La Radio Centre Ville (www.radiocentreville.com) de Montreal, Canadá, entrevistó al colectivo La Plataforma el pasado 11 de enero en un espacio dedicado a la comunidad castellano-parlante. ¿Cuál es el origen de La plataforma? ¿Cómo nace el colectivo? Nace en otoño de 2002, en medio de la emergencia de la lucha popular en Argentina que había […]
La Radio Centre Ville (www.radiocentreville.com) de Montreal, Canadá, entrevistó al colectivo La Plataforma el pasado 11 de enero en un espacio dedicado a la comunidad castellano-parlante.
¿Cuál es el origen de La plataforma? ¿Cómo nace el colectivo?
Nace en otoño de 2002, en medio de la emergencia de la lucha popular en Argentina que había tenido su punto álgido en diciembre de 2001. Manteníamos un estrecho contacto con Indymedia Argentina, quienes nos brindaban audios de entrevistas que realizaban en manifstaciones, actos, etc, y las cuales nos sirvieron de base para realizar nuestro primer trabajo: BSO Quilombo. Empezamos dedicándonos casi exclusivamente a la música, pero con el tiempo han surgido otros proyectos, de diseño, de contrainformación, audiovisuales… gracias a la participación de otras personas que se han ido acercando al colectivo, esencialmente en Madrid.
Sois muy polivalentes en todo los que haceis, música, documentales, libretos… ¿Cuál es el objetivo de esa polivalencia?
Esa polivalencia existe porque cada uno hace lo que sabe hacer y lo que le apetece aportar. Pero el objetivo es muy concreto: hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible el mensaje de la lucha anticapitalista. Creemos que las formas de expresión como la música, el video o el diseño pueden acercar el contenido a gente que quizá no se leeria un panfleto pero -por ejemplo- sí escucharía una canción.
Además de polivalentes, la innovación es otra característica en vuestros trabajos. ¿Es la innovación un metodo de lucha y conciencia social?
Está claro que los pueblos siempre han inventado nuevas formas de lucha para enfrentar la dominación capitalista, pero en nuestro caso entendemos que no somos especialmente innovadores. Todo lo que hacemos ya ha sido inventado y utilizado por otros activistas, por ejemplo está el caso de la Red Indymedia, que al igual que nosotros utiliza el audio, el video y el texto escrito en su lucha. Y no sólo en el ámbito de Internet, sino en muchos otros ámbitos. Cualquier pueblo con un nivel avanzado de organización, como puede ser el vasco, el catalán o el gallego (por poner ejempos del estado español), utilizan -de una u otra manera- estos formatos en su lucha. Quizá llama la atención que nos dediquemos específicamente a eso y reivindiquemos abiertamente el arte como arma de lucha revolucionaria, pero eso no significa que otros no hayan utilizado esas herramientas con anterioridad.
¿Qué le diríais a los grupos de artistas que no se comprometen y separan el arte de la lucha política?
Bueno, a lo largo de la historia el arte no ha sido otra cosa que un medio de expresión de inquietudes, esperanzas o impresiones de una cultura concreta en un momento concreto. Nosotros entendemos que la expresion artística (y la cultura en general) no pueden ir separadas de la realidad social en la que se desarrollan. Toda obra o iniciativa ajena a su contexto sociopolítico se convierte en pura estética, puro expresionismo, sin ningún objetivo constructivo que vaya más allá de la mera contemplación. Es el sacrificio del fondo en favor de la forma, del mensaje en favor de lo bonito.
Este es un debate muy antiguo que han impulsado precisamente los artístas vinculados a la lucha social, como una forma de que la gente no mire para otro lado cuando las injusticias se dan permanentemente delante de nuestras narices. Por lo tanto, entendemos que el arte contemplativo o del mero entretenimiento beneficia al sistema pues éste aparenta estimular la actividad artistica de los ciudadanos y de paso propone o difunde formas de canalizar la creatividad que tienen como único denominador común la ausencia de espíritu transformador o de oposición al sistema.
En una segunda fase, los medios de comunicación del poder se encargan de establecer qué obras o artistas serán los más representativos de cada momento y lugar, através de ferias, becas, festivales, bienales, etc, en la inmensa mayoría de los casos patrocinados por instituciones gubernamentales o entidades privadas. Es llamativo que todas las «obras sociales» de los bancos dedican una significativa parte de su presupuesto en el «fomento de la cultura».
Así, toda actividad artística desarrollada fuera de este circuito institucional es ignorada intencionadamente o minimizada bajo la etiqueta de «underground». De esta manera se han conseguido establecer patrones del gusto en la que lo positivo, válido o elegante es la creación más extravagante, entretenida, formalmente sorprendente o la más abstracta. El sistema proporciona una serie de estímulos a los creadores que operen siempre dentro de las pautas que él mismo marca: reconocimiento mediático y social, prestigio, fama, o simplemente dinero son sus estrategias más habituales.
El activismo artístico no ofrece beneficios materiales y por su caracter subversivo está condenado al silencio de todos los canales de comunicación corporativos. Sin embargo, ahí reside su credibilidad y la garantía de la independencia de su mensaje; cosa que nunca puede ocurrir con una obra convencional, generalmente condicionada por un marco contextual, vinculada a un festival comercial, subvencionada o patrocinada por una entidad económica.
Para nosotros el estímulo está en el aporte que realizamos a los movimientos sociales, que nos reconocen como un actor político, redifundiendo solidariamente nuestros trabajos o directamente solicitándonos colaboración en sus actividades. Es decir, nos trasladan la satisfacción de estar contribuyendo al cambio social.
Por lo tanto, en cuanto a los artistas que no se comprometen con la política, para empezar nos dirigimos a ellos como personas que son. Entendemos que antes que artistas son personas (personas explotadas), y en ese sentido deberían tomar conciencia del mundo injusto en el que vivimos y a partir de ahí que cada uno se plantee cuál es la mejor manera de aportar al cambio. La sociedad no se divide en artistas, camareros, oficinistas, políticos… así sin más, sino en explotados y explotadores. Entonces, entendemos que a partir de esta reflexión, muchos grupos de artistas se darían cuenta de que tienen en sus manos una herramienta de expresión y que tal herramienta sería muy util como contribución a la lucha.
Muchos artistas y colectivos ya trabajan en esta dirección. A los que no lo hacen les decimos, con todo nuestro respeto, que no sólo están siendo cómplices de la imposición de un modelo cultural capitalista, sino que además lo están fomentando. Esta concepción de desmarcarse de la política no sólo se da en el arte. Cualquier trabajador o estudiante nos dirá que su día a día «no tiene nada que ver con la política». Los poderosos se esfuerzan por que la gente conciba la política como «cosa de los políticos» y sólo se inmiscuya en cumplir su función como consumidor o como eslabón de la proceso de producción mercantil. Quieren que paguemos las hipotecas, que trabajemos por sueldos miserables, que paguemos precios desorbitados por un piso, etc, y todo sin rechistar. La única manera que tienen de implementar este sistema es construyendo una conciencia social que entiende que la vida de las personas no tiene nada que ver con la política, cuando en realidad es justamente al revés.
En el caso de los artistas, nuestra visión es que los gobiernos y las empresas, que son los que mandan, imponen una forma de arte que fomenta, en el peor de los casos, el consumismo y los valores individualistas, y en el mejor, la indiferencia. Separar la cultura de la política es el mayor regalo que podemos hacerle a los poderosos. Por eso nosotros trabajamos la consigna «no hay revolución sin arte y no hay arte sin revolución». Es decir, la lucha revolucionaria debe abarcar el arte como forma creativa de desarrollar los valores humanos. Pero a la vez, no puede existir el arte al margen de la lucha porque eso es aceptar la mercantilización de la cultura y la lógica social vigente.
¿Puede existir un límite en la forma del arte en cuanto a la lucha política?
Nosotros entendemos que los límites existen pero no se pueden establecer «técnicamente». Los límites a la izquierda los impone el poder; no quieren que entendamos la revolución social como el fin último que debe buscar el arte, sino que quieren que nos movamos dentro de los márgenes que a ellos les parecen aceptables. Lo que nosotros y otros grupos de artivistas nos proponemos es poner los límites a la derecha, es decir, difundir la concepción de que el arte debe estar fuera del control del poder. ¿Puede haber límites en cuanto a la exigencia de que la gente coma, tenga un techo o no se muera por enfermedades evitables? Nosotros creemos que no. Entonces estamos hablando de destruir un sistema económico que conlleva estas barbaridades, por tanto, al igual que la lucha por la liberación de las personas no puede tener límites, el papel liberador del arte (su función social y política), tampoco.
En el documental «La ciudad de los niños», se ve la pobreza causada por la hipocresía de las grandes multinacionales y fomentada por la igualdad de opinion de la mayoria de los medios de comunicacion. ¿Cuál sería la mejor manera para despertar a la sociedad de los llamados países ricos?
Esta pregunta es de mucho fondo. Es decir, La plataforma, como cualquier otro grupo de activistas, aportamos nuestro granito de arena en el despertar de las sociedades, pero a nuestro modo de ver sin duda el sector que potencialmente más conflicto puede generar en una sociedad (entendiendo que a través del conflicto se construye la conciencia), es el movimiento de los trabajadores. En el estado español se viene hablando en los últimos años sobre la necesidad de reconstruir el movimiento obrero, un movimiento que no sólo busque mejoras laborales, sino que pretenda una transformación radical de la sociedad, tanto en lo económico como en lo cultural, acabando con nuestras formas de consumo irracionales, la destrucción del medio ambiente, la igualdad de género, etc. No podemos entender la pobreza de los llamados países pobres sino sabemos cómo está construido el mundo y la dominación existente entre el norte y el sur. Ahora bien, este movimiento necesita de altavoces, medios de comunicación alternativos que acompañen la lucha, y quizá en ese ámbito nos encuadramos nosotros: lo que llamamos contrainformación audiovisual.
En «La valla de la vergüenza» tocáis el tema de la inmigración en España. ¿Qué críticas se le puede hacer tanto a la sociedad española como al gobierno de Zapatero en cuanto a su actuación en contra de la inmigración africana?
La Unión Europea trabaja para construir la llamada «Europa Fortaleza», que no es otra cosa que una manera de seleccionar, a través de convenios, la mano de obra más capacidada de los países pobres, a la vez que gastan un dineral en policía y ejército para que alejen de las fronteras a toda la gente que llegan desesperadas por el hambre pero que no les sirve. La principal crítica al gobierno de Zapatero es que forma parte orgánica de esta política, y a la sociedad en general, pues la crítica está en la indiferencia con que actúan frente a esta situación. La mayoría de la sociedad española es presa de la ideología imperialista que difunden los medios de comunicación de masas, por lo tanto desgraciadamente miran para otro lado o en muchos casos incluso asumen el discurso del poder y se ponen del lado de los opresores.
¿Que pensáis del trato que se le da al tema de la inmigración en los medios de comunicacion espanoles?
A nuestro juicio, los medios de comunicación desarrollan su estrategia de dos maneras. Por un lado, hablan de la necesidad de aceptar la inmigración que los políticos llaman «controlada» o «legal». Esto lo presentan hablando en buenos términos, diferenciando a inmigrantes «buenos» y «malos», llenandose la boca con la bondad y la solidaridad del pueblo español, etc, pero el fondo lo que buscan es pagarles unos sueldos miserables y así abaratar, en general, la mano de obra. Esto es lo que ocurre en un montón de trabajos, como en el ámbito de la hostelería, de la construcción o en el campo andaluz. Por otro lado, emiten programas televisivos que fomentan la xenofobia y la exclusión para que, cuando convenga, la gente les eche la culpa de todos sus males a los inmigrantes, responsabilizándoles del aumento de la delincuencia, del tráfico de drogas o incluso del llamado terrorismo islámico, cuando los mayores delincuentes, traficantes y terroristas están en puestos ejecutivos de las grandes empresas, en el gobierno y en las burocracias sindicales. Esto pretende desviar la atención de lo que realmente está pasando una sociedad en la que no son precisamente los inmigrantes los que llevan a la gente al paro sino la codicia de los empresarios. Lo más triste es que la gente no se pregunta por qué los inmigrantes no pueden vivir en sus países de origen, como haría todo el mundo. No se preguntan por qué la lógica del sistema en que vivimos obliga a la gente de otros países a buscarse un futuro mejor en los países del «primer mundo». No se plantean que si no hacemos algo al respecto, esta inmigración continuará, por encima de la represión y de los disparos de las policías españolas, marroquies, etc.
Por último, contadnos cuáles son vuestros futuros proyectos.
En estos momentos estamos trabajando en tres vídeos. Uno sobre la continuidad del franquismo en el estado español, otro sobre el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Argentina (ver trailer) y otro sobre la realidad cubana vista desde dentro, con entrevistas realizadas en centros sanitarios, facultades universitarias y en barrios de las afueras y del centro de La Habana (ver trailer).