Traducido para Rebelión por J. M.
Esperábamos juntos al tren ligero. Él con su solideo de punto y yo con mi gorra de golf. Horas de la tarde, las de más calor, los dos jugábamos con lo que cubría nuestras cabezas para refrescarnoa. Asistió a la escuela conmigo. Me preguntó si me acordaba de él. Me acordaba. Claro que lo recordaba. En el undécimo grado, en un arranque de sinceridad dijo que su mayor sueño es morir como mártir religioso. Con estas propias palabras. Desde entonces, se ha convertido en una broma. Recuerdo nuestra sorpresa cuando en el medio de la clase media contó su sueño. Preguntamos «¿Estas loco? ¿Qué sueño trastornado es ese?» Trató de explicar. Habló de la misión, de la tierra de Israel, del comienzo de la redención, de que no somos más que una piedra del mosaico.
Ahora, en la estación del tren, le pregunté si estaba casado, dijo que tiene dos hijos. Quería preguntarle acerca de su sueño de la infancia ahora que no está solo en el mundo, pero no dije nada. En cambio le pregunté qué pensaba del proceso político. «No saldrá nada de eso», dijo enfáticamente, mientras hundía sus dedos en la barba que cubre su rostro. «¿Qué quieres decir?» Le pregunté. «Que no hay posibilidad de que les demos lo que quieren». «¿Qué quieren?», pregunté. Sonrió, «En primer lugar, lo que realmente quieren es destruirnos, a ti, a mí, a mi bebé, tirarnos al infierno. No es de lo que estoy hablando. Estoy hablando de un Estado palestino, del repliegue a las fronteras del 67. Escucha lo que te digo, no hay oportunidad». «¿Ni siquiera por la paz?», pregunté. «¿Qué es la paz sin tierra de Israel?», dijo: «¿Qué es la paz sin Hebron, sin la Tumba de Rachel? Es como si alguien te deja con vida, pero sólo con la cabezay te quita todo lo demás, ¿es eso vivir?».
«Esos lugares son importantes», dije con cautela, sintiendo cómo bulle con cada palabra que dice, «pero hay muchas cosas más importantes». «No habrá ningún repliegue», dijo, «no habrá un Rstado palestino, no habrá paz falsa, créeme. Daremos muerte al Gobierno antes de que pase algo como eso». Luego añadió, con la ayuda de Dios. «Eso será el final de Israel como Estado judío», le dije. «Tonterías,» dijo, «Matar al Estado judíos es dejar todos nuestros lugares sagrados, no entender que estamos aquí para un propósito determinado, que es la tierra de nuestros ancestros». «Dudo de que la mayoría de los israelíes piensen que sus ancestros existieron», le dije. «¿Tú creess?», preguntó. «Sí», contesté. Sonrió. «El sionismo no creía», dije. «El sionismo sólo fue una herramienta para la realización del proceso», dijo, «nada más».
Lo miré y pensé en la frustración de los sionistas religiosos ante la pérdida en las elecciones a la jefatura religiosa del país. Pensé en un artículo que se preguntaba por qué el único grupo religioso que querían para el Rabinato no pudo ganar (próximmo a Stern). Entonces me acordé de un dicho del rabino Yoel Bin Nun, poco después de la desconexión, sobre que el sionismo religioso dio vuelta al asunto de la Tierra de Israel haciendo de los asentamientos el único sentido de lo religioso.
Entonces me recordé con mi madre viendo la ceremonia de la firma de un acuerdo de paz. Recordé que entonces el sionismo religioso tranquilo, que era una parte clara de la sociedad israelí, también se entusiasmó. A pesar del precio. La posibilidad de la paz era más importante. La religión estaba más allá de la retención de las tierras. Era una forma de vida completa, relevante y relativamente adulta. Su ala derecha era pragmática. Pensé en ese hombre, con dos hijos, que no cree en la paz. Tambiénel creció en la ciudad del sionismo religiosos (oriental). Y entonces asesinaron a Rabin y luego todo cambió, se rompió en pedazos. Y quizás echaron al sionismo religioso, quizá se fue más allá de la Línea Verde, a las montañas, se estableció allí y se volvió irrelevante para la vida cotidiana, en un terreno rocoso. Y él soñaba morir por el Santo Nombre.
Fuente: http://www.haaretz.co.il/opinions/.premium-1.2086855
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