudio de la coordinadora incluye cifras oficiales sobre el encarcelamiento, el aislamiento y las situaciones de tortura maltrato en las cárceles de Cataluña. En diciembre de 2015 había 8.810 personas internas en las prisiones (117,2 por cada 100.000 habitantes). Según el Consejo de Europa, la tasa de encarcelamiento europea era en 2014 de 124 presos por cada 100.000 habitantes. A finales de 2015, las mujeres detenidas en las cárceles catalanas eran 609 (6,91% del total), mientras que la media europea se situaba en el 5%. Además, 173 personas se hallaban en «régimen cerrado» (642 personas pasaron por este régimen durante 2015). El informe advierte que la estadística oficial señale el número de «incidencias» registradas, lo que incluye lesiones graves (55 en 2015), leves (989, de las que 949 entre internos y 40 contra funcionarios) y autolesiones, pero no se mencionen las «incidencias» generadas por denuncias contra actuaciones de los funcionarios. Respecto a los expedientes disciplinarios, se iniciaron 10.408 en 2015 (una media de 2,6 por interno): 311 por faltas leves, 6.064 por faltas graves y 4.006 por infracciones consideradas muy graves. El promedio de expedientes disciplinarios aplicados a las mujeres fue superior (3,5 por interna). De los 10.408 expedientes, 866 concluyeron en sanción, de los que 226 en régimen de aislamiento (524 figuran como sanciones «sin clasificar»).

El documento de la coordinadora catalana detalla que en 2015 se registraron -según cifras oficiales- 53 muertes, de las que 24 se produjeron con el interno en la cárcel y el resto por otros motivos, como libertad condicional o salida al hospital. Estas cifras resultan llamativas si se comparan con las publicadas por el Consejo de Europa. El promedio de muertes en Europa, por todas las causas, durante 2014 fue de 28 por cada 10.000 internos, mientras que en Cataluña la tasa se situó ese año en 61,9 (60,1 en 2015). Es decir, la media en Cataluña se sitúa por encima del doble de la europea. La Generalitat también informa que en 2015 se produjeron ocho suicidios. Mientras que el promedio europeo en 2013 fue de 7,6 suicidios por cada 10.000 internos, Cataluña alcanzó ese año el número de 10 (nueve en 2015). Además, las cifras oficiales no especifican dónde se produjeron las muertes (prisión, permiso de salida, libertad condicional…) según las causas. Un total de 14 se inscriben en el apartado de «causas desconocidas» (26,4%). Esta misma proporción se observa en el periodo 2010-2015.

Los presos reaccionan a la situación de aislamiento de diferentes modos. La reclusión puede llevar a la enajenación mental severa, el insomnio, así como a estados de confusión, alucinación y psicosis. También a las conductas suicidas. Los efectos para la salud pueden manifestarse a los pocos días y continuar años después del aislamiento. En la prisión pueden darse circunstancias como las que expresan los entrevistados por la Coordinadora: «En Psiquiatría vi a gente sobremedicada, con ataques psicóticos, atados, un pinchazo y listo… Una vez tuve que ir de noche a limpiar, al entrar en la celda de aislamiento había un charco de mierda y sangre; los atan en camas de hierro, de pies y manos, boca arriba o boca abajo, desnudos… Y se escuchan los gritos». En torno a las visitas, los familiares recuerdan las palabras de un funcionario de comunicaciones: «No puedes ver a tu hijo, no te asustes, le han partido la cabeza… está bien lo único que hubo una pelea y con un vaso le abrieron la cabeza». Y sobre la posibilidad de plantear denuncias: «Nadie sabe, ni se entera de lo que pasa realmente, son muertes y torturas olvidadas. Hay impunidad. No podemos cerrar los ojos, pero la gente tiene miedo a las represalias dentro; algunas familias dicen que ‘no’ porque luego lo cobran con ellos dentro».

El documento da cuenta de algunos casos de tortura y muerte registrados entre 2011 y 2015. En 2011 un preso de la cárcel de Ponent (Lleida) denunció torturas por parte de los funcionarios, en el centro penitenciario y también en la enfermería: el interno resultó golpeado mientras se hallaban presentes los médicos. La víctima, que interpuso una denuncia ante los juzgados, se hallaba en régimen de aislamiento. En abril de 2015 se suicidó Raquel E.F., de 39 años, presa desde cinco años antes en Brians 1. Tres días antes de quitarse la vida fue sancionada con una falta muy grave y el aislamiento provisional. Durante ocho meses estuvo clasificada en «primer grado», y con anterioridad recibió varias sanciones de «aislamiento». Murió con dos hijos, de 12 y 22 años, mientras su marido cumplía condena también en Brians 1. En una carta remitida al Juzgado, Raquel E.F. denunció malos tratos. Además, «a pesar de haber expresado que tenía ideas suicidas por el daño que le producía el aislamiento, se la mantuvo en este régimen», informa la Coordinadora Catalana para la Prevención y Denuncia de la Tortura. También en 2015, un abogado de Tarragona dio a conocer el caso de un ciudadano, vecino de Tortosa, que cumplió diferentes condenas en las cárceles de Tarragona y Lleida (Ponent). Denunció supuestas torturas y malos tratos en el Hospital de Santa Tecla de Tarragona por los dos mossos d’esquadra que lo custodiaban. Advertía, además, de una posible complicidad en las torturas, lo que contribuiría a la impunidad, por parte de la dirección y la enfermería de la prisión de Tarragona, el juez de vigilancia penitenciaria y el juzgado de instrucción número cinco de Tarragona.

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