El próximo 14 de mayo el Estado de Israel cumple 70 años, durante los cuales ha jugado un papel determinante en el Medio Oriente, y en la política exterior de los Estados Unidos. En ese tiempo, el racismo inherente a su estrategia de desalojar al pueblo palestino de los territorios ocupados disolvió a los sectores […]
El próximo 14 de mayo el Estado de Israel cumple 70 años, durante los cuales ha jugado un papel determinante en el Medio Oriente, y en la política exterior de los Estados Unidos. En ese tiempo, el racismo inherente a su estrategia de desalojar al pueblo palestino de los territorios ocupados disolvió a los sectores socialistas judíos de sus orígenes, para dar paso a una derecha militarista y semiteocrática, ferozmente contraria a la existencia de un Estado Palestino.
La actual política de ‘Apartheid’ contra palestinos, árabes y judíos negros de nacionalidad israelí, así como la crueldad en el tratamiento de la protesta palestina, le han ganado el rechazo de la mayor parte de la opinión pública mundial y les hace perder apoyo entre los judíos del mundo, especialmente entre los jóvenes.
El reciente rechazo de la actriz y productora Natalie Portman a recibir del Premio Génesis (el Nobel israelí) de casi dos millones de dólares, para no tener que compartir la ceremonia con el primer ministro Netanyahu, es sólo la punta del iceberg.
Portman (nacida Neta-Lee Hershlag; en hebreo, נטע-ליהרשלג) quien nunca ha ocultado su orgullo por sus «raíces israelíes y herencia judía», declaró:
«No me siento cómoda participando en ningún evento público en Israel» (…) «El maltrato de los que sufren las atrocidades de hoy no está en línea con mis valores judíos. Porque me preocupa Israel, debo oponerme a la violencia, la corrupción, la desigualdad y el abuso de poder». (…) «Al igual que muchos israelíes y judíos de todo el mundo, puedo ser crítica con los líderes de Israel sin querer boicotear a toda la nación».
La reacción no se hizo esperar: el parlamentario del partido de gobierno Likud, Oren Hazan, declaró que: «Quien boicotea al primer ministro nos boicotea a nosotros». «Portman es una antisemita (…) Si no quiere ser parte de nosotros, que renuncie a su ciudadanía».
Sin embargo, el mensaje de Portman también despertó solidaridad: Rachel Azaria, del partido de centro Kulanu, de la coalición de Gobierno, escribió en Twitter que la cancelación de la actriz debería ser una «luz roja» para Israel. «Ella habla por muchos judíos de Estados Unidos, especialmente de las nuevas generaciones. Perderlos a ellos es un alto precio a pagar».
Precio que Netanyahu parece dispuesto a pagar, con la abierta justificación de la legítima defensa, y la secreta justificación del «espacio vital» que Israel necesita, y que lo lleva a su política de genocidio lento contra los palestinos del gueto de Gaza.
Pero el verdadero costo real de la política actual del Estado de Israel lo ha estimado alguien a quien nadie puede tildar de «antisemita», el señor Roland S. Lauder, Presidente del Congreso Judío Mundial quien, en un artículo del New York Times «Heridas autoinfligidas de Israel» advierte:
«Hoy temo por el futuro de la nación que amo». (…) «el estado democrático judío enfrenta dos amenazas graves que, creo, podrían poner en peligro su propia existencia.La primera amenaza es la posible desaparición de la solución de dos estados. Soy conservador y republicano, y he apoyado al partido Likud desde la década de 1980. Pero la realidad es que 13 millones de personas viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Y casi la mitad de ellos son palestinos.
Si las tendencias actuales continúan, Israel enfrentará una dura elección: otorgar plenos derechos a los palestinos y dejar de ser un estado judío o rescindir sus derechos y dejar de ser una democracia. Para evitar estos resultados inaceptables, el único camino a seguir es la solución de dos estados».
Para Lauder, gran parte del problema está en la dinámica política de Israel, en
(…) la capitulación de Israel hacia los extremistas religiosos y la creciente desafección de la diáspora judía. La mayoría de los judíos fuera de Israel no son aceptados a los ojos de los ultraortodoxos israelíes, que controlan la vida ritual y los lugares sagrados en el estado. Siete millones de los ocho millones de judíos que viven en América, Europa, América del Sur, África y Australia son ortodoxos modernos, conservadores, reformistas o seculares. Muchos de ellos han llegado a sentir, especialmente en los últimos años, que la nación a la que han apoyado política, financiera y espiritualmente les está dando la espalda.
Lo que recuerda, curiosamente, la conversión a la «herejía cristiana» de las comunidades judías del Mediterráneo a principios de nuestra era.
«Al someterse a las presiones ejercidas por una minoría en Israel, el estado judío está alienando a un gran segmento del pueblo judío. La crisis es especialmente pronunciada entre la generación más joven, que es predominantemente secular».
«Muchos judíos no ortodoxos, incluyéndome a mí, sienten que la difusión de la religiosidad forzada por el Estado en Israel está convirtiendo a una nación moderna y liberal en una sociedad semiteocrática» (…) «Nos encontramos en una encrucijada» (…) Debemos cambiar el curso. Debemos impulsar una solución de dos estados y encontrar un terreno común entre nosotros».
Para los que escuchan crecer la hierba y saben que una revolución política en Israel será imposible hasta que sea inevitable, los tiros de sus militares contra los manifestantes palestinos están agujereando el casco de la nave del Estado, que comienza a hacer agua en su parte más importante, la conciencia de los judíos de Israel y el mundo entero.
Y sabremos que esa toma de conciencia se ha hecho realidad política, cuando Tel Aviv se abstenga de llamar «antisemitas» a quienes se oponen a sus atrocidades.
Fuente original: https://www.aporrea.org/internacionales/a262513.html